El pelinegro recobra la consciencia tras haber
"descansado", acompañado por un dolor de cabeza ocasionado por cierta vocecilla.
—«¿Estamos o no estamos?» —exigiendo para no perder más el tiempo.
Se lo toma con mucha calma. Bosteza, se rasca un ojo para retirar alguna legaña, y mira el panorama general del cuarto donde se encuentra todavía acostado.
—«Eh, que te estoy hablando» —insiste.
—«Enhorabuena» —bosteza de nuevo. Alguna lágrima se le escapa.
—«Ja-ja» —suelta con un tono molesto.
Se incorpora y, antes de levantarse por completo, se revisa su piel por si ha sucedido algo.
Sí, aclaramos que descuidó traerse un mísero pijama a la residencia y tuvo que... descansar casi en cueros.
Suspira, ligeramente preocupado.
—«Voy a ser optimista: hoy vas a ser peor de lo que ya eres» —lo intenta convencer.
—«¡JÁ! Una ... para ti» —suelta en voz alta levantándose y haciendo un feo gesto frente a su rostro para que lo vea bien.
Recibe una fuerte carcajada de su parte como respuesta.
—Aviso del casino: la inscripción al bingo está por finalizar —interrumpe la voz robótica, sobresaltando al pelinegro—.
Por favor, inscribíos de inmediato si pensáis en participar» —añade.
—¿Eh? —a decir verdad, no sabe qué es un bingo—.
¿A mí qué me importa si no estoy inscrito? —con el ceño fruncido.
—Corrección: usted ha solicitado los beneficios del casino —aclara.
—«Je, je, je, je, je... Sorpresa» —sigue riéndose.
Procede a morderse el puño mientras camina hacia otro extremo del cuarto.
—«El día que vayas a compensarme, costará un 20% menos» —suelta otra carcajada.
—Muy bien, ¿y qué es eso? —dirigiéndose a la voz y no precisamente a la IA.
—«En esto estamos en el mismo barco» —gruñe por no saber la respuesta.
—El bingo es un juego de azar. Como participante, dispondrás de un cartón con números aleatorios escritos en ellos—empieza a explayar la voz robótica, dado que interpreta que era una pregunta para ella.
El inicio de su respuesta hace que por primera vez en lo que llevan en la residencia ambos mantengan el silencio—.
Un locutor anunciará unos números aleatorios durante el transcurso de la actividad.
Si alguno de los anunciados coincide con alguno de vuestro cartón, se debe de marcar para indicar que disponéis de él.Si todos los números del cartón están marcados, habéis ganado —finaliza con la explicación.
—«Pregúnt...»—¿Qué ganamos?» —se avanza a mencionar la pregunta importante.
—El premio principal consiste en un 50% de descuento en... —empieza a redactar todo.
—«Te diría que el destino quiere recompensarte, pero sabemos que eso no es cierto» —mientras la IA está soltando toda la información correspondiente—.
«Eh-CENA GRATIS. GRA-TIS. Jodidamente GRA-TIS. ¿LO CAPTAS? GRATIS. NO DINERO. Quiero eso, ¡maldita sea!» —añade una risa por las ansias de obtener algo sin costo.
—Lo pensaré —quiere mantenerse al margen de tales actividades.
—«¿Qué pasa contigo? ¿No puedes ver lo divertido que sería hacer eso?» —mientras el pelinegro se dirige hacia su bolsa de deporte.
—De acuerdo, aguardamos vuestra decisión —responde la voz robótica.
—«¿Me oyes? Si no lo haces, eres un ...» —suena alterado al recibir ignorancia por parte del pelinegro—.
«Muy bien, ¿quieres mi ayuda? No la tendrás. No así, ni una pizca» —cuanto más habla, más dolor de cabeza le ocasiona—.
«Deberías escucharme, yo sé lo que es mejor para ti, chaval» —intenta sonar convincente, pero no funciona—.
«¿Por qué eres tan estúpido? Suplícale al gran Aiur cuando estés necesitado, verás lo que te responde» —empieza a reírse.
Su portador extrae un estuche bastante peculiar. En el momento que lo abre, contempla en su interior que tiene herramientas suficientes para tatuarse sellos mágicos sobre su piel.
—«¿Qué estás tratando de hacer, chaval? ¿Acaso quieres vivir sin mí?» —su tono se vuelve un poco amenazante pero más pausado.
—«Es un buen deseo» —mientras lleva apresuradamente el estuche al cuarto de baño.
Sin pensárselo mucho, impregna una aguja poco convencional con una tinta especial y procede a reforzar la variedad de simbología de protección que siempre porta consigo.
—«Formo parte de ti... y lo que no haré ahora, lo haré después...» —le recuerda.
Se siente un poco angustiado cada vez que ocurre esta situación, incluso cuando termina tras unos cuantos minutos.
Por suerte, el dolor provocado por esa voz cesa y puede respirar con más calma.
Dado que tras esta práctica la voz se mantiene ausente un rato largo, siente la necesidad de aprovechar para hacer cosas básicas por su cuenta.
Ordena el estropicio del baño, se lava para retirar las heridas provocadas por tatuarse de nuevo, y finalmente se viste.
Tiene claro que lo primero que debe de hacer es alimentarse.
—Haz lo que debas hacer para que pueda participar en ese bingo —en el momento que toma la credencial.
—Notificando vuestra participación —responde mientras su dueño cruza la estancia para dirigirse a la puerta.
「Solicitud」I n s c r i p c i ó n : ¡ B i n g o !
✩ Residente:
Oz
—Hecho. ¡Gracias por vuestro interés! —notifica de inmediato.
Con los pies fuera de esa estancia, pone rumbo hacia la cafetería.
Sosegado, por la paz del lugar y su temporal paz interior.