Eldarya alternativo, en otra dimensión
"Me niego a seguir obedeciendo tus órdenes..."
Con esa frase, el guardián de la Sombra, hacía frente a la superiora y mandataria de la Guardia de Eel. La Fénix había perdido el control, a causa del poder de su mandato y todos los Guardianes ya estaban en su contra.
—Que insensato de tu parte, Jay. Te di cobijo y protección cuando más lo necesitaste—ha dicho con cierto tono sombrío en su voz—Al menos termina este último encargo y luego serás libre de hacer lo que te plazca.—sentencio finalmente la mujer.
El encargo en sí, era preparar una emboscada a un pueblo cercano, en el interior del bosque. ¿La razón? Tomarlos prisioneros y robarles su energía vital: El maana. La Fenghuang se estaba viendo contaminada a causa de la energía negativa del cristal.
Una vez llegados al lugar, la tarea del seminfo era fácil: debía noquearlos e inmovilizarlos para poder ser atados y capturados.
No sabía en qué momento, la actitud de la Fénix cambió tanto, pasando de ser amable y gentil, a ser una tirana cruel y despiadada que, debido a sus crueles tratos, tenía a toda la Brillante comiendo de su mano, incluyendo a Nevra.
Volviendo al escenario actual, la idea no era matarlos en ese momento, pero aquello ya se había transformado en una batalla campal, todos contra todos; apuñalados y muertos por doquier. Donde no podías más que luchar por tu propia vida. En ese momento, el pelirosa, pensaba en la traición y la tristeza que actualmente en su vida había, y en las personas importantes que perdió en ese pequeño trayecto de su juventud, y todo por el maldito totalitarismo que aquello supuso. Pues nunca sería del todo libre.
De improviso, y como si el tiempo se detuviese, alguien había atravesado su espada en el estómago del ojiazul, dejándole fuera de combate. Y así, ha yacido en el suelo con una herida que no sería capaz de sanar por sí mismo, y que, de no ser curada a tiempo, podría costarle la vida. Era irónico, había dejado su antiguo hogar, para colmarse de la libertad que tanto anhelaba, sin tener que poner a cuestas la vida de personas inocentes. Pero ha terminado en un final trágico similar o tal vez algo diferente, al fin y al cabo.
¿Tal vez la muerte suponía la verdadera libertad?—pensó, ya al borde de la inconsciencia.
Y cuando creyó que su vida en el mundo terrenal iba a culminar, un extraño portal apareció ante él. Tal vez como una rara señal de una segunda oportunidad. Si le preguntasen si deseaba permanecer ahí y sucumbir ante ese trágico final, o tomar esta oportunidad, aunque no supiera qué pasaría luego de eso, preferiría mil veces la segunda opción.
Finalmente, y con lo último de sus fuerzas, se adentro en aquel portal que marcaría un antes y un después, en su remota vida.
En algún lugar del Claro del Bosque, Eldarya actual
La guardiana de cabellos claros se encontraba en un encargo especial para los purrekos, en compañía de su amiga, la kitsune, de cabellos blancos como la nieve, cuando al pasar por ahí, se han percatado de un cuerpo. La ojiazul, preocupada y estupefacta ante aquel suceso, ha corrido en auxilio de aquella persona.
—Sus signos vitales son débiles—ha dicho en un hilo de voz, mientras ha acomodado los mechones largos de cabello que cubrían la frente y los ojos de aquel individuo—Debemos llevarlo con nosotras al Cuartel, Koori. No puedo curar su herida, no tengo tal capacidad y está perdiendo mucha sangre—soltó con suma preocupación.
—De momento, solo podemos ayudarle con el sangrado—ha dicho la kitsune, envolviendo ágilmente la herida del joven, con telas provisorias que tenían para hacer costales, pues en ese momento, no contaban con cosas de alquimia que las sacasen de ese apuro.
De ese modo, lograron llegar a salvo al Cuartel General, donde pidieron asistencia para llevar al pelirosa a la enfermería, en donde Ewelein se encargaría de realizar las curaciones, debidamente.
Una vez Ewelein, terminó su trabajo, les ha dicho a las jóvenes, que debía guardar reposo para reponer sus energías. Así pues, ambas entraron a ver al chico que se encontraba convaleciente en una de las camas, y que ahora portaba solo un vendaje como prenda superior, alrededor de su abdomen. La pelirosa se arrodilló a un costado de este. La albina que se ubicó a su lado, ha soltado un inusual comentario:
—Li, ¿te has dado cuenta del peculiar parecido entre ustedes dos? Es como verte a ti, pero en un cuerpo más masculino. Yo sé que nos mencionaste un hermano, con el que nunca creciste, pero no era un gemelo, ¿verdad?—dijo, reflexionando en la escena que ahí se estaba presentando.
—No era gemelo—afirmó, segura de ello—Pero, aún así, siento una extraña conexión, Koori. Ustedes que están mucho más familiarizadas que yo con los portales, ¿Es posible que estemos hablando de dimensiones paralelas? Después de todo lo que ha pasado con los cambios de flujo en el maana, no sería tan descabellado pensarlo…
❅
Pasado un tiempo, Jay se reintegra a la Sombra, en ese mundo quizá, no tan distinto al que ya conocía. Estaba entregando un informe de misión a la mismísima Huang Hua, cuando esta le ha comentado
—Has hecho un trabajo excelente, felicidades—esbozando aquella y habitual sonrisa cálida—
El pelirosa sonrió de forma irónica, bajo su máscara, antes de decir en voz lo suficiente alta para que ella lo escuchase:
—El lobo siempre se vestirá de oveja ¿verdad?—dicho aquello, dejó la sala del consejo sin esperar reacción alguna de la mujer. Afuera, lo esperaba Lia, que parecía pendiente de todo lo que pasaba con aquellos dos:
—Tú tampoco confías en ella, ¿cierto? No es de extrañar, luego de lo que pasó en tu mundo—dijo, dejando en claro, que ya estaba al tanto de aquel pasado.
—Demasiadas decepciones me he llevado para confiar en alguien, de manera tan ciega…—ha dicho mientras se retiraba la máscara del rostro. —Caras vemos, corazones, no sabemos.
—Mientras me tengas a mí, siempre tendrás a alguien en quien confiar. Solo debemos saber hallar el corazón puro en las personas, además, nunca te daré la espalda, eso tenlo por seguro—dijo, tomando de la mano al chico.
Jay ha sonreído, pues estaba seguro de que donde fuera, había personas con el mismo corazón inocente y puro, que el de aquella chica, que tomaba su mano. Y a la cuál ahora, llamaba hogar, con todas sus letras.