Parte 9
(Narra…)
Me despierto con el sonido del mar resonando en mis oídos.
Es bastante incómodo, porque me duele cada músculo en mi cuerpo… Un dolor horrible, auch. También estoy completamente mojada y la ropa se me pega de forma incómoda a la piel, y brrr qué frío que hace…
Pero más que otra cosa, estoy desorientada porque no tengo muy claro dónde estoy o cómo he llegado hasta aquí. Parece que estoy en algún tipo de… Cueva o algo… no sé, es difícil de decir y, ¿por qué oigo el mar?
Voy a incorporarme, y es entonces cuando me doy cuenta del peso en mi pecho que me impide hacer el movimiento. Un brazo que descansaba sobre mí, casi en actitud protectora… Y que viene pegado a un elfo muy familiar.
-¡Ezarel! -En seguida mi preocupación pasa a él cuando le veo tirado a mi lado en la roca, y el sentimiento sólo aumenta cuando veo que tiene los ojos cerrados y no responde- ¿Ez?
Ahora sí me incorporo y me giro hacia él. Lo primero que hago es tomarle el pulso… Que tiene, y luego intento despertarle. No reacciona ni a mis gritos ni a mis ligeros estímulos en forma de bofetadas, así que eso me preocupa bastante…
Y entonces veo el líquido rojo que mancha parte de su pelo.
Tengo la sensación de perder todo el color en el segundo que veo la sangre. Rápidamente, casi con ansiedad, levanto su flequillo para descubrir una herida con bastante mala pinta en su frente. Está rodeada de una mancha pastosa de sangre coagulada, pero no ha cerrado aún, el líquido sigue saliendo.
Contengo un grito de pánico llevándome las manos a la boca. De repente, lo recuerdo todo. La pelea con El Titiritero, que es donde se ha hecho la herida; la caída por el acantilado; el mar; la sensación de ahogo…
Y Ezarel, salvándome una vez más.
Se ha… se ha tirado de un acantilado por mí. Eso no es tan romántico como mi cerebro quiere verlo, porque en realidad ha sido una idea bastante estúpida por su parte, pero… Pero le estoy agradecida por ello.
De manera cariñosa le recoloco para su cabeza descanse en mi regazo, y acaricio su pelo casi más por distraer mis manos que por otra razón mientras examino el lugar en el que estamos.
Como había deducido, estamos en alguna especie de gruta marina… Vete a saber dónde exactamente. La piedra aquí parece un poco más oscura que lo que he visto en otros lugares de la isla… Aunque la arena del suelo parece la misma. Más allá de la boca de la cueva puedo ver el mar, cuyo susurro me parece una amenaza de muerte, y sólo ver el azul profundo de sus aguas me produce náuseas, así que aparto la mirada para centrarla en Ezarel.
¿Nos ha arrastrado el mar aquí…? No. Ha tenido que ser Ezarel el que nos haya arrastrado hasta la gruta… Habrá tenido que cargar con su peso y el mío. El pobre está… Bastante pálido. Ahora que lo pienso, esa herida está bastante mal situada y… Con todos los esfuerzos que ha hecho…
Algo más preocupada, vuelvo a echar un vistazo a la herida sangrante en su cabeza. No sé… No sé qué hacer para cerrarla. Y espero que no haya hecho daños mayores…
Q-quizá tiene algo en su cinturón que pueda ayudarme a… No, lo dudo… Normalmente suele llevar chismes alquímicos, pero que yo sepa nunca le he visto con nada para curarse.
Lo único que se me ocurre es intentar arrancarme un trozo de ropa para intentar hacer presión sobre la herida… Pero entre el dolor en mis brazos (la torta que me he pegado contra el mar me va a estar doliendo hasta mi siguiente vida, me temo) y que mi ropa está mojada, no lo consigo del todo. Grito con frustración al ser incapaz de hacer nada, pero entonces me acuerdo del pañuelo turquesa ese que lleva Ezarel a todas partes y que no parece hacer nada más que molestarle. No creo que se enfade si se lo quito, así que eso es lo que hago, teniendo que pelearme un poco con el resto de su ropa y, haciendo un burruño, se lo coloco en la frente con la esperanza de que eso ayude… De alguna manera, no sé cómo.
Pasa… Tiempo. No sé cuánto. Tiempo.
El mar sigue haciendo ruido, la gruta sigue vacía, hace frío, Ezarel sigue perdiendo sangre y yo no sé qué hacer.
Porque… Porque, maldita sea, ¿cómo vamos a salir de esta? Incluso si Ezarel se despierta… Con esa herida no va a irse nadando a ninguna parte, y desde luego yo tampoco. Y no sé… No sé si alguien va a encontrarnos aquí. El único que sabe que nos hemos caído es Leiftan, y… Oh no. Oh, no, le hemos dejado con El Titiritero… Oh, no; oh, no; Leift. Sin ninguna ayuda, posiblemente El Titiritero le…
Aunque intento no imaginármelo, la imagen de Leiftan caído en el suelo sobre un charco de su propia sangre acude a mi cabeza. De manera similar a cuando Simonn le apuñaló… Sí aquella vez El Titiritero ya intentó matarle, así que ahora…
Un gemido escapa de mi garganta. Tengo que dejar el pañuelo por un momento para secarme las lágrimas que empiezan a formarse en mis ojos.
Esto es terrible.
El Titiritero va a acabar con Leift, si no lo ha hecho ya… Y Ezarel y yo estamos atrapados en esta cueva sin posibilidad de salir por nuestra cuenta. Él ni siquiera está consciente, sigue desangrándose, y yo no puedo hacer nada para curarle…
No puedo hacer nada, punto. Soy… Completamente inútil. En el acantilado no pude ayudarles, y es culpa mía que todo haya acabado así. Ezarel se tiró para salvarme, y haciendo eso nos ha condenado a los tres. Tenía que haber dejado que me ahogase en…
¡No! No, no, ese pensamiento es horrible. No. No quiero pensar en eso.
No sé qué hacer. No tengo absolutamente ninguna idea de qué hacer para mejorar esta situación tan terrible, o si hay forma humana de hacerlo.
Las lágrimas caen sin que pueda evitarlo, y eso me frustra y me enfada más todavía, porque no quiero llorar. Quiero ser fuerte… Lo suficientemente fuerte como para poder con estas situaciones. Pero evidentemente no lo soy.
Rindiéndome en secarme las lágrimas, porque ya entiendo que eso va a ser imposible, mis manos vuelven a jugar con el pelo de Ezarel. Sigue profundamente dormido, inconsciente… ¿Y si no vuelve a abrir los ojos? Y si… Si se muere así, aquí. Dormido sobre mí, en una cueva remota en una isla que ni siquiera aparece en los mapas. No… No, por favor. Él no se merece eso.
-Ezarel… -Aunque sé que es inútil, intento llamarle- Por… Por favor, despierta… Abre los ojos -Mi voz, desesperada y rota, no es capaz de llegar hasta él-. Necesito… Necesito que lo hagas, por favor. Necesito que me digas que todo va a salir bien… Ríete de mí si quieres y dime que soy una humana tonita, pero… Por favor…
Por supuesto, no hay respuesta. Escuchar mi voz y mi llanto en la soledad de la cueva sólo empeora la sensación de vacío en mi pecho.
Aparto el pelo de la frente de Ezarel. Ahí sigue su herida, aún sangrante. Verla hace que se me revuelva el estómago.
… Siento… Siento algo.
Acerco una mano temblorosa a la herida. Tomo aire de forma profunda. Por favor. Por favor…
Una sensación cosquilleante en mis dedos. Una ola de calidez dulce que se expande por mi cuerpo y llega a cada fibra de mi ser. Una luz tenue que ilumina mi mano, un brillo tímido y titilante…
Por favor. Por Ezarel.
Un escalofrío recorre mi columna, y no puedo evitar un sonido casi de sorpresa ante la sensación. La luz en mi manos se vuelve más brillante, y toda la calidez que he sentido se mueve hacia esa dirección, filtrándose a través de mis dedos hacia la herida de Ezarel… Que, milagrosamente, empieza a cerrarse poco a poco. El sangrado se detiene, la piel de su frente se cierra… La hinchazón disminuye, todo rasgo de daño desaparece. Lo único que queda es una mancha de sangre seca.
Suelto todo el aire contenido en mis pulmones de una vez cuando el proceso termina. La luz en mis dedos se apaga inmediatamente, toda la calidez desaparece y se ve reemplazada por un entusiasmo que no he sido capaz de sentir en mucho tiempo. Lo… Lo he hecho. Lo he hecho, ¿verdad? He conseguido…
Escucho un gruñido leve saliendo de Ezarel, y dejo de mirarme la manos como una idiota para mirarle como una idiota a él.
Abre los ojos parece que de forma pesada, haciendo muecas y gruñendo entre dientes. Pero está despierto. Está… Oh, dios, está despierto.
-¡Ez! -Sin poder evitarlo, en el momento en el que él se incorpora un poco me lanzo a abrazarle. En seguida noto la sensación de sus músculos tensándose y el esfuerzo que hace por alejarme de él.
-¡Eh, eh, eh; manos fuera, no; aléjate de mí! -Satisfecha simplemente con el corto abrazo, le dejo ir. En cuanto lo hago, él retrocede rápidamente arrastrándose por el suelo, alejándose de mí- Nada de abrazos.
-Vale -No puedo hacer nada más que estar de acuerdo. Me seco las últimas lágrimas que me quedaban… Verle despierto hace que se solucionen algunos de mis males, aunque aún me quedan bastantes otros-. ¿Quieres que te ponga al día?
-No creo que haga falta… -Le veo examinando la gruta- Me hago una idea de lo que ha pasado aquí. No es la mejor de las situaciones, pero al menos estamos vivos.
-Sí… Gracias.
Intento lanzarle la sonrisa más agradecida que puedo. Él deja de mirar los alrededores para mirarme a mí, juraría que un poco preocupado.
-No pensé que fuera a sobrevivir a eso -Admito-. Cuando me caí al agua no pude moverme, y… No hubiera podido salir de ahí si no hubiera sido por ti. Así que… Gracias.
-Bah -Él hace el gesto de poner los ojos en blanco-. No te pongas tan sentimental. No ha sido nada.
-Es la segunda vez que me salvas de morir ahogada…
-Pues por eso, la segunda vez pierde impacto.
-Te has tirado desde un acantilado para salvarme.
-Llevo años queriendo tirarme desde uno, para serte sincero.
-¡Simplemente acepta mis agradecimientos, elfo repelente! -Al final acabo gritando.
-Bueno… Si tan agradecida estás, no me queda más remedio… -Finge pensar por un segundo, y después esgrime una de sus sonrisas pedantes- Espero mi recompensa en forma de tarta cuando volvamos a la Guardia.
Ahora mismo, es completamente imposible para mí negar lo muy enamorada que estoy de él.
No puedo evitar la risa que sale de mí. Su sonrisa se afila un poco al escuchar el sonido.
-Toda la tarta que quieras -Accedo. Él hace un ligero gesto de victoria, como si de verdad una tarta fuera comparable con el hecho de salvarme la vida-. Pero… tenemos que volver a la Guardia para que eso ocurra.
-Yaaaa… Bueno, no perdamos esperanza… -Diciendo eso, se levanta, haciendo algunos estiramientos mientras lo hace.
A lo mejor yo debería hacer lo mismo… Me pongo en pie también, aunque la verdad es que por aquí no hay mucho espacio para moverse. Eh, mira, una cueva diminuta cuya única salida es a través del mar, ¡son todas nuestras fobias combinadas! Qué romántico.
Le veo deshacerse la coleta, lo cual recibe toda mi atención porque Ezarel con el pelo suelto es bastante raro de ver, y luego se quita el abrigo… Y me lo tira a la cara.
-Ponte eso -Y más que un gesto de amabilidad, parece una orden.
-Pero está todo mojado -Me quejo-. No creo que vaya a hacer mucho para darme calor o-
-Tú… Tú sólo tápate.
Qué… Bueno, parece bastante serio, así que… Vale, supongo. Me pongo el abrigo por encima de los hombros, a lo Leiftan. Leift… Con todo el drama me he olvidado de él por un momento.
-Abróchatelo, ¿quieres? -Gruñe eso antes de acercarse a la boca de la cueva.
-Vale, vale… -Pues hale, un abrigo mojado… Ya verás como pille una pulmonía, Eweleïn nos va a crujir a ambos- Este… Ez, ¿piensas que Leift… estará bien? Le hemos dejado solo con El Titiritero…
-Yo no me preocuparía por él -Y el hecho de que ni siquiera me mire cuando lo dice, sino que se dedique a examinar la entrada, me hace saber que en efecto no está demasiado preocupado-. Tiene más de un truco en la manga… Incluso si no es capaz de vencer al Titirimoñas por su cuenta, algo improvisará… Dicho eso, juraría que somos nosotros los que peor estamos… ¿hm?
En su estudio de la gruta, cuando mira al agua, parece que algo le llama la atención. Se arrodilla junto a la superficie y le veo llevarse una mano a la frente… Ah, debe ser por la sangre, ya, tenía que habérsela limpiado.
-A lo mejor es que estoy tonto… Pero juraría que yo me había abierto la cabeza -Frunce el ceño al decir eso-. O que me la habían abierto, más bien. Y dudo haberlo soñado, a juzgar por la cantidad de sangre.
-Eh, sí -Me acerco a él por detrás. Su abrigo me está un poco grande así que ahora mismo me estoy peleando por intentar doblarle las mangas-. Tenías una brecha, pero he conseguido curártela.
Se gira para mirarme con confusión en su mirada. Ah, eh… ¿Supongo que debería explicárselo?
-Estabas inconsciente y no te movías para nada… -Me muerdo el labio- Empezaba a pensar que… Que a lo mejor no volvías a despertarte. Y entonces he tenido esta sensación extraña, y pues, eh, te he puesto una mano en la frente y de repente pues, ¿ha salido como magia, o algo? Y te he curado creo.
A cada palabra que pronuncio su mueca de confusión se hace más aparente. Oh, ummm, ya. Je, je.
-¿Has hecho magia?
...
-¿¡He hecho magia!?
La implicación de lo que eso significa me golpea de repente. ¡Es verdad, hecho magia! ¡Y esa era MI magia! No era el Oráculo… Lo sé porque no le he escuchado, y la magia del Oráculo tiene una sensación distinta… Ostras, ostras, era MI magia, he hecho magia, YO, YO he hecho magia…
-¡He hecho magia! -Ahora digo las palabras con una gran sonrisa en la cara- Magia curativa… Ewe me dijo que podía tener talento para ella, pero hasta ahora nunca había… -Un poco nerviosa, pero bastante entusiasmada, no puedo evitar pegar un salto en el sitio- Ezarel, ¿qué raza soy? ¿Lo sabes?
-Una humana tontita -Sin inmutarse, me pega un capirote. Auch-. Hay chorrocientas especies de faéricos distintos con poderes curativos -Jopé… Bueno, al menos la lista se reduce, supongo-. Pero… Buen trabajo. Y gracias.
Que me dé las gracias la verdad es que me hace sonreír un poco. Por supuesto, no tiene comparación con lo que ha hecho él por mí, pero aún así me sienta bien.
-Te prometo que tendremos una conversación sobre eso más adelante, porque si has despertado los que sean que sean tus poderes, eso es algo importante… -Cambia su mirada hacia el horizonte, en el mar más allá de la cueva-. Pero ahora mismo tenemos que ver cómo salir de aquí exactamente. Voy a intentar echar un vistazo a lo que hay por fuera… Espera aquí.
-No tengo ningún sitio al que irme, bueno… -La gruta está cerrada y la única salida es por mar, así que…
Después de hacer un par de estiramientos más, Ezarel se mete en el agua. Le escucho quejarse de la frialdad de la misma, pero después de eso simplemente echa a nadar. Yo me quedo sin mucho que hacer así que simplemente me siento en la roca a esperar a que vuelva… No se va muy lejos, así que más o menos puedo verle chapucear. Le veo alejarse hasta más allá de la entrada y mirar a un lado y a otro, posiblemente buscando algo que pueda ayudarnos a salir de aquí. Después de un par de brazadas más, debe decidir que ha tenido suficiente y se acerca de nuevo, saliendo del agua. Su pelo me moja cuando hace un movimiento bastante brusco con la cabeza, pero creo que lo ha hecho adrede.
-¿Quieres las buenas o las malas noticias primero?
-¿Las buenas? -Necesito un poco de optimismo.
-Mala suerte, no hay de esas -Oh. Vale, genial-. Puedo ver la playa desde aquí, pero está demasiado lejos como para que yo pueda llegar a nado… Y, sin embargo, dudo que la cueva pueda verse desde la playa tampoco, así que va a ser difícil que alguien nos encuentre aquí.
Todo mi entusiasmo se hunde de nuevo. Debe de vérmelo en la cara, porque frunce el ceño y parece que se arrepiente de cómo lo ha dicho.
-Difícil, pero no imposible -Rectifica-. Leiftan sabe que hemos caído, y estando tú en peligro puedo decirte que no va a rendirse hasta habernos encontrado y asegurarse de que estés a salvo -No lo digas así… Seguro que también se preocupa por ti. Es Leift, a fin de cuentas- Dicho eso, ¿sigues teniendo el collar ese que te regaló?
-¿Eh? ¿El llamador de ángeles? -La pregunta me pilla un poco por sorpresa. Cuando él asiente, me llevo una mano al pecho… Aún puedo sentir la bola de metal, que cascabelea ligeramente con el tacto- Sí, aún lo tengo. Parece que ha sobrevivido a la caída… -Lo cual es una suerte, porque la cadena parecía bastante más endeble.
-Me alegro, porque vamos a necesitar que tu ángel de la guarda y el mío colaboren si queremos salir de esta -Por favor no seas dramático-. No puedes… Eh, ¿dale una sacudida o algo? Para llamarle -Hago una mueca de duda. Es una petición un poco rara…-. Todos tenemos nuestras supersticiones, tú sólo hazlo.
-Vale, vale… -Si eso va a hacer que se quede más agusto…
Cojo la cadena para sacar el abalorio por encima del abrigo y lo muevo un par de veces, con lo que hace un poco de ruido. Oh, espero que no se oxide con el agua… Sé que tengo problemas más importantes que ese, pero aún así, si sobrevivo no me gustaría que se echase a perder.
-¿Satisfecho? -Cuestiono. No sabía que a Ezarel le iban estas cosas… Especialmente teniendo en cuenta lo crítico que es con todo lo que no entra dentro de lo que él puede explicar con la alquimia.
-Oh, sí; mucho -Oye, que eres tú el que lo ha pedido…-. Ahora no podemos hacer mucho más que esperar a que alguien venga a socorrernos así que… Ponte cómoda.
Pues… Vale. Supongo que tampoco tenemos mucha opción además de eso.
Intento buscar algún sitio en el que sentarme, pero sin ningún espacio que sea realmente cómodo no me queda otra más que simplemente sentarme contra la roca. Ezarel hace lo mismo, pero él se queda bastante más cerca de la entrada, mirando hacia fuera. No tiene que estar muy cómodo aquí dentro, imagino.
Esperamos… El tiempo que sea que pase. Mucho. Demasiado. Es posible que los dos seamos la gente con menos paciencia de la Guardia, así que eso es bastante malo para nosotros. Ezarel termina por ponerse en pie en algún momento y empieza a andar de un lado a otro… Pero tampoco hay tanto espacio, así que es más bien como un tigre enjaulado. Me pone nerviosa y me dan ganas de hacer lo mismo, pero creo que eso no va a ayudarnos a ninguno de los dos.
Viendo cómo el suelo cercano al agua tiene más o menos arena, le propongo entretenernos jugando al tres en raya. Increíblemente parece que el juego no es demasiado popular en Eldarya, así que al menos tengo su atención durante un rato mientras dibujo una cuadrícula en la arena mojada. En cuanto entiende cómo funciona el juego me pega una buena paliza, porque si hay algo que a Ezarel se le dé bien es jugar con la mente de otras personas, y siempre consigue o bien leer mis intenciones o engañarme.
Aunque pierda desastrosamente, al menos eso nos mantiene entretenidos a ambos durante un rato. Y, bueno, no hay mucho más que hacer aquí, así que eso es lo que hacemos. Mientras estamos en ello, sin embargo, una idea genial se me viene a la cabeza de repente.
-¿Y no podemos usar una de tus bengalas? -Pregunto- Como la que usaste cuando llegamos a la isla…
-¿Te crees que si eso fuera posible no lo habría hecho ya? -Oye, no lo sé, te has abierto la cabeza hoy, a lo mejor se te ha caído algo de ahí dentro- Todo mi material está empapado… Todo lo que no estaba protegido en un contenedor de cristal se ha ido a hacer puñetas, y eso incluye las cosas que uso para hacer señales.
-Las estrellas se han alineado en nuestra contra hoy…
-¿Sabes qué más se ha alineado? Estos tres círculos tan chulos.
-¡Oh, maldita sea!
Seguimos esperando.
Él gana la mayoría de las partidas, yo gano algunas. Aunque nos aburrimos, seguimos jugando otro rato. Al final nos cansamos de todo y cada uno vuelve a sentarse donde le apetece a seguir esperando. Cuando me pongo a dar toquecitos en el suelo él me gruñe que no haga eso, que le pongo nervioso, así que dejo de hacerlo. Después de un rato vuelvo a hacerlo inevitablemente y él me ladra.
La espera continúa.
Me canso, así que me pongo en pie para estirar las piernas aunque sea. No hay mucho sitio para caminar así que al final vuelvo a acercarme a la orilla. Me doy cuenta de que las olas han borrado las cuadrículas que habíamos dejado y eso me hace pensar en algo.
-Ezarel… -Me giro hacia él- ¿Qué…? ¿Qué va a pasar cuando suba la marea por la noche?
Los dos segundos que tarda en darme una respuesta son suficientes como para que yo me imagine lo que va a pasar.
-No te preocupes por eso -Dice, sin embargo-. Si llega a eso, yo… Ya pensaré en algo. Pero no te preocupes. Alguien vendrá a por nosotros antes de que eso ocurra.
Eso espero… Aunque la verdad es que empiezo a perder la esperanza. Ezarel parece muy seguro de que Leift haya conseguido sobrevivir a El Titiritero, pero… Yo aún tengo mis dudas. Por favor, espero… Espero que esté bien. Y el resto también, por supuesto, pero… Sobre todo Leift. Y… Y si está bien, por favor que venga a salvarnos…
Más rato de espera. Ha debido de pasar bastante rato ya, porque juraría que empezamos a perder luz. Eso me pone nerviosa, tanto por la parte de no llegar a ver nada y quedarme sumida en la oscuridad tanto por la parte de morir ahogada en cuanto la marea suba.
En algún momento me doy cuenta de que… Tengo hambre. Si hemos pasado aquí las suficientes horas como para que empiece a ponerse el sol, tiene sentido. No me había dado cuenta hasta ahora, pero ahora no voy a poder dejar de pensar en ello.
-Tengo hambreeee… -Me quejo en voz alta después de un par de minutos de contemplación introspectiva.
-Te crees que eres la única -Desde el otro lado de la sala, Ezarel se ríe a mi costa-. Llevo horas muriéndome de sed.
Sólo con que lo diga siento mi garganta completamente seca y la boca pastosa. Uggggg, no… Genial, yo también tengo sed ahora.
-Esto apesta -Vuelvo a quejarme.
-¿No me digas? -Y él se burla una vez más- Yo estaba pasándomelo pipa. Una de las mejores experiencias de mi vida, sólo por detrás de estar encerrado semanas en la prisión de Lund'Mulhingar y ser condenado a ejecución pública.
-Ya, bueno -Resoplo-. Supongo que es mejor que directamente ahogarse en el mar. O intentar cruzar un océano entero mientras te estás ahogando y a la vez tu cuerpo entero sufre a los efectos de una mutación forzada.
-Oh, ¿estamos teniendo un concurso de anécdotas miserables, es eso? -Me mira casi parece que ofendido. Eh, yo me sentí muy miserable en aquel entonces, perdona.
-Puede -Me lo pienso-. Quizá. Tal vez. No lo sé realmente, porque creo que esa historia se lleva la palma para mí -En mi vida relativamente acomodada de humana no he tenido muchas anécdotas traumatizantes, afortunadamente… Bueno, quizá la semana de exámenes para entrar a la universidad, eso fue una pesadilla… Maldito seas, sistema educativo-. ¿Tú tienes algo mejor?
-¿Te suena la divertida anécdota de cuando mis padres me abandonaron y me encerraron en un armario?
Ah. Pues. Ay.
Lo dice de forma medio sarcástica, así que no sé si de verdad le molesta hablar de ello. Posiblemente sí, teniendo en cuenta que ha pasado años y años sin hablar de su familia con nadie. Así queeee, mejor redirigir el tema a otro asunto…
-Bueeeeeno, yo una vez salté en un círculo de setas por hacer el tonto y sin querer dejé a mi familia entera atrás, ups.
Me lanza una mirada incendiaria. Vale, no ha sido la mejor manera de redirigir; Erika eres estúpida y en tu casa no lo saben porque llevas año y pico sin pasar por ella.
La conversación muere ahí porque ninguno de los dos quiere sacar la gamba de dónde la he metido, y volvemos al silencio incómodo. Ahora puedo ver más claramente cómo el sol empieza a ponerse, y la verdad es que la vista podría ser bastante bonita si no fuera por la situación en la que estamos. No hay nada más romántico que ver un atardecer con el chico que te gusta (o uno de ellos) mientras los dos esperáis que el paisaje romántico sea lo que os asesine.
-¿Los echas de menos?
Levanto la cabeza. Él evita mi mirada, en su lugar mirando al mar.
-Tus padres -Aclara.
Ya hemos tenido esta conversación antes. También en el mar, aunque era de noche entonces. La pregunta me hizo llorar en aquella ocasión, y él me secó las lágrimas. Y cuando parecía que estábamos teniendo un momento privado… a Henry se le ocurrió que era buena idea atacar la Guardia.
Ahora mismo, no creo que vaya a llorar, y desde luego sé que Heny no va a interrumpirnos. Esa es una pregunta que ya me he hecho yo demasiadas veces. La imagen fantasmal de ayer, mis padres en aquella balanza maldita, lleva rondándome la cabeza desde entonces.
-Claro que les echo de menos, Ezarel -Respondo en un suspiro-. Sería imposible no hacerlo. Les quiero muchísimo. Por mucho tiempo que pase… Siempre les echaré de menos -Frunzo los labios-. A veces me acuerdo de ellos. Intento pensar en qué dirían si me vieran hacer algunas de las cosas que hago… E intento recordar los consejos que me daban. También pienso en mis amigos a veces. Toda esta isla… Justo como, una semana antes o así de caerme al círculo, me fui con mis amigas a un sitio que se parecía mucho a este. Acabábamos de terminar la carrera, así que estábamos eufóricas y decidimos que queríamos hacer un viaje corto. Yo era la única con carné así que les pedí el coche a mis padres y… ¡a la playa! -No puedo evitar la sonrisa que aparece en mi cara- Fue… Fue un viaje genial.
-No sé si me he enterado de esa última parte, pero suena… Bien -Le veo hacer una mueca un poco incómoda.
-Guardaré siempre ese recuerdo con mucho cariño. Ese y tantos otros. He tenido… -Suelto aire-. He tenido una buena vida.
Me acuerdo de pequeña intentando hacer una tarta para el cumpleaños de mi madre. Salió una cosa horripilante, pero me lo pasé muy bien, y desde entonces siempre me ha gustado trastear en la cocina. Me acuerdo de ese pájaro que nos encontramos en el cole que no podía volar… Le hicimos una casa en una caja de zapatos y lo tuvimos en clase durante un tiempo… Al final el pobre no tuvo mucha esperanza, pero fue una experiencia bonita. Me acuerdo de mi primer novio del colegio, con el que empecé a salir a través de notitas de clase, y me acuerdo que la profesora nos pilló y a él le tocó leer en voz alta, ¡estaba rojísimo!
Me acuerdo de visitar a mis abuelos por última vez, de los gritos enfadados de mi padre y de tenernos que irnos de allí corriendo… Un mal recuerdo. También me acuerdo de aquella vez que me puse malísima justo la semana que mi clase tenía una excursión al Louvre y no pude ir, lo cual me fastidió mucho, pero acabé yendo en algún momento del instituto con mi profesora de Historia del Arte.
En el instituto, me acuerdo de tantas cosas. La vez que perdí la llave de la taquilla y mi compañera de taquilla casi me asesina; esa vez que se me cayó el proyecto de plástica al suelo mientras iba al insti y acabé con un cero; me acuerdo del baile que hice con mis amigas para educación física… Me acuerdo de saltarme las clases con algún chico para sentirnos malotes en el parque de al lado del instituto, y también me acuerdo de cuando decidió romper conmigo sin dar demasiadas explicaciones… Nunca llegué a entenderlo, pero bueno. Ugh, también me acuerdo de esa maldita semana de los exámenes de la universidad… Y la alegría de poder haber entrado en la carrera. Y la depresión al darme cuenta de lo que significaba una carrera, oh, dios.
Me acuerdo de haber sufrido mucho, muchísimo, con economía; de haber querido tirar la toalla mil y una veces… Me acuerdo del estrés de los exámenes… ¡Y de las fiestas de después! De llegar a las tantas a casa y tener que soportar regañinas por parte de mis padres. Y me acuerdo de decir muy valiente que iba a irme de casa… ¡Y sorprender a mis padres cuando me fui de verdad! Empezar a vivir sola fue un infierno, tener que trabajar y estudiar también lo fue, pero… Uff, las fiestas en casa, ¡oh, los maratones de películas y las tardes haciendo el tono con juegos de mesa!
Recuerdo el último año de universidad siendo el peor de todos, mi proyecto de fin de carrera, teniendo que hacer un análisis de toda la trayectoria de la pastelería en la que trabajaba… Al menos me convalidaron las prácticas. Aún así, horrible. Pero luego valió la pena por ese viaje a la playa.
Tantas… Tantas, y tantas memorias.
-Podrás recuperarla -Ezarel suelta aire-. Algún día. No te des por vencida ni seas trágica. Vamos a salir de esta. Y en algún momento, cuando sea que se pueda… Te devolveremos al mundo humano. Como te prometimos al principio.
-Sí… -El mundo humano…- Gracias.
Unos minutos de silencio. Aunque yo sigo con mis ojos fijos en él, su mirada sigue perdida en el horizonte. Me pregunto… En qué estará pensando. Si será lo mismo en lo que estoy pensando yo.
-Cuando llegaste a Eldarya… -Su voz me sorprende un poco. Pensé que habíamos terminado ahí la conversación- Unos meses después de tu llegada, en realidad… En vista de que el Oráculo te había escogido, por alguna razón, y que parecías tener un don natural para encontrar cristales… La Guardia Brillante tuvo una reunión para decidir qué queríamos hacer contigo. La propuesta era que, si tan importante eras… -Frunce el ceño- No debías abandonar Eldarya bajo ningún concepto. Incluso si teníamos que forzarte, tenías que quedarte aquí.
Qué… Yo no sabía nada de eso. Primera noticia que tengo, y… La verdad es que no suena muy agradable. Aunque viéndolo en retrospectiva, es verdad que la Guardia no fue especialmente amable conmigo durante los primeros meses. A Miiko le ha costado cogerme cariño, ha tenido que pasar más de un año para que considere la idea de abrazarme.
-Había argumentos a favor y en contra de retenerte, y se estudiaron bastantes posibilidades sobre cómo podíamos hacerlo causándote el menor daño posible -Ah, eh… ¿gracias?-. Finalmente la idea a la que se llegó fue… -Hace una pausa incómoda durante un segundo- ¿Recuerdas la estatua que vimos al llegar a la isla?
-¿La de la tipa esa? -¿Y eso qué tiene que ver?- Mnemósine o algo, ¿no?
-Sí. Me acuerdo que durante esa conversación mencionamos el agua de Lete y preguntaste qué era… Es una poción. Y el efecto que tiene es…
Su mirada desconecta del horizonte y ahora se vuelve hacia mí. En sus ojos me parece ver… Algo que se parece al arrepentimiento, pero me cuesta creerlo, porque es Ezarel del que estamos hablando. ¿Qué tipo de confesión horrible está a punto de hacerme?
-Esa poción borra los recuerdos que la gente del mundo humano tiene sobre ti. Al beberla… Hubieras dejado de existir en la historia de la Tierra. Nadie te recordaría. Ni tus amigos, ni tu familia, nadie. Como si nunca hubieras existido.
… Oh.
Es una confesión horrible. Y es horrible que la Guardia se haya atrevido siquiera a pensar en hacer eso.
Noto un ligero enfado surgir en mi interior, bastante indignada con lo que estoy escuchando. Aún así, aprieto los labios para no decir nada y le dejo seguir hablando.
-Queríamos quitarte el mundo humano… Para que no tuvieras un lugar al que volver y a la fuerza tuvieras que quedarte. Hubo muchas voces en contra de la idea, pero al final esa fue la decisión que nos pareció más apropiada. Y… Lo sometimos a votación con los miembros de la Guardia Brillante. Se acabó rechazando la petición con seis aplastantes votos en contra y sólo dos a favor.
El hecho de que haya dos a favor me enfada. Mucho.
-Dos a favor -Repito la cifra-. Miiko… -Por supuesto, por supuesto a Miiko se le ocurriría algo así…- Y…
La mirada que me lanza me lo confirma.
Y él. Él también votó a favor. A favor de borrar mi completa existencia en la Tierra.
Me enfada. Me enfada mucho.
Pero sólo durante un segundo, porque no merece la pena. Porque desde entonces ha pasado mucho tiempo, y porque sé que las cosas han cambiado. Ezarel y Miiko fueron muy, muy estúpidos conmigo al principio, pero… Poco a poco nos hemos ido entendiendo. Y… Creo que puedo llegar a entender su postura. Me sigue pareciendo horrible, pero… También entiendo el por qué.
-Me alegro de que al final no lo hicierais -Eso es todo lo que digo. Parece que a él le extraña un poco.
-¿No estás enfadada? -Me encojo de hombros.
-A lo mejor es que ahora mismo no tengo energías, pero… -Me lo pienso- No me parece tan… grave. Sé que al principio no os fiabais mucho de mí, y no empezamos con muy buen pie tampoco… -Al recordar, me dan ganas de poner los ojos en blanco- Vosotros me apresasteis, yo me escapé de prisión, y luego tú me pillaste robando comida así que…
-Ah, casi me había olvidado de eso -Me parece ver el esbozo de una sonrisa en sus labios-. ¿Quieres saber algo gracioso? La cosa es que yo me había colado en la despensa para robar miel de allí.
-Por supuesto -Y ahora soy yo la que sonríe-. La cosa es que… Lo entiendo. Es… Es una situación difícil para Eldarya, y sé que queríais hacer el bien, y… Yo era una extraña entonces, y si teníais que sacrificarme, pues…
-No, sinceramente; yo simplemente estaba siendo un gilipollas, como de costumbre -Ostras. Es… raro verle así consciente con su propia actitud-. Se me da especialmente bien hacer eso.
-No voy a pronunciarme ni a favor ni en contra -Mi sonrisa se mantiene-. Pero… Es tu carácter lo que te hace así de encantador.
-Lo sé, soy un sueño hecho realidad; la fantasía hecha hombre.
Pft. Payaso.
Aún tengo que rumiar un poco la nueva información sobre esa poción. No ha sido algo agradable de descubrir, desde luego… Aunque, bueno, como ya he dicho, no voy a enfadarme por eso después de tanto tiempo. No llegaron a hacerlo, gracias a seis personas maravillosas a las que sé ponerlo nombre y cara, y sé que a día de hoy jamás me harían algo así.
La conversación me deja meditabunda, sin embargo. El sol ha llegado ya al punto del atardecer, desde aquí se le puede ver claramente, y la luz anaranjada es a la par bonita y molesta. Es algo invasiva, como si nos robase intimidad a los dos que estamos aquí, pero es también una especie de despedida de los últimos momentos del sol antes de que caiga la noche. Una noche a la que, puede, no sobrevivamos.
-Ezarel -Le llamo. Él ya había vuelto a despistarse y estaba mirando el atardecer… La luz directa debe molestarle mucho menos que a mí-. Si salimos de esta…
-Vamos a salir. Ni se te ocurra pensar lo contrario.
-Si salimos… -Me sobrepongo a sus palabras- Creo que… Creo que quiero quedarme en Eldarya.
Cuando las palabras salen de mis labios, siento… Alivio, la verdad. Y… Y decisión.
Sí. Sí, esto… Esto es lo que quiero.
Y lo llevo sabiendo mucho tiempo, pero… La culpa de abandonar a los míos, de dejar el mundo humano atrás… Eso siempre ha sido un argumento muy pesado en contra. Pero ahora lo tengo claro.
Veo que él me mira… Con increíble sorpresa, como si eso fuera lo último que se esperase viniendo de mí.
-Hay tantas cosas que quiero hacer en este mundo -No puedo evitar el entusiasmo en mi voz-. Quiero… Quiero descubrir más sobre mí misma, y sobre el Oráculo, y sobre Eldarya. Quiero ayudar a la Guardia, reconstruir el Gran Cristal, vencer a El Titiritero y todos sus compinches… Y quiero ayudar a este mundo. Sé que voy a echar de menos el mundo humano, pero… Te lo he dicho -Una sonrisa se me escapa-. He llevado una buena vida. Y no me arrepiento de nada. No tengo asuntos pendientes allí. Estoy más que dispuesta a empezar de cero aquí. Llevo mucho tiempo pensándolo, y… creo que por fin me he decidido.
Él sigue mirándome con la misma cara de sorpresa, mientras yo le dedico mi mejor sonrisa. Después de unos segundos, la expresión de su cara cambia a una que no puedo entender. Le escucho balbucear algo, un intento de respuesta, pero no parece ser capaz de articular palabras del todo. Termina por llevarse una mano a la cara que le tapa los ojos, así que no soy capaz de traducir del todo la emoción que sea que está haciendo ahora mismo…
Pero veo una sonrisa en sus labios.
-¿Cuánto tiempo? -La pregunta me confunde durante un instante- ¿Cuánto tiempo vas a quedarte?
-Para siempre, tal vez -Yo también respondo con mi propia sonrisa.
Escucho una carcajada salir de él, una que es un poco rasposa y que no se parece demasiado a su risa usual… Y que, sin embargo, parece bastante más alegre que cualquier otro sonido que haya escuchado salir de su boca.
Cuando se destapa la cara y me mira de nuevo… Juraría que sus ojos están algo húmedos.
-Me alegro por ti, Erika.
Ya lo veo.
-Supongo que a partir de ahora Erika va a ser mi nombre de verdad, ¿eh? -Lo digo con resignación fingida. Hace ya mucho tiempo que me acostumbré al apodo.
-¿De qué estás hablando? -Se le vuelve a escapar otra de esas risas- Siempre ha sido tu nombre.
Me dan ganas de reírme a mí también. Siento una emoción burbujeante en mi pecho, una que conozco muy bien y que es siempre habitual cuando estoy en la misma habitación que él. Disfruto de sensación y disfruto del momento, durante… Durante el tiempo que pueda.
Si esto fuera una película, sería ahora cuando aparecería ahora un helicóptero para salvarnos, los dos gritaríamos con alivio y la siguiente escena sería un cartel con la frase de “Dos años después” en pantalla.
Pero no lo es, y la verdad… Siento que eso arruina un poco el momento, porque seguimos atrapados en esta cueva pestilente y, sí, el sol ya va a terminar de caer del todo y nosotros nos vamos a morir o de hambre, o de sed, o de frío o ahogados; vete a saber.
Y hacemos lo que llevamos haciendo desde el principio: Esperar.
Porque no nos queda otra.
Porque simplemente tenemos que… tener esperanza.
Casi la he perdido por un momento, pero ahora intento concentrarme en pensar positivamente. Pienso en todas las cosas que quiero hacer cuando salga de aquí. Pienso en resto de miembros de nuestro equipo, que nos deben de estar buscando ahora mismo. Pienso en mis amigos de la Guardia, que deben de estarse reuniendo en la cantina para cenar. Pienso en Vero, que muy posiblemente esté echándose una siesta en mi cama a pesar de todas las veces que le digo que por favor no se suba ahí. Pienso en Lei-
-Sonido -Ezarel se levanta de repente diciendo esa palabra. Lo hace casi con un salto, lo que me asusta un poco, y se queda mirando la pared que hay detrás de él.
-¿Q-qué pasa? -Algo despistada, me levanto también, acercándome un poco pero quedándome detrás de él.
-He escuchado algo -Dice, mirando muy fijamente la roca-. Un ruido. Como un… ¡Ahí! ¿Lo escuchas?
-N-no…-Intento afinar el oído. Nada. No me lo tomo muy mal, sé que él tiene un oído bastante mejor que el mío.
-Intenta prestar atención -Se lleva un dedo a los labios, y los dos nos quedamos a la escucha.
En un primer momento no escucho nada y empiezo a pensar que es una de sus bromas (lo cual no es especialmente divertido teniendo en cuenta la situación), pero después de un tiempo empiezo a escuchar… Un sonido a lo lejos… Más o menos rítmico. Es como… Golpes o algo. Vale, eso es raro.
-¿Qué es eso? -Pregunto, un poco asustada. Por favor que no sea una bestia devora-hombres… Un gatogarfio de esos de los que todo el mundo parece tener tanto miedo.
-No... lo tengo muy claro -Admite-. Pero por si acaso échate para atrás.
No tiene que repetírmelo. Los dos nos alejamos un poco de la pared que hace ruidos raros, y él prudencialmente me coloca un brazo por delante. Como si pudieras hacer mucho; estás desarmado y ya ha caído el sol, ahora mismo eres de cristal, elfo.
Esperamos.
Esta vez, la espera es un poco más… Liviana, porque al menos sabemos que va a venir algo, pero la verdad es que me pone un poco de los nervios también.
Pum, pum.
Cada vez más cerca.
Pum, PUM.
Muy cerca.
PUM, PUM.
La pared parece temblar por un segundo. Hay un instante de silencio tenso.
Y entonces, otro golpe y la roca se abre para dar paso a lo que parece ser un… Puño. Un puño cubierto en sangre, nudillos en carne viva y heridas sucias y de mal aspecto en todos lados.
Con un nuevo golpe, el resto de la pared se agrieta como si estuviera hecha de papel maché y directamente se derrumba con gran estrépito y una buena polvareda. Temo que la cueva entera vaya a caerse por un momento, pero no es así.
Al otro lado de la pared, completamente cubierto en polvo, sudor y sangre, hay una persona. Jadeando pesadamente, con ojos fijos al frente y llenos de un brillo febril y ansioso, una postura que sólo grita lo muy cansado que debe estar, es…
-¡Leift! -Me cuesta un poco reconocerle con toda la suciedad, pero termino por hacerlo y en seguida me lanzo hacia él.
Ezarel hace prácticamente lo mismo, avanzando hacia Leiftan con la misma cara de absoluta sorpresa que tengo yo, aparentemente demasiado en shock como para decir nada. Lo cual es compresible porque, ¿de dónde demonios sale?
Cuando escucha su nombre, la vista de Leiftan parece aclararse por un segundo, y al vernos su postura tensa se relaja al segundo. Le escucho hacer un sonido que está a medias entre un sollozo y un grito emocionado, y ni corto ni perezoso abre los brazos para atraparnos a los dos en un fuerte abrazo, sin darnos oportunidad a reaccionar siquiera.
-Estáis bien… Oh, por el Oráculo, estáis bien… -Su voz tiembla cuando habla.
-Sí, sí… -Ezarel gruñe un poco sus palabras, pero no parece especialmente irritado, lo cual me sorprende teniendo en cuenta el abrazo- Estamos bien, pero estaremos mejor cuando salgamos d-
-Pensaba que iba a perderos para siempre… -Leiftan sigue hablando, como si no le escuchase- A ambos. Yo…
Su voz se corta y de él salen una serie de sollozos y sonidos tristes. Juraría que está llorando… Oh, no hagas eso, me vas a hacer llorar a mí también.
-Ya nos has encontrado -Intento consolarle, respondiendo a su apretado abrazo con algunas palmaditas en la espalda-. Gracias por venir a buscarnos, Leift.
Aún tienen que pasar unos segundos de él balbuceando cosas ininteligibles antes de que consiga recomponerse un poco. Nos suelta y se pasa una mano por la cara para secarse las lágrimas, con lo que sólo consigue dejarse un buen manchurrón marronuzco ahí… Ahora que me fijo en sus manos, están… Están bastante mal… Madre mía, se las ha hecho polvo.
-Leift… -Le agarro de ambas manos para poder mirarlas. Están completamente despellejadas y sangrantes. Es… Es un poco feo a la vista. Me pregunto si podré curarle como he hecho con la herida de Ezarel…
-¿Te has abierto paso hasta aquí a puñetazo limpio? -Ezarel frunce el ceño al ver también las heridas de su mano, y habla casi parece que con reproche.
-E-eh, no, es un… -Leift toma aire con hipo- E-es un hechizo para, hmmm… Poder excavar… Eh, sí, eso. Quería haber llegado por mar, pero hay muchas rocas rodeando esta zona… No podía pasar sin arriesgarme a hacerle un agujero al bote, así que busqué la cueva más cercana posible y, bueno, no estaban conectadas del todo así que… He… abierto un canal por mi cuenta.
-Estás un poco ido de la cabeza, ¿eres consciente de ello? -Leift se ríe con las palabras de Ezarel.
-Búrlate si te apetece… Yo estoy contento de haber podido llegar hasta vosotros, me da igual el método.
Veo que los dos intercambian una mirada bastante… Profunda, me atrevería a decir. No creo llegar a entender del todo el significado de la complicidad que hay entre ellos, pero no me molesta demasiado. Les dejo ser sentimentales en silencio mientras intento centrar toda mi energía en...
Ah… ¡Ahí, eso es!
Habiendo tenido que concentrarme un poco, recordando la sensación cálida que sentí al curar a Ezarel, al final he conseguido encontrar algo en mi interior… O… Lo que sea, bueno, aún no tengo muy claro cómo funciona esto, pero creo que…
Mis manos se iluminan allí donde toco la piel de Leift. Al ver la luz, ambos vuelcan su atención en seguida hacia ella, y veo muecas de sorpresa según mi luz curativa consigue cerrarle las heridas de la mano poco a poco.
-¿Q-qué…? -Leift parece completamente atónito.
Cuando las heridas se cierran, la luz desaparece, y yo inspiro con fuerza. ¡Lo he hecho! ¡Genial!
-Yyyyy, ¡tará! ¡Como nuevo! -Entrelazo mis dedos con los suyos. Él aún parece demasiado sorprendido como para que el gesto le moleste- ¡Mira, mira! Ahora puedo hacer magia curativ-Ooops…
De repente me mareo. Se me nubla un poco la vista y trastabillo, estando a punto de caerme, pero Ezarel y Leiftan consiguen agarrarme los dos antes de que pase nada. Vale… A lo mejor no debería estar usando magia tan alegremente.
-¿Todo bien? -Pregunta Ez. Yo asiento.
-Sólo un mareo… Creo que es que mi cuerpo aún no está acostumbrado a la magia.
-Erika, eso es… ¡Increíble! -Leift me mira aún con sorpresa, pero también con entusiasmo. Una sonrisa aparece en su cara, y a mí se me coloca una similar de forma automática- ¡Me alegro tanto por ti! ¿Cómo ha ocurrido esto, qué…?
-Oye, ¿podemos dejar la conversación para después, por favor? -Ezarel interrumpe- Creedme, a mí también me pica la curiosidad, pero preferiría que hiciéramos esto alrededor del fuego y con alguna de las ensaladas de Eweleïn en las manos.
-Ah, sí, por supuesto -Leiftan carraspea y hace un gesto hacia el túnel que ha “excavado”... No tengo muy clara la eficacia del hechizo si va a dejarle las manos así, pero bueno… En circunstancias normales por supuesto que nadie podría llegar a abrir un túnel simplemente pegándole puñetazos a la roca-. Pues, eh… Adelante. E-es un poco estrecho, lo siento…
-Con que nos saque de aquí me doy más que satisfecho -Ezarel resopla.
Los tres nos encaminamos a través del túnel excavado. Es bastante claustrofóbico y la verdad es que tiene pinta de ir a venirse abajo en cualquier momento, pero afortunadamente el universo decide apiadarse de nosotros después del día que hemos tenido hoy y conseguimos salir al otro lado… A una cueva todavía incluso más pequeña que en la que estábamos antes, pero que en la entrada tiene amarrado uno de los botes del barco de la Guardia.
-Gracias al Oráculo -Ezarel dice eso mientras suspira con alivio, y parece que se quita un gran peso de los hombros.
-El trayecto va a ser un poco largo, pero ya casi estamos… -Leift dice eso mientras me ayuda a subir al bote. Al ir a hacer lo mismo con Ezarel se fija en algo y se quita el abrigo para ponérselo sobre los hombros- Ten… Debes haberte quedado helado ahí den-
-Sí hombre, ya tengo mi propio abrigo, gracias -En seguida va a rechazarlo.
-Lo tengo yo -Le recuerdo. La verdad es que ha conseguido secarse bastante rápido, así que frío no he pasado especialmente.
-Pues eso -Leiftan termina de colocarle el abrigo y hasta le cierra el primer botón para que no lo tire al agua directamente-. Si tanto te molesta, cámbiatelo con ella, pero no quiero que Eweleïn te pulverice cuando inevitablemente pilles una pulmonía -Aparentemente Ezarel tiene prohibido ponerse enfermo…
-Lo que sea -Termina por aceptar el abrigo, bufando-. Llévamos a tierra firme.
Eso es lo que hace. Con las últimas luces del atardecer, mientras ya entra la noche, Leiftan nos dirige sin ningún problema hasta la orilla de la playa principal. Que cómo le queda fuerza en los brazos después de todo lo que ha tenido que hacer hoy es un misterio para mí.
Ahora que estamos a salvo, me siento mucho más relajada y segura, después de toda la angustia de la cueva. El estrés y la ansiedad dan lugar a una sensación de calma bastante tranquilizante… Y entre eso y el movimiento del barco, la verdad es que… Me entra un poco de sueño.
Cansada, sin pensármelo demasiado, apoyo la cabeza en Ezarel, al que tengo al lado. Él no se queja, debe ser que porque está tan cansado como yo, así que simplemente me quedo ahí y cierro los ojos. Hmmm… Todo va a ir bien a partir de ahora… Estoy con ellos así que… Va a estar bien. Hmmm… Avisadme cuando lleguemos a la… Orilla…---
(Narra Ezarel)
-Se ha quedado frita -No puedo evitar hacerle una mueca a la humana tontita que ha decidido dormirse en mi brazo. No es el mejor lugar, la verdad…
Pero decido no culparla. Ha sido un día difícil para ella.
La verdad es que no tengo muy claro qué es lo que se me ha pasado por la cabeza cuando he decidido tirarme por un acantilado, o si estaba pensando en algo siquiera. Simplemente lo he… Hecho. Como un completo idiota, splosh.
Pero al verla en el agua, tan vulnerable y asustada… He sabido que había sido la decisión correcta. Erika no hubiera sobrevivido al mar si no la hubiera sacado yo de ahí. Aún le tiene demasiado miedo.
Al final, todo ha salido bien. Y eso es lo que importa. Los dos vamos a poder contar esto. O no volver a hablar de ello y reprimirlo con el resto de experiencias similares, en mi caso.
-Debe de estar muy cansada -Leiftan le dirige una mirada de ternura a la chica por un segundo, luego me mira a mí de forma similar-. Tú también puedes dormir si quieres.
-Tengo la sensación de que si cierro los ojos no voy a volver a abrirlos -Me quejo. Ahora mismo daría una pierna por poder beber y comer algo, lo que sea, incluso si me lo prepara Hiiro me lo como-. ¿Qué hay de ti? No sé si te has visto, pero ahora mismo tienes una pinta lamentable.
-Sí, es lo que tiene la espeleología… Mancha un poco -Suspira-. Pero ha valido la pena.
-No te digo yo que no. Gracias -Sonríe un poco cuando digo la palabra-. ¿Qué ha sido exactamente lo que ha pasado después de que nos despeñáramos? -Él se piensa un segundo si quiere contestarme o no. Le lanza una mirada inquieta a Erika, que en seguida interpreto- Está dormida. Dudo que vaya a enterarse de nada.
-Bueno… -Aún hace una mueca antes de hablar- Cuando os vi caer, pensé… Pensé que estabais muertos, directamente. Viendo la caída, no pensé que nadie pudiera sobrevivir a eso, y… Estuve… Estuve a punto de perder la cordura por un momento, creo -Suspira de forma muy pesada-. Quería haber cogido a Erika, pero no conseguí que mis alas salieran, y luego tú te lanzaste detrás de ella y pensé que eso era una muerte segura, y-y… -Hace un gesto de mucha angustia- Fue… Bastante malo. Me… Me pasó lo mismo que con Roy. Quería hacerle daño a alguien, desesperadamente, necesitaba deshacerme de la sensación de culpa y quería que el mundo pagase por todo…
-Dime que has volatilizado a El Titiritero, por favor.
-Eres demasiado optimista -Maldita sea…-. Fue él el que consiguió calmarme, de hecho. Estaba… Bueno, muy enfadado, y lo único en lo que podía pensar era en arrancarle la cabeza de los hombros -Hay algo en cómo lo dice que me da un poco de miedo, la verdad-. Pero él me dijo que… No quería pelearse. Y que existía la posibilidad de que estuvierais vivos… Y que cada segundo que pasase con él lo pasaba lejos de vosotros.
-Huh -Eso me hace fruncir el ceño-. No es exactamente las palabras que esperas oír del tipo que acaba de tirar a alguien por un acantilado.
-Ya -Tuerce la boca-. La cosa es que… El Titiritero, como ya sospechaba, sabe perfectamente lo que soy… Y lo que puedo ser capaz de hacer -Ahá…-. Y no tenía ganas de pelearse conmigo. En sus propias palabras, sabía que hacer eso significaría caer derrotado. Así que…
-Así que nos ha usado como rehenes, en un sentido, para que le dejaras en paz -Él asiente-. Tenías que haberle descuartizado en el momento.
-Sinceramente, dudo que fuera tan sencillo -Es verdad que el tipo sabe cómo pelearse… Y Leift no está teniendo su mejor día hoy tampoco, con eso de que le está fallando la magia-. Y en cuanto dijo que podíais estar vivos, todo lo que podía pensar era en salvaros. Así que, por supuesto, me fui de allí corriendo y fui directamente a la playa… Me busqué un barco, me lancé al agua y no sé cuántas horas me he pasado dando vueltas a la zona del acantilado intentando llegar hasta vosotros sin ningún éxito.
-Le dije a Erika que hiciera sonar el collar ese… ¿Ha servido de algo?
-No funciona así, me temo -Vaya, ahora Erika se va a pensar que de verdad creo en los ángeles guardianes-. Sólo ocurre cuando Erika está en verdadero peligro y quiere que alguien la salve. Tiene que pensar en ello, o si no hace efecto. Dicho eso… Escuché el ruido del collar en algún momento, así que supongo que debió de pensarlo.
-Hm -Comprensible. No voy a decirlo en voz alta pero yo también le he pedido muchas veces al Oráculo, a todas las deidades conocidas, a San Conejito Bailón y a Leiftan que vinieran a salvarnos-. Bueno, mientras funcione…
-Ha funcionado, desde luego. Aunque, como ya he dicho… Por mar no podía llegar hasta vosotros, así que he tenido que buscar una… ruta alternativa -Ya. Ahora le miro con tono casi acusatorio, arqueando una ceja.
-Sí… Tu “hechizo de excavación” -Es difícil de decir porque agacha la cabeza, pero juraría que se sonroja un poco-. Juro que además del dragón ventoso ese, el espíritu de Lance está vagando por esta isla para decirnos que seamos lo más violentos posible con todo lo que nos rodea.
-No sabía qué más hacer, ¿vale? -Se queja- Y estaba casi desesperado, así que…
-Así que te has abierto paso a puñetazos a través de una pared de roca sólida, como cualquier hijo de vecino.
-¡No sabía en qué situación estabais y simplemente quería llegar a vosotros lo antes posible! -Ante su nerviosismo no puedo evitar un pellizco de sonrisa- ¡Yo qué sé! Si alguien pregunta sígueme el rollo con lo del hechizo de excavación y punto. Sé que existen de verdad, aunque no tengo ni idea de cómo hacerlos.
-Vale, vale -Pongo los ojos en blanco-. Lo que tú digas. Pero tienes que tener los brazos hechos polvo.
-De hecho, no -Dirige su mirada a Erika… Mírala, si es que está babeando, buaj qué asco-. Cuando me ha curado se me ha pasado todo… Por cierto, ¿eso de la magia curativa…? -Me mira como si yo pudiera darle alguna respuesta. Yo me encojo de hombros.
-Ni idea. ¿Recuerdas que nuestro amigo Titirigili me tiró al suelo de un pedrazo? -Porque yo sí, me duele sólo recordarlo, menuda leche. Él asiente- Pues entre eso, la soberana torta que me di contra el agua y todo el estrés de la situación, cuando más o menos nos saqué del agua perdí el sentido… -Recuerdo un ligero pánico en aquel momento al pensar que no iba a volver a abrir los ojos- Cuando volví en mí, Erika me había curado la herida. Posiblemente sea gracias a eso que conseguí despertarme. Que cómo se supone que lo ha hecho no lo tengo muy claro… Cuando la situación sea mejor tendremos que estudiar qué es lo que es capaz de hacer ahora.
-Estoy de acuerdo… -Vuelve a mirarla a ella- Quizá haya conseguido despertar… Algo más que eso, incluso.
Quizá. Sé que lleva bastante tiempo con la duda sobre cuál puede ser su ascendencia faérica, así que… Espero que esto pueda llegar a darnos alguna pista.
Eso me recuerda a otra cosa.
-Una cosa más -Intento mantener la expresión de mi cara neutra mientras pronuncio las siguientes palabras-. No sé hasta qué punto iba en serio, pero cuando estábamos en la cueva, Erika ha… -No puedo. No puedo esconder la sonrisa- Ha dicho que quería quedarse en Eldarya.
Por un segundo, el movimiento de los remos se detiene. Él me mira con ojos muy abiertos, posiblemente tan sorprendido como yo lo estuve al escucharlo.
-Si ha… Si ha tomado esa decisión, entonces… -Parece costarle un poco hablar- Bien por… por ella.
-Sí. Bien por ella.
La sonrisa se resiste a irse de mi cara, por mucho que intento echarla. Y, sin embargo, dentro de mí estoy un poco enfadado… Porque empiezo a quedarme sin excusas.
No volvemos a hablar en todo el trayecto hasta la playa. Al llegar, casi tengo ganas de besar la arena, pero aún no estoy tan mal de la cabeza, así que me lo ahorro. Todo lo que hago es darle un par de toques a Erika para que se despierte y en cuanto lo hace los dos saltamos del barco con muchas ganas.
-Gracias, Oráculo, gracias -Musito las palabras entre dientes.
-Hemos sobrevivido -Erika habla con las manos en la cara, así que sus palabras también suenan ahogadas-. No me lo puedo creer, pero hemos sobrevivido.
-No quiero… Eh, quitaros el entusiasmo, pero… -Leift nos mira con cara de pena- No he llegado a ver cómo estaban el resto, así que… Teniendo en cuenta todo lo que ha pasado, a lo mejor… A lo mejor la situación aún no se ha calmado. Yo aún no bajaría la guardia.
Cierto. Reconozco que toda la situación me ha dejado bastante trastocado, así que casi había olvidado todo el asunto del asalto a la isla. Ahora que he vuelto a la realidad, nuevas preocupaciones empiezan a aparecer en mi mente con respecto al resto de miembros de la expedición.
-Volvamos al campamento, pero estemos atentos a nuestros alrededores -Digo-. Erika y yo estamos desarmados ahora mismo, así que si llega a ocurrir algo…
-No os preocupéis… -Leiftan hace una de esas sonrisas de las suyas, esas que son la única cosa capaz de calmar a Miiko cuando está teniendo un mal día- Me he autoimpuesto la tarea de manteneros a salvo hoy.
-Confiamos en ti -Erika le sonríe también.
Nos internamos en el bosque de la isla. Está todo ya bastante oscuro, así que Erika se medio tropieza más de una vez, pero quitando eso, no tenemos mayor incidencia. No tardamos demasiado en llegar a los campos de cultivo, y desde allí hasta la ciudad, y desde allí…
Al campamento.
Que sigue perfectamente en pie y no tiene ninguna pila hecha con los cadáveres de nuestros amigos. Eso es bueno. De hecho… Creo que estoy viendo a una elfa muy familiar desde aquí.
-¡Eweleïn! -En cuanto compruebo que no hay ninguna amenaza inminente, me acerco al campamento diciendo su nombre. Ella se gira al escucharme, levantándose de su lugar junto al fuego.
-¡Ezarel! -Y en seguida viene corriendo a mí para abrazarme… ¿Quiere dejar todo el mundo de abrazarme, por favor? Empiezo a cansarme ya. Me la quito de encima, pero eso no evita que aún me agarre por los brazos para examinarme, y es de noche así que no consigo hacer que me suelte- No sabéis cuánto me alegro de veros… Estaba preocupadísima, empezaba a pensar que… No ibais a aparecer.
-Ha sido un día largo -Leiftan suspira con mucho cansancio-. ¿Cómo está el resto?
-Estás hecho un asco -Eweleïn frunce el ceño al verle. Leiftan simplemente se encoge de hombros-. La situación es… Complicada ahora mismo. Y estamos… Casi todos estamos bien.
-¿Puedes contárnoslo mientras nos sentamos y nos recuperamos de todo, por favor? -Ruego- Si paso medio minuto más sin beber voy a deshidratarme.
En seguida Ewe nos coloca alrededor del fuego, yo me bebo tres litros de agua seguidos, Erika otros tantos, y mientras estamos saqueando nuestras reservas de alimentos para ver qué podemos picotear, Eweleïn nos hace un examen rápido a todos.
-Parece que no tenéis nada especialmente grave… Además de… Bueno, que da pena veros -Ya, ya. Lo imagino-. Por este lado… Estamos más o menos bien. Nos atacaron Naytili, Niels y la niña humana… Imagino que vosotros habéis tenido un encontronazo con el que queda -Asentimos-. Gèrard ha mencionado que le había visto, así que sabiendo que él estaba deambulando por ahí y sin noticias de vosotros, nos temíamos lo peor…
-Estábamos… Incapacitados -Lo resumo así. Más explicaciones más tarde.
-Sí. Bueno… Aparentemente El Titiritero dio la retirada, y vimos cómo se iban Niels y la chica… Eso éramos Valkyon, Gèrard y yo misma. Nevra y Hiiro estaban en el bosque peleándose con Naytili.
-Nevra no puede acercarse a Naytili -Casi lo gruño. Pensé que ya lo habíamos dejado claro.
-Nevra no suele hacer caso a ese tipo de indicaciones, y menos aún cuando es Hiiro el que está en peligro -Ya…-. Cuando… Cuando llegamos al punto en el que se estaban peleando… Vimos un círculo de setas por el que posiblemente se escapase Naytili, y… Y nos encontramos con Nevra, pero estaba…
Se me para el corazón por un segundo.
-... muy raro.
Vuelve a latir.
-Nos… Nos atacó en el acto -Hace una mueca-. Estaba fuera de sí, no respondía… Entre Gèrard y Valkyon se las apañaron para inmovilizarle, ahora mismo está… -Se levanta para acercarse a una de las tiendas. Cuando descorre la cortina podemos ver la forma de Nevra en el suelo… Cubierto en cadenas de pies a cabeza- Así. Por si acaso. No sabemos qué le ha pasado… Era como cuando entró en éxtasis por primera vez, pero aún más agresivo todavía, y… Tenía el pelo blanco, por algún motivo.
-¿Pelo blanco? -Leiftan, experto en pelos que cambian de color, hace un gesto de interés- Eso no es… Muy usual.
-¿Tienes idea de qué es? Nosotros estamos un poco perdidos… No se ha despertado desde entonces.
-Así de cabeza se me ocurre una idea, pero… -Leiftan se muerde el labio- Quiero pensar que no es eso. P-por el momento quizá sea mejor que no se haya despertado.
-¿Qué hay de Hiiro? -Erika interviene para preguntar por su compinche humano- Si Naytili le estaba atacando, está… ¿Está bien?
La cara de Eweleïn cambia. Me temo lo peor, y qué que el resto también, porque todos nos tensamos de la misma manera.
-Hiiro… aún no ha aparecido -Oh… Oh, no-. Encontramos… Una cantidad de sangre bastante importante en el mismo lugar en el que estaba Nevra, y pensamos que quizá… Quizá no haya podido contarlo.
-¡No…! -Erika se lleva las manos a la boca. Leiftan pasa un brazo sobre sus hombros, pero en la cara de él también veo la conmoción. Incluso yo, muy a mi pesar, me veo preocupado por el humano.
-No lo sabemos. Nada es seguro, tampoco queremos ponernos en lo peor… Pero no somos capaces de encontrarle -Hace un gesto frustrado-. Hemos pasado horas registrando el bosque, sin éxito alguno. Empezamos a pensar que… Tal vez Naytili se lo haya llevado consigo.
-Pero eso no coincide con su modus operandi -Rápidamente intervengo-. Lo siento si esto suena cruel, pero sabemos que Naytili no hace rehenes… Y teniendo en cuenta lo mucho que le gusta torturar a Nevra, antes que secuestrar a Hiiro le haría pedacitos delante de él para que se enfade. Y si os lo habéis encontrado tan, tan enfadado…
-Aún nos falta una pieza -Leiftan también le da vueltas al asunto-. El Titiritero, ¿qué ha sido de él? ¿Alguien lo sabe? -Eweleïn niega con la cabeza- Entonces… Quizá… Quizá haya buscado hacer con Hiiro lo mismo que hizo con la niña humana. Si eso es así, entonces la posibilidad de que se lo haya llevado consigo aumenta bastante. No sé si Naytili se negaría a eso… Convertir a Hiiro en una herramienta para luchar contra la Guardia y hacer que Nevra tenga que enfrentarse a él cumple bastante bien el objetivo de enfadarle.
-Eso es lo que nos tememos -De nuevo, Eweleïn hace una mueca triste-. Hasta que no encontremos ninguna evidencia no podemos afirmar o negar nada… Gèrard y Valkyon siguen buscando en el bosque… A Hiiro y a vosotros, de hecho. Ahora que habéis llegado, a menos que me necesitéis para algo, yo debería ayudar a buscar también -Según dice eso, le lanza una mirada al bosque.
-Yo también ayudaré -Leiftan se pone en pie.
-Vosotros tres deberíais estar tranquilitos -Le reprocha ella.
-No puedo estarme tranquilo en una situación así -Él frunce los labios-. Además, estoy… Sucio, pero estoy bien. Lo prometo.
-Vale… -Ella suspira- Pero sólo tú y porque es de noche -Leiftan asiente. Mira, fingir ser un lorialet sirve de algo cuando tratas con elfos lunares-. Los otros dos os vais a estar aquí quietecitos, y nada de excusas. Necesitamos a alguien para tener un ojo puesto en Nevra.
-Al menos déjame intentar echar una mano -Yo también me pongo en pie, y veo que Ewe me va a echar la bronca, pero la mando callar mientras me acerco al árbol más cercano y coloco una mano en su corteza.
Esto de noche no funciona tan bien, pero… Veamos a ver…
-Hola. Perdón por molestar, ¿es muy tarde? -Escucho cuchicheos a mi espalda. Eweleïn, vuelve a mencionar al sauce y te juro que te comes mi puño- Un conocido mío puede estar muerto en algún lugar del bosque y si no es molestia me gustaría preguntar si pudiera decirme algo al respecto… -Veamos… Oh. Vaya. Pedazo de árbol inútil…- Hm… Entiendo. Sí, sí. Lo comprendo, no se… ¿Oh? Oh, pues… De acuerdo -Anda, pues al final sí va a ser útil. No está mal, los árboles de esta isla por lo general no son demasiado receptivos-. Muchas gracias, si llega a saber algo… Sí.
Tras un último agradecimiento dejo ir al árbol y me giro hacia el resto del equipo, que me miran con expresiones mezcladas de expectación y curiosidad.
-Ahora mismo no puede decirme nada, pero dice que va a preguntar a sus amigos del bosque profundo -Informo-. Cuando llegue a saber algo, dice que me avisará.
-De acuerdoooo… -Ewe aún me mira escéptica- Pues… Mientras tanto, intentaremos buscar. Si tienes novedades… -Suspira- ¿Bengala?
-Dame alguna si la tienes que las mías están todas mojadas -Ahora que lo pienso, debería cambiarme de ropa o algo.
Eweleïn y Leiftan terminan por irse y perderse en el bosque, mientras que Erika y yo nos quedamos junto al fuego. Esperaba que ella fuera a protestar un poco más por no estar incluída en la partida de búsqueda, pero supongo que, como yo, simplemente está demasiado cansada como para quejarse de nada.
Ambos nos cambiamos a una ropa más seca (más o menos se había secado la otra pero seguía un poco rara al tacto), y mientras que yo me quedo mirando al fuego e intentando ver qué puedo rescatar de mi cinturón, Erika se pone a trastear en la cocina diciendo que va a hacer alguna sopa para cuando sea que podamos cenar.
En eso estamos cuando aparece por aquí Gèrard. No tiene buena cara, para nada, pero no parece herido, más allá de que tiene los brazos llenos de marcas rojizas que no tengo muy claro qué son. Al vernos a los dos en vez de a Eweleïn su cara parece mejorar sólo un poco.
-¡Salvo! -Dice, y parece aliviado.
-Más o menos -Gruño yo-. Eweleïn nos ha puesto al día, está con Leiftan buscando a Hiiro por el bosque. ¿Alguna novedad?
-Esperaba saber… -Lanza un suspiro muy largo. Aparentemente sólo ha venido por si de milagro Hiiro había aparecido, pero malas noticias- Sigo buscando.
Y así vuelve a irse, sin descanso. Erika termina su sopa y la deja sobre el fuego para que no pierda el frío. Acordamos esperar un rato antes de tomarnos nuestra parte, por si, no sé, aparece Hiiro de repente diciendo que es que se había quedado dormido en un árbol y todos nos reímos de su estupidez y luego nos reunimos y cenamos felizmente, pero resulta que eso no ocurre.
El árbol de antes llama mi atención después de un tiempo y me acerco a él… De nuevo, muy a mi pesar, con el corazón en un puño.
Enciendo la bengala. En cuestión de minutos, el resto de la Guardia se ha presentado aquí.
No he terminado de dar las indicaciones cuando Gèrard ya ha salido disparado hacia allí. Valkyon le sigue con la misma prisa. El resto esperamos.
Llegan unos minutos después. Gèrard tiene los ojos rojos y contiene las lágrimas, Valkyon tiene una de las caras más serias que le he visto hacer nunca. En sus brazos, Hiiro. Ojos cerrados, cuerpo que se deja llevar.
Erika casi parece a punto de echarse a llorar, Leiftan intenta consolarla pero él también está blanco como una sábana.
Valkyon le deja en la tienda de la enfermería, Eweleïn y Gèrard van a encerrarse dentro pero antes de que vayan a hacerlo yo me cuelo también. No me dicen nada.
Está lleno de heridas. Por todos sitios. Cortes, quemaduras y… Mordiscos.
Muy profundos, muy numerosos. En lugares muy peligrosos.
Todos sabemos decir exactamente qué es lo que le ha pasado.
Lo que ninguno de nosotros sabe explicar es por qué, cubriendo las heridas, cerrándolas como si hubiera sido su propia sangre la que lo hubiera hecho hay tantos y tantos cristales minúsculos de color azulado.
-¿Ha sido la corrupción? -Propongo.
-Quizá -Eweleïn frunce los labios-. Ha tenido que ser una situación lo suficientemente estresante como para que le hiciera efecto.
-Azules -Señala Gèrard. No parecen… Especialmente corruptos, como la otra vez.
-No podemos decir aún qué significa esto o qué consecuencias va a tener en su salud futura, pero eso no importa ahora mismo -Eweleïn tantea su cuerpo, palpándolo y probándolo-. Está con un hilo de vida. La única razón por la que no ha muerto es porque los cristales han detenido el sangrado, pero ha debido de perder una cantidad bárbara de sangre. Necesita una transfusión, tan pronto como sea posible.
-No hay compatible aquí -La voz del criónido suena débil-. Cero negativo.
-¿Puede sobrevivir el viaje hasta Eel? -Miro a Eweleïn. Veo la respuesta en sus ojos. Maldita sea- ¡VALKYON!
La cabeza del mencionado aparece en seguida por la puerta de la tienda. Sus ojos se fijan en el chico sólo por un segundo, luego me mira a mí.
-¿Cuánto tarda un dragón en volar de aquí a Eel? -Se toma un instante en pensar mi pregunta.
-No… No sé si… Si puedo hacer-
-No te estoy preguntando si puedes hacerlo o no -Intento sonar lo más firme posible-. Te estoy preguntando que cuánto tardas en hacerlo.
Él toma aire. Vuelve a mirar al chico. Se lo piensa una vez más, y luego sus ojos se clavan en Eweleïn.
-Menos de un día.
-Salimos ya -Decreta ella-. Necesitamos ingeniar alguna manera para poder llevarle sobre tu lomo y que vaya descansado. Yo iré con vosotros también. Gèrard, quedas a cargo del resto de curas que sean necesarias -Él asiente-. Valkyon, vete preparando. Llevamos prisa.
Se suceden unos cuarenta minutos de frenesí absoluto en el campamento. Entre Leiftan y yo conseguimos hacer lo más parecido a una camilla que pueda llevar Valkyon. Erika obliga a los dos viajeros a consumir al menos un mínimo de sopa antes del viaje, y Gèrard prepara una bolsa de viaje con también algo de comida, agua, muchas mantas y algunos útiles de enfermería de urgencia.
Cuando pasa el tiempo, en la playa toma la forma de un gigantesco dragón Valkyon. La improvisada camilla es atada a su lomo y Eweleïn también se sube después de que Gèrard y Erika la abracen y yo le dé una palmada en el hombro.
-Sabes en qué dirección está Eel, ¿cierto? -Pregunta Leiftan al dragón, por un segundo colocando una mano en su cuello casi como para acariciar sus escamas.
-Sí -El otro responde con una voz grave y profunda. No me acostumbro a eso-. Seré capaz de llegar, o si no al menos nos llevaré a algún lugar en el que puedan atenderle.
-Entonces adelante -Leiftan da una palmada sobre las escamas antes de alejarse prudencialmente de la criatura-. No hay tiempo que perder.
Apenas termina de decir eso cuando el dragón empieza a batir sus alas. Todos los que nos habíamos quedado cerca nos damos cuenta del error que ha sido ese cuando la arena de la playa nos sacude y tenemos que alejarnos corriendo, mientras Valkyon termina de despegar (ignorando los gritos de pánico de Eweleïn que me preocupan un poco) y se aleja por el aire.
Nos quedamos mirando en la dirección en la que se ha ido durante unos largos instantes.
-Bueno… ¿sopa? -Hasta que Erika rompe el silencio.
-Sopa -Concedo. Cualquiera diría que con todo esto se me debería haber cerrado el estómago, pero después del día de hoy tengo bastante hambre y ganas de distraerme.
-Sopa -Gèrard también acepta la propuesta.
-Pues sopa -Y Leiftan suspira con resignación.
Volvemos al campamento y todos cenamos sopa casi en completo silencio. Casi, porque después de un buen rato, me veo obligado a ser la persona con cerebro que organice nuestro futuro.
-Nosotros también tenemos que volver a Eel -Digo-. La isla ya no es segura, y dudo que tenga mucho más que ofrecernos de lo que ya nos ha dado -En su mayoría, disgustos.
-Mañana al amanecer empezaremos a prepararnos -Leiftan concuerda conmigo-. Esta noche todos tenemos que descansar un poco.
-Examen -Gèrard se levanta para ir a la tienda/enfermería y vuelve con un botiquín-. ¿Quién primero?
-Las damas primero -Digo eso mientras hago un gesto hacia Erika.
El criónido nos examina uno a uno para asegurarse de que estemos todos bien. Ninguno de nosotros lo está, emocionalmente, pero al menos nos cura los arañazos y nos da algún remedio para el dolor muscular que supone meterse una leche de varios metros contra el mar y/o excavar un túnel a base de puñetazos. Cuando termina con nosotros, él mismo empieza a untarse con alguna pomada, haciendo muecas de cuando en cuando, porque debe ser que le escuece.
Con eso controlado, ya sólo queda un asunto del que encargarnos.
Leiftan y yo nos acercamos a la tienda en la que está Nevra. Allí sigue, dormido, completamente ajeno a los acontecimientos que acaban de transpirar.
-La última vez también tardó en despertarse -Recuerdo aquello. En aquel entonces tuve la desgracia de ser yo la pobre víctima y no lo recuerdo una experiencia especialmente agradable. La marca del mordisco se me quedó en el cuello semanas, lo cual es bastante raro cuando eres un elfo. Aunque bromeé al respecto, creo que en realidad no estuve demasiado lejos de transformarme-, pero juraría que no tanto.
-No estoy seguro de que lo que le haya pasado sea… Lo mismo que entonces -Hace una mueca-. Tendría que haberlo visto yo mismo, pero por lo que han descrito, creo que no es éxtasis.
-¿Y sabes qué es? -Haciendo una mueca, se muerde el labio, parece que algo inseguro de su respuesta.
-No… No estoy seguro de ello… Creo que tendremos que esperar a llegar a Eel y preguntarle a Karenn. Posiblemente ella tenga una mejor idea que nosotros.
-O podemos preguntarle a él cuando se despierte -Digo yo que si la hermana lo sabe, él también, ¿no?
-No -Él niega de forma tajante. Le miro con algo de sorpresa por la brusquedad-. Hasta… Hasta que no sepamos a ciencia cierta qué es lo que ha pasado, es… Es mejor que no se despierte.
-¿Perdona? -Ahora ya hasta me enfado un poco. ¿Qué puñetas está diciendo?
-¿Puedes mantenerle dormido a base de somníferos hasta que volvamos a la Guardia?
-Por poder, puedo, pero no estoy muy seguro de que me apetezca…
-Lo sé -Hace una mueca de pena-. Lo sé, créeme, yo tampoco quiero hacerlo, pero… Pero, poniéndome en el peor de los casos… Quizá el Nevra que conocemos se ha perdido para siempre.
¿Qué?
Por enésima vez en el día de hoy, se me para el corazón en el pecho. No sé qué tipo de mirada le lanzo, una que debe decirle lo mucho que esas palabras me afectan, porque él coloca una mano en el hombro y lo frota ligeramente como gesto de ánimo.
-Es… es el peor de los casos, pero espero que no llegue a eso -Yo también lo espero…-. Pero lo que te digo es… Como prevención. Para asegurarnos de que no pueda herir a nadie… Sobre todo a sí mismo.
No me gusta para nada tener que hacer eso, pero… Entiendo la situación.
Ser miembro de la Guardia de Eel da asco en ocasiones.
-Me pondré a trabajar en ello -Quizá trastear con mi mesa de alquimia consiga distraerme un poco…-. Cuando tenga algo, si no te importa, me iré a dormir…
-Yo me quedo la primera guardia -Asiente, comprensivo-. Puedes quedarte la del amanecer -Gracias. Necesito una buena noche de sueño ahora mismo.
Antes de irme en dirección a la mesa, no puedo evitar lanzarle una última mirada por encima del hombro a Nevra. Dormido y encadenado, parece… Inofensivo, pero sé lo muy peligroso que puede ser cuando se descontrola.
Sea donde sea que estés ahora mismo… Espero que vuelvas, amigo.
Galería de arte - Si juegas con hielo, te quemas
Le tiene fobia a la sangre… Salvo a la que derrama él mismo.
Alguien decidió que era buena idea cambiarle el nombre a Gèrard. No lo es. No lo hagas. Detente.
Galería de arte - En serio, no es buena idea hacer eso...
Alguien decidió seguirle poniendo motes a Gèrard, y su paciencia es cada vez más fina... De aquí a poco empezarán a haber consecuencias.
Parte 10
(Narra...)
La niebla del sueño que me atormenta es muy espesa. Me cuesta mucho abrirme paso a través de ella. Mi cuerpo se siente increíblemente pesado, como si tuviera una tonelada de acero encima. Mi cabeza tarda en aclararse, y me cuesta mucho distinguir nada de lo que me rodea por unos instantes…
Pero poco a poco mi visión se va aclarando, poco a poco mi cuerpo empieza a responder con un hormigueo sutil que se transforma en energía pura; y poco a poco voy recuperando el sentido.
Dónde estoy.
Miro en todas direcciones. Lo primero que llama mi atención es la evidente pared de reja que tengo delante y que me separa del resto del mundo… Estoy encerrado. Cuando me doy cuenta de esto me percato también de que, de hecho, sí tengo una tonelada de acero encima, porque estoy cubierto con cadenas gruesas y pesadas que restringen por completo mi movimiento.
Es algo perturbador despertarse así, pero lo es aún más cuando empiezo a reconocer las paredes de piedra que me rodean. Esta no es una prisión cualquiera… Es la prisión de Eel.
Estoy encerrado en los calabozos de la Guardia.
¿Qué?
¿Por qué?
¿Qué ha pasado?
Intento recordar qué es lo que ha podido hacer que acabe aquí, pero… Cualquier recuerdo antes de mi despertar se ve completamente nublado.
Ggh… No. Recuerda, Nevra.
Memoria. Naytili. La pelea. Hiiro. Y…
SED.
Tomo aire con fuerza, y eso me espabila. Algunos recuerdos son borrosos aún, pero al menos soy capaz de hacerme una idea de los últimos acontecimientos.
Aunque por qué estoy aquí encerrado es todavía un misterio, y desde luego no me gusta para nada.
Intento pensar qué ha podido ocurrir. Evidentemente, algo terrible. Qué pasa si… Si perdí el sentido, y Naytili… Consiguió capturarme, y luego ella y el resto de los aliados de El Titiritero ganaron la batalla en Memoria, y ahora han tomado el control de la Guardia y Eldarya ha entrado en su era más oscura con una distopía y-Oh, no; tengo que salir de aquí.
Extrañamente y pese a todo, aunque no tengo muy claro cuánto tiempo he debido de tirarme inconsciente, me siento lleno de energía. Ahora mismo estoy bastante despierto y lleno de adrenalina, listo para lo que sea que tenga que hacer para salir de aquí. Pruebo a estirarme un poco dentro de mi prisión de acero… Tengo la sensación de que podría romper estas cadenas si quisiera. Me siento con suerte hoy… Quizá antes de desmayarme conseguí beber la suficiente sangre de Naytili como para acumular algo de fuerza… Maldita sea, no me acuerdo de nada, ¿me golpeó en la cabeza o algo?
Lo que sea. Aunque podría marcarme un Lance, yo soy Sombra, no Obsidiana; y teniendo en cuenta que no tiene pinta de que haya nadie vigilándome ahora mismo, debería aprovechar la soledad a mi favor para escabullirme de aquí en silencio… Lo que implica que me toca hacer un poco de contorsionismo.
Me muevo un poco contra la pared del fondo de la celda, que es contra la que estoy apoyado, y aprieto mi brazo izquierdo, el menos hábil, contra él, haciendo fuerza. Oooof, esto va a doler… Y una, y dos, y…
Clac.
AOUCH.
Tengo que morderme el labio para no lanzar ninguna maldición cuando me disloco el hombro. Ea, ea; no te preocupes que ahora te curas. A ver.
Con el brazo fuera de su sitio, mi cuerpo pierde algo de rigidez, lo que deja la cadena con el espacio suficiente como para que pueda ponerme a sacudirme y agitarme para poco a poco hacerla caer… Ahí, ahí… Si me muevo de esta manera… De acuerdo.
Consigo liberarme de la cadena después de algunos minutos de hacer el gusano, y cuando me veo libre vuelvo a colocarme el hombro en su sitio, dejando que mi curación vampírica se encargue de hacer el resto para que se me pase el dolor.
Mis pasos no hacen ningún ruido cuando me acerco a la puerta de la celda y examino la cerradura con ojo atento. Me llevo una mano al cinturón para comprobar… Que no sólo tengo todas mis herramientas, sino también mis armas. El Titiritero tiene que estar muy confiado si deja a sus prisioneros armados.
Pero lo que ahora mismo busco es mi set de ganzúas. Acuclillándome delante de la cerradura, tardo menos de un minuto en abrir el mecanismo que cerraba la puerta, y procuro hacer de nuevo el menor ruido posible mientras la abro y salgo de la celda, encargándome de volver a cerrar la puerta detrás de mí para que no haga ruido sin querer.
Lo primero que hago es echar un vistazo a mi periferia, pero no veo nada que me llame la atención… Ninguna marioneta haciendo rondas de vigilancia ni nada. A lo mejor es que aún no le ha dado tiempo a traerlas todas, debe tener unas cuantas asumo… O eso o es que de verdad es lo suficientemente confiado como para no dejar ninguna vigilancia.
Examino también las celdas a mi alrededor, intentando buscar algún indicio de mis compañeros de Guardia… Pero no veo a nadie. Están todas vacías… Soy el único aquí. ¿Qué significa eso?
¿Les… les han ejecutado a todos? No… No puede… O-o sí, sí puede ser. Es… es la opción más probable, de hecho. Naytili no iba a dejarme morir así de fácil, pero el resto de miembros de la Guardia…
El pánico, la tristeza y la rabia empiezan a colarse en mi corazón, pero intento empujarlas por un instante. Hasta… Hasta que no sepa con certeza qué es lo que ha pasado, no debo dejar que nada me afecte, o si no sólo voy a conseguir que me apresen de nuevo…
Así que intento dejar todos los horribles pensamientos y preocupaciones en una esquina de mi mente. Si la Guardia de Eel ha caído, voy a tener mucho tiempo para preocuparme y lamentarme, pero por el momento lo primero que tengo que hacer es salir de aquí, ver quién ha conseguido sobrevivir a la invasión y averiguar cuál es el próximo paso a seguir. Lo único que espero… es que Hiiro esté bien.
Aunque… Aunque lo dudo. A fin de cuentas, Naytili…
Gh. Concéntrate. No pienses en eso… ahora.
Empiezo a hacer el camino hacia la salida, pero medito cómo quiero hacer esto. Lo más seguro para mí es escaparme a través de la laguna de la prisión subterránea… Así podría asegurarme de que nadie me vea. Me iría sin que nadie se enterase siquiera. Por otro lado, puede ser crucial pasearse por el edificio de la Guardia y ver qué tipo de desastre ha ocurrido… Tengo que valorar los daños y decidir si merece la pena intentar volver a tomar la ciudad de nuevo o si por el contrario es mejor llevar la pelea fuera del CG.
Lentamente empiezo a hacer el camino por las escaleras, con el oído afinado. En cuando escuche a alguien, me convierto en murciélago y me escondo en las sombras.
Poco a poco, escalón a escalón. No ocurre ninguna incidencia, y al final termino por hacer el recorrido de una sentada. A lo mejor… A lo mejor la pelea sigue en curso, y por eso no hay nadie vigilando. Si ese fuera el caso, entonces que esté yo dentro puede darnos una ventaja crítica…
Lentamente me asomo por el arco que da a la sala de las puertas, preparado para ver el desastroso estado en el que sea que esté el CG y…
Y… Eh…
Está…
Está como siempre.
No hay ni un arañazo en el suelo, las columnas siguen en pie, y los miembros de la Guardia se pasean tranquilamente con conversaciones amenas y carcajadas alegres. Qué… qué está pasando.
¿El Titiritero ha conseguido hacer algún tipo de hipnosis masiva? ¿Era para eso para lo que quería al Oráculo? ¿¿Qué??
Desde mi posición soy capaz de ver cruzando por en medio de la habitación dos figuras que reconozco inmediatamente, y mi corazón pega un vuelco al verlos. Ezarel y Valkyon… ¿¡Han sobrevivido!? Pero parecen tan… Normales. Tienen todos los brazos y todos los dedos, Ezarel incluso aún conserva su coleta…
No puede ser, ¿ellos también han caído víctima de la hipnosis? O peor aún… ¿Y si le han jurado lealtad eterna a El Titiritero y se han subordinado a él? No, sé que nunca harían eso voluntariamente… Sea lo que sea que les ocurra, es mi deber salvarlos; primero como miembro de la Guardia y segundo como amigo.
Así que, sin pensármelo un instante más, saliendo de mi escondite con un movimiento rápido para colarme entre la multitud y pasar desprevenido, empiezo a acercarme a ellos haciendo todo tipo de maniobras para evitar ser visto, hasta que llego hasta ellos y…
Doy un toque en el hombro de Ezarel, haciendo que ambos se giren, interrumpiendo su conversación.
-Eh, hola Nev-¿¡NEVRA!? -En cuanto me reconoce, su cara cambia completamente.
Los dos pegan un salto hacia atrás, y Ezarel desenfunda su florete de forma automática. ¿Q-qué? Valkyon no está armado, pero también toma postura de combate, y los dos fijan sus ojos en mí y me miran… Casi con miedo.
-¡TODO EL MUNDO, FUERA DE LA SALA! -Grita Ezarel. La gente que hay por la habitación se gira hacia él, hay algunos que obedecen y otros a los que les cuesta más- ¡PONÉOS A CUBIERTO Y NO SALGÁIS BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA SALVO QUE SE OS INDIQUE LO CONTRARIO! ¡SIMONN, SI ESTÁS ESCUCHANDO LLAMA A MIIKO Y A LEIFTAN!
-¿Q-qué está pasando? -Un poco confundido ante los gritos, no tengo muy claro cómo reaccionar- ¿Q-
-Túmbate en el suelo y coloca las manos a la espalda -Valyon dice las palabras con tono firme, mirándome… Bastante serio.
-¿Pero qué os ha pasado? -Conmocionado, no soy capaz de obedecer la orden en un primer momento- ¿Qué os ha hecho El Titiritero? ¡Soy yo, Nevra! ¡Somos amigos!
-¿Qué tiene que ver El Titiritero con- -Ezarel arruga la cara- Da igual, Nevra, obedece.
Pongo las manos en alto. No obedezco exactamente, simplemente me coloco de rodillas en el suelo y coloco las manos detrás de la cabeza. Es, hasta donde yo sé, la postura universal de “Por favor, piedad” así que espero que eso les haga reaccionar un poco.
-No quiero problemas -Digo-. Sólo quiero saber qué está pasando aquí…
-Parece bastante… Normal -Valkyon no me quita los ojos de encima aún, pero se dirige a Ezarel.
-De primeras, sí -El elfo frunce el ceño-. Enséñanos los colmillos.
Eso es… Raro, pero bueno. Abro la boca para dejar que vea mis colmillos, que ahora mismo tengo replegados porque, como ya he dicho, no tengo intención de ser hostil. Ellos intercambian una mirada. Ezarel envaina su florete, pero ninguno de ellos relaja su postura.
-¿Qué es lo último que recuerdas? -Eeeh…
-Pelearme con Naytili -Intento hacer memoria-. Aunque no recuerdo cómo acabó el combate.
Vuelven a intercambiar una mirada. Esta vez parecen un poco más nerviosos.
-De acuerdo… -Ezarel toma aire- Responde a la siguiente pregunta con calma, ¿vale? Tómate el tiempo que sea que necesites -Me estás asustando…-. ¿Tienes….?
-Ezarel- -Valkyon parece que va a interrumpirle por un segundo, pero no lo consigue.
-¿Tienes sed?
¿Sed?SED.
SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SED SEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSEDSED-
-¿No? -Me lo pienso- La verdad es que… Creo que me siento saciado como nunca -Eso es un poco raro… Pero no es desagradable.
-Eeeeh… -Tercera vez que intercambian miradas, y ahora parecen más confundidos que otra cosa- Vale, ponte de pie. Vamos… Vamos a la sala del Cristal. ¡¡FALSA ALARMA, GENTE, YA PODÉIS SALIR!! ¡SIMONN, OLVIDA LO DE ANTES, MÁNDALES A LA SALA DEL CRISTAL Y TRÁETE TAMBIÉN A KARENN! Y, eh… ¡Y A EWELEÏN POR SI ACASO!
¿Karenn? No suele estar invitada a las reuniones de la Guardia Brillante, así que eso me extraña un poco… Pero bueno.
-¿Vais a explicarme lo que está pasando? -Cuestiono, poniéndome en pie y siguiéndoles cuando empiezan a irse a la sala del Cristal- ¿El Titiritero ha tomado Eel o qué?
-¿De dónde te has sacado eso? -Valkyon me juzga con su mirada- No, El Titiritero no ha tomado nada. El ataque en Memoria fracasó.
-¿Y entonces por qué estaba encerrado en prisión?
-Ahora hablamos de eso…
Llegamos a la sala del Cristal. Allí están Miiko y Leiftan, que al verme casi tienen una reacción similar a la que han tenido los otros dos. Yo les saludo con una mano por cortesía.
-¿Cómo te has despertado? -Es lo primero que cuestiona Miiko, mirándome con ojos muy abiertos.
-Su cuerpo ha debido acostumbrarse al somnífero -Ezarel explica-. Tenía que haber aumentado un poco más la dosis… Aunque me daba miedo que pudiera tener otros efectos.
-¿Somnífero? -Le miro con la cara más rara que puedo- ¿Pero qué puñetas me habéis hecho? ¿A qué viene todo esto? ¡Quiero respuestas!
-Créeme, no eres el único confundido -Leiftan me mira como si me hubiera crecido una segunda cabeza-. No… No pensábamos que fueras a volver con nosotros.
-No me he ido a ninguna parte, hasta donde yo sé… -Me rasco la cabeza, confundido.
Es entonces cuando por la puerta aparece Karenn. Tiene una cara bastante seria al entrar, pero cuando me ve le cambia la expresión rápidamente y me mira con ojos brillantes.
-¿¡Nevra!? -En medio segundo ha cruzado la sala para venir hasta mí y embestirme con un abrazo que está a punto de romperme algunas costillas. Auch, auch, Karenn, Karenn…
-Cuánto entusiasmo -Yo le revuelvo el pelo-. No me abrazabas así desde hace años.
-No te acostumbres -Se aleja de mí y… ¿Tiene lágrimas en los ojos?-. Pensaba que no iba a volver a verte… Pedazo de…
Ni corta ni perezosa, de repente me sacude un puñetazo en el estómago. No me lo esperaba así que no me da tiempo a tensar los abdominales y recibo el golpe con toda su fuerza. Noto bilis en mi garganta por un segundo y me doblo sobre mí mismo, perdiendo todo el aire de mis pulmones.
-Oh, jod… -Intento contenerme- ¿¡A qué ha venido eso!?
-¡A que eres imbécil! -¡¡Pero no hace falta que me pegues por ello!!- ¿A quién narices se le ocurre? ¿Quieres que La Triada te corte la cabeza, o qué? ¡Pedazo de memo!
-¡Oye, mira, yo todavía no me he enterado de qué es lo que ha pasado, así que antes de acusarme dame un segundo para que me aclare! -Consigo estirarme de nuevo… Con la curación el dolor se pasa rápido, pero madre mía… Se hace cada día más fuerte y me da miedo- Dicho eso, ¿¡puede alguien decirme qué puñetas es lo que ha pasado!?
-¡Ya he llegado! ¿Quién está herido de forma terrible y necesita cirugía urgente? -Eweleïn entra en la habitación entonces. Al verme, pega un saltito- ¿¡Nevra!?
-¡Hola! -El saludo suena casi enfadado- ¡Yo estoy herido, mi hermana acaba de reventarme el bazo!
-Quejica -Karenn pone los ojos en blanco mientras juega con su pelo.
Todo el mundo decide que en vez de explicarme qué es lo que está pasando es mejor seguir dejándome en la ignorancia, y Eweleïn me hace un examen rápido mientras el resto intercambian miradas nerviosas entre sí.
-Parece… Normal, de primeras -Eweleïn me mira frunciendo los labios-. Quizá debería hacerle un examen más en profundidad… También convendría que Ezarel le hiciera algunas pruebas de las suyas para ver si esto ha tenido alguna consecuencia en su maana.
-Oye, ¿la tarta es de chocolate? -Pregunto.
-¿Qué tarta? -Miiko hace un gesto confundido.
-La de mi fiesta sorpresa, porque viendo que absolutamente nadie se atreve a decirme nada, estoy asumiendo que es que me estáis preparando alguna -Empiezo a perder la paciencia, y la irritación en mi voz lo denota. Cuánto puñetero secretismo.
-Sí, sí… -Miiko suspira- Primero queríamos asegurarnos de que estabas bien, ¿vale?
-Estoy perfectamente -Objeto-. Mejor que nunca, me atrevería a decir… Me siento lleno de energía.
Por alguna razón mis palabras causan que la sala se inunde con un silencio pesado como una losa. El silencio se alarga demasiados segundos.
-Voy a… Volver a la enfermería -Eweleïn hace una mueca incómoda-. Si necesitáis algo…
-No le digas nada por ahora -Valkyon dice eso antes de que ella salga-. Lo haré yo luego.
Ewe asiente y se va. Bien, ahora que ya se han hecho los misteriosos un rato y saben que estoy sano como una manzana, espero que vayan a decirme algo. Me giro hacia Ezarel, que suele ser el que menos pelos en la lengua tiene, con una expresión que dice “¿Y bien?”.
-Durante tu pelea en Memoria… -Él toma aire antes de hablar. El resto le miran con aire preocupado- No tenemos exactamente muy claro lo que pasó, porque ninguno de nosotros estaba presente… Pero es muy posible que las cosas con Naytili no fueran muy bien.
-Recuerdo algo así… -Aunque de forma muy vaga- Sé que… Me pasó lo de siempre, y me bloqueé… -Maldita sea. ¿Por qué cuando se trata de ella nunca hago las cosas bien?- Y… Recuerdo que Hiiro estaba en peligro, así que entré en éxtasis…
Una sensación terrible recorre mi cuerpo de repente.
Hiiro.
Tanto… Tanto silencio, tanto misterio…
-¿Qué le ha pasado a Hiiro? -Eso es lo único que me importa ahora, y taladro a Ezarel con la mirada.
-Llegaremos a eso -Miiko responde con cara mustia. No…
-Necesito saber s-
-Llegaremos a eso -Repite sus palabras con un poco más de contundencia, golpeando el suelo con su bastón, lo que es su manera de decir “Cállate y hazme caso”.
Parte de mí quiere gritarla que se vaya a paseo y exigir que me den información sobre él, pero otra parte más racional me hace quedarme callado y recibir las noticias que sea que tengan que darme una a la vez.
-Has dicho que recuerdas entrar en éxtasis -Ezarel retoma mi atención. Yo asiento-. Bueno… Aparentemente, no fue… así.
-¿No? -Hago un gesto confundido- Pero yo recuerdo…
-Nev -Me giro hacia Karenn ahora. Ella se acerca a mí y me coge de una mano mientras me mira… Bastante preocupada-. No era éxtasis. Era… Era la otra cosa.
¿Otra cosa? No entiendo a lo que se refiere. La miro aún muy confundido… De nuevo, me parece ver sus ojos húmedos.
-... origen.
Y me cuesta.
A lo mejor porque mi mente es incapaz de pensar siquiera en que yo pueda ser capaz de hacer eso, a lo mejor porque es un tabú tan severo que la mera idea me produce rechazo, o a lo mejor simplemente porque soy lentito.
Pero termino por comprenderlo.
Se me cae el mundo encima cuando entiendo qué es lo que ha pasado, por qué todo el mundo parece tan asustado de mí y por qué están tomando tantas precauciones.
Miro a Karenn sin decir nada, completamente paralizado por el miedo. Ella me abraza como ha hecho antes, con mucho cariño, y cuando mi cuerpo consigue tener alguna reacción me abrazo a ella también con mucha, mucha fuerza.
-Dime que no es verdad -Ruego, hablando en susurros.
-Es lo que me han dicho -Ella responde en el mismo tono-. Pelo blanco, ojos rojos… Y… Y sed, Nevra. No respondías, sólo querías beber. Nada más que beber.
Oh, no. Oh, no.
Ella me suelta, pero me mira aún preocupada.
-¿Estás bien? -Niego con la cabeza- Oh, Nev…
La idea es aún extraña en mi cabeza y me cuesta mucho procesarla, porque si es verdad… Entonces he hecho algo terrible.
He alcanzado forma de origen.
La forma prohibida. Mencionada en los libros sólo como advertencia, condenada por toda la comunidad vampírica, terror de tantos. No puedes entrar en esa forma. No… No se puede, simplemente. Por puro sentido común.
He escuchado historias horribles sobre vampiros demasiado ambiciosos que han llegado a alcanzar esa forma pensando que podían domarla, y todos ellos han acabado… Convertidos en bestias horribles, completamente privados de razón. Existiendo únicamente para beber, sin preocuparse por nada ni nadie más. Monstruos.
Algo que yo no quiero ser nunca, algo que simplemente de pensarlo me produce repulsión. Pensar… Pensar que yo haya podido acercarme a eso es…
-Pero… -La voz me tiembla un poco- S-se supone que… que si llegas hasta ahí, luego no hay retorno. Si hubiera hecho eso, entonces no… No podría haber vuelto en mí.
-Por eso estábamos tan sorprendidos de verte -Ezarel habla. Cuando le miro, empiezo a entender la preocupación de sus ojos-. Cuando Karenn nos contó lo que era esa cosa… Pensamos que probablemente te habíamos perdido para siempre. Hemos estado pensando en cómo devolverte a la normalidad, y de mientras te hemos estado sedando como precaución.
-A lo mejor es precisamente por eso -Leiftan reflexiona-. La única manera de conseguir pararte en aquel entonces fue cuando Gèrard consiguió congelarte… -Nunca pensé que esto fuera posible, pero ahora mismo le estoy muy agradecido al cubito de hielo- Desde entonces te hemos mantenido sumido en la inconsciencia. A lo mejor eso ha hecho que tu mente revierta… O a lo mejor ha sido otra cosa. Es… difícil de decir.
-¿Cuánto tiempo ha pasado? -Intento echar cuentas- Si ha dado tiempo a hacer el viaje desde Memoria…
-Nueve días desde entonces -Miro a Ezarel incrédulo.
-¿¡Me habéis tenido dormido nueve días!? -Normal que mi cuerpo haya acabado por acostumbrarse al somnífero…
-Bueno, ha salido bien, así que… -Él intenta excusarse. Ya, ya…
-Sea como sea, deberíamos estar agradecidos de que todo haya salido así -Miiko intenta dedicarme una sonrisa-. Bienvenido de vuelta, Nevra. Me alegro de que estés con nosotros.
-Yo también me alegro… -Tomo aire. Una segunda preocupación aparece en mi cabeza de repente- Pero… Si de verdad he… Eh, hecho eso -Es… mejor no decirlo en voz alta-. Entonces… ¿La Triada…?
Todas las historias que he escuchado sobre vampiros que han llegado a origen acaban igual, con su cabeza rodando por el suelo a manos de La Triada. No ellos concretamente, algún enviado, porque ellos simplemente se dedican a existir eternamente, ser siniestros y asegurarse de que ninguno de los clanes se pase de la raya. Pero… Es la regla. Esa forma es demasiado peligrosa para todo el mundo y ha traído muchos problemas a la comunidad vampírica en el pasado, así que… Si alguien se atreve a romper el tabú…
-Hasta donde sabemos, no deberían haberse enterado de nada -Leiftan intenta transmitirme calma con su voz… Pero conociendo su afición por investigar los temas más oscuros, estoy seguro de que sabe tan bien como Karenn y yo que el alcance de La Triada va a unos rangos que no son normales-. Por supuesto, no se nos ha ocurrido dar aviso de ello…
-Y si llegasen a atreverse a venir, no íbamos a dejar que te pusieran una mano encima -Oh, Valkyon… Dulce e inocente Valkyon… Todo Eel acabaría reducido a cenizas si intentasen pelearse siquiera con la Triada. Pero gracias por el pensamiento.
-Además, no… No hace falta -Miiko frunce el ceño-. No ha terminado por pasar nada, y… estás bien. Estás bien, ¿no?
-¿S-sí? -No me siento… Especialmente raro, además de este subidón de energía extraño que llevo sintiendo desde que me he despertado- Creo que sí, al menos… Pero tendríamos que hacer todas esas pruebas que ha dicho Eweleïn, por si acaso -Y yo creo que voy a pasarme una larga temporada sin entrar en éxtasis…
-Pues ya está -Miiko da una palmada satisfecha-. Estás perfectamente. Todos contentos. No hay necesidad de medidas drásticas. Ha sido sólo un accidente tonto que todos nosotros vamos a olvidar, y no vamos a volver a hablar de nada de esto nunca en la vida y esta reunión nunca ha ocurrido.
Por mí, perfecto. Juraría que el resto de los asistentes están de acuerdo con ese pensamiento… Y eso me hace sentirme un poco más aliviado. Aunque aún tengo algo de miedo de que de repente un grupo de tres vampiros con capas rojas vayan a aparecer por la puerta al grito de “¡Nadie espera a La Triada!” y acabemos todos muertos por romper tabúes vampíricos, pero… Supongo que tendré que acostumbrarme a esa paranoia y por el momento portarme como un buen vampiro, por si me están observando y les tengo que enseñar que no voy a volver a romper ese tabú.
-Pero eso no es verdad.
Vuelvo a mirar a Karenn. De repente me parece que está un poco… enfadada. Al menos, sus ojos me lanzan una mirada llena de reproche.
-No ha sido un accidente -Sigue hablando-. Llegaste ahí porque tú quisiste, Nevra… Y lo sabes. Nos lo han dicho una y mil veces, que es nuestra elección, y que nunca debemos tomarla. Pero tú lo hiciste igual.
La miro sin ser capaz de responder a sus acusaciones… Porque no tengo defensa posible.
-¿Qué quieres decir con eso…? -Ezarel la interroga con la mirada.
-Antes de… -Duda un poco- volverte así, tu cuerpo te deja elegir. Todo vampiro sabe qué es lo que significa cuando tu cuerpo pide tanta sangre. Es una línea muy clara, y el que decide pasarla… Es porque quiere. Por pura ignorancia, o porque es así de estúpido y ambicioso, o… O porque quiere más poder, sin importarle si puede controlarlo o no.
-¿Es eso cierto, Nevra? -Ahora Miiko habla con seriedad.
Tomo aire y recuerdo esos instantes angustiosos justo antes de que… ocurriera todo. Sigue siendo bastante borroso… Pero recuerdo a Naytili, recuerdo sangre, recuerdo a Hiiro, recuerdo SANGRE, y recuerdo SANGRE, y luego sólo había S-
Sí. Sí.
-Necesitaba entrar en éxtasis -Hablo en voz baja, sin atreverme del todo a pronunciar las palabras-. Mi… Mi cuerpo no podía hacerlo, estaba… demasiado cansado. Pero yo tenía que hacerlo, porque… Tenía que derrotar a Naytili, tenía que ayudar a Hiiro. Intenté entrar en éxtasis, y empecé a tener sed… Eso siempre pasa. Pero la sensación iba cada vez a más, y… Y me daba igual, porque necesitaba hacer eso. Así que lo… Hice. No pensé que… No pensé que todo fuera a resultar así…
-¿Y qué pensabas que iba a ocurrir, genio? -Karenn vuelve a pegarme, aunque ahora un poco más débil. Igualmente auch- No juegues con esas cosas. Está prohibido por algo. No me apetece perder a mi hermano porque es demasiado estúpido como para darse cuenta de cuándo está yendo demasiado lejos.
-Pero tenía q-
-¡No! -Me interrumpe- ¡No vuelvas a hacer eso NUNCA, Nevra! ¡Me dan igual las circunstancias, me da igual quién sea que esté en peligro, me da igual, no vuelvas a hacerlo! ¡Prométemelo!
Prácticamente me está gritando en la cara, y eso me impresiona un poco. Va… va bastante en serio. Supongo que… Desde su punto de vista, ha estado a punto de perder a su hermano.
-Nevra, prométemelo -Su tono de voz me mete prisa.
-De acuerdo… -Tomo aire- Prometido.
-Más te vale decirlo en serio -Me amenaza con un dedo-. Si no, juro que se lo digo a mamá.
Olvídate de La Triada, eso sí que da miedo.
-Prometido, pesada -Le pongo una mano en la cara para empujarla lejos de mí-. No más cosas prohibidas.
-No sólo se lo has prometido a ella -Miiko aprovecha para meter cuña-. A nosotros también. No vuelvas a hacer algo así, Nevra.
-O nos chivaremos a tu madre -Ezarel habla en tono firme, con una cara exageradamente seria-. Sabes que no me da miedo escribirle una carta, Nevra.
-A que le escribo yo una carta a tu madre.
-¿A cuál de las dos?
La réplica me deja sin respuesta. Ezarel suelta aire, como si acabase de quitarse un peso de encima.
-No sabéis cuántos años llevo queriendo decir eso -Ya… ¿Eso significa que todas las veces que le he dicho que me había acostado con su madre estábamos haciendo un trío y se multiplica, o se anula porque son lesbianas?
-Dejando a vuestras madres a un lado -Miiko toma aire con exasperación-, digo en serio lo de que no volvamos a discutir nada de esto. Nunca se sabe con esa gente.
-No tengo nada que objetar -Me encojo de hombros. La lección que he aprendido es que no tengo que ser imbécil, parece fácil de primeras-. Ahora, si no os molesta, ¿me puede decir alguien qué fue lo que pasó después de que se me fuera la pinza? ¿Naytili? ¿El resto de titiriamigos? -Y, no lo digo, pero sólo con mi mirada deben intuir el "¿QUÉ HA PASADO CON HIIRO?" gigante que hay en mi cabeza.
-Conseguiste asustar a Naytili lo suficiente como para que saliera corriendo, para variar -Leiftan da las noticias con tono mustio, e igual las recibo yo. Maldita sea, rompo la prohibición más estricta de mi raza y me convierto en un monstruo sediento de sangre que vive sólo para matar y ni por esas consigo cargármela-. El resto de sus aliados se fueron más o menos al mismo tiempo después de que El Titiritero diera la retirada… Así que, bueno, no hemos conseguido capturar a ninguno de ellos.
Nos atacan de la nada y a la mínima que se vuelven las tornas salen corriendo con el rabo entre las piernas. Es fácil ver quién es la que estaba dirigiendo la operación, teniendo en cuenta el patrón.
Espero un poco a que sigan con el reporte, pero… No… No siguen.
Y eso me da miedo.
-¿Y…? -No me hagáis hacer la pregunta en voz alta. Por favor.
Intercambian miradas entre sí, una vez más.
No… No… No, por favor. No, él no.
-Hiiro… -Al fin, Valkyon reúne valor para hablar. Le miro compleramente desesperado- Está… Está vivo.
Puedo respirar de nuevo.
Y, sin embargo, que lo haya dicho en un tono de voz tan apagado y con tanto cuidado hace que me sienta aún más preocupado que antes. ¿Qué demonios le ha hecho esa bruja…?
-Pero… -Y ahí viene- En el enfrentamiento resultó… Bastante herido. Acabó en situación crítica y estuvo a punto de no contarlo.
-Pero está… ¿está bien? -Hablo con un hilo de voz. Naytili, no te lo perdono. Hay muchas cosas que no te perdono ya, pero esta sube bastante en la lista.
-Se está recuperando -Él toma aire y se cruza de brazos-. Está en la enfermería ahora mismo, Ew-
-Vale, gracias por la charla, si no os importa tengo que ir a la enfemería para…
-Nevra -Leiftan habla con voz… Rara-. Antes… antes de eso, quizá deberías ser consciente de… Algunas cosas.
Cosas.
-Me estáis asustando -Y por si mis palabras no fueran reflejo suficiente, el miedo se cuela en mi voz.
-No hay que asustarse por nada -Miiko habla con el mismo tono que Leiftan… El mismo que usarían para amansar a un familiar arrinconado-. Simplemente, Nevra es… Es mejor que seas un poco paciente ahora mismo.
-¿Por qué? -La inquietud vuelve a invadirme. Mis piernas me piden que eche a correr ahora mismo- Maldita sea, ¿queréis dejaros de rodeos y decirme qué demonios le ha pasado?
-Está en un estado muy sensible, eso es todo -Es Valkyon el que vuelve a hablar-. Necesita mucho… Descanso, y es mejor que nadie vaya a verle por el mome-¡Nevra!
Grita mi nombre cuando decido ignorarle a él y al resto y salgo despedido fuera de la sala. Karenn intenta agarrarme de un brazo para pararme pero, por muy fuerte que sea ella, yo lo soy más y me la quito de encima con facilidad.
No sé qué es lo que está pasando o por qué todo el mundo se anda con tanto cuidado, pero si no van a tener las narices de decírmelo a la cara, pues entonces voy a tener que ir a descubrirlo yo mismo, aunque sea amenazando a Eweleïn con un bisturí si hace falta.
Hago el camino a la enfermería en tiempo récord. El exceso de energía me ayuda a ello, y a punto estoy de desencajar la puerta cuando al fin llego a ella.
Nada más doy un paso dentro siento un dolor agudo y punzante en un pie y me detengo en seco. Al mirar hacia abajo veo una estalagmita de hielo… Que me ha… Atravesado e… el pie.
-¡AGHHH! -Cuando soy capaz de registrarlo, grito con dolor. Rápidamente aparto el pie, rompiendo el hielo con ello, y mi piel empieza a curarse prácticamente al instante…
Levanto la cabeza para mirar el interior de la sala. Allí están el cubito de hielo, que me mira directamente con cara de mucho enfado, y Eweleïn que me mira con sorpresa y una mano en la boca, como incrédula por lo que acaba de ver.
-Fuera -El criónido habla con una voz algunos registros más grave de lo que le recuerdo. Parte de mí, impresionada, se plantea por un segundo la idea de hacerle caso… Pero el resto de mí se niega a irse de aquí sin respuestas.
-No me voy a ningún sitio -Hablo con voz firme.
A un gesto del criónido, vuelve a surgir otro pico de hielo del suelo, uno que apunta directamente a mi garganta y que juraría que me la hubiera perforado si no fuera porque he roto el hielo antes de que pudiera llegar a mí.
-¡Gèrard! -Con eso, Eweleïn se pone de pie y parece estar a punto de colocarse entre nosotros, pero se lo piensa mejor.
Mi respuesta es sisearle al criónido, enseñando los colmillos, y lo que hace él es simplemente ponerse en posición de ataque (que yo imito) mientras el suelo a sus pies empieza a congelarse.
-Quiero verle -Es lo que digo, y tal vez suene un poco como una amenaza.
-Vamos a calmarnos todos -Eweleïn toma aire-. No hace falta usar la violencia, por favor. Somos adultos y podemos hablar las cosas.
-Sigo esperando a que alguien hable conmigo, porque por el momento todo el mundo ha estado dándome evasivas -Bufo-. Y si nadie va a decirme qué es lo que le ha pasado, voy a tener que descubrirlo por mi cuenta.
-No le ha pasado nada grave -Eweleïn vuelve a suspirar-. Pero Nevra, tengo que pedirte q-
-¡Tú! -Contrario a la tranquilidad de Eweleïn, el criónido me grita- ¡Tú le has pasado!
-¿Perdona? -Me asombra que tenga las narices de hacer una frase completa, y también me ofende bastante que esas sean sus palabras- ¿De q-
-¡Culpa TUYA que esté así! -La acusación se me clava en el pecho como una daga. Él enrojece de pura rabia mientras me grita, y creo que yo empiezo a hacer lo mismo.
-¿Culpa MÍA? ¡Vigila tus palabras, muñeco de nieve! ¿Dónde estabas TÚ cuando Naytili atacó? ¿Tirándote a tu amiguito el terrorista?
El sonido agudo que sale de su garganta está a punto de reventarme los tímpanos. A punto estoy de lanzarme a partirle la cara cuando veo que él va a hacer lo mismo conmigo, pero justo entonces noto alguien que me sujeta por detrás e inesperadamente me veo rodeado por los brazos de Valkyon, que consiguen retenerme en el último segundo.
-Vale, Nevra, ya está bien -Dice eso mientras me levanta del suelo, y por mucho que me resisto no consigo hacer que me suelte, ni aún con toda mi fuerza… Aunque juraría que le veo escamas en los brazos.
-Gèrard -Ahora Eweleïn sí se atreve a interponerse, parando al muñeco de nieve cuando le pone una mano en el pecho-. Cálmate tú también -Se gira hacia nosotros-. Valkyon, por favor, sácale de aquí.
-¡No! -Vuelvo a intentar deshacerme del abrazo de Valkyon, pero es imposible- ¡Yo no me voy de aquí hasta que alguien me diga qué demonios le ha hecho esa bruja a Hiiro!
-Te lo explico fuera, pero nos vamos -Valkyon intenta sacarnos de la sala a ambos, pero yo me agarro al marco de la puerta, lo que le dificulta la tarea-. Nevra, por el Oráculo, hazme caso.
-¿¡Quiere hacerme caso alguien a mí primero!? ¡Necesito saber qué es lo que le ha pasado a-
-No quiere verte porque casi le matas.
Esta vez, el criónido no grita, pero sus palabras tienen la misma contundencia que si lo hubiera hecho. Sus palabras me desconciertan, y le miro confundido.
Él me devuelve la mirada fijamente, pupilas blancas que por un segundo parecen estar conteniendo una tempestad entera.
-No fue Naytili. Has sido tú.
¿Qué…?
Las palabras me sorprenden lo suficiente como para que mi agarre se afloje, y así Valkyon consigue arrastrarme fuera de la enfermería. Esta vez no me resisto, me quedo pensando en las palabras del criónido.
Yo… ¿Qué? Pero… Pero yo nunca… No, no haría algo así, yo…
Intento recordar qué fue exactamente lo que pasó en la isla. Hiiro… Naytili… Y entonces entré en or-éxtasis, y… SED.
-Nevra -Una vez me ha sacado del edificio de la Guardia y me tiene en los jardines, Valkyon me deja en el suelo sin mucha ceremonia y me coloca las manos en los hombros mientras me mira con toda la seriedad del mundo-. Escúchame, ¿vale?
Qué…
-¿Qué he… -Hablo algo atontado por toda la situación, ahora bastante más confundido que hace apenas unos minutos- hecho?
-Nada. Nevra, no has hecho nada malo. Pero necesito que te calmes y que me escuches, ¿de acuerdo?
Aunque sólo sea porque ahora mismo no se me ocurre nada que decir (de repente me apetece bastante menos ponerme a patalear y exigir que me dejen ver a mi novio), guardo silencio. Él toma aire.
-Cuando te… Pasó eso en la isla -Hace una mueca incómoda-. Como ya hemos dicho, perdiste el control por completo. Posiblemente tuvieras la mejor de las intenciones, y no pensabas que pudiera acabar así, pero… En mitad de tu… éxtasis, de repente oliste la sangre de Hiiro, que estaba herido, y… Cambiaste de objetivo.
Eso… Ha pasado antes. Aún me acuerdo de la primera vez que conseguí entrar en éxtasis, y de cuando volví en mí y vi que había atacado a Ezarel sin darme cuenta. Le… ¿le he hecho eso a Hiiro?
-Lo que sabemos, lo sabemos porque nos lo ha contado él… -Hace una mueca- Aprovechando que estabas distraído, Naytili escapó a través de un círculo de setas, y os dejó a solas… Tú habías pedido el control, él no podía defenderse y… Bueno, ya te haces una idea.
Me la hago. Me la hago, y es aterradora.
-Está… ¿bien, o…? -Mis palabras salen casi en un gemido.
-Se está recuperando -Eso no responde a mi pregunta-. Tardamos muchas, muchas horas en encontrarle… Que se mantuviera con vida fue prácticamente un milagro. Eweleïn y yo volamos todo lo rápido que me fue posible para traerle aquí y en cuanto llegamos, le metieron en la enfermería. Tardó algunos días en despertarse, y cuando lo hizo estaba… No voy a mentirte. Estaba muy asustado. Sea lo que sea que pasó en la isla… Le ha dejado marca.
Mi corazón se resquebraja al escuchar esas palabras. No quiero ni imaginarme qué… Qué tuve que hacerle. Sólo pensar en ello es aterrador.
Mis ganas de verle vuelven a resurgir. Necesito verle, abrazarle, pedirle disculpas, asegurarme de que va a estar bien, cuidarle, curarle…
-Hiiro está en un estado muy delicado ahora mismo -Valkyon continúa-. Físicamente, porque aún le quedan secuelas, y emocionalmente. Es… es mejor tomárselo con calma con él, y… Bueno, no quiero… No quiero que suene brusco, Nevra, pero posiblemente lo mejor sea que no le veas durante un tiempo.
-¿Qué quieres decir con eso? -Frunzo el ceño- Tengo… Tengo que ir a disculparme y-
-No todavía -Hace un poco más de presión sobre mis hombros-. Como ya he dicho, está muy delicado ahora mismo. Y… lo que ha dicho Gèrard…
-Qué -Escuchar ese nombre me enfada-. ¿Qué pasa con lo que ha dicho?
-Hiiro ha pedido expresamente que, si se diera el caso… No te dejemos entrar en su habitación.
… ¿Qué?
No lo entiendo…
-Por… ¿por qué iba a hacer eso? -¿No quiere verme?
-Porque sigue bastante… -Tarda un segundo en encontrar la palabra- Afectado. Hablaré con él, ¿vale? Le diré que te has despertado y que estás bien y que quieres verle, y… Y que él decida lo que quiere hacer.
La situación aún me desconcierta un poco. Es como que… No termino de entender todo lo que ha pasado. Aún así, asiento lentamente. Por el momento y hasta que consiga templarme, es mejor que me comporte para evitar que un criónido vuelva a empalarme el pie.
-Vale. Bien -Valkyon se relaja un poco, dejando ir mis hombros-. Voy a… Ponerte un poco al día con el estado médico de Hiiro. Intenta no asustarte demasiado, ¿vale?
-¿Asustarme? ¿Por qué? ¿Qué le pasa?
-... Ya, bueno, supongo que eso no va a ser posible. Eeeh… -Veo que se piensa cómo ponerlo en palabras. Lo de hablar nunca ha sido su punto fuerte, así que parece que le cuesta- Al encontrarle… Bueno, ya te he dicho que ha sido casi un milagro que sobreviviera. El "milagro" es que, aparentemente, lo que le salvó de desangrarse fue… la corrupción.
-¿Cómo? -Esa no era una palabra que estuviese esperando oír- ¿Qué quieres decir con eso?
-Los cristales cerraron sus heridas -Explica-. Nadie sabe explicar cómo exactamente… Eweleïn está perpleja. Dice que no tenemos muchos casos estudiados sobre cómo la corrupción puede afectar al cuerpo, así que es difícil saber si esto es algo normal o qué… Pero es lo que ha ocurrido. Cuando trató sus heridas le extrajo los cristales… Eran azules, y no tenían pinta de estar corruptos, pero aún así es… Un poco siniestro.
-Sí… -Sin saber qué decir, me froto la barbilla.
-Eweleïn dijo que, teniendo en cuenta que le habías mordido, a lo mejor había que testarte a ti por si… Eh… Te habías contagiado o algo -Tiene sentido-. Pero eso tendrá que ser cuando se tranquilicen las cosas en la enfermería -Carraspea-. Además de todo eso, bueno… Eweleïn se dio cuenta de algo más sobre la salud de Hiiro cuando tuvo que intervenirle.
-¿Su salud? -Le miro sin entender. ¿A qué se refiere?
-Aparentemente Hiiro le ha estado ocultando a la Guardia… Algunas cosas -Por favor Valkyon me estás dando miedo-. ¿Recuerdas cómo se hizo Hiiro las cicatrices de su pecho?
-En el accidente con el "autobús" ese, ¿no? -¿Cómo podría olvidarlo? Tengo esa imagen grabada a fuego en la mente, y cada vez que la recuerdo me horroriza más.
-No exactamente… -Él suspira- La cicatriz vino de la intervención quirúrgica que tuvo después. Ya sabes, con… Henry -Oh. Ah. Ya. Cierto-. Pues parece ser que ese tipo de intervenciones son… Bastante sensibles.
-¿Y…? -Me ha dicho antes que no me asuste, pero cómo lo está narrando todo me hace la tarea un poco complicada.
-Deja secuelas. Secuelas que Hiiro ha… desatendido -Frunce el ceño-. Eweleïn dice que todo lo que ha estado haciendo en Eldarya, "corriendo por ahí y dando brincos", en sus propias palabras, ha podido ser perjudicial para su estado de salud. Además de eso, desde que llegó a Eldarya Hiiro no ha tomado la medicación que tomaba en el mundo humano para evitar ese tipo de riesgos.
-¿Medicación…? -La palabra me suena extraña- Hiiro no… No ha mencionado nunca nada de eso -Con todo lo que está diciendo Valkyon, suena como que la salud de Hiiro es… Bastante más delicada de lo que yo creía-. Tú y yo le vimos en el hospital…
-Y, como no somos médicos, no supimos reaccionar debidamente a lo que le pasaba -Pero…-. Aparentemente, Gèrard sí que lo sabía. Le ha estado cubriendo durante bastante tiempo para que Eweleïn no descubriera su condición.
-¿Ha hecho eso? -Mi odio hacia el criónido sólo crece. ¿Qué tipo de médico esconde los problemas de su pac-Ah, cierto, él no es médico, sólo es un masajista glorificado.
-Ha habido una discusión entre ambos -Y hablar de ello parece que le incomoda-. Gèrard asegura que cualquier riesgo que Hiiro pudiera tener ya ha pasado y ahora no le afecta; Eweleïn opina lo contrario. Desafortunadamente en Eldarya no tenemos la misma tecnología médica que en el mundo humano, así que no saben a ciencia cierta cómo funcionan ese tipo de cirugías o qué secuelas pueden dejar. Gèrard ha estado informándose, parece, pero aún les queda mucho por investigar y discutir… Por el momento, hasta que lleguen a algún tipo de acuerdo, han suspendido a Hiiro de las actividades de la Guardia.
La noticia me deja un poco… Sorprendido, pero no puedo decir que no esté de acuerdo con la decisión. Si es verdad que su estado de salud es tan delicado, entonces desde luego que no debería estar por ahí pegándose espadazos contra nadie. Y, en retrospectiva, todo lo que ha hecho en la Guardia…
Hiiro, ¿qué demonios? ¿Por qué has hecho todo eso si sabías que no debías? ¿Por qué has escondido algo así? ¿Por qué no me has dicho nada?
-Eso es… Más o menos todo lo que hay con Hiiro -Valkyon vuelve a hacer una mueca incómoda-. Nadie sabía exactamente cómo darte las noticias… De nuevo, no estábamos seguros siquiera de que fueras a despertarte para poder dártelas. Lo siento si no ha sido muy… suave.
-Bueno, al menos me alegro de que me lo hayáis dicho -O lo hayas hecho tú, al menos. Ahora soy yo el que se cruza de brazos y frunce el ceño-. Entonces… ¿no puedo verle?
-Hablaré con él -De nuevo dice eso-. Espera… Espera un poco, ¿vale? La situación está bastante complicada ahora mismo y lo peor que podemos hacerle a Hiiro ahora mismo es darle más estrés.
-Vale… -"Estrés" es lo último que quiero darle- Entonces… -Con la cabeza hago un gesto hacia el edificio de la Guardia.
-¿Ahora? -Me mira un poco sorprendido.
-Cuanto antes mejor, ¿no?
-Supongo… Bueno, con todo el griterío de antes, y… Eh, no sé si…
-Por favor, Valkyon… -Prácticamente se lo ruego.
-Puedo intentarlo, pero… Antes tengo que llevarte a ver a Miiko.
-Puedo ir yo solito, soy un chico grande -Intento hablar con burla, pero no me sale del todo. Ahora mismo tengo demasiadas emociones distintas rondándome la cabeza.
-Lo eres -Dice eso, pero su cara expresa duda-. Y como lo eres, no vas a… Hacer ninguna estupidez, ¿no?
-¿No? -¿Por qué me está mirando con los ojos reprobatorios de una madre decepcionada?
No sé qué tipo de situación se está formando en su cabeza, pero ahora mismo estupideces no me apetece hacer muchas. Sólo tengo ganas de una cosa, y desde luego no es hablar con Miiko, que posiblemente vaya a echarme la bronca por haberme ido corriendo antes.
Aún así, cumplo con mi palabra, y sólo cuando me ve irme en dirección a la sala del Cristal es cuando Valkyon se acerca él mismo a la enfermería.
Vale. Sólo tengo que ser… Paciente.
Cuando vuelvo a la sala del Cristal, la reunión se ha disipado… Más o menos. Miiko sigue ahí, con Ezarel, y acompañándoles no está Leiftan, sino… Un tipo al que no he visto nunca antes.
-No te has comido a Valkyon, así que asumo que está todo bajo control -Ezarel dice eso antes de empezar a irse hacia la salida. Al pasar a mi lado, me da unas palmaditas en el hombro. Qué es esto, ¿contacto físico, Ezarel?-. Ánimo. Si me necesitas para algo, sabes dónde estoy.
Termina de decir eso y abandona la habitación. Sus palabras me dejan un poco confundido… No puedo saberlo a ciencia cierta, porque es Ezarel, pero juraría que está… Preocupado por mí.
Qué cosas.
Aún algo confundido a causa del elfo, termino por acercarme a Miiko y al misterioso desconocido, al que le echo un vistazo de arriba a abajo. Parece que debe de comprarse la ropa en el mismo sitio que Valky lo hacía cuando tenía quince años, a juzgar por el estilo, pero lo de llevar medio estómago al descubierto es una mejoría. Lo que más llama la atención de él son las gafas de sol oscuras que esconden sus ojos y la cola puntiaguda y ondulante que se mueve a su espalda. Así a ojo diría que es un íncubo, porque el físico desde luego lo tiene, pero… Hmmn le faltarían los cuernos.
-¿Ya estás más tranquilo? -Miiko me mira con cara aburrida cuando pronuncia esas palabras.
-No -Si acaso, después de todo lo que me ha contado Valkyon sobre la salud de Hiiro, estoy más inquieto todavía-. Como no puedo verle, me gustaría ir a tirarme en alguna esquina oscura a digerirlo todo, pero Valkyon me ha mandado aquí.
-De hecho sus órdenes específicas eran que te escoltase hasta aquí él mismo, pero bueno -Hace un gesto resignado-. ¿Todo bien?
Acabo de enterarme de que casi mato a mi novio al romper una de las reglas más estrictas de mi raza y de que el mismo novio lleva mintiéndome sobre su salud desde el día que le conocí; y resulta que no puedo ir a abrazarle o verle siquiera.
Me encojo de hombros como única respuesta.
-Hmm, ya -Frunce los labios-. Bueno. Antes de que te vayas a tu esquina oscura, quiero presentarte a alguien -Gesticula en dirección al tipo misterioso de su izquierda, que saluda escuetamente con la mano en un gesto cordial-. En estos tiempos difíciles, hemos pensado que… Eh, bueno, fue una idea de Eweleïn y, hum… -Parece que falta de palabras, simplemente suspira- Hemos contratado un psicólogo para la Guardia.
Oh. Eso me sorprende un poco, la verdad.
Miro al chico con una admiración renovada. Él esboza una sonrisa leve y en seguida extiende una mano en mi dirección. Respondo al apretón… Ooh, firme y decidido, me gusta.
-Encantado -Habla también con firmeza, pero en su voz intuyo una dulzura amable-. Mi nombre es… Bueno, puedes llamarme Alessa.
-Un placer -Respondo con la misma cortesía-. Alguien ha debido decírtelo ya, pero yo soy Nevra, líder de la Guardia Sombra… Yyyy normalmente no suelo ser tan desastre, pero hoy está siendo un día duro, tendrás que disculparme.
-Es comprensible -Cuando terminamos el apretón, usa la misma mano para ajustarse las gafas-. Miiko me ha puesto un poco al día con la situación y es… Bueno, tensa. Pero si estoy aquí precisamente es para ayudar en este tipo de momentos -Y sonríe al decirlo, parece que orgulloso de su profesión.
-Alessa va a ofrecer apoyo psicológico a los miembros de la Guardia que le necesiten -Explica Miiko-. Con todo lo que está pasando me ha parecido que es… Algo más bien necesario. Sé que es un poco brusco, pero me gustaría que todos los que estáis más próximamente involucrados en toda la operativa de El Titiritero tengáis al menos una sesión con él.
-Sin problemas -Me parece, para variar, una buena decisión. A veces con todas las movidas de la Guardia a la gente se le olvida que no es sólo cuidar a los demás, también hay que cuidarse a uno mismo.
-Fuera de eso, si en algún momento necesitas algo de mí, simplemente búscame y si no estoy ocupado intentaré atenderte -Su cola se agita un poco con eso-. Aún me están buscando una habitación para pasar consulta, así que mientras tanto estoy ocupando la biblioteca.
-¿Por qué no la enfermería? -Parece un mejor sitio…
-La biblioteca suele estar más vacía -Tuerce la boca-. Lo cual es bastante trágico en más de un sentido -Oh, Guardia de Eel…
-Al hacer el test de las guardias Alessa cayó en la Sombra -Levanto la ceja ante las palabras de Miiko-, así que generalmente te diría que queda a tu cargo, pero… Su caso es un poco especial, como los miembros de la enfermería, así que no es necesario.
-Sigo diciendo que no tengo problema en hacer misiones si fuera necesario -Sonríe un poco-. Hasta me hace algo de ilusión. Aunque sólo sea para sentirme un miembro de la Guardia “de verdad”.
-Hmmm, lo que tú ve- Eh, ah; si tienes tiempo libre se irá vie- Ehm -Miiko parece morderse la lengua. No sé qué le pasa a todo el mundo hoy, pero parece que nadie está especialmente ágil con las palabras- Te buscaremos algo.
-Gracias -Él parece satisfecho con eso, Miiko sigue haciendo muecas para sí. Alessa se gira hacia mí de nuevo con gesto cordial-. Bueno, pues ya sabes dónde estoy si me necesitas… O si tienes tiempo libre y simplemente te aburres. No hay mucha gente visitándome ahora mismo además de esta chica… -Hace un esfuerzo por recordar el nombre- Alajea.
¿Alajea…? Se me hace curioso, no pensé que ella necesitara…
Le echo un segundo vistazo al tipo. De arriba a abajo.
Oh. Ah. Ahá. Vale, ya lo entiendo.
Sin mucho más que decir, el chico se retira de vuelta a la biblioteca, y yo me quedo con Miiko que aún necesita unos instantes para recomponerse. Cuando al fin lo consigue, toma aire de forma profunda y dice un “Vale, ahora voy a ponerte al día”.
Y me pone al día. Me cuenta todo lo ocurrido en Memoria… Lo cual es bastante. Valkyon y Erika se entrevistaron con el dragón de aire, pero no consiguieron sacar nada de él salvo irritación y dudas; Erika se despeñó por un acantilado, Ezarel se tiró detrás de ella (... guau) y Leiftan se pasó nosecuentas horas abriendo un túnel para resgatarlos a ambos; Valkyon ha podido revivir sus días peleándose con Ashkore cuando se le escaparon dos enemigos a la vez, Eweleïn peleó valientemente y el cubito de hielo me la suda así que me da igual lo que sea que le pasase.
En resumen: Menuda mierda. Todo.
-Al menos hemos podido confirmar que El Titiritero sabe cómo hacer cultivos… Y tiene una isla entera llena de ellos -Suspira de forma pesada-. Ezarel se trajo muestras tanto del trigo como de los olivos, y también algo de tierra. Lleva desde entonces estudiándolo, pero no parece que la investigación vaya demasiado bien. Dice que no es capaz de ver nada especialmente extraordinario, así que es incapaz de distinguir qué es lo que ha causado que crezcan cultivos. Karuto ha hecho pan con lo que trajo y… Por supuesto, es nutritivo. Es… trigo de verdad.
-Y ahora sabemos que hay alguna manera de cultivarlo… Aunque aún tengamos que descubrir el cómo -Me cruzo de brazos-. Pero El Titiritero la sabe.
-Sí. Y eso es, en parte, un pensamiento esperanzador; pero por otro lado... -Casi que resopla- Eso significa que no vale sólo con cortarle la cabeza: tenemos que capturarle y hacer que nos cuente todos sus secretos.
-Súper fácil -A mí también me dan ganas de resoplar-. Poco a poco, Miiko.
-Siento que por cada paso que damos, retrocedemos tres -Ella hace un gesto frustrado-. Pero bueno, pataleando no vamos a conseguir nada. Ahora mismo no tenemos muy claro cómo seguir… Nos hemos quedado sin rastros para seguir. Por el momento, sólo nos queda esperar a que él haga su próximo movimiento. Hasta entonces, tenemos que prepararnos. El próximo confrontamiento que tengamos con él tiene que salirnos mejor que ese. Y para eso, por cierto… -Me lanza una mirada que… Aunque tiene una disculpa en el fondo, es también severa y firme- Tienes prohibido enfrentarte directamente a Naytili.
-¿Perdona? -La miro atónito- ¿Prohibido?
-Sé que eres el que más ganas tienes que devolvérsela, pero, Nevra… -Veo cómo su mano se crispa sobre su bastón- Esa mujer sabe cómo jugar contigo. Cada enfrentamiento que habéis tenido ha acabado… De forma similar. Y no es culpa tuya, por supuesto que no, pero ella tiene un efecto sobre ti que no te permite actuar con claridad. Y es una enemiga muy poderosa. No podemos correr riesgos. Así que no quiero que vuelvas a pelearte con ella, si las circunstancias lo permiten.
-Si aparece de repente, ¿pretendes que huya del combate? -Frunzo el ceño.
-Sí -Ella asiente No me jodas, Miiko-. Por tu propio bien, Nevra. Lo que ha ocurrido esta vez no puede repetirse… Y tampoco cualquier incidente igual de grave. Sé que no vas a estar de acuerdo-
-No, no lo estoy.
-Pero creo que es lo mejor para todo el mundo. Y no te preocupes, aunque no sea por tu mano, nos encargaremos de hacer justicia. En el fondo… eso es lo importante, ¿no?
Esa última frase me descoloca un poco. Sí… Supongo que sí. Que es más importante que cualquier venganza personal, pero…
-Necesito irme a una esquina oscura -Digo eso mientras me paso una mano por el pelo.
-Sí -Miiko me dedica un gesto triste y de forma cariñosa me frota el brazo-. No está siendo un buen día, ¿eh?
-No, la verdad es que no...
Me despido escuetamente antes de salir de la sala. Lo bueno es que mi habitación está prácticamente a dos pasos de ella, así que poco tardo en entrar en mi muy oscura habitación, llena de esquinas en las que tirarse.
Pero, de repente, me veo atacado por una bestia cuadrúpeda feroz y violenta. Treinta kilos de perro negro se abalanzan sobre mí de imprevisto, sin darme tiempo a reaccionar, y me caigo al suelo de culo mientras la hostil y agresiva criatura me cubre de babas a base de lametones.
-¡Shaïtan! -Grito el nombre con sorpresa, pero también con alegría- ¡Ey, chico! ¿Qué pasa, colega?
Consigo recuperarme más o menos y atrapo la cabeza de mi familiar entre mis manos. Él me mira aún con la lengua fuera, jadeante, y en cómo mueve las patas puedo ver que tiene muchas ganas de mimos y juegos.
-¿Me has echado de menos? -La respuesta que me da es un ladrido que suena como el retumbar de mil truenos- Yo también a ti, amigo. Supongo que ha pasado un tiempo…
Vuelve a ladrar, y yo le dejo ir para que pueda seguir cubriéndome de lametones, mientras yo rasco el pelaje de su cuello. Tocarle es siempre una sensación muy extraña a la que no termino de acostumbrarme, y a veces cuando le acaricio puedo sentir las cicatrices que aquel horrible collar dejó en su piel, pero puedo decir que le gusta mucho lo que hago.
Después de un último lametón Shaïtan se separa para alejarse sólo un poco, da una vuelta sobre sí mismo y luego vuelve a ladrarme, exigiendo que deje mis estúpidas preocupaciones a un lado y le haga caso porque posiblemente lleve mucho tiempo sin que nadie juegue con él. Esta bola de pelo es la misma monstruosidad que casi me abre la garganta de un mordisco. A veces se me olvida.
-Vale, vale… -Me pongo en pie para ir al cajón de la cómoda en el que tengo los juguetes… De perro… De perro de verdad- ¿Qué te apetece hoy, chico? Tú eliges.
Tras aproximadamente dos milésimas de profunda meditación canina, él mismo mete el hocico en el cajón para sacar un disco que me presenta, y con eso el juego del día queda decidido.
Aproximadamente diez minutos después estamos ya en la llanura de Eel, yo lanzando el disco con toda mi fuerza y Shaïtan corriendo con la lengua fuera para ir a atraparlo antes de que toque el suelo. Con cualquier otra persona esto podría ser aburrido para él, porque la gente no suele tener la fuerza necesaria para poder jugar con él, pero afortunadamente mis músculos híperdesarrollados de vampiro me permiten tener la fuerza necesaria como para lanzar el juguete de forma satisfactoria para él.
De hecho, hoy me atrevo a decir que lo estoy haciendo incluso mejor que de costumbre, posiblemente por esa energía extra que llevo sintiendo desde que me desperté. Me pregunto si será por los nueve días de sueño inducido… Hmmm, no, ¿no se supone que entonces debería estar más empanado? Es una sensación casi similar… Me recuerda a cómo me siento justo después de beb-
Oh.
Cuando entiendo de dónde viene la sensación, me congelo en el sitio.
Viene de beber sangre. Obviamente.
De ahí vienen la energía y la sensación de saciedad. Porque sí, estoy… Saciado. Me he llenado hasta el tope y posiblemente un poco más allá. De manera física, nunca en mi vida he estado mejor, y mi cuerpo se siente estupendo.
Es horrible.
Me da casi asco el saber por qué estoy así. Qué… Qué he tenido que hacerle para llenarme tanto. ¿Cuánta sangre he bebido? ¿L… litros? No… No sé, yo…
Shaïtan llega hasta mí con el disco en la boca, moviendo la cola, y me lo ofrece para que vuelva a tirárselo. De forma medio ausente repito el gesto, aunque ahora de forma un poco más desganada, y cuando lo hago me dejo caer al suelo y observo fijamente la hierba delante de mí.
¿Cuánta de ella podría pintar de rojo con la sangre que he bebido de Hiiro?
¡Tú le has pasado!
No quiere verte porque casi le matas.
No ha sido Naytili. Has sido tú.
La voz del criónido resuena en mi cabeza, repitiendo las acusaciones, aunque después de un tiempo se solapa con la mía propia.
He sido yo el que ha estado a punto de matarle. Porque no he sabido controlarme a mí mismo. Tantas y tantas veces que he jurado que no iba a dejar que nada malo le pasara, y… Y no dejo de fallar.
La torre. Latteria. Kazorami. Y ahora esto.
Esta situación ha sido peor todavía, porque yo he sido el peligro. Si… Si hubiera seguido bebiendo de él… Si le hubiera…
El fuerte ladrido de Shaïtan me saca de mis pensamientos. Me mira de forma interrogante, agitando la cola y parece que un poco confundido porque haya ignorado el disco que me ha traído. Levanto una mano para acariciarle detrás de las orejas.
-Se me han pasado las ganas de jugar, colega -Él gimotea con mis palabras. Ya, lo siento-. Creo que voy a volver a la Guardia. Te prometo ración doble de chuches para compensártelo, ¿vale?
Aún parece un poco insatisfecho, pero tiene que conformarse con eso. Yo vuelvo a la Guardia, mientras que él decide que aún quiere quedarse un rato por aquí cazando mariposas.
En la misma puerta me encuentro con Valkyon, que al verme se acerca a mí, y yo hago lo mismo con el corazón en un puño.
-¿Y bien? -Pregunto, casi con tono de súplica.
-Le he dicho que estabas despierto… Y, bueno, ya se había enterado por el concurso de gritos que has tenido con Gèrard -Ah… Ya. Bueno, él me ha gritado primero-. Le he dicho que estabas bien y que querías verle, y…
-¿Yyyyyy…? -Venga, maldita sea.
-Dice que… -Suelta aire en un suspiro- Dice que no sabe si está preparado. Es… Es mejor que aún esperes un poco, Nevra. Dale un par de días, ahora que sabe que estás despierto y que has vuelto a la normalidad, tiene q-
-¿Días? -La palabra me afecta como si alguien acabase de abrirme las entrañas- Pero q-, ¿ha dicho que no quiere verme?
-No ha dicho eso -Le veo hacer un esfuerzo por buscar las palabras apropiadas-. Es… sólo dale algo más de tiempo, Nevra.
No… No lo entiendo. ¿Para qué necesita tanto tiempo? ¿Es como todas esas veces que se ha encerrado en su habitación porque no quería saber de nada ni nadie? Las veces que ha hecho eso… La primera vez conseguí solucionarlo después de una conversación en la cantina, y la segunda salió sólo porque la corrupción empezó a afectarle y le motivó a que lo hiciera.
Por su cuenta, Hiiro no hubiera salido… Si en el mundo humano se pasó dos años sin hacerlo. Si le doy “tiempo”, no vamos a llegar a ninguna parte…
-¿Nevra?
-¿Hm? -Levanto la cabeza hacia Valkyon.
-Estás… ¿bien? -Hace la pregunta con cautela.
-Sí… Bueno, no; bueno… -A punto estoy de morderme el labio- Lo estaré. Espero.
-Imagino que tiene que ser difícil, pero… Sólo espera un poco, ¿vale? -Asiento, incluso si para mis adentros estoy muy disconforme- He aprovechado para hablar con Eweleïn sobre lo de el test de corrupción. Está esperando en la sala de alquimia.
-Pues… voy a verla.
Noto sus ojos todavía fijos sobre mí según me alejo en dirección al examen.
Al menos eso es medio divertido porque Ezarel está ahí también para cumplir su función como el bufón de la Guardia y hacer de rabiar a Eweleïn mientras me hace la prueba para hacerme reír a mí. A un lado de la habitación tiene puesta una mesa llena de mil trastos distintos y una abrumadora cantidad de notas que dicen: "NO TOCAR", "NO TOQUES ESTO", "MANOS FUERA", "SI LO TOCAS TE ASESINO", "EN SERIO NO LO TOQUES". Deduzco que ahí debe de tener las cosas que se ha traído de Memoria… Me dan ganas de tocarlo a ver qué pasa.
El examen transcurre sin problemas más que Eweleïn está cada vez más irritada por las gracietas de Ezarel, pero después de un tiempo la solución que estaba agitando decide que no va a cambiar de color y se queda azul, y Eweleïn se gira para mirarme casi con asco.
-Enhorabuena, estás limpio -Dice eso mientras se quita los guantes. Uno lo tira a la papelera, el otro lo usa para abofetear a Ezarel antes de tirarlo también-. Ahora si no os importa, me voy a perderos de vista a ambos.
-Pero aún no te he contado el chiste del dalafa patilargo -Ezarel hace un gesto triste. Eweleïn sólo suspira por enésima vez-. ¿Cómo se llama un dalafa con las patas muy, muy largas?
-No lo sé, Ezarel, ¿cómo se llama? -Hago la pregunta con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.
-Dalaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaafa.
El chiste no es bueno, ni siquiera es un chiste, pero lo gracioso es ver las caras de asco que pone Eweleïn. En esta ocasión tampoco decepciona.
-Oráculo, dame paciencia, porque si me das fuerza… -Eweleïn murmura eso casi para sí- Muy bien, chicos. Adiós. Comed frutas y verduras. Cepilláos los dientes. Y tú -Se gira hacia mí y me amenaza con un dedo acusador-. No quiero verte husmeando por la enfermería. Por tu bien y por el de toda la Guardia, porque si te ve ahora mismo es posible que a Gèrard le dé un chungo y me congele la enfermería sin querer.
-A lo mejor es él el que debería tomarse las cosas con tranquilidad entonces -Me quejo entre dientes. Supongo que vamos a obviar el hecho de que me ha perforado un pie.
Eweleïn se va sin decir nada más, dejándome a solas con Ezarito, que sigue aún sonriendo para sí, pero tiene la gentileza de detenerse un segundo a consolarme en mi desgracia.
-¿No ha habido suerte con Hiiro? -Cuestiona.
-Valkyon dice que tengo que esperar para verle, pero no ha dicho cuánto exactamente -Me echo atrás en la silla en la que estoy y resoplo-. Cada segundo que pasa es sólo más agónico y desesperante que el anterior.
-Vale, Melpómene -Me pone los ojos en blanco.
-¿Si yo soy Melpómene tú eres Talía? -Mi comentario parece impresionarle- Un año de griego en el instituto, no lo olvides.
-Tres años de teatro en la universidad, no te me pongas chulo -Con todo lo que presume de ello, empiezo a pensar que no lo hizo sólo "por los créditos", como asegura que fue-. Ya llegará, tranquilo. El chico sólo necesita un poco de tiempo para recuperarse, ha sido una excursión movidita.
-He escuchado que por fin me has hecho caso y te has tirado desde un acantilado -Se encoge de hombros-. Para rescatar a Erika.
-Bueno, ella no iba a rescatarse sola y Leiftan estaba demasiado en shock para reaccionar -Le quita importancia, como si no fuera nada-. Créeme, no volvería a hacerlo, menuda agonía. En otro asunto que no tiene nada que ver, ¿asumo que estás libre esta tarde?
-¿Sí? -No va a forzarme a que le ayude con sus experimentos, ¿no? Los dos sabemos lo mal que se me da la alquimia.
-Estaba pensando que hace bastante que no tenemos una reunión extraordinaria de Líderes de Guardia. Quizá deberíamos tener una para, ya sabes, discutir lo que ha pasado en Memoria. Todo muy oficial.
-Aháaaa… -Eso es… Raro, normalmente soy yo el que propone (o les fuerza a base de ser pesado) este tipo de cosas- Pues… Hoy la verdad es que no sé si tengo cuerpo para ello pero, ¿quizás mañana?
-Cuando tú te veas -Se encoge de hombros.
-Mañana te digo entonces -Me levanto de la silla, listo para irme, pero antes de eso no puedo evitar lanzarle una mirada de interés-. ¿Soy sólo yo, o estás más alegre que de costumbre?
-Imaginaciones tuyas -Él hace una última sonrisa pedante.
Hmmmm, qué sospechoso.
Salgo de la sala de alquimia y me dirijo a mi habitación. Esta vez no voy buscando ninguna esquina oscura, sin embargo.
Shaïtan no ha vuelto aún, así que estoy yo sólo cuando busco en mi estantería mi archivo con los planos de la Guardia y los despliego en mi escritorio. Ya me los aprendí de memoria hace tiempo, pero para el ejercicio práctico que quiero hacer me viene mejor tener una representación visual, porque nunca antes he tenido que colarme en la enfermería.
El muñeco de nieve estará haciendo guardia para que no me cuele, asumo, pero en algún momento tendrá que irse a dormir o al menos levantarse para ir al baño… Si es de noche, sé que Valkyon no va a cogerle el relevo en la guardia, porque Valkyon se va a dormir a las ocho y deja de existir hasta las seis de la mañana del día siguiente… Quizá Eweleïn lo tome por ser una elfa nocturna, pero la verdad es que ella no me preocupa demasiado, porque quizá lo máximo que puede hacer es pegarme un almohadazo (me han contado que se peleó con Naytili y aparentemente le encajó dos de esos… Me lo he tomado como una victoria por parte de la Guardia).
El segundo candidato es… Simonn. Hm, eso es ya un poco más complicado, porque es difícil verle venir y él lo ve todo. Aunque aún no le he visto, y me pregunto si será porque me esté evitando, porque generalmente suele pasarse a saludar cuando alguien vuelve de una misión.
Sé que usa las noches para comer, así que puede estar ocupado a medias… Mi única opción es un golpe nocturno, pero tengo que valorar si es mejor hacerlo por la puerta o por la ventana… La ventana es mucho más segura, pero…---
Cuando cae la noche y me escaqueo para intentar colarme por la ventana de la enfermería y veo a VALKYON puesto justo debajo de la misma, casi se me desencaja la mandíbula.
Quiero sentirme ofendido, por un lado, por la poca confianza que tiene en mí; pero por otro, y teniendo en cuenta la situación, realmente no puedo culparle.
Como sea, esto sólo cambia mis planes un poco.
Hace alrededor de veinte minutos que he visto desde mi escondite en las sombras de la sala de las puertas a Eweleïn echando al helado de la enfermería diciéndole que se fuera a dormir, lo que me ha dado a mí mi ventana de oportunidad (no es una ventana metafórica). Resulta que a Eweleïn, por muy inteligente que sea, no se le da muy bien hacer el elfo. Al menos comparada con Ezarel, que puede escuchar a Taenmil piar desde el otro lado del bosque de Eel y podría atinarle en el ojo con una flecha si quisiera. Así que no me preocupa demasiado que pueda escucharme porque, la verdad, puedo ser muy silencioso cuando quiero.
Pero por si acaso el muñeco de nieve volvía o si por si acaso ocurría algo inesperado (ejemplo: Valkyon), me tenía preparado un as bajo la manga. Lo siento por esto, amigo. Te invitaré a algo de beber a cambio.
Con un soplido contundente a través de mi útil cerbatana de emergencias que no uso nunca porque ir dejando cuerpos dormidos por ahí cuando te estás infiltrando en algún sitio es bastante impráctico, un proyectil somnífero se clava en el cuello de Valkyon que, a juzgar por su cara, ya se estaba quedando dormido por su cuenta.
-Otra vez no… -Se queja de eso mientras el somnífero hace efecto y él empieza a deslizarse pared abajo.
-Lo siento… -Me disculpo mientras me acerco a él, y cuando intuyo que está a punto de llamar a un comesueños al que no quiero ver ahora mismo, le tapo la boca con la mano- Shhh… Es tarde ya, vete a dormir, Valky.
Con sus últimas fuerzas, me hace una peineta antes de caer dormido. A pesar de la situación, el gesto me indigna un poco, porque creo que nunca le he visto hacérselo a nadie.
Sea como sea, está dormidito y lindo, así que le doy un besito de buenas noches y con eso es hora de continuar con la operación.
Le aparto de en medio, dejándole más o menos recostado contra la pared del edificio allí donde no me estorbe. Me alejo del edificio la distancia justa, haciendo cálculos mentales que sé que no me van a servir para nada porque si fallo pues lo intento otra vez y listo; y después de tomar carrerilla…
Vuelvo a correr hacia la pared, salto todo lo alto que puedo y me apoyo en ella sólo para darme impulso con las piernas una vez más y así, cuando extiendo los brazos, consigo engancharme al alféizar de la ventana. Guay.
Pegándole otra patada a la pared y haciendo un poco de fuerza, consigo encaramarme del todo y entrar por la ventana. No ha sido tan difícil… Si Alec puede, yo también.
Nada más entro, quitándome un poco de encima el polvo de cal de la pared, echo un vistazo a la habitación.
Y en seguida llama mi atención el bulto que descansa en la camilla, durmiendo tranquilamente, con una respiración que sube y baja de forma profunda.
Me acerco a él. Hiiro…
Duerme de forma… calmada, como tantas otras veces le he visto hacer. A simple vista, no hay nada especialmente inusual en él… Salvo que se ha cortado el pelo. Es… raro verle sin el flequillo. Parece una persona distinta. Aunque no le queda mal… Me pregunto si, ahora que lo tiene corto, el pelo pinchará un poco, o si seguirá siendo tan suave como siempre.
Estiro una mano para hacer la prueba…
Pero cuando voy a tocarle, un fuerte ruido en la forma del graznido de un crowmero llama mi atención y me hace pegar un respingo en el sitio. Me giro hacia la ventana, donde el familiar me mira fijamente, casi como si me estuviera juzgando con la mirada y estuviera enfadado conmigo. Chst, no hagas ruido.
Intento espantarle a base de hacer aspavientos, pero él parece poco impresionado. Vuelve a graznar, y es cuando ya me aburro y directamente voy a él para alejarle de un manotazo, y entonces ya alza el vuelo y se va, pero veo que se posa no muy lejos. Maldito bicho… Quizá debería cerrar la ventana. Bueno, o a lo mejor no, Hiiro suele ser de sueño bastante profundo así que va a estar difícil que se…
Cuando vuelvo a girarme, mi mirada se cruza con la suya.
Me quedo congelado en el sitio.
Un silencio intenso se instala mientras intercambiamos miradas. En su cara veo la sorpresa y sus ojos, muy abiertos, parecen brillar incluso en la oscuridad de la noche con… Con miedo.
Está asustado. De mí.
El silencio se alarga. De repente haber entrado aquí me parece una mala idea. Aún así, ya estoy aquí, y no pienso irme sin dejar las cosas bien entre nosotros, así que...
-Hii-
-¿Por qué estás aquí?
La pregunta me corta. Por… Por qué estoy…
-Quería… verte -Respondo, pero mi voz suena bastante más débil de lo que pensaba que iba a salirme.
Sigue mirándome fijamente. Su mirada empieza a ponerme incómodo, porque es como… Como si estuviera esperando a que fuera a saltar sobre él en cualquier momento, y no voy a hacer eso.
-Quería saber si estabas bien -Intento hablar de forma un poco más firme-. Tenía que… verlo yo mismo.
-Estoy… -Ahora evita mi mirada. Le veo apretar las sábanas de su cama con las manos- Estoy bien. A medias. Te lo habrán contado todo ya… -Asiento- Nevra, no… No me siento cómodo contigo aquí. Tengo que pedirte que te vayas, por favor.
Escuchar eso me rompe el corazón.
-¿Por qué? -Avanzo un paso hacia él- Hiiro, yo nun-
-Nevra.
-Nunca te haría daño de forma voluntaria, y lo sabes -Tener que decir esas palabras me duele-. Jamás, eso es lo último que quiero. Lo que pasó en Memoria fue… No sé si te lo habrán explicado. Sé que ha tenido que ser horrible para ti, pero quiero prometerte q-
-Deja de acercarte.
Sus palabras vuelven a cortarme. Sigue evitando mi mirada, con la cabeza vuelta al frente en vez de hacia mí.
-Estás… ¿estás asustado? -Hago la pregunta yo mismo con miedo de la respuesta.
-Sólo a medias. Sé… Sé que de forma voluntaria no vas a hacerme daño. Sé que lo que pasó fue un… accidente. Pero-
-Entonces-
-Pero -Repite la palabra con más énfasis-. Ese no es el problema, Nevra. Y no me apetece hablar de esto ahora. Por favor, vete. No estoy listo para tener esta conversación.
-Si no es ahora, no va a ser nunca -Vuelvo a adelantarme un paso-. Es siempre igual, y lo sabes. No voy a irme de aquí hasta que no arreglemos esto y-
-Nevra -Toma aire de forma muy pesada-. Por favor. Por favor, vete y déjame en paz.
El tono en el que pronuncia las palabras, tan… Derrotado y dañado, a mí me destroza. Pero precisamente por eso sé que no puedo irme ahora. No hasta que haya dejado las cosas bien con él. No puedo dejarle así de roto.
Desoyéndole, me acerco a él y me coloco junto a la cama. Él evita mi mirada al girar la cabeza hacia el lado contrario, y no puedo verle la cara.
-Por favor, Hiiro. Vamos… Vamos a hablar.
Su cabeza niega suavemente. Yo suspiro y me coloco de rodillas en el suelo. Cuando voy a colocar una mano sobre la suya, listo para empezar con el discurso que tenía planeado en mi cabeza, él se escapa todo lo rápido que puede.
Prácticamente salta de la cama para huir de mí, saliendo por el otro lado, y le veo con la intención de ir hacia la puerta, así que rápidamente me incorporo para interponerme en su camino y le agarro por los brazos, con lo que él pega un respingo.
-Hiiro, escúchame-
-¡No! -Me grita, y eso me deja atontado por unos segundos- No, Nevra, no quiero escucharte; no quiero hablar contigo; no quiero verte; ¡quiero que me dejes en paz! ¡Quiero que, por una vez en tu vida, tengas un mínimo de respeto por mí y me dejes y no te acerques a mí y SUÉLTAME, NEVRA!
Lo hago, dejándole ir y poniendo las manos en alto. Él retrocede un par de pasos.
Respira de forma acelerada, como cuando solía ponerse a hiperventilar, y veo que tiene los ojos húmedos. Oh, Hiiro…
-Lo… Lo sien-
-No te disculpes -Es lo que dice, con voz estrangulada, mientras se seca las lágrimas-. Ya es muy tarde. Disculparte es lo primero que tenías que haber hecho; y claramente no ha sido así.
-No quería hacerte daño…
-Pues lo has hecho -Lo que quedaba de mi corazón resquebrajado se convierte en polvo-. Lo has hecho y ya no… No tiene remedio.
-Pero… Aún podemos…
-No -Me interrumpe. Me doy cuenta de que estaba a medias de volver a extender una mano hacia él, así que la bajo inmediatamente-. No podemos hacer nada. Ahora mismo estoy… Demasiado enfadado, y triste, y dolido. Lo que ha pasado, lo que hiciste en Memoria, no… No estuvo bien, Nevra. Y no sé si voy a poder aceptar lo que ha ocurrido tan fácilmente.
-Tenía que hacerlo, Hiiro… -Intento justificarme- Iba… Iba a matarnos a los dos. Puedo asegurarte que nada de lo que ha ocurrido era algo que yo quisiera. Al contrario, mi intención era...
-No -Intenta cotarme, de nuevo.
-Pero es importante -Insisto-. Si te hubiera perdido, nunca hubiera podido perdonarme a mí mismo, y tenía-
-No.
-Tenía q-
-No lo digas…
-Tenía que salvarte.
No registro la bofetada hasta que no siento el dolor en la mejilla.
Atónito, me llevo la mano a la cara, sorprendido en parte por el golpe y su violencia; y por otro lado por… porque no entiendo por qué lo ha hecho.
Los ojos de Hiiro están llenos de lágrimas ahora, y me mira ya no con miedo, sino con una mezcla de enfado y dolor.
-No tienes que salvarme -Dice, con voz temblorosa-. Nadie tiene que hacerlo. Ni tú ni… -Gimotea, llevándose las manos a la cara. Se toma un segundo antes de frotarse las lágrimas y volver a hablar- ¿Dónde está el límite? ¿Qué es lo que harías por “salvarme”? ¿Matar a alguien? ¿A cuánta gente? ¿Qué es lo que harías, destruir el Gran Cristal, si eso fuera a salvarme la vida? ¿Te suicidarías, si eso fuera lo que hiciera falta?
… Oh no.
Esas eran las palabras… Las mismas palabras que usó Henry…
-¿Crees que eso es “salvarme”? -Habla con voz rota- ¿Piensas que de verdad eso es lo que yo quiero? ¿O es lo que quieres tú? -¿Qué…?- Colarte aquí, para hablar conmigo, ¿es por mí? ¿Para que solucionemos las cosas, para que yo ya no esté asustado? ¿O es para que tú te quedes con la conciencia tranquila después de casi matarme? Porque te recuerdo, si se te ha olvidado, que eso es lo que casi pasa mientras tú estabas intentando “salvarme”. Casi me matas, y tú… C-casi te conviertes en algo… En un…
Ha empezado a temblar ligeramente, pero no sé si es por el enfado o por el miedo. Todo mi cuerpo me pide que le abrace pero, llegados a esas alturas, empiezo a darme cuenta de que… De que tenía que haber escuchado a todo el mundo cuando me han dicho que no tenía que venir.
-¿Por qué? -Me mira lleno de un enfado frustrado- ¿Por qué tú, por qué todo el mundo insiste en tener que "salvarme"? ¿Por qué tiene mi vida más valor que la de cualquier otra persona?
Pero la tiene. Para mí, la tiene, Hiiro, porque…
-Eso es porque yo te-
-¡Me da igual! -Ahora me grita- Me da… Me da exactamente igual, Nevra. Lo que sea que sientas no te da derecho a intervenir de esa manera sobre mi vida.
Eso… Eso me hace daño. Me hace mucho daño… Pero ante su tono de voz, su gesto airado, sus palabras ofensivas, todo lo que puedo hacer es enfadarme.
-¡Te he salvado la vida! -Le respondo gritando también- ¡Deberías estarme agradecido!
-¡Tú no me has salvado de nada, eres el que casi me mata! ¿Darte las gracias? ¡Lo primero que tenía que haber salido de tu boca es una disculpa, y aún la estoy esperando!
-No pienso disculparme por hacer lo correcto.
-¿Lo "correcto"? ¿Pero quién cojones te crees que eres? -La palabra me hace fruncir un poco el ceño, porque generalmente Hiiro no suele caer en lo soez, sin importar lo enfadado que esté- ¿Quién eres tú para decidir qué es lo correcto? ¿Quién eres para decidir si vivo o muero, o lo que tengo que hacer con mi vida?
-¡Soy tu-!
-No.
Me mira fijamente. El azul de sus ojos perfora mi alma con un… Un odio que no he sentido nunca antes sobre mi persona.
-Desde el primer momento… Siempre has sido tú el que decidía si puedo hacer algo o no. No te han importado nunca mis límites, los has traspasado una y mil veces, siempre; siempre has forzado mi confianza con la excusa de nuestra relación. Est-estoy harto de eso. Estoy harto de ti, de que hagas lo que te dé la gana, estoy harto de que decidas por mí, estoy harto de todo.
Toma aire de forma temblorosa. Yo, ya no enfadado, simplemente no sabiendo cómo sentirme, le miro en completo silencio, notando cómo el suelo se desvanece bajo mis pies.
-Estoy harto de ti -Repite, con ese tono terriblemente frío y aterrador-. Déjame en paz. Desaparece de mi vida, Nevra, para siempre.
Qué…
No.
No, no, no; no, no, no, no, no… No, me niego, no, p-por qué; no, no puede ser, no…
-Qué estás diciendo -Mi voz suena con un tono que no reconozco, como si no fuera mía-. Hiiro, no… Por qué… ¿Por qué dices eso?
-¿No he sido lo suficientemente claro? -Sus palabras desprenden veneno- Fuera de mi vista.
-No pienso irme a ninguna parte -De nuevo me acerco para agarrarle por los hombros-. Esto no va ser así, Hiiro, porque tú y yo-
Antes de que pueda terminar la frase, de repente noto dos manos en mi garganta.
Caigo al suelo con Hiiro encima, y la sensación de asfixia empieza a agobiarme cuando la presión de sus manos me oprime con fuerza… Con mucha, mucha fuerza. No pue-No puedo respirar… Me está haciendo… me está haciendo verdadero daño.
-Si no vas a hacerlo tú, tendré que hacerlo yo -Sigue hablando con ese tono de voz tan siniestro. En sus ojos no veo emoción alguna, sólo vacío, y eso me perturba-. ¿Qué se siente cuando eres tú la presa? ¿Entiendes ya por lo que me has hecho pasar?
-Hii- -Intento hablar, pero él estruja un poco más y mi voz se corta.
-¿Tienes la empatía necesaria para entenderlo? -Continúa, cada vez con un tono más ronco- ¿Puedes sentir algo siquiera? Quizá no, teniendo en cuenta que tu corazón no late. No late, no tienes pulso… Deberías estar muerto, pero no lo estás… Eres una abominación, un monstruo… Muere, muere de una vez, bestia, muérete y vete al infierno y púdrete ahí hasta-
Un estallido de fuerza repentina entre nosotros hace que Hiiro salga despedido hacia atrás, y yo tomo una bocanada de aire en cuanto me veo libre de su estrangulamiento.
Interponiéndose entre nosotros ahora está Simonn, que acaba de aparecer de la nada. Me lanza una única mirada de soslayo antes de volverse hacia Hiiro mientras se ajusta la corbata.
-Yo me encargo de esto, Hiiro -Dice, con voz calmada y suave-. Deberías irte a dormir.
-No tengo por qué hacerte caso -Ahora la mirada de Hiiro se fija en Simonn con la misma frialdad que ha hecho conmigo-. Tú eres igual que él, otra de esas bestias… Tú ni siquiera tienes un cuerpo, sólo un montón de polvo esperando a que se lo lleve el viento -Ignorando el monólogo, Simonn se acerca a él. Suavemente empieza a empujarle en dirección a la cama y Hiiro se deja hacer, aunque siga hablando-. Eres, de lejos, la más miserable de las criaturas que vive en este patético mundo… ¿Por qué sigues vivo, siquiera? Un traidor como tú no se merece…
-Lo sé, lo sé… -Con suavidad, Simonn termina de colocarle en la cama y hasta le arropa sin que el otro se queje siquiera- Descansa, ¿vale?
Hiiro aún se queda murmurando entre dientes, pero Simonn le ignora y se acerca a mí. Yo seguía aún tirado en el suelo, demasiado impactado por toda la situación como para poder reaccionar, así que es él el que prácticamente me levanta y me empuja fuera de la sala.
Al otro lado de la puerta está Eweleïn, que parece casi asustada, por la cara que tiene.
-Siento el retraso, ya está solucionado -Informa Simonn-. Aún necesita unos minutos para calmarse, sigue un poco… Agitado. Espera un poco antes de dormirle.
-De acuerdo… Gracias por venir -Me dirige una mirada… Enfadada-. Y tú… No tengo palabras para ti. Aunque las tuviera, daría igual porque parece que haces oídos sordos a todo lo que te dicen. Que todo el mundo te diga, y te repita constantemente, que no debes hacer algo a ti te da igual, ¿no?
-Yo… -Mi voz suena un poco ronca, no sé si por el intento de estrangulamiento o por la emoción contenida.
-Dale un momento, Eweleïn -Simonn me da un par de palmadas en la espalda. Son un poco… bruscas-. Está pasando un mal rato ahora mismo y seguro que eso ya es castigo suficiente. Mañana ya le puedes echar la bronca cuando se la eche todo el mundo.
Ella simplemente resopla con indignación. Simonn me saca de la enfermería aún con una mano en mi espalda, no sé si para guiarme o para evitar que me dé la vuelta, y cuando salimos me dirige una mirada que me lo dice todo.
-Lo sé, ha sido una estupidez, yo… -Falto de excusas, porque todas las que puedo darle ya se las sabe, simplemente me rindo- Qué… ¿Qué ha sido eso? Hiiro ha…
-No se lo tengas en cuenta -Dice eso mientras aprieta los labios-. Es la corrupción, ya sabes que le hace hacer… Cosas raras.
-Valkyon me había dicho que eso estaba controlado… -Por cómo estaba Hiiro, no diría que nada está “controlado”- Y… Y Hiiro nunca se ha comportado así conmigo. La última vez, a pesar de la corrupción, conmigo siempre-
-Nevra -Simonn me agarra por los hombros y me mira fijamente-. Voy a ser brutalmente sincero contigo, en caso de que nadie lo haya sido ya. Puede que no haya sido a propósito, pero tú has causado esto. Ahora mismo, tú eres la fuente del dolor de Hiiro. La mitad de lo que sea que te haya dicho ahí dentro es verdad, por muy cruel que suene. Por eso no debes de acercarte a él. Por tu bien, por el suyo, por el bien de toda la Guardia y Eldarya si nos ponemos dramáticos.
No sé qué decir.
Después de todo lo que ha pasado, simplemente estoy… N-no sé ni cómo estoy. Hundido, cuanto menos. La imagen de Hiiro pasa por mi mente; la frialdad y el odio en sus ojos… Eso… Eso era la corrupción, ¿verdad? No era… No era él…
-A decir verdad, es la primera vez que pasa esto -Después de unos segundos de silencio, Simonn vuelve a hablar, ahora soltándome-. Hasta el momento ha estado… Tranquilo, quizá hasta demasiado. Casi como si estuviera meditando… Valkyon dijo que tal vez era que estaba intentando controlar la corrupción. Verte, y sobre todo después de haber dicho expresamente que no quería hacerlo, ha tenido que ser la gota que ha colmado el vaso.
-Es… es culpa mía -Murmuro las palabras, desconsolado.
-Sí -Y él no es para nada suave-. Pero sólo en parte. No es culpa tuya que se corrompiera, y lo que pasó en Memoria tampoco lo es… Del todo. Pero sí eres culpable de haberte saltado las normas y, sinceramente, puedes agradecer que Ewe me haya avisado a mí y no a Gèrard, porque yo estoy enfadado, pero él te hubiera cortado la cabeza sin pensárselo dos veces -Empiezo a pensar que a lo mejor es lo que me merezco-. No puedes hacer este tipo de cosas, ¿vale? Por Hiiro -Asiento escuetamente. Él me da un golpecito en la mejilla, la misma en la que me ha abofeteado Hiiro antes-. Bien. Hora de irse a la cama, mañana será un nuevo día y puedo asegurarte que mucha gente va a gritarte, así que mejor que estés con fuerzas.
-No… No puedo dormir -Se me retuerce el estómago sólo de pensar en el porqué-. Mi cuerpo está demasiado energizado a causa de la sangre.
-¿Quieres que te duerma? -Propone- Es mejor que pasarse toda la noche en vela dándole vueltas.
Asiento escuetamente.
Simonn vuelve a darme una palmada, esta vez en el hombro, y empieza a llevarme hacia mi habitación. No digo nada y él tampoco. En el interior de mi mente se repite todo lo que ha pasado, cada una de las palabras de Hiiro, cada una de sus miradas.
Y cuando Simonn me duerme, en una sensación extraña que revuelve mi cuerpo mientras su esencia de comesueños me atraviesa, al menos agradezco que no vaya a tener sueños esta noche, porque estoy bastante seguro de que iba a seguir soñando con la mirada gélida de Hiiro.---
Al día siguiente, todo el mundo me grita mucho. Eso no es ninguna sorpresa.
Eweleïn me grita después de asegurarme que Hiiro está bien, simplemente ha sido un “episodio”. Miiko me grita porque no la hago caso y no hago caso a nadie y soy un irresponsable y etc, etc. Ezarel me grita porque Eweleïn lleva toda la mañana gritándole a él sobre el horror de persona que soy. Valkyon no me grita, simplemente me fulmina con la mirada, y aunque me disculpo varias veces sé decir que está muy enfadado conmigo… Y Valkyon nunca se enfada. Hasta Leiftan me lanza una de esas miradas de madre decepcionada.
Del criónido ni hablamos. No me le he cruzado y juraría que hay una operativa para que no volvamos a estar nunca los dos reunidos en la misma habitación, porque va a correr la sangre si eso ocurre.
Lo que sí es una sorpresa es que, a media mañana, cuando todo el mundo me ha reventado la oreja a gritos ya, Simonn aparece con cara de preocupación para decirme:
-Hiiro dice que quiere verte.
Y sí que me quedo sorprendido. Lo suficiente como para que los dos nos quedemos en mitad del pasillo durante al menos unos segundos hasta que termino de entender el sentido de la frase, y entonces le lanzo la mirada más confundida que le he lanzado a nadie en mi vida. Él se encoge de hombros.
Pero aparentemente es verdad, así que le sigo hasta la enfermería. No hay criónidos a la vista, el puesto de vigilancia ahora lo ocupa Valkyon, que todavía me mira mal, y yo no puedo evitar sentirme avergonzado.
-Si ocurre algo… Preocupante, tiraré la puerta abajo si hace falta para sacarte de ahí -Informe-. Y con eso me refiero tanto a si Hiiro decide que quiere estrangularte de nuevo como si le escucho una sola queja sobre ti.
-Vale… -Me lo merezco un poco, así que acepto su medio reprimenda con las orejas gachas y el rabo entre las piernas.
Al menos nos dejan intimidad, lo cual es de agradecer.
Cuando entro, me encuentro a Hiiro sentado a uno de los lados de la cama, mirando más allá de la ventana con aire pensativo. Al verme entrar se pone en pie casi al instante y cambia su atención a mí. Puedo ver que está… tenso. Ninguno de los dos dice nada durante unos instantes.
-Hola… -Saludo pasado un rato- Me han dicho que… Bueno, querías verme.
-Hola -Él me devuelve el saludo escueto y murmurado-. Eh… sí.
Silencio… tenso.
-Te has… cortado el pelo -Hago la observación obvia, aunque no tengo muy claro por qué. Quizá sólo para distraerle de cualquier tipo de conversación seria que él quiera tener-. Te queda bien así corto. Se te ven mejor los ojos.
-Hm -Por la cara que pone, juraría que a él no le gusta demasiado el nuevo peinado… Es verdad que le tenía mucho cariño al flequillo-. Me estaba creciendo demasiado, así que le pedí a Eweleïn que le diera un repaso, y… Gèrard ha tenido que arreglarlo después -Frunce el ceño. Hmmm… Creo que he tocado un punto sensible sin darme cuenta. ¿Dejaré de meter la pata algún día?
Vuelve a haber un silencio tenso. Aunque se me ocurren más tonterías de las que hablarle, no quiero seguir liándola más de lo que ya lo he hecho, pero él tampoco parece tener muy claro cómo empezar la conversación, así que…
-Siento lo de anoche -De nuevo soy yo el que habla-. No tenía… No tenía que haber venido. Me pediste que no lo hiciera. Lo siento.
-No… No pasa nada -Le veo hacer una mueca de pena-. Entiendo por qué lo hiciste… Soy yo el que lo siente -¿Eh…?-. Dije cosas… Terribles. Y lo siento muchísimo, yo no… -Suspira- No quería decir todo eso.
-La corrupción estaba hablando por ti… -Intento aliviar sus penas. Es también culpa mía que eso pasase.
-Aún así, son cosas horribles -Se lleva una mano a la cabeza-. Ni siquiera soy completamente consciente del todo de lo que pasó… Era como si tuviera una fiebre horrible, no… No lo sé, lo siento, es muy confuso todo, sólo sé que grité muchas cosas que no quería decir en realidad.
-Lo entiendo. Yo también he hecho cosas… Que no quería hacer.
No puedo evitar que mi mirada vaya al vendaje en su cuello. Anoche no me fijé del todo, porque estaba preocupado por demasiadas cosas, pero ahora puedo ver el blanco de las vendas que cubren su cuello y bajan hacia abajo… Sus brazos están también cubiertos con pequeñas secciones de gasa, y puedo imaginar que debajo de su bata habrá más heridas. No quiero imaginar cuántas.
-Lo sé -Sintiendo perfectamente cómo le observo, él hace el gesto de cerrarse un poco más la bata, posiblemente para intentar protegerse de mi mirada… Así que le miro a los ojos-. Lo que pasó… No fue culpa tuya.
En mi interior, una torre se derrumba. Mi pecho duele como nunca ha dolido, y un escozor en mi garganta, uno que no es de sed, hace que me entren ganas de llorar.
-Lo siento muchísimo -Mi voz sale como un gemido, una súplica, desesperación pura-. Hiiro, l-lo… Lo siento. No tengo más palabras, simplemente lo siento… -Me escuece el ojo- Pensar… Pensar que iba a perderte me… Me volvió loco por un segundo, y tenía que hacer algo. No hubiera podido perdonarme a mí mismo si te hubiera dejado morir. Y estaba tan… tan desesperado, que me dio igual todo, y sé que no tenía que haberlo hecho, pero por un segundo se me ocurrió pensar que sería capaz de controlarlo, y en ese segundo…
-... te controló a ti -Él termina mi frase. Le miro con nada más que con angustia-. Karenn vino a explicármelo. Qué era lo que había pasado, por qué te habías… transformado. No fue muy amable. Me dijo que había sido culpa mía. Que había sido una horrible influencia para ti, que le había robado a su hermano y que por mi culpa no ibas a volver nunca. Yo… Tampoco fui muy amable con ella -Frunce el ceño-. Después de unas horas volvió a pedir disculpas, y luego se fue y no hemos vuelto a hablar. No creo que volvamos a hacerlo hasta dentro de mucho -Oh, Karenn… Esto… Esto la ha debido de afectar más de lo que pensaba. Pero no es culpa de Hiiro, y lo sabe-. Pero la verdad es que con todo eso, pensé… Pensé que te había matado.
Veo una lágrima correr por su mejilla. Quiero ir hasta él, secar esa lágrima, abrazarle, no soltarle nunca, decirle que le quiero, pedirle perdón, asegurarme de que para siempre, para siempre, Hiiro va a estar bien…
Me quedo donde estoy, a pesar de que eso toma toda mi fuerza. Porque sé que eso es lo que él quiere.
-Pensé en Henry -Se seca la lágrima, pero en seguida otra la reemplaza-. Y en cómo le había hecho lo mismo a él. Porque- porque puedo enfadarme, puedo decir que e-es culpa vuestra, que vosotros habéis sido los que habéis elegido hacerlo, pero… Pero sé que es por mí, y que es culpa mía.
Nunca. Nunca, nunca.
-Hiiro, no e-
-Da igual lo que digas, Nevra -Cuando me mira, le veo… Roto. Roto como sólo le he visto una vez, en un sueño, tirado en el suelo de un hospital mientras lloraba a gritos la muerte de su hermano-. No puedo quitarme esta sensación de encima. No pued-no puedo con esto. No otra vez -Se lleva una mano al pecho-. Maté a mi hermano y casi te mato a ti. No… No puedo vivir con esto. No soy capaz. No te imaginas cuanto -Aprieta la mano sobre su pecho, arrugando la tela de la bata-, cuanto duele.
Una pausa completamente muda. No sé qué decir, no sé qué hacer. Sólo puedo tragar saliva y contener las lágrimas mientras escucho sus sollozos.
-No sé… -Cuando se calma un poco, sigue hablando- No sé qué es lo que voy a hacer ahora. Posiblemente ya lo sepas, pero la Guardia me ha prohibido seguir ejerciendo, así que… -Solloza- No puedo… no puedo seguir intentando dar caza a El Titiritero, que era como, ¿el único objetivo que tenía mi vida? -Oh… No…- Así que estoy… Bastante perdido. Y no sé qué… Qué dirección tiene mi vida ahora.
Dirección. Yo puedo dártela. Dame la mano y no la sueltes. Desde aquí hasta el fin de nuestros días, me aseguraré de que siempre, siempre, seas feliz…
-Lo… Siento mucho -Vuelvo a disculparme. Por todo-. Hiiro, a partir de ahora yo… V-voy a hacer lo imposible para evitar que sientas eso, y voy a-a encargarme de ti, y cuidarte, y…
-No, Nevra, eso no es -Por un segundo se interrumpe para tomar aire-. Eso no es lo que quiero. Ni lo que necesito. Y mucho menos lo que necesitas tú -¿Qué… qué quiere decir con eso?-. Ahora mismo necesito… Calma. Ya… ya has visto lo que pasa si no.
-Por eso sacarte de las misiones ha sido buena idea -Por mí, te hubiera sacado mucho antes. Así nada de esto hubiera pasado…-. Sin el estrés de tener que pensar en El Titiritero y, bueno, sin todo lo de casi morirte a cada misión que hacemos, seguro que todo mejora.
-Lo que quería decir es… -Toma aire de nuevo- No sé cómo hacer esto, Nevra…
-¿Hacer el qué?
Hay unos segundos de pausa. Una sensación preocupante empieza a abrirse paso en mí, y noto cómo el aire se carga con algo pesado y… doloroso.
-Nevra… -Tras unos instantes consigue armarse de valor y volver a mirarme a la cara- Creo que no deberíamos vernos durante un tiempo.
Qué… vernos… Pero…
-¿Ver… nos? -Repito la palabra muy confundido. No lo entiendo. Una vez más, como tantas cosas que han pasado en las últimas veinticuatro horas, no lo entiendo- Como… N-no volveré a colarme en tu habitación, lo prometo… Me esperaré a que seas tú el que quiera-
-No me refiero a eso, Nevra -Le veo morderse el labio ligeramente.
¿No? Pero entonces, ¿qué…?
El verdadero sentido de sus palabras me golpea de repente. No siento ningún tipo de dolor, ni tristeza, ni… Nada. Por un instante, no siento nada.
-¿Estás rompiendo conmigo?
Él no responde, pero leo la respuesta en sus ojos azules, llenos de preocupación y angustia.
Siento que me quedo sin aire, y algo oprime los pedazos de mi destruído corazón. El dolor llega entonces, lo noto no sólo en mi pecho sino en cada rincón de mi cuerpo, un escozor y una amargura intensas y desquiciantes.
-¿Estás rompiendo conmigo? -Vuelvo a repetir la frase, ahora incrédulo. Certeza, necesito certeza… O una negativa que me haga recuperar la esperanza. Eso es, Hiiro no… Hiiro nunca… No haría eso. Me quiere. Me quiere, así que no iba a abandonarme, ¿no?
-Nevra… -Dice mi nombre en un quejido- Sé… Sé que no es fácil… Créeme, también es difícil para mí, y…
-Pues no lo hagas -Ignorando la norma de no acercarme a él, doy un paso en su dirección-. No lo hagas, no lo hagas; Hiiro, no- No puedes… Si tan difícil es, no deberías hacerlo. Precisamente, en tiempos difíciles tenemos que mantenernos unidos…
-Al contrario, necesito espacio -Hace el gesto de ir a jugar con su flequillo, pero ya no está ahí, así que su mano no hace nada en el aire-. Necesito… Necesito estar solo. Quiero pensar, quiero intentar calmarme de verdad, y necesito tiempo para mí y…
-Me necesitas a mí -Me doy un golpe en el pecho-. Yo puedo ayudarte. Siempre lo he hecho, y no voy a dejarte pasar por todo esto a solas…
-Nevra, no te necesito. No quiero necesitarte. Es… Es al revés, Nevra. Eres tú el que me necesita a mí, y eso no está bien.
Ahora le miro confundido. Necesitarle… No… Bueno, sí.
-Por supuesto que te necesito -Mis palabras suenan casi en llanto según mis últimas fuerzas me abandonan y una lágrima empieza a abrirse paso en mi ojo-. Te… Te quiero, Hiiro. Estoy enamorado de ti.
-Lo sé -En respuesta, él también se echa a llorar de nuevo, como… Como si de verdad le doliera lo mismo que me está doliendo a mí-. Pero, Nevra… Tu vida no puede depender de la mía. Igual que yo necesito tiempo para volver a… A conectar conmigo mismo, o lo que sea; tú necesitas aprender a vivir sin mí. No puedes… No puedes poner tu vida en peligro cada vez que a mí me pasa algo.
-Pero no puedo -Vuelvo a adelantarme un paso para llegar a él y cojo su mano. Ahora lloro de verdad, aunque lo haga a medias, las lágrimas corren por mi cara y no puedo contenerlas, a pesar de mis mejores esfuerzos-. No puedo vivir sin ti, Hiiro.
-Entonces, tenemos un problema -Con suavidad, él retira su mano de entre las mías-. No puedes hacer eso, Nevra. ¿Qué vas a hacer cuando yo me vaya?
-¿Irte? -La palabra me suena extraña, como si el concepto de que Hiiro no esté aquí fuera algo completamente imposible.
-Al mundo humano, Nevra -Aunque siga siendo con un tono estrangulando a causa de las lágrimas, intuyo que intenta hablar de la forma más suave posible-. Tengo que volver. Algún día voy a irme, y tú… Vas a tener que aceptarlo. Y ahora… Ahora, necesito estar solo, y vas a tener que aceptarlo también.
Sus ojos me miran con una intensidad que pocas veces le he visto, y su azul me rompe por completo. No puedo apenas sostenerle la mirada. No… No puedo…
-Nevra…
No puedo.
Giro sobre mí mismo y sin pensármelo dos veces echo a andar fuera de la sala. Hiiro vuelve a llamarle, pero le ignoro, porque el sonido de su voz me destroza.
Estoy bastante seguro de que rompo el mecanismo de la puerta al abrirla, pero me da igual. Salgo de la habitación e ignorando al resto de personas que hay en la sala, simplemente echo a andar. Lejos, lejos, donde sea. Lejos.
Hiiro. Hiiro, Hiiro. No.
No, no.
No puedo perderle.
No quiero perderle.
No quiero estar solo de nuevo.
Le quiero, le quiero, le quiero.
Rompo a llorar. Un llanto desesperado en mitad del CG, que hace que la gente a mi alrededor me mire de forma extrañada, pero yo lo ignoro. El dolor y la angustia se apoderan de mí, toman completo control, y mi cuerpo no responde más que a ellos. Lágrimas que se derraman, sollozos que escapan. Mi cuerpo, de repente débil a pesar de todo, se deja llevar por las emociones. A cada gemido se sacude y se rompe cada vez más, con cada hipo mis rodillas amenazan con ceder y tirarme al suelo, mi pecho duele ahora también de forma física cada vez que el llanto me desgarra por dentro.
En algún momento siento una mano sobre mi hombro. Soy capaz de mirar hacia atrás y allí veo a Valkyon, que me mira con ojos llenos de preocupación.
Sin pensármelo me echo sobre él, llorando aún, y dejo que él me abrace y me consuele.
Aunque no haya ningún consuelo para mí ahora mismo.---
Tiempo después, no sé cuánto, estoy en la cantina.
No sé cuánto tiempo me he tirado llorando, si han sido minutos u horas. Mi ojo está completamente escocido y enrojecido, mi nariz aún moquea y si pudiera seguramente estaría pelada de todos los pañuelos que he debido usar.
Valkyon me llevó directamente a la sala de alquimia, donde sólo estaba Ezarel, y allí los dos me han dejado llorar a gusto durante… El tiempo que haya sido necesario. Lo único que han dicho ha sido, de vez en cuando algunas palabras de ánimo, nada más. Por una vez, Ezarel se ha guardado sus burlas y sarcasmos; y Valkyon ha intentado ser todo lo sensible que ha podido.
Cuando he dejado de llorar creo que ha sido porque mi cuerpo se ha quedado sin fuerzas más que otra cosa.
Y entonces nos hemos ido a la cantina, Ezarel ha decretado que estábamos en una reunión extraordinaria de Líderes de Guardia y, con una serie de bebidas en las que he intentado ahogar mis penas, aquí estamos.
Les he visto lanzarse miradas tensas entre ellos, posiblemente bastante inseguros sobre qué decir. Valkyon debe haberse enterado sólo a medias de lo que ha pasado, pero Ezarel no sabe nada. Quizá debería aclararlo.
-Así que -Hablo con voz ronca y rasposa-. Por si no ha quedado claro. Hiiro ha roto conmigo.
-Oh -Esa es toda la reacción que tiene Valkyon. Ezarel pone cara de sorpresa.
-Bueno, eso explica mejor… -Parece que va a decir algo posiblemente ofensivo, pero en el último segundo se interrumpe- Todo. Así que… ¿cómo te sientes?
No digo nada. Sólo le miro a los ojos fijamente durante cinco segundos.
-Ya, no sé para qué hablo, soy idiota… -Carraspea.
-Es… una situación difícil -Valkyon estira un brazo para darme una palmada en un hombro-. Pero… pero saldrás de ello.
-¿Tú crees? -Le miro con toda mi miseria. Él parece tener un segundo de duda y frunce el ceño.
-Sí. Sí, bueno, imagino que sí. No… No puedes pasar el resto de tu vida llorando.
-¿No puedo?
-De hecho, no, terminarías por deshidratarte -Según Ezarel dice eso, decido que tengo sed y me llevo mi vaso a la boca para terminar con mi bebida en tres tragos contados-. Ya, bueno, no te recomiendo el alcohol como una solución.
-Quizá hoy deberíamos beber zumo... -Valkyon le lanza una mirada preocupada a la serie de vasos ya vacíos que se acumulan a mi lado de la mesa.
-Me siento fatal -Hablo con toda sinceridad-. Ahora mismo quiero morirme. Me da igual si es deshidratación o un coma etílico.
-Desafortunadamente, te queremos demasiado como para permitir eso -A pesar de la situación, todavía soy capaz de tomarme un instante para apreciar el hecho de que Ezarel haya dicho algo así de bonito-. Vamos, no es la primera vez que rompes con alguien. Sabes cómo es, al principio duele, pero después de un tiempo todo vuelve a la normalidad.
-Pero Hiiro no es “alguien” -Me quejo-. Hiiro es Hiiro.
-A lo mejor te lleva un poco más de tiempo… -Valkyon habla con duda- Pero acabarás por superarlo, Nevra. Y… Y, mientras tanto, sabes que no vas a estar solo. Nosotros estamos aquí para ti.
-Y el resto de la Guardia -Añade Ezarel-. Y tu hermana. Y si nada de eso funciona siempre puedes sobrecargarte de trabajo para evitar pensar en tus propios problemas.
-¿Es esa la razón por la que pasas tanto tiempo en la sala de alquimia? -Por un segundo le miro algo preocupado. Él se encoge de hombros. Hmmmm de acuerdo, cuando vuelva a poder preocuparme por otras personas ya hablaremos de eso.
Lentamente me tumbo sobre la mesa, reposando la cabeza en mis brazos cruzados. Noto una mano en mi pelo, casi acariciándome, y por el tamaño deduzco que debe ser Valkyon. Hm. Es bastante relajante.
-No me siento bien -Digo, hablando de forma amortiguada contra la mesa-. Duele.
-Lo sé -Valkyon habla de forma tranquila-. Lo sabemos. Por eso estamos aquí. No podemos hacer que duela menos, pero podemos ayudarte para que se te haga más fácil.
-Gracias -Murmuro la palabra-. No quiero estar solo.
-No vas a estarlo -Ahora habla Ezarel, y por una vez noto sinceridad y empatía en sus palabras. Bajo cualquier otra circunstancia eso sería espeluznante, pero por esta vez lo agradezco-. Nos tienes a nosotros.
Sí.
No voy a estar solo.
No voy a estar solo.
No quiero estar solo.
No puedo estar solo.
Solo.
Solo.
…
Me siento tan solo…---
(Narra Hiiro)
Me siento terrible.
Físicamente, porque aún me duele todo el cuerpo cada vez que intento respirar siquiera.
Emocionalmente, porque…
Por muchas razones.
La primera de todas ellas es que aún siento el frío de la muerte en algún lugar muy profundo de mi alma. Me acaricia el cuello de forma siniestra y cuando cierro los ojos a veces siento que algo va a romperse y no voy a volver a abrirlos.
La segunda es porque mi mano escuece de una forma horrible y hay una voz muy siniestra en mi cabeza que me dice que todo esto es culpa de Nevra, de Eldarya, del Oráculo; y que tengo que deshacerme de todos ellos, destrozarlos, tengo que romper y destruir, tengo que crear caos y dolor y-
La tercera es… Nevra.
Su cara un instante antes de salir corriendo de la enfermería aún me atormenta. Parecía tan… Roto. Dolido. Desesperado. Él, que siempre tiene una sonrisa en los labios; he sido incapaz de imaginarle sonriendo siquiera. Su cara mojada por las lágrimas, con mejillas rojas y labios entreabiertos por sollozos tristisimos. Un único ojo que ha destrozado mi alma cuando he visto su corazón romperse a través de él.
Yo… Lo… Lo siento, Nevra. Lo siento.
Pero… Era… Era lo que tenía que hacer, ¿verdad? Por mí, y por… él.
Todo lo que ha pasado… Me asusta mucho. Por un lado, aún sigo… Aún sigo teniendo un poco de miedo de Nevra. Sé que nunca me haría daño de forma consciente, pero aún así es difícil no ver en él al mismo monstruo que estuvo a punto de…
Es difícil.
Por otro lado, también me da miedo esa… Esa necesidad de “salvarme”. Cuando dijo que “tenía que salvarme”... No… no pude controlarlo. Era igual que con Henry. ¿Por qué tiene nadie que salvarme? Ya sé… Ya sé que soy un inútil, un humano patético y triste incapaz de cuidarse a sí mismo, y que no pinto nada en este mundo lleno de best-Lleno de gente completamente extraordinaria, pero… Precisamente por eso, ¿por qué tiene nadie que poner su vida en peligro por mi culpa?
No quiero eso. No puedo… no puedo permitir que eso vuelva a ocurrir.
Tengo que alejarle de mí. Por mi bien y por el suyo. Si eso significa que tengo que romperle el corazón… Entonces lo siento, Nevra. Pero no te creas que a mí me duele menos de lo que duele a ti.
Me hundo un poco más en la cama de la enfermería.
El colchón es un poco más duro que el de la otra habitación, quizá porque llevaba tantos días tirado en el otro que ya empezaba a quedarse con mi forma. En serio, ¿cuántos días llevo ya aquí?
La verdad es que estoy un poco aburrido ya del tono rosa de las paredes, pero Eweleïn no va a dejarme salir de aquí hasta que no le demuestre que soy inmortal, creo; lo cual va a ser difícil porque no lo soy. Me han movido de habitación porque Nevra se ha cargado la puerta y me han puesto en otra con una ventana menos accesible… Por si acaso. Aún así, la habitación está diseñada exactamente igual que la otra, así que siento que no ha cambiado nada. Es bastante deprimente.
Eweleïn ha venido a ver si estaba bien después de todo el drama, y después de comprobar que no me había infartado (ahora que ha descubierto que mi corazón no es mío creo que se piensa que en cualquier momento le van a salir patas y va a irse andando) ha venido Gèrard creo que para entretenerme más que para otra cosa. Han estado alternándose entre él, Valkyon, Simonn y ocasionalmente Erika para mantenerme distraído. Lo agradezco, porque tener algo en lo que pensar que no sea mi propia miseria hace que sea más difícil que la corrupción me moleste; pero esta vez necesitaba estar solo.
Y solo estoy, muriéndome de asco en una cama de hospital.
Otra vez.
Ya casi han pasado tres años.
Sigo igual que entonces.
Sigo vivo.
A pesar de que no debería.
Mi corazón aún late.
Debería estar en otro pecho.
Aún soy capaz de respirar.
Con pulmones que no son míos.
Debería ahogarme y morir.
Nevra debería haberme matado. Le hubiera sido más útil como alimento.
Tendría que haber muerto hace tiempo. Hace tres años.
Tendría que haberme muerto antes. Tendría que haberme quitado la vida, como hizo él. Así nada de esto hubiera ocurrido. Henry hubiera seguido vivo. Nevra sería feliz.
Todo esto es culpa mía, por vivir.
Muere.
Muere.
Muérete.
Quiero morirme.
Tomo aire de forma profunda, como una bocanada después de salir del agua.
Me seco los ojos con una mano temblorosa. Mi mano izquierda se niega a moverse y a hacer lo mismo, y no puedo evitar lanzarle una mirada llena de odio.
Es culpa tuya. Es todo culpa tuya, sé que no pienso así. Sé que eres tú la que está haciendo esto. Eso no impide que no duela.
¿Por qué tengo que estar tan roto?
¿Por qué no puedo ser feliz?
¿Por qué no puedo ser normal?
No.
Para.
Detente.
Vuelvo a tomar aire. De manera profunda.
Quizá no debería estar solo… Pero no quiero ver a nadie. De verdad que no.
Estás… Estás bien, Hiiro. Bueno, no lo estás, pero… Vas a estarlo. En algún momento.
Quizá.-Fin del Capítulo 20-
Interludio XX
(Narra Karenn)
Irrumpo en la habitación simplemente hecha una furia. Valkyon no ha sido capaz de pararme, aunque lo haga intentado, y Eweleïn desde luego no va a hacerlo tampoco. Entro abriendo la puerta con un golpetazo, haciendo que llegue a darse con la pared de detrás y, todavía bastante exaltada después de todo lo que ha pasado en la sala del Cristal, grito prácticamente con toda mi fuerza.
-¡TÚ!
Hiiro, que estaba tumbado en su camilla medio dormido, se despierta al instante con un brinco y se incorpora. Al verme se le pasa la cara de sueño, y a cambio me mira… ¿Con miedo? Sí. Sí, sí; bien.
-¡ESTO ES CULPA TUYA! -Le grito simplemente, llegando al lado de su camilla para poder chillarle más de cerca.
Verle le pone enferma, con esa estúpida cara de pena… Está lleno de vendajes, pero eso no me da ninguna lástima. Estoy un poco hasta las narices de este tío, que tiene que estar día sí y día también haciendo alguna estupidez que involucre a los demás, porque todo lo que hace este imbécil acaba teniendo repercusiones en la Guardia y, más importante, en mi hermano.
-¿C-culpa de qué…? -Habla con esa voz suya tan irritante, apenas inteligible y casi tartamuda. Le agarro por el cuello de su bata para poder encararle mejor, y él frunce el ceño, pero yo no le dejo ir- Karenn, suéltame.
-¡ES CULPA TUYA LO QUE LE HA PASADO A MI HERMANO!
Nev…
No me han dejado verle porque dicen que es peligroso. Le tienen encerrado en prisión y me han dicho lo que ha hecho. Forma origen… ¿A quién se le ocurre? A él, porque… Es tonto. Es tonto, maldita sea, es el mayor imbécil sobre la faz de Eldarya… Y es mi hermano.
-Por tu culpa está así… -Hablo con toda mi ira contenida en mis palabras- No va a volver. Nunca. Por TU culpa. Me has quitado a mi hermano.
Esas palabras parecen ser las que le hacen reaccionar. Hace el esfuerzo de soltarme con un empujón débil y patético, pero le dejo ir igual porque me pone enferma tener que estar tan cerca de él.
-Yo no te he quitado nada -En su voz intuyo que él también está enfadado- Lo que sea que hizo, lo hizo él. No te creas que yo estoy contento por lo que ha pasado.
-Pero lo hizo por ti, idiota. Porque eres incapaz de darte cuenta, eh, no puedes pensar siquiera -Me doy repetidos golpes en la sien con un dedo, como me gustaría poder dárselos a él- en que eres un HUMANO y a lo mejor no es buena idea que te vayas por ahí a morirte en una isla cuando eres así de inútil, porque lo que tú haces repercute a los demás, ¿o ni siquiera eres capaz de ver algo más allá de tus narices, eh? ¿Te importa alguien más que tú mismo?
-Creo que no tienes ningún derecho a-
-Tú si que no tienes derecho a nada -Mi voz sale con un chillido agudo. Se acabó, ya estoy harta. Lo que llevo guardando meses… Todo mi rencor y mi enfado, sale la luz ahora-. ¿Quién eres? ¡Eres un cualquiera que llegó desde un círculo de setas! ¡No pintas NADA aquí ni con nosotros, y has llegado y me has quitado a mi hermano y ahora POR TU CULPA, está MUERTO!
Abre mucho los ojos cuando escucha la palabra.
-Ne… ¿Nevra… está…?
-Le has matado TÚ.
-No… -Deja de mirarme. Su vista se fija en algún punto del suelo, y veo que se lleva ambas manos a la cabeza- No, no… No, no, no, otra vez no… No…
-¡Ten al menos el valor de mirarme a la cara! -Vuelvo a agarrarle por un hombro para forzarle a que me mire, pero él no quiere, y aunque le zarandeo no me hace ni caso, está murmurando cosas para sí- ¡Eh! ¿¡Me estás escuchando siquiera!? ¿¡O te da igual todo!? No he terminado contigo, pedazo de…
-Shutupshutupshutupshutupshutupshutup, SHUT UP!! -Retrocedo un paso cuando me grita. Vuelve a mirarme con ojos llenos de lágrimas… Oh, no. No te lo permito.
-No tienes derecho a llorar -Decir eso hace que mis ojos lagrimeen también-. No después de quitarme a mi hermano. Tú… -Con un dedo tembloroso le doy un golpe en el pecho- Eres el culpable de todo. Por tu culpa, por culpa de TU hermano, que también se murió por TU culpa; el Cristal está roto, y todos los que han muerto a raíz de eso se han muerto por TU culpa, y no estás satisfecho con esto, ¡y tienes que venir aquí, y pegarte a MI hermano, y-!
-¡KARENN! -Valkyon irrumpe en la sala de repente, apenas sin aliento, y en seguida se dirige a mí- Karenn, eso es suficiente; hora de irse.
-¡No! -Cuando me agarra de un brazo, yo intento deshacerme de él, pero no lo consigo- ¡No sé por qué le estáis defendiendo! ¡Es culpa suya! ¡Desde que llegó, todo ha ido a peor, y es culpa suya que Nevra haya…!
-No es culpa de nadie, Karenn -Él sigue intentando tirar de mí-. Nos vamos.
-¡QUE ME SUELTES!
En lo que él intenta agarrarme, veo mi oportunidad cuando hace un aspaviento y sin pensármelo dos veces le muerdo la mano con toda la fuerza que puedo. En seguida noto la sangre y por un instante su sabor me excita, después de haber pasado tantos años sin beber sangre fresca…
Y lo siguiente que noto es un fuerte dolor en mi mejilla según Valkyon, tampoco sin pensárselo dos veces, me sacude una bofetada.
Eso me deja completamente helada, y por unos instantes no sé cómo responder. Le miro con mucha sorpresa, y a juzgar por la cara que tiene él, el gesto también le ha pillado desprevenido a él.
-...Vale -Es lo que digo-. Ya entiendo de qué lado está todo el mundo. Mi hermano no os importó nunca lo suficiente como para rescatarle de Naytili, y ahora tampoco os importa lo que este tipo le ha hecho. Os da igual todo.
Valkyon va a abrir la boca para decir cualquier excusa, pero antes de que pueda yo me transformo en murciélago y no le doy la oportunidad, yéndome volando por la ventana de la habitación que se mantiene abierta.
Quiero llorar.
No es justo.
No es para nada justo.
¿Por qué ha tenido que pasarle esto a Nev? Ha sido todo por culpa de Hiiro, y todo el mundo actúa como si él fuera la víctima y a nadie le importa Nevra. Nevra… También estoy enfadada con él. No sé por qué ha hecho eso. ¿Por un humano estúpido? ¿De verdad merece la pena? Tampoco se conocen desde hace tanto, y… ¡Y ni siquiera sé qué le ve! ¡No tiene nada! No tiene ni personalidad, ni nada que le haga especial y ni siquiera es tan guapo porque se pasa la vida encorvado mirándose a los zapatos y con cara de deprimido y sus cejas son horribles. No lo entiendo.
No te entiendo, Nev. De verdad que no. Pero sé que no es justo, que no tenías que haberte muerto por culpa de un niñato que no sabe ni dónde se ha metido.
Salgo fuera del CG y llego hasta la linde del bosque. Me apetece estar sola, lejos de todos esos traidores, así que pongo a caminar entre los árboles hasta que encuentro uno que me gusta y me encaramo a él.
Allí, me hago una bola sobre mí misma y… Simplemente, lo dejo ir.
Lloro por mi hermano, lloro lo que no le está llorando nadie. Nevra, que tanto ha hecho por esta estúpida Guardia y tan poco están haciendo por él.
Le han dejado por su cuenta para que Naytili le matase, y como ella no lo consiguió, han dejado que se destruya a sí mismo por culpa de ese humano insignificante. Y ahora no están haciendo NADA por ayudarle, simplemente le tienen encerrado en el sótano como si fuera un prisionero, o un monstruo o algo.
Es mi hermano.
Y le quiero muchísimo.
Y no quiero perderle.
Me ahogo en mis propias lágrimas, y no sé cuánto tiempo me paso llorando, abrazada a mis propias rodillas, en un árbol cualquiera del bosque. Aún me duele la bofetada de Valkyon, y aún me duele la traición de la Guardia, y me duele… Todo.
Nev… Nev, por qué te has ido. Nev, vuelve. Te necesito. Necesito a mi hermano…
Escucho de repente un ruido entre la maleza, y eso hace que levante la cabeza de donde la tenía, ya con los ojos secos pero aún enrojecidos, y sorbo por la nariz mientras intento distinguir algo entre los arbustos. ¿Hay algún bicho por ahí? Tiene que ser algún familiar o algo, porque no creo que haya nadie tan estúpido como para acercarse a una chica que está llorando por su cuenta en el bosque…
Salvo que sí lo hay. Me cuesta un poco por la nariz taponada por los mocos pero soy capaz de percibir el olor a perro, y hablo sólo después de frotarme los ojos.
-Chrome, no es el momento -Hablo en voz alta, pero miro en dirección opuesta a la suya.
Prácticamente escucho sus orejas agacharse. Por el rabillo del ojo le veo salir de entre la vegetación, y sólo resoplo de forma irritada. De verdad que NO es el momento, lobo estúpido.
-Sólo quería… Eh… -Tartamudea un poco- Decirte que, bueno, s-si necesitas a alguien…
-No ahora -Vete. De verdad, vete.
-V-vale, pero… Q-que estoy aquí y…
-¡Pues deja de estarlo! -Finalmente estallo. Mi paciencia tiene un límite y hoy el límite es muy fino. Me giro hacia él y le fulmino con la mirada, aunque reconozco que me siento un poco mal con la cara que me pone- No sabes por lo que estoy pasando, así que déjame sola.
-... Porque eres la única que ha perdido a alguien de su familia.
Sus palabras son casi una acusación, y a punto estoy de contestarle algo bastante cruel, pero consigo contenerme.
En su lugar, no digo nada. Simplemente miro al frente, ignorándole. Le escucho hacer un suspiro pesado.
No digo nada cuando le veo subirse al árbol conmigo y sentarse en la misma rama, justo delante de mí. Simplemente hundo la cabeza, haciendo caso omiso a su presencia.
Hay unos momentos de silencio. No me atrevo a decirle nada, y él tampoco habla, solo nos quedamos así durante… Un rato. Lo único que se escuchan son los sonidos del bosque.
Al final acabo por rendirme y levanto la cabeza un poco, sólo lo suficiente para poder mirarle a los ojos. Él me estaba mirando fijamente a mí así que, avergonzada, vuelvo a desviar la mirada.
-No tienes que soportar esto sola -Eso es lo que dice-. Si de verdad es lo que quieres, te dejo en paz… Pero creo que no es eso lo que necesitas.
-¿Y tú sabes qué es lo que necesito? -Claro que sí, mi caballero de brillante armadura que viene a salvarme de forma desinteresada cuando necesito un hombro en el que llorar… Chrome, que se te ve el plumero.
-Hmm -Él, sin embargo, se encoge de hombros-. Simplemente creo que gritarle a todo el mundo y enfadarte con el universo no va a hacer nada.
Vuelvo a mirarle, ahora para intentar incinerarle con mis ojos. Me da un poco igual en esta ocasión que me vea con cara de llanto.
-¿Así que tú también estás de su parte? ¿Te vas a poner del lado de tu amiguito?
-N-no… -Parece que consigo meterle miedo. Ahogo una risa- ¿O tal vez sí…? B-bueno, no sé. Sólo creo que no estás siendo justa con nadie.
-Son ellos los que no están siendo-
-Estás enfadada -Me interrumpe-. Y tienes todo el derecho a estarlo, y también a estar triste, pero… Pero no es justo que lo pagues con el resto. Y hacer eso y enfadarte con todo el mundo sólo va a hacer que te hagas más daño. Y… y bueno, eso no ayuda a nadie.
-Al menos yo estoy enfadada. Al resto de sus supuestos amigos no parece que les importe mucho lo que le haya pasado.
-Sabes que eso no es verdad, Ka. Todo el mundo quiere muchísimo a Nevra, pero nadie puede hacer nada por él ahora mismo, porque nadie sabe qué hacer. Ponerse a gritarle a todo el mundo sólo hace que la gente se sienta peor.
-Deberían. Deberían sentirse mal…
-Ves, ese es el problema… -Suspira, y el sonido me ofende porque debería ser yo la que suspire- Aunque es comprensible que estés enfadada, no… No alimentes ese enfado. En serio. Luego te arrepentirás.
-¿Que no lo alimente? -Lo que dice deja de tener sentido.
-Sí, como que no… Eh… Te centres solo en eso. Tipo, sé que estás enfadada con Hiiro pero, ¿de qué sirve ir a gritarle?
-Para que se responsabilice de lo que ha hecho…
-Está en una camilla de hospital y no puede ni levantarse, ¿de veras piensas que está en condiciones? Y aunque las estuviera, ¿crees que él sabe cómo solucionar las cosas? -Tragándome parte de mi orgullo, niego con la cabeza- ¿Ves? En el fondo sabes que esto está mal. Y… No soy nadie para decirte cómo tienes que gestionar tus emociones, pero…
-Oh, cállate -Frustrada, simplemente gruño mis palabras-. Ya sé que es estúpido gritar y que eso no va a devolverme a mi hermano. Pero yo… s-simplemente… quiero…
Una vez más, mis emociones se desbordan. Con una sensación de ahogo y un hipo rompo a llorar de nuevo, y ahora escondo la cara con todavía más fuerza porque no quiero que Chrome me vea llorando.
-Sólo quiero que Nevra vuelva… Que esté bien… L-le quiero, le quiero mucho, y no quiero que se vaya…
Puedo intuir su vacilación al otro lado de la rama. Le siento extender un brazo en mi dirección, pero yo se lo aparto con un golpetazo de la mano, y él no vuelve a hacer en intento.
-No me toques -Hablo a través del llanto-. No necesito que me consueles.
-Vale… Pero estoy aquí, ¿okey?
… Lo sé.
Lloro todavía un poco, y Chrome no dice nada, sino que me deja hacer. Es verdad que su presencia es, quizá, un poco más reconfortante que llorar a solas, pero también es cierto que me pone un poco nerviosa y me da vergüenza. Nunca me ha gustado mucho lo de llorar delante de la gente.
Cuando era pequeña, muchas veces rompía mis muñecas jugando con ellas. No es especialmente raro en los vampiros, porque a veces nuestros juguetes no soportan la fuerza de un niño creciendo, pero aún así es una lata. Si otros niños rompían algo, o se les perdía algún juguete, siempre se echaban a llorar… A mí nunca me dio por eso. Yo simplemente recogía los restos de mi muñeca rota y se las llevaba a mamá para que volviera a coserles la tela. A veces, de paso, me hacía un vestido nuevo para ellas.
Otras veces, mamá estaba ocupada y no podía hacerlo, así que yo le llevaba mis muñecas a Nevra para que me las cosiera él. Y a él le gustaba siempre hacerme cafrerías… A veces les cosía la cabeza del revés, o les ponía los brazos en el sitio que no era, o así. Era muy puñetero. Yo me quejaba y me enfadaba con él, pero al final siempre me acaba riendo con las tonterías que hacía, y luego él me volvía a coser la muñeca bien.
Echo bastante de menos eso. Echo de menos… Todo. Ser una niña y vivir con mis padres y mi hermano, ignorante a todas las cosas malas que hay en Eldarya, pasando los días jugando con muñecas y riéndome de las tonterías de Nevra. Echo de menos el cielo siempre oscuro de Transvilsalia y sus calles de piedra negra. Echo de menos a mi familia… Mamá y papá.
Echo mucho de menos… Mi casa.
Vine a la Guardia siguiendo a Nevra. Porque le echaba mucho de menos estando sola en casa, y quería volver a estar con él, aún más después de ver lo que le estaba pasando en la Guardia. A lo mejor eso no es una causa muy noble para unirse y, bueno, es verdad que no soy la persona más comprometida, pero… Siempre ha sido suficiente. Hasta ahora.
Ahora, me duele mucho el pecho y echo mucho de menos a todo el mundo.
Me cuesta volver a calmarme. Aunque lo intento con fuerzas, al poco comprendo que es inútil así que lo dejo ir y sigo llorando hasta que mi cuerpo naturalmente se tranquiliza y vuelvo a ser capaz de articular dos palabras sin llorar. Ahora sí que NO quiero mirar a Chrome, porque mi cara tiene que dar asco ahora mismo…
-¿Estás mejor? -Me pregunta él, después de haya dejado de llorar a moco tendido. Niego con la cabeza- Ya. H-hum, bueno…
-¿Puedo preguntarte algo? -Hablo con la voz ronca y escondida detrás de mis rodillas.
-S-sí, por supuesto. Lo que quieras.
-Tus padres -Dejo de escuchar el sonido ondeante de su cola cuando digo eso-. ¿Cómo… cómo lo hiciste tú?
Me atrevo a levantar un poco la cabeza para ver cómo ha reaccionado a eso. No suele mencionar lo de sus padres… No habla nunca de ellos, y de hecho ni siquiera tengo muy claro qué fue lo que pasó en realidad, por mucho que he preguntado… Lo cual es raro porque por lo general es cuestión de meterle un poco de presión para que me lo cuente todo.
-Hum. Mis padres. Bueno… -No me está mirando, sino que mira a algún punto del suelo debajo de nosotros y frunce el ceño- Mi caso es un poco distinto porque yo… Era muy pequeño cuando murieron. Ni siquiera me acuerdo tan bien de ellos. Crecí un poco en la ignorancia, así que no tuve que pasar su luto pero… Cuando mis tíos me explicaron bien qué era lo que les había pasado, la verdad es que… Igual que tú, me enfadé. Me enfadé mucho con mis tíos por no habérmelo dicho antes y por no haber ayudado a mis padres… También me enfadé con la Guardia de Eel por no haber mandado a nadie para ayudarles, y me enfadé con todo el mundo porque NADIE había hecho nada. Luego me enfadé con mis padres… Por dejarme, por no tenerme con ellos cuando ocurrió todo; o por no haber venido conmigo para escapar de aquello. Me sentí bastante abandonado. Con el tiempo me di cuenta de que… Era estúpido enfadarse con ellos. Ya no estaban. Y tampoco podía enfadarme con nadie más, porque no tenían la culpa. Era muy frustrante, porque quería echarle la culpa a alguien de no tener a mis padres. Pero no podía porque no había nadie así. Al final, con el tiempo acabé… Asimilándolo. Todo ese enfado que tenía, lo transformé en otras cosas. Por ejemplo, ganas de venganza… Eso es en parte lo que estoy haciendo aquí. Algún día quiero descubrir qué fue lo que pasó con mis padres y vengarme del monstruo que les mató o, si no puedo… Pues al menos asegurarme de que nadie más se quede huérfano por algo así. Hay días más difíciles que otros… A veces me gustaría mucho haber podido ser un chico normal y ya. Por otro lado, sin eso quizá nunca habría venido a la Guardia y no te habría conocido… N-ni al resto.
Me sorprende un poco su narración. Hablando así parece bastante… Maduro. No pensé que ese pudiera ser un adjetivo que se le pudiera poner a Chrome, pero fíjate.
Parece resignado… O no tanto, bueno, aún tiene ganas de vengarse de… Quién sea que matase a sus padres.
-¿Qué fue lo que pasó? -Me atrevo a preguntar, con algo de esperanza de que esta vez sí se atreva a hablar de ello.
-No… lo tengo muy claro. La historia que me han contado es que había un monstruo rondando el pueblo en el que vivíamos… Mis padres querían protegerme de él así que me mandaron con mis tíos, pero ellos se quedaron y… Un día el monstruo atacó el poblado y lo redujo a cenizas -... Oh. No era lo que me esperaba del todo, siempre asumí que había sido algo más… Tipo, padres apuñalados por bandidos, o algo así-. Literalmente, porque del pueblo sólo queda un cráter enorme y carbonizado. Nada más.
-¿Qué tipo de criatura hace eso? -Él se encoge de hombros. Ya…- ¿Cómo se llamaba el pueblo?
-Era muy pequeño, casi nadie lo conocía… Y hoy día menos, no aparece ni en los mapas. Se llamaba Prosperidad… Un nombre muy feo y muy mal puesto.
-Sí que es verdad que es feo… -Hace un gesto resignado- Gracias por contármelo.
-Gracias a ti por escuchar -Sus ojos se fijan en mí al fin, y yo vuelvo a esconderme-. No sé si te habrá servido de algo…
Aunque sea, me ha distraído, pero… No me siento mejor que antes de que me contara la historia, desde luego. Y no he terminado de entender la moraleja. ¿Se supone que simplemente tengo que darle tiempo?
-La cosa es, eeeh… -Le noto poner un dedo en una de mis botas y pasarlo por el borde, como si estuviera jugando con el zapato. Esta vez no le aparto ni le grito, porque eso no me molesta- Que ahora estás muy enfadada y es normal, pero en algún momento se pasará el enfado y… Cuando se pase, es mejor que no tengas nada de lo que arrepentirte. Como gritarle a gente que no se merece que le griten o… Ehm… Romper la vajilla familiar por accidente en un ataque de rabia… -Ahí hay una historia detrás- L-la cosa es, no dejes que el enfado te ciegue. Eres… posiblemente una de las personas más inteligentes que conozco, así que sé que puedes actuar un poco más… Racional. A-aunque lo pillo, ¿vale? El por qué estás así. Así que si quieres, ehm… Podemos ir a romper cosas por el bosque, o a gritar o algo. Puedo enseñarte a aullar si quieres, quizá para liberar tensión…
-No, gracias.
Ahora ya sí, me atrevo a levantar la cabeza del todo para mirarle. Cuando sus ojos conectan con los míos, veo bastante preocupación, y eso me enternece un poco. Puede que sea muy torpe y un poco pesado y tonto y a veces huele raro, pero… En el fondo, es un buen chico, y sé le importo. En retrospectiva, le estoy un poquito agradecida por haber venido detrás de mí, pero no pienso decirlo en voz alta.
-¿Estoy muy fea con la cara así? -Pregunto. Imagino que tengo los ojos rojos, la nariz irritada y que mi maquillaje y mi flequillo tienen que estar completamente echados a perder.
-Tú nunca estás fea… -Ya, ya. Pongo los ojos en blanco- Pero eso no es lo que importa. ¿Estás mejor? -Me encojo de hombros.
-No creo. Pero a lo mejor estoy un poco más tranquila -Me incorporo un poco para poder frotarme los ojos, y mi espalda se queja un poco de la postura encorvada de antes-. ¿Podemos hacer eso de ir a romper cosas?
-Por supuesto -Él asiente al instante-. Podemos hacer lo que quieras. S-si quieres compañía, claro.
-Viendo que no puedes vivir un segundo sin mí, dudo que vaya a conseguir que me dejes en paz -Sus orejas se agachan un poco con eso. Me gusta demasiado ser mala-. Vamos a romper cosas.
-Vale… -Según dice eso, yo me dejo caer del árbol, aterrizando perfectamente en el suelo- Pero cuando volvemos a él, tienes que disculparte con Valkyon y con Hiiro, ¿vale?
-Con Valkyon sí… -Le he mordido, bueno. Aunque espero que él se disculpe por la bofetada- Con Hiiro, ya veremos -Él aterriza a mi lado también y me mira frunciendo los labios-. Sigo enfadada con él.
-¿Pero por qué?
-¡Porque es idiota! -Me cruzo de brazos.
-Ka…
-Ya veremos, he dicho. Si luego estoy menos enfadada, me lo pienso mejor.
-No seas injusta…
Mientras él habla, yo empiezo a andar en dirección al interior del bosque. Viendo que no me sigue, me giro hacia él con cara interrogante, y al final él decide echar a andar también.
-Y esto, bueno, no te lo he dicho… -Cuando consigue ponerse a mi altura, vuelve a hablar- Pero…
-Chrome -Le interrumpo. De verdad, de verdad que no es el momento ahora, lobito…
-¿Qué? -Me mira algo confundido- Sólo iba a decirte que… Bueno, que no pierdas la esperanza con Nevra. Aún no se sabe qué es lo que puede pasar. Si eres optimista… A lo mejor pasa algo bueno.
Con esas palabras, me regala una sonrisa un poco estúpida, de dientes brillantes y colmillos puntiagudos.
Pft. Qué tonto eres.
… Pero espero que tengas razón.
Parte 1
-Alec… Aleeeeeec… Despierta, Alec.
Noto la caricia suave de unos dedos sobre mi frente, jugando con mi pelo. Lentamente abro los ojos, y al hacerlo, tras un par de intentos debido a la luz del sol, me encuentro con la imagen de alguien sonriente que me mira con mucho cariño a través del verde intenso de sus ojos.
-Ya estamos llegando -Informa, con voz melodiosa. Luego, susurra, me susurra sólo a mí-. Se me ha ocurrido una idea… Bajémonos antes. Haremos el resto del camino a pie.
Bajarnos… Estamos en un carruaje, el carruaje de los Aënwer. Vamos de camino a Eel, cierto. No puedo evitar estirar una mano para llevarla a su cara y acariciar su mejilla. Él sonríe con dulzura.
-Alec…
Sus palabras se pierden en la niebla del sueño y el brillo del sol.---
La nariz de Draz roza contra mi cuello cuando él me hace una carantoña. Yo acaricio su cabeza, y él se ríe de una forma que da más luz que el propio sol, que se despierta perezoso en el horizonte.
-Buenos días -Dice, con voz aún de dormido- Hace fríoooo… -Mientras dice eso, se acurruca contra mí. Yo paso un brazo alrededor de sus hombros para atraerle hacia mí y darle más calor- Tenías razón, teníamos que haber intentado llegar al siguiente pueblo… Pasar la noche a la intemperie es cada vez más difícil con este tiempo.
-Entonces hazme caso -Protesto-. No sería bueno que cogieras un resfriado.
-Pero soy un elfo -Se ríe-. Se curaría en seguida. El problema viene si te constipas tú… Oh, pero… Los tontos no se resfrían, cierto. Entonces estamos a salvo.
Se ríe. A mí no me hace gracia, así que frunzo el ceño. Por debajo de la manta que nos cubre, pellizco su cintura. Él lanza un grito agudo con su risa, y como me ha gustado el sonido, repito el gesto.
-Eso no vaaaaaale… -Se queja.
Coloca las dos manos en mi pecho y me empuja, haciendo que mi espalda se deslice fuera del árbol en el que estaba recostado y quede tumbado en el suelo. Reposicionándose, se coloca encima de mí, y veo una gran sonrisa en su cara cuando empieza a besar mi cuello con besos cortos pero dulces, subiendo hacia mi mandíbula, por la mejilla, hasta los labios. Acepto el gesto y lo devuelvo. Es un beso lento y perezoso, mañanero, que me hace sentirme agradecido de estar vivo un día más.
-Tengo frío, Alec -Vuelve a moverse, y se coloca a horcajadas sobre mis caderas, mientras empieza a jugar con la hebilla de mi cinturón-. Caliéntame.
-Estamos al aire libre -Comento simplemente, levantándome al apoyarme en mis brazos. Él sonríe.
-No es como si eso te hubiera detenido antes. Además, es una orden -Termina de desabrocharme, y con un gesto se aparta el pelo que le molesta pasando un mechón por detrás de una de sus puntiagudas orejas-. Caliéntame.
Luego, se agacha.
Desayunamos después de un rato. Consigo calentar algo de leche encima del fuego improvisado de anoche, mientras Draz juega con Doggo, que ya ha vuelto de su paseo mañanero. La leche es acompañada por algún bollo que a mí me resulta demasiado dulce, una pieza de fruta y la risa de Draz, que me energiza más y mejor que cualquier alimento.
-Hoy tenemos que llegar a la ciudad -Indico, mientras desayunamos.
-Oh, ¿a qué tanta prisa? -Draz me mira con escepticismo- ¿No es lo mejor de un viaje el camino? -Me encojo de hombros- O… Sí que tienes prisa por llegar.
-No especialmente… -Intento permanecer neutral, pero en los ojos de Draz veo compasión.
-No hace falta que lo ocultes, Alec -Dice-. Estás preocupado por la Resistencia Humana.
No. No tengo por qué preocuparme por esa gente. No les debo nada, y lo que pasó fue culpa suya por idiotas. Lo que le pasó a Cam… Lo mismo. Por idiota. Y por intentar matar a Draz. Y por idiota.
Si no se hubiera lanzado al combate sin pensar en las consecuencias… Seguiría vivo.
-Quiero quitármelo de encima -Sólo respondo eso, poniéndome en pie-. Iré a prepararlo todo.
Draz no dice nada, pero me mira desde su sitio junto al fuego, acariciando a Doggo de forma ausente mientras él se revuelve en la hierba como una croqueta y agita la cola.
Empiezo recogiendo los restos de nuestro campamento temporal. Estábamos a poco de llegar a la siguiente ciudad pero Draz, como siempre, insistió en acampar en mitad del camino. Lo que ha dicho sobre los viajes debe ser verdad para él, porque nunca parece querer llegar a su destino. Si quiere hacer una acampada, de todas formas, aunque yo diga lo que diga, vamos a hacer una acampada. Si él quiere algo, yo tengo que dárselo. Es así.
Una vez termino de recogerlo todo, me acerco a nuestra montura para prepararla. Me enseña los dientes al verme, pero no dejo que eso me amedrante. Nunca le he caído bien a la mayoría de animales, pero ellos tampoco me caen bien a mí, así que no me molesta. Sólo los perros merecen la pena, el resto pueden pudrirse. No hay nada mejor que un perro. Bueno, sí. Dos perros.
Con todo recogido y la montura lista, sólo me queda ponerme la armadura. Normalmente se necesitan dos personas para ponerse este tipo de cosas, pero hace tiempo que aprendí a ponérmela por mi cuenta. No quería depender de Draz ni de nadie si la necesitaba en algún momento. A él no le hizo mucha gracia descubrir que ya no necesitaba su ayuda.
-¡Bueno, pues espero que hayas aprendido bien, porque ya no voy a ayudarte! -Se quejó, haciendo pucheros- Vas a pasarte muchos años con esa armadura, de todas formas. Es súper resistente… Y viendo cómo dejaste de crecer hace años, no creo que nos toque hacerte otra.
Quién necesita ser alto. Cuanto más bajo esté tu centro de gravedad, mejor. Ayuda en combate.
-Cuando quieras -Cuando termino de enlatarme, me giro hacia Draz. Veo que él me mira de forma escéptica.
-¿Cuánto tiempo… piensas seguir vistiendo eso? -Hace la pregunta con un tono de cautela, como si no quisiera herir mis sentimientos.
-Hasta que tenga la certeza de que nadie va a intentar matarme.
-El resto de tu vida, entonces -Veo que él hace un gesto triste-. Es muy injusto… ¿Ni siquiera ahora que hemos escapado podemos tener una vida simple y feliz?
-No sé lo que significa eso -Extiendo una mano hacia él para ayudarle a levantarse, y luego le ayudo a acomodarse en la montura. Él acaricia el cuello del animal al hacerlo, y este hace un sonido de gusto-. ¿Qué quieres decir con eso?
-Ya sabes… ¿No vivir con el miedo de la muerte constante acechando por la espalda? -No sé si sabría vivir de esa manera. Yo también me subo a la montura, delante de él, y no tardo un instante en sujetar las riendas y espolearla para que comience a andar. Desde el suelo, Doggo nos sigue agitando la cola, listo para la aventura- Sólo piensa en esto… Tú y yo, en una casa en mitad de la nada… Con un jardín precioso en el que sentarnos a ver las horas pasar. Yo te leería en voz alta de mis libros favoritos y tú jugarías con Doggo en vez de hacerme caso.
Intento imaginármelo. Es demasiado idílico...
-Luego tú pondrías tu mano sobre la mía -Sigue hablando, y en su voz puedo escuchar la sonrisa-, y acariciarías con cariño el anillo que nos une…
-¿Anillo? -Esa palabra llama mi atención. Que yo recuerde, vendió toda su joyería, así que no sé a cuál se puede estar refiriendo. Noto la sensación de sus brazos tensarse ligeramente en torno a mi cintura, a la que se ha agarrado en lo que llevo la montura al trote.
-Me gustaría casarme.
Ah.
Ah…
Muchas veces, en Latteria, le he oído hablar sobre el matrimonio. La mayoría de veces ha sido para quejarse, sobre si algún día sus padres le forzarían a casarse con algún heredero adinerado con los humos muy subidos; pero también habló de ensoñaciones de poder casarse con alguien a quién verdaderamente amase, con el que poder pasar el resto de sus días. Yo recuerdo morirme de envidia ante el mero pensamiento de esta persona, una envidia muy corrosiva ante alguien que ni siquiera existía.
Pero no por la parte del matrimonio, sino por la de estar junto a Draz siempre. Eso es lo único que me importa a mí.
-¿Quieres casarte?
-Por supuesto. Quiero pasar el resto de mis días contigo -Su barbilla se apoya en mi hombro con gesto tierno. Su voz susurra directamente en mi piel-. Hasta que la muerte nos separe.
Guardo silencio unos instantes.
-No necesitamos estar casados para eso -Le oigo resoplar.
-Por supuesto, tenía que haberme figurado que tú ibas a estar en contra de todo lo que es romántico…
-No sé qué tiene de romántico firmar un papel que dice que la mitad de tus cosas son también de otra persona -Y esta vez no escucho, pero sí intuyo, cómo pone los ojos en blanco-. Eso es el matrimonio.
-¡No seas tan cínico, es mucho más que eso! Es la promesa de que dos personas que se quieren van a estar juntas para siempre…
-No. Si fuera de verdad una promesa, entonces no habría tantos divorcios. Es un papel que no entiende de amor ni de romanticismo, es un mero contrato. El que quiera estar con otra persona, no necesita un papel que le diga que tiene que hacerlo. Un matrimonio no significa felicidad eterna.
Ni fidelidad, ni respeto, ni compasión, ni amor. El matrimonio es sólo una idea, una que no siempre se lleva a la realidad.
No me he cansado de verlo. Mis propios padres, que se odiaban hasta el punto de que terminaron por matarse entre sí; las otras “familias” que vivían a nuestro alrededor, con mujeres siempre enfadadas por maridos irresponsables y adúlteros; lo que veía a través de la pantalla del televisor, con famosos que cambiaban de pareja a los pocos meses de “la boda del año”. Si el matrimonio es un medio para el amor, ¿por qué entonces está mal visto que se casen dos personas que se aman si no pertenecen a la misma clase social, si tienen distinto color de piel o distinta forma de las orejas, o si son del mismo sexo?
El matrimonio es estúpido e inútil. Nadie va a convencerme de lo contrario.
… Quiero decir, hurr durr Alec salvaje unga dunga entrar por ventanas warf arf.
-Cómo puedes ser tan amargado -Draz se queja-. Bueno, pues a mí me parece algo bonito. Algo simbólico, más que nada, pero bonito. Y siempre he querido tener una gran boda con alguien que verdaderamente me gustase… No toda la corte de payasos que mis padres enviaron a intentar seducirme. Así que -Vuelve a recostarse contra mí-. Me gustaría casarme.
-No pienso hacerlo.
-Aleeeeeec.
-No.
-Vengaaa.
-He dicho que no, Draz. Y no insistas.
El tono seco de mis palabras hace que se corte un poco. Decide, por una vez, dejarlo estar, aunque todavía le escucho gruñir algo por lo bajo. Le ignoro.
Hay silencio en el aire después de eso. Doggo es el que más contento parece, caminando con orgullo y pegando saltos entre la hierba cuando encuentra algo que le hace gracia.
No tardamos mucho en llegar al pueblo, que ya se veía desde nuestro campamento, porque en realidad estaba al lado, simplemente alguien quería “sEnTIrsE UnO cON lA NaTUraLEza”. Cuando llegamos, Draz se encarga de cubrirse con una capucha por si alguien le reconoce, y después de gruñirme por no hacer lo mismo, me busca una capa para ponérmela sobre los hombros y cubrirme con la capucha también.
Como estamos rehaciendo el camino, cada vez nos acercamos un poco más a Latteria, lo significa que tenemos más peligro. Lo hemos tenido también al pasar por los reinos élficos, pero cada vez se incrementa un poco más. Ya he visto algunos carteles de “se busca” con mi cara y la de Draz, y los Aënwer están muy dispuestos a encontrarnos para a mí cortarme la cabeza y a Draz devolverle a casa. Sí, pues buena suerte. No pienso dejar que le pongáis un solo dedo encima.
Llegamos hasta la plaza central, donde algunos de los comercios están ya abiertos y los vendedores gritan sobre sus productos y precios con gran fuerza. Allí me bajo de la montura y luego ayudo a Draz a bajar, para después ver cómo en seguida empieza a montar su puesto ambulante lleno de cachivaches que nos hemos encontrado en otros lugares. No sé cómo se las apaña siempre para vender toda esa basura, pero es eso lo que hace que podamos seguir comiendo así que no voy a presentar ninguna queja al respecto.
-¿Puedo mandarte de compras mientras hago esto? -Pregunta, y me lanza una mirada de duda. Ya lo discutimos anoche: la única razón por la que estamos parando es porque necesitamos provisiones y recursos para el viaje, y una vez salgamos de aquí es viaje directo al campamento de la Resistencia- No vas a liarla con los precios, ¿verdad?
-No… -Suspiro. Es verdad que hemos tenido problema antes con eso porque soy tonto, pero esta vez nadie me la va a colar- Sólo lo necesario.
-A menos que te encuentres, no sé, un postre súper raro que no hayamos visto nunca, en cuyo caso estás obligado a comprarlo -Su sonrisa me ilumina mientras dice eso-. Nos vemos en un rato. Y ten cuidado, ¿vale?
Asiento.
Dejo a Doggo con Draz para que le cuide, y luego yo me voy en dirección a las-
-¡ALEC, ES HACIA EL OTRO LADO!
…………….
Dejo a Doggo con Draz para que le cuide, y luego yo me voy en la OTRA dirección hacia las tiendas, escuchando cómo Draz se carcajea no muy lejos e ignorando el calor que eso me produce en las mejillas.
Nunca me ha gustado ir de compras, pero eso es lo que hay. No me gusta ni tener que hablar con los tenderos estúpidos ni tener que hacer cuentas con el dinero… Siempre acabo por liarme y eso me enfada y no le puedo pegar al que me está vendiendo la mercancía, aunque en la mayoría de los casos se lo merecen.
Compro algo de fruta, carne que vaya a resistir el viaje, leche y queso, algunos filetes mentolados para Doggo y, aunque sé que Draz no quiere que lo haga, entro en una confitería a comprarle caramelos porque siempre le pone feliz cuando se los doy y sé que le gusta tomarse algo dulce después de comer. Puede echarme la bronca, pero al final los dos sabemos que el beneficio le resulta mayor que la pérdida.
Tengo que tener cuidado mientras hago las compras, por si acaso, y observo a la multitud que me rodea. Eso lo hago siempre porque estoy acostumbrado a que elfos estúpidos intenten apuñalarme de la nada, pero ahora tengo que estar más atento que nunca. Oteando la multitud, me fijo en las caras del resto de gente que están haciendo la compra.
Son en su mayoría mujeres, pero hay también algún que otro hombre, y muy de cuando en cuando veo a la pareja completa. También hay niños, algunos que están jugando en las calles y otros que van acompañado a las que deben ser sus madres… O quizá hermanas… O abuelas… Es difícil juzgar la edad de un elfo. Como sea, eso me hace reflexionar…
Me pregunto si eso es lo que Draz quiere.
Una familia “normal”. Poder pasear del brazo con alguien, discutir sobre cuál va a ser la cena, gritarle a un niño que no se aleje demasiado.
Lo que sí sé es lo que quiero yo. Quiero estar a su lado. Para siempre. Hasta que la muerte nos separe, o incluso más allá de eso. No soy tonto, sé que él va a vivir mucho más de lo que voy a hacer yo, y me parte el corazón la idea de dejarle solo. Quizá teniendo un niño eso se aliviaría, pero…
No quiero tener hijos. No puedo cuidar de mí mismo, y apenas puedo cuidar de Draz, ¿cómo voy a cuidar de otra criatura? Doggo por lo menos es fácil de mantener, siempre que le des filetes, y es divertido jugar con él. Un niño… Hay que hacerle demasiadas cosas, y yo no quiero ser el responsable de criar a otra persona. Menuda lata. Además, me da miedo no… No…
Me da miedo convertirme en el tipo de padre que tuve yo, o los que ha tenido Draz.
Así que, no. No quiero tener hijos. Y casarme… Ya lo he dicho, el matrimonio no es más que un contrato estúpido. Realmente no es necesario para ser feliz y pasar la vida con alguien. Incluso si le dijera que sí, ¿cómo íbamos a hacerlo oficial? No podemos aparecer por la secretaría de Latteria y firmar dos papeles, primero porque es ilegal y segundo porque me cortarían la cabeza en cuanto me vieran, y a él le atraparían y le apartarían de mi lado. Quizá alguien en Eel pudiera casarnos o algo. No lo sé.
De todas formas, sigue sin gustarme la idea del todo… Aunque el hecho de que a Draz parezca hacerle tanta ilusión la idea de una boda… Es verdad que consigue mover la balanza un poco.
Llego a la tienda de armas después de haber hecho la mayoría de las compras. Draz me ha pedido que le consiga algunas flechas y yo tengo que buscar alguna piedra para afilar mi alabarda, porque la vieja se quedó en Latteria y llevo desde entonces sin darle mantenimiento.
El tendero en seguida sale a recibirme con mucha alegría y en seguida empieza a acosarme, mi muy reluciente armadura debiendo ser algo que le llame la atención. Le ignoro mientras me pongo a revisar la tienda, buscando los afiladores, aunque él sigue hablando para sí.
-¡... una promoción en nuestras hachas de tiro: tres por dos! No hay nada peor que estar en mitad del combate, lanzar un hacha y que se pierda, ¿verdad? ¡Bien, pues con nuestra oferta exclusiva no-
-Flechas -Le interrumpo cuando ya tengo mi piedra y al irme a mirar los proyectiles me encuentro con tres barriles llenos de flechas distintas-. Quiero flechas.
-¡Por supuesto, por supuesto! -Aunque su sonrisa de vendedor se quiebra un momento, en seguida la recompone- ¡Tenemos TODO tipo de flechas! Para arco corto, arco largo, para ballesta, ¡y de todo tipo de material y-! -Por dios, cállate…
¿Cómo era el arco de Draz? Intento recordarlo. Me lo ha tenido que decir mil veces ya… A ver, es muy grande, que yo recuerde, así que… Largo.
-¿Qué diferencia hay entre unas y otras? -Pregunto, mirando las flechas que se supone que son de arco largo. El hombre interrumpe su cacareo para empezar con otro discursito distinto.
-¡Nuestras flechas son de la mejor calidad posible! Tenemos distintos materiales para distintas técnicas de tiro: tenemos de entrenamiento, para larga distancia, para corta distancia, ¡tenemos de todo! Además, ahora mismo tenemos una oferta en nuestras flechas de plata, ¡ideal para liquidar licántropos!
-F L E C H A S -Vuelvo a cortale. Empieza a ponerme de MUY mala leche-. Sólo quiero flechas para disparar. ¿Cuáles son?
-Bueno… -Mi tono brusco hace que su entusiasmo merme un poco- T-todas ellas se disparan…
-¿Y entonces cuál es la diferencia?
-S-se lo estaba explicando…
-No me interesan las estúpidas ofertas -Le arreo un golpetazo al mostrador, haciendo que él pegue un respingo-. Sólo quiero mis flechas. Dame lo que quiero y pagaré por ello, y punto; así que dime cuáles son las malditas flechas que necesito y listo.
-P-por supuesto… -Él parece algo nervioso ahora y menos convencido de su papel de vendedor petardo- P-pero nuestra variedad de flechas es…
Le asesino con la mirada y estoy a punto de ir a morderle, pero cuando voy a cagarme en sus muertos de repente siento un peso en mi hombro.
Me giro al instante, ya desenvainando una daga de mi cinturón para ponérsela en el cuello al que sea que se haya atrevido a poner una mano sobre mí.
La mujer que tengo detrás ni siquiera se inmuta con mi amenaza. Su cara permanece completamente inexpresiva, pétrea, y sus ojos ambarinos me sujetan la mirada sin ningún tipo de miedo, casi hasta con desafío.
Me cae mal.
-Quizá yo pueda ayudarte -Habla con voz baja, pero aún así autoritaria. Algo en su tono me pone incómodo, me hace sentirme casi agredido. Su cara, sin embargo, sigue sin expresar ninguna emoción o agresividad.
-¿Puedes? -Vuelvo a envainar mi cuchillo, mientras que con un gesto brusco aparto su mano de mi hombro con un manotazo.
… O lo intento, porque antes de que pueda llegar a rozarla ella ya ha apartado su mano sola.
-¿Qué tipo de arco usas? -Se gira en dirección a las flechas, examinando la mercancía sin dedicarme una segunda mirada. Yo le echo un vistazo al vendedor, que ha decidido alejarse prudencialmente en cuanto me ha visto desenvainar.
-Arco largo -Miro a la mujer ahora-. Flechas normales. Nada más.
Me fijo un poco mejor en ella. Me llama mucho la atención el pelo completamente blanco, muy largo y apenas recogido, porque no debe ser tan mayor como para ser cana, sino que aún parece joven y, a juzgar por sus orejas, no es que sea elfa precisamente. Es curioso, de hecho, porque tampoco son orejas cortas, sino que sí son ligeramente puntiagudas… Como si estuviera entremedias de lo elfo y lo humano. No puedo intuir nada de su raza, pero los ojos y el pelo me hacen pensar en el morenote de la Guardia… Salvo que esta no es morena, sino que tiene la piel bastante pálida.
Y su ropa… Bueno, una armadura de malla con un cinturón del que cuelgan muchos frascos, una espada, una cuchilla más corta y una ballesta. Parece armada para la guerra. Eso y su complexión musculada me hacen saber que debe ser una clienta habitual y que debe repartir bastantes leches.
Cuando se incorpora, ofreciéndome un puñado de flechas, y vuelve a mirarme, veo una prueba más de ello en la forma de una gruesa cicatriz que atraviesa su cara.
La pobre chica es feísima.
-Gracias -Acepto el puñado de flechas, y por si acaso agarro otras pocas más. Las pongo en el mostrador con un golpe seco y me giro hacia el bufón de antes-. ¿A cuánto?
-S-sí -Él se apresura a ponerse tras el mostrador y empieza a hacer cuentas-. Será un total de… ¡Oh, pero, ¿le interesa nuestra oferta de-
-N O .
-P-por supuesto… -Saco la bolsa de los maanas con ganas de trincharle con la alabarda, pero me contengo- ¿Qué hay de usted, Señorita Zaitsev? -La mujer no responde. Sigue observando las flechas con atención, quizá decidiendo qué será lo que vaya a comprar ella- … De acuerdo, tómese su tiempo. A usted, caballero, ¿no le interesa adquirir también uno de nuestros famosos pulidores de armadura por el bajo precio de…?
Simplemente le tiro los maanas necesarios sobre el mostrador, lo que consigue cortarle y que se ponga a contar el dinero con gusto. Yo recojo mis flechas y las meto en la bolsa, listo para irme, pero al escuchar la conversación entre la mujer y el payaso, me detengo.
-¿Por qué las flechas de plata? ¿Hay algún licántropo en la zona?
-¡Oh, no, no; nada de lo que preocuparse…! -Él niega vehementemente con un gesto de la mano- Simplemente ha habido algunos… Avistamientos. Y es mejor prevenir que curar, ¿no? Siempre es buena idea tener flechas de plata encima, por si acaso.
-De acuerdo. Entonces lo habitual junto a las flechas de plata.
Licántropos… Eso es un… eh… …………… No tengo ni idea de lo que es, pero bueno. Si le pincho con la alabarda se morirá, asumo.
Escuchando también la cantidad de maanas que piensa cobrarle a la mujer, y antes de que el tipo pueda preguntarle si quiere suscribirse a la tarjeta de puntos para conseguir un fabuloso juego de sartenes, tiro en dirección al mostrador algunos maanas para que los use, en forma de agradecimiento. Creo que es lo que a Draz le gustaría que hiciera, y de hecho puedo imaginar su "¿¿Y no le has dado las gracias??" cuando le cuente la historia.
La chica mira las monedas, y luego me mira a mí. Le sostengo la mirada durante unos largos segundos. Sigue habiendo algo en sus ojos que no me gusta.
-¿Acaso es para ti costumbre el pagar por la compra de los demás? -Habla en el mismo tono quedo y severo que casi parece una amenaza.
-Es costumbre pagar mi gratitud -Yo gruño mi respuesta-. Si no te gusta el dinero, volveré a metérmelo en el bolsillo.
Sus ojos me escrutan, mirándome arriba y abajo, desde mi pelo revuelto hasta el barro de mis botas. Sin decir nada, y aún mirándome fijamente, agarra otro puñado de pernos para su ballesta y los deja en el mostrador con un tintineo metálico.
No rompo el contacto visual con ella en lo que salgo de la tienda, y ella hace lo mismo. Sigo caminando con los ojos puestos en los suyos.
Como era de esperar, acabo por chocarme contra el marco de la puerta, así que salgo de allí sintiéndome estúpido y con la nariz adolorida.
Qué tía más rara…
Pero bueno, no es mi problema; el mundo es un pañuelo y está lleno de mocos. Pensando en esto, echo un vistazo por encima a la calle a la que salgo, intentando discernir si hay alguna tienda que me haya saltado por algún motivo y por la que Draz vaya a flagelarme por haberme olvidado de algo.
No tiene pinta. Entonces… Hm, quizá aún tenga algo que hacer antes de volver a Draz.
Me encamino en línea recta hasta la tienda de empeños, cuya campana tintinea al abrir yo la puerta. Mientras el dependiente me saluda, yo simplemente fijo mi mirada en el mostrador donde, detrás de un cristal, descansa un grueso anillo con el sello de la casa de Aënwer.---
(Narra Lezeard Rewnëa)
-¡Muchas gracias por su compra! -Sonrío con cortesía mientras meto el dinero en mi saco, dejando que el otro tipo se vaya muy satisfecho con su rana decorativa. Era muy linda así que la voy a echar de menos, pero bueno, es lo que hay.
Como me temía, las ventas no están siendo las mejores… ya no llamo tanto la atención como la primera vez que aparecí por aquí. Eso no es necesariamente malo, porque a decir verdad, me conviene pasar discreto. Y de ahí, mi muy discreta identidad secreta… ¡Lezeard Rewnëa, el misterioso vendedor de excentricidades!
El día que me pillen me voy a echar unas risas.
Pero por el momento, no me ha pillado nadie. No sé si es que los guardias de por aquí son muy ineficaces o si es que poniéndome una capucha ya soy invisible… A mi disfraz se ha unido ahora también la barba postiza que me regaló Ezarel en Lund'Mulhingar. Debería ser contraproducente porque elfos barbudos en verdad hay pocos, pero, ¿y lo gracioso que es?
Al menos, aunque no sea dinero, he conseguido conseguirnos algo bastante interesante… Je, je. Le lanzo una mirada muy orgullosa al carro que le he cambiado a un tipo a cambio de algunas de mis excentricidades. Parecía un tipo bastante simple y sin mucho dinero, y se ha acercado con la intención de mirotear más que nada, pero yo no he podido evitar fijarme en el carro que traía consigo y, bien… Ha sido un buen negocio, diría yo. De todas formas lo que se ha llevado desde luego le da para comprarse un carro en muchas mejores condiciones si lo necesita, así que no creo que vaya a echar este mucho de menos. Y a nosotros nos viene que ni pintado para poder llevar todas nuestras cosas sin torturar a nuestra pobre montura (... salvo que va a ser ella la que tire del carro, bueno), y también a Doggo, que el pobre a veces se cansa y no puede seguirnos el paso o se distrae con lo que sea y se queda atrás.
Ya se ha instalado, de hecho, en el carro, y allí se está echando una siesta que tiene pinta de estarle sentando muy bien. Estiro una mano para rascarle entre las orejas y él hace algún sonido de gusto ante la carantoña. Qué bonito que eres.
La verdad es que, quitando todo eso de que estamos en situación de busca y captura, estoy disfrutando mucho de nuestra vida a la fuga. Poder pasar tanto tiempo con Alec es un sueño hecho realidad. Poder dormir en sus brazos y despertarme con sus besos, pasar horas enteras en su compañía sin la sensación de que tengo otras responsabilidades que cumplir, pasear a su lado sin que nadie nos mire mal, poder hacerle el amor a cada momento en cada esquina… Cuando se deja, que no es siempre, lo cual es una pena porque hay muchas, muchas cositas que me gustaría hacerle.
Creo que no me había dado cuenta hasta que me “secuestró”, pero siempre he vivido con una amargura en mi corazón al estar atrapado en Latteria. Me he dado cuenta ahora porque… Porque ya no la siento. Porque de repente me siento muy ligero y libre, como si pudiera hacer cualquier cosa. Aquello que creía que sólo podían ser sueños estúpidos es ahora una realidad. Es mágico. Y es todo gracias a Alec.
Soy muy feliz.
Distingo a alguien que se acerca a mi puestecillo, por la figura diría que algún chiquillo que posiblemente no vaya a tener el dinero suficiente para comprar nada, pero eso no me impide ser amable, así que dejo a Doggo y me giro a mirar a-
-¿¡Alec!?
Abro mucho los ojos con sorpresa al verle porque… Le falta algo muy importante, algo que le hace ser Alec y que si no lo tiene, p-pues sigue siendo Alec, ¿pero menos Alec?
-¿¡Qué le ha pasado a tu armadura!?
-He terminado de hacer las compras -Ignorando mi pregunta, él deja sobre la mesa un costal con lo que debe ser la compra del día, otro del que sobresale la punta de algunas flechas y la bolsa con los maanas que le han sobrado-. ¿Y ese carro?
-¿¡Pero tu armadura!? -Yo sigo un poco en pánico, dejando completamente de lado al estúpido carro- No se te habrá ocurrido pagar con ella, ¿no? -Indiferente, se encoge de hombros- ¡¡ALEC!!
-Dijiste que no querías que la llevase puesta, ¿no? Pues ya está.
-Sí, pero- No, espera, eh… -Un poco enfadado, me pongo en jarras- Alec, no me refería a esto. Esa armadura costaba un pastizal… Y-y ya es simbólica, ¿en serio te has deshecho de ella así porque sí?
-¿... sí?
Pues… Pues sí, eso me enfada un poco. Es verdad que he dicho que le he dicho que preferiría que no tuviera que llevar la armadura puesta… Pero eso no significa ir a tirarla al primer callejón oscuro que vea, porque conociéndole es muy posible que sea lo que haya hecho.
-¿Estás enfadado? -Pregunta, y el tono en el que lo dice por alguna razón me recuerda al mismo ruido que hace Doggo cuando alguien le pisa una patita sin querer. N-no me das pena.
-Sí, Alec, estoy enfadado -Suspiro. Él baja los ojos al suelo, lo que me hace saber que eso le ha puesto triste, y a mí se me encoge el corazón en el pecho. Agh… Estúpido Alec y estúpido Vínculo y estúpida armadura y estúpido todo-. No importa. Vamos a recuperarla, ¿dónde la has dejado? -Se encoge de hombros- ¿No lo sabes? Alec…
-... es una ciudad muy grande -No, no lo es, es un pueblo relativamente pequeño, pero supongo que para ti cualquier sitio con más de dos calles es un laberinto.
-Vale, entonces… -Tomo aire- Recoge el puesto y quédate aquí esperando. No te muevas, no quiero que te pierdas.
Digo eso y echo a andar, dejándole a él con una frase a medias que no me molesto en escuchar y, todavía enfadado, me voy en la dirección en la que ha venido. Mira que… Deshacerse de la armadura… ¿¿Pero cómo se le ocurre?? Me parece hasta raro, además, porque siempre he pensado que le tenía cariño… Aunque con Alec nunca se sabe, porque eso del “cariño” no se le da muy bien.
Me pateo las calles buscando la condenada armadura, pero intuyo que eso es absurdo después de un rato caminando. Si alguien se encontrase semejante pedazo de metal brillante tirado en mitad del suelo, desde luego que iba a decidir apropiárselo sin pensárselo dos veces… Creo que pierdo menos el tiempo yendo directamente a las herrerías o a las tiendas de empeños.
A una de estas voy, aquella en la que vendí varias de mis joyas cuando Alec y yo empezamos nuestro viaje, y efectivamente allí veo al dependiente muy satisfecho con su recién adquirida armadura intentando ver cómo la monta. También veo, con algo de desagrado, que muchas de las joyas que empeñé no están aquí ya… El anillo de mi familia ha desaparecido.
…
No pasa nada. Ya no lo necesito.
Y digo eso mientras me llevo una mano a la otra para hacer girar un anillo que no tengo, porque veinte años con el mismo tic nervioso al final se acaban quedando.
-¡Disculpe! -Levanto la voz para procurar que el hombre me escuche, y él parece que casi se asusta. Desatiende la armadura para fijar toda su atención en mí.
-¿En qué puedo ayudarle? -No me está reconociendo, hmm… Oh, es verdad, todavía tengo la barba postiza.
-Esa armadura -La señalo directamente-. Cuánto por ella.
-Eeeh… -Hace un gesto extrañado- Aún no he tenido tiempo para tasarla y-
Arrojo mi bolsa de maanas encima del mostrador.
-Cuánto por ella.---
Aunque haya sido un atraco a plena luz del día, al menos acabo con la maldita armadura en mis manos. Evidentemente no me iba a salir barata, porque mi desesperación era obvia, pero aún así ha sido… doloroso. Igualmente es un precio que pago con gusto por recuperar la armadura… Aunque quizá debería de empezar a cuestionarme estos caprichos ahora que no soy asquerosamente rico.
Transportar la armadura es otro problema en sí, porque pesa lo que no está escrito y mis débiles brazos de elfo mimado no son lo suficientemente fuertes como para llevarla, así que prácticamente voy arrastrando el costal de la armadura por el suelo y, después de muchos, y quiero decir MUCHOS descansos, consigo llegar a la plaza en la que me espera Alec apoyado contra la pared. En cuanto me ve se acerca para quitarme el costal de las manos con una facilidad casi insultante.
-¿Por qué? -Frunce el ceño, como si le fuera lo más extraño del mundo que haya querido recuperar su armadura.
-Es… escúchame bien, tonto esférico -A pesar de que sigo jadeando, consigo dejar de doblarme sobre mí mismo y me incorporo lo suficiente para agarrarle la cara con una mano, lo que distorsuiona su cara de forma graciosa-. No vuelvas a hacer eso, ¿de acuerdo? -Él asiente- Vale. Bien. Uff…
-Sigo sin entenderlo -Habla cuando le suelto-. ¿No querías que me quitase la armadura?
-¡Eso no significa que la dejes tirada por ahí en cualquier sitio! Había acabado en la tienda de empeños, ¿qué hubiéramos hecho si otra persona la hubiera comprado primero? -Y encima alguien se ha tenido que llevar un buen pellizco por un trozo de metal que se ha encontrado en la calle- Lo que quería decir es… -Con la respiración más controlada, tomo aire y me yergo del todo- Lo que quiero es… Que algún día seas capaz de sentirte lo suficientemente seguro como para no llevar la armadura puesta todo el rato. Aunque eso es más difícil decirlo que hacerlo…
-Aún nos están buscando, Draz. No es seguro -Lo sé. Créeme, lo sé...-. Quizá algún día.
-Quizá -Le dedico una sonrisa. Vuelvo a extender una mano hacia su cara, esta vez sólo para acariciarle una mejilla-. No estoy enfadado, ¿vale? Pero no vuelvas a hacer algo así. Antes de deshacerte de algo importante, avísame primero -Asiente, así que le pellizco una mejilla-. Vale. Ponte la armadura y vámonos, anda.
Nos vamos a un sitio más discreto a que se arme en lo que yo reviso lo que ha cogido de las tiendas y el dinero que nos queda. No es mucho, pero… Podremos aguantar un poco, espero. Teniendo en cuenta que en Latteria no vamos a poder entrar a comprar o vender, y que en la Resistencia tienen mucho que darnos, si no nos aniquilan en cuanto nos acerquemos… Hm, la cosa va a estar ajustada. Es lo que hay, supongo.
Con Alec ya con la armadura puesta, nos peleamos un rato con nuestra montura para ver cómo la amarramos al carro (ya me había olvidado de él, con lo orgulloso que estaba yo…) y después de descubrir sus secretos, nos subimos a él y en poco tiempo estamos trotando fuera del pueblo con Doggo siguiéndonos muy orgulloso con un palo de dimensiones importantes en la boca. No sé de dónde lo ha sacado, pero parece muy contento con él, y si Doggo está contento, el mundo está bien.
Tengo la sensación de que el ambiente entre Alec y yo está un poco tenso. Estamos en silencio, y eso generalmente no significa nada malo, porque sé que a Alec le gusta tener sus silencios de cuando en cuando, pero intuyo en este un poco de… No sé, incomodidad. Creo que toda la aventura de la armadura nos ha tocado un poco, y ahora yo me siento un poco mal por enfadarme con Alec, igual que intuyo que es posible que él se sienta mal por haber dejado la armadura.
…
…
…
-Draz, sobre lo de-
-Alec, quería decirte…
Los dos nos interrumpimos al instante. No puedo evitar una risa, y a él le aparece la sombra de una sonrisa en los labios. Somos un poco desastre, ¿no?
-Habla tú primero -Pide.
-Está bien -Con suavidad, coloco una mano en su muslo para acariciarlo con dulzura-. Primero de todo, quiero disculparme por haberte gritado antes… No tenía que haberlo hecho, pero lo de la armadura me ha sorprendido bastante y… Creo que me ha ofendido un poco que simplemente la abandonases por ahí como si nada.
-... Lo siento -Y por su voz, sé que está triste y arrepentido. Quizá otra persona no pudiera darse cuenta, porque por lo general la única emoción que Alec es capaz de expresar es irritación o enfado (lo cual es algo preocupante), pero yo he aprendido a leer sus sentimientos y pensamientos internos-. Pensé que te haría feliz.
-Esa es otra cosa de la que quiero hablar -Tomo aire-. Sabes que… Aunque yo te pida algo no tienes que cumplirlo obligatoriamente, ¿no?
Silencio breve.
-No… No te estoy dando órdenes -Mis puños se aprietan un poco en el metal de su armadura-. No tienes que hacer caso a todo lo que digo, no… No eres mi sirviente.
-Sigo siendo tu asistente personal (o algo así).
-No deberías de serlo -Me muerdo el labio-. Ahora somos libres. Quiero que seamos iguales, no hay ninguna jerarquía entre nosotros. Así que… No hace falta que te sientas en la obligación de tener que hacer todo lo que te digo…
Otro espacio de silencio. Intento leer su cara, pero… No puedo entender nada en ella.
-¿Alec?
-... No lo pillas.
Este… ¿qué?
-¿Que “no lo pillo”? ¿El qué?
-Nada.
-Pero qué… ¡Si tienes un problema, dilo!
-No.
-¡Alec!
-Draz.
Estoy a punto de empezar a gritarle que es un humano estúpido y que no se trague sus emociones porque si hace eso entonces yo no puedo “pillarlo” y desde luego no voy a poder arreglar lo que sea que he estropeado, pero…
Pero antes de que pueda ponerme a gritar nada, de repente veo algo que me llama la atención a lo lejos en el paisaje. En una de las colinas que supervisan el pueblo, hay una figura… Agudizo la vista, pero ni con eso soy capaz de distinguir del todo a la figura, lo que me molesta un poco porque para qué me molesto en ser elfo entonces.
-Hay algo por allí… -Cuando lo señalo, Alec también se gira para mirar hacia allí, pero por cómo entrecierra los ojos diría que no ve mucho.
-En el pueblo he escuchado que había un… Eh… “lincetopo” por la zona, o algo.
-¿Un lince-qué?
-Ya sabes, es un… Eh, un gato, pero con manos de topo… O a lo mejor era un lincepotamo…
-¿Pero de qué estás…? -Me tomo unos segundos para pensármelo- ¿Quieres decir un licántropo, Alec?
-No. Bueno. Tal vez. O quizá un lincetopo.
-Un licántropo es un hombre lobo, Alec -Intento no poner los ojos en blanco para no ofenderle, pero me hace un poco de gracia su confusión. Es verdad que se suele usar más el término “hombre lobo”, porque algunos consideran ofensivo el otro.
-Entonces tiene sentido lo de las flechas de plata -Confirmamos licántropo… Lo cual es un poco preocupante-. ¿No se convirtió el brit en uno de esos cuando estuvimos en elfolandia?
-Es verdad que sí, pero ya sabes que Hiiro se convierte en muchas cosas -Me lo pienso un poco-. Es extraño que vayan a vender flechas de plata si es un hombre lobo cualquiera… Quiero decir, no son agresivos -A veces tienen pulgas, pero eso es todo. Por el resto, como cualquier otro brownie, muy simpáticos. Había uno en la Guardia, un niño, pero ahora no me acuerdo de su nombre, vaya-. Si están tan alerta por él, tiene que ser porque se hayan encontrado con uno… Que sí que es agresivo.
En tiempos antiguos solía pasar más, algún licántropo descontrolado (aquí si que es aplicable el término, y de hecho yo prefiero usarlo para diferenciarles de los hombres lobo normales) que ha cedido a su sed de sangre y ha dejado que su naturaleza salvaje le controle… Pero eso no significa que no siga ocurriendo. Muy de cuando en cuando se escuchan noticias de alguno que durante una luna llena mal recibida se ha pasado de la raya; y creo haber oído hablar de algunas manadas que viven en los bosques o las montañas y sí que son hostiles… Pero eso son excepciones, por supuesto. También hay elfos muy estúpidos y hostiles que se dedican a destruir la vida de los demás sólo porque están teniendo un mal día.
-Incluso si se supone que hay un licántropo rondando la zona… -Frunzo el ceño- Desde luego no iba a estar ahí parado en plena luz del día.
-Entonces a lo mejor es un lincetopo.
-Sí, debe ser un lincet…
Me interrumpo cuando veo que la figura de repente empieza a moverse… Hacia nosotros. Con bastante prisa.
-Viene hacia aquí… -Susurro, un poco preocupado. A estas alturas ya nos habíamos quedado quietos en mitad del camino, intentando distinguir la naturaleza de la figura misteriosa, ante la mucha extrañeza de Doggo que no entiende por qué nos hemos parado.
-¿Qué hacemos?
-Fijándome mejor, parece que es alguien que viene en montura… A lo mejor se ha perdido y quiere direcciones, o…
El sol golpea la figura. El viento hace que su pelo ondee al aire.
Pelo blanco.
Y yo tengo una sensación de vértigo repentina.
-Alec -Sin dejar de mirar la figura, golpeo la hombrera de su armadura-. Alec, nos vamos. Corriendo. Al galope. ¡Venga!
-¿Sí…?
-¡Venga! ¡Doggo, sube al carro!
Doggo ladra, entiendendo perfectamente las instrucciones (en algunos sentidos es bastante más inteligente que el propio Alec), y en cuanto se sube, dejando atrás su magnífico palo (casi me da pena por él), Alec sacude las riendas de la montura para indicarle que vaya más deprisa.
Aún así, ya sé yo que no va a ser suficiente. Con el peso añadido del carro y las dificultades técnicas que este trae, dudo mucho que nuestra montura vaya a poder correr más deprisa de la suya… Así que por eso, con una media voltereta me dejo caer en la parte trasera del carro, haciendo que Doggo se sobresalte y Alec me lance una mirada extrañada.
-¡No te preocupes, tú sigue conduciendo!
Asiente con firmeza y hace eso, mientras que yo empiezo a rebuscar entre nuestras cosas… Hasta encontrar mi arco y las flechas. Me alegro muchísimo de haber pensado en comprar unas cuantas, porque desde luego estas no las voy a recuperar.
Me pongo en pie encima del carro, lo que hace que Alec me grite que qué hago y yo le grite de vuelta que siga conduciendo y me deje a lo mío. Preparo una flecha, apunto y simplemente me quedo a la espera de que entre en rango de tiro.
Ahora ya más cerca puedo verla perfectamente y sé que es ella. Aunque nunca la haya visto, las historias que he oído son miles, y con esos rasgos tan distintivos sé que se trata de ella. Pelo blanco, ojos ambarinos, una cicatriz que le cruza la cara… Por supuesto que es ella.
En cuanto entra en lo que juzgo que es mi rango de tiro, suelto la flecha, que cruza el aire con un zumbido. Chasqueo la lengua al ver que falla, aunque sea por poco. Aún está demasiado lejos y entre eso, la poca estabilidad de la carreta y que el objetivo también se está moviendo, no es tarea fácil atinar.
Con toda la acción, veo que Doggo levanta la cabeza, bastante confundido, y ladra de forma que traduzco como “Ummm qué está pasando por qué vamos tan rápido, ¿puedo seguir durmiendo?”.
-Doggo, ¡baja la cabeza! -Le pido, empujándosela yo mismo mientras me agacho para coger otra flecha. Esto es muy impráctico… ¿Dónde tengo en carcaj?
-¿¡Le estás disparando!?
-¡Tú sigue adelante! -Agarro un motón de flechas y simplemente las atrapo entre mis piernas, ya cogiendo una para seguir disparando- ¡Todo lo deprisa que puedas, hacia el bosque!
-Pero aún queda un trecho para…
-¡TÚ SIGUE!
Disparo mi segunda flecha. En esta ocasión también fallo, pero consigo que el proyectil pase lo suficientemente cerca de su montura como para que esta se espante y por un segundo haga una cabriola.
Mientras preparo mi siguiente proyectil, que en esta ocasión no tengo intención de que falle, ella se las apaña para controlar al animal mientras prepara un tiro con su propio arma, y eso a mí me hace entrar un poco en pánico porque en el momento en el que le atine a una de las ruedas, la hemos liado. Alec está protegido por su armadura y a mí sé que no va a matarme, así que eso no me preocupa tanto…
Pero sé que nuestra única opción ahora mismo es conseguir escapar de ella. Aún no sé cómo exactamente, supongo que la mejor manera sería atravesarle el cráneo con una flecha y dejarla muerta en mitad del camino, pero si un cuarto de los rumores que he oído sobre ella son verdad, entonces eso va a ser imposible.
Disparo otra vez, y a punto estoy de soltar una maldición en voz alta cuando vuelvo a fallar. Maldita sea esto no es nada fácil pero ya la tenemos casi encima…
-¿¡La mujer peliblanca de antes!?
-ALEC QUE TE CENTRES EN CONDUCIR Y NO MIRES A LOS-
Me como un bache por ir gritando y me muerdo la lengua, lo cual duele un rato, auch…
Se me pasa el dolor en seguida cuando un proyectil pasa zumbando a centímetros de mi cara. Pierdo todo el color al instante y por un segundo sólo puedo mirar con miedo a la mujer que viene contra nosotros.
… No.
No.
No, no. Me niego, ¡no! Ahora que al fin tengo esto… Ahora que al fin soy libre, que por fin estoy con Alec, no pienso dejar que todo se derrumbe tan fácilmente. Y me da igual si tengo que oponerme a mis padres, a la Guardia de Eel, a un lincetopo o a la mismísima Kaira Zaitsev.
Con pulso de acero vuelvo a tensar mi arco y apunto hacia ella.
Está lo suficientemente cerca como para poder hacer contacto visual con ella. Así que la miro directamente a los ojos, y ella corresponde.
Es una conversación muda por un instante. Los dos sabemos exactamente qué está haciendo aquí cada uno, cuál es nuestro objetivo… Y que ambos estamos muy determinados a conseguirlo.
Salvo que yo lo estoy un poquito más.
Ambos disparamos a la vez, ella con su ballesta y yo con mi arco.
Su proyectil impacta en el carro, un poco por encima de la rueda, a la que sólo consigue astillar. Mi flecha impacta directamente en el centro de la cabeza de su montura.
El animal cae al suelo muerto de inmediato, y ella sale despedida a un lado y rueda por la hierba. Contengo mi sonrisa.
Continúo disparando, ahora todo lo rápido que puedo sin molestarme en apuntar de forma específica, simplemente esperando poder atinarla de alguna manera u otra ahora que está en el suelo, pero no lo consigo. Cuando me quedo sin flechas de las pocas que había cogido, simplemente bajo el arco y me quedo de pie, mirándola mientras nos alejamos cada vez más y más.
La veo levantarse sin ningún problema y, simplemente, me devuelve la mirada.
Al final, termina por alejarse lo suficiente como para que ya no pueda verla. Me dejo caer en el carro, y en seguida Doggo acude a mi auxilio moviendo la cola y pegándome lametones que en otra ocasión rechazaría porque, aunque le quiero mucho, no terminan de gustarme.
-¿Draz? -Alec me mira por encima del hombro, con una mirada interrogante.
-Sigue conduciendo -Le repito la misma instrucción de antes-. Hasta el bosque. No pares, y afloja sólo si la montura va muy cansada.
-Vale… Pero luego tienes que explicarme qué es lo que ha pasado.
Sí. Sí, vale. Por el momento, voy a quedarme aquí un rato… Aún me tiemblan las rodillas.
Capítulo S.2.-
Es de nuevo su voz terriblemente dulce lo que hace que todo se desempañe y cobre sentido de nuevo.
-¿Ya te has despertado? -Así me habla, aún en tono cauto, casi con miedo a importunarme, aunque él nunca podría hacerlo- Sabía que ibas a estar aquí… No lo entiendo, ¿por qué vienes a dormir al naranjo?
...
-¡Pero ese no es lugar para dormir! Tienes una cama, ¿cierto? ¿Por qué no usarla?
…
-Sigo sin entenderlo. ¿No es incómodo?
…
Tristeza se adivina en sus ojos, piedad ante la desdicha que me atormenta. Son sus ojos rotos lo único que no está permitido que me sea indiferente, y sin embargo sé que soy incapaz de diluir esa tristeza. Yo no puedo. No estoy capacitado. Yo no soy lo que él necesita.
Me gusta el naranjo y, quizá, la única razón porque lo haga es porque quiero tener permiso para que me guste algo.---
(Narra Alec)
Detengo el carro poco después de que entremos al bosque, haciéndonos a un lado del camino. El animal resopla y se queja por el ejercicio, yo simplemente le doy una palmada de ánimo cuando me bajo antes de ir a ver a Draz a la parte de atrás del carro.
No me da tiempo a abrir la boca antes de que él hable.
-Primero de todo y antes de nada -Corta las palabras que aún ni he pronunciado-. Toda la acción me ha puesto a mil así que hazme un favor y ponme las manos encima, ¿quieres?
Eso es… Bueno, eh… no lo que estaba esperando.
-Draz… -Empiezo la frase un poco preocupado, porque si hay una loca peliblanca persiguiéndonos en busca de venganza por su animal muerto, no sé si es buena idea que nos pongamos al tema aquí mismo. E incluso sin loca peliblanca, no entiendo qué le pasa a Draz con eso de tener sexo en espacios abiertos, pero a Draz le gustan cosas de lo más raras, la verdad.
-Por alguna razón creo que me apetece que me muerdas -Dice, con toda la inocencia del mundo, y sin embargo hasta él parece un poco perplejo con sus palabras.
…
-Doggo, ¿puedes ir a darte una vuelta por ahí un rato? Mira a ver si encuentras otro palo como el de antes.
Doggo vuelve un rato después con un palo con el que parece satisfecho, pero desde luego no tiene ni punto de comparación con el de antes. Cuando agarro el palo para ir a quitárselo él gruñe un poco y yo me río mientras tenemos un rifirrafe al respecto, pero no termino de quitárselo, simplemente tiro un poco para jugar con él.
-Bueno, con eso solucionado -Draz termina de ponerse todas sus túnicas y en vez de molestarse en intentar peinarse se recoge el pelo en una coleta, lo cual me hace sonreír un poco cuando veo las marcas en la piel pálida de su cuello-, creo que es hora de que te explique un poco qué es lo que acaba de pasar y por qué deberíamos empezar a temer por nuestras vidas.
-¿Quién era la localcoño esa?
-Alec -Me pone los ojos en blanco. ¿Qué? Era una loca del…-. Bueno, lo que sea. Sorpréndete, pues acabamos de encontrarnos, ¡y sobrevivir!, ni más ni menos que a…
>>Kaira Zaitsev, Corazón de Piedra.
Por cómo lo pronuncia, creo que se supone que ese nombre debería provocar alguna reacción en mí, pero… Meh.
Me rasco el cuello.
-¿Quién?
-Kaira Zaits- ¿¡De verdad no has oído hablar nunca de ella!?
-Incluso si lo hubiera hecho, ¿crees que me acordaría del nombre?
-Ya, ya… -Suspira, rendido. Sabe que no es lo mío eso de recordar cosas- Bueno… Es una mercrnaria bastante famosa entre los elfos adinerados. Si tienes ghules en tu mausoleo familiar, llama a Kaira Zaitsev; si los cienespieces te están llenando de agujeros el patio trasero, Kaira Zaitsev; si necesitas un bigote de gatogarfio, Kaira Zaitsev… Si eres capaz de pagar sus honorarios, Kaira Zaitsev es la solución para tus problemas. Se especializa en dar caza a monstruos, pero dicen las malas lenguas que, si pagas lo suficiente, también puede proveer… Otro tipo de servicios…
-¿Es una prostit-
-Asesinatos, Alec, asesinatos -Aaaah…
-Entonces tiene sentido lo de que fuera armada hasta los dientes…
-¿Perdón? -Me mira un poco confundido.
-Bueno, como te pusiste a gritarme por lo de la armadura no me dio tiempo a decírtelo, pero me encontré con esa mujer en la tienda de armas -Intento acordarme de ella-. Iba bastante bien equipada.
-Por supuesto que va bien equipada, ¡está de caza! -Gimotea, llevándose las manos a la cara- Y la presa somos nosotros. No sé si habrá visto los carteles y ha decidido ponerse por su cuenta o si mis padres la habrán contratado expresamente para acelerar las cosas, pero sea como sea vamos a estar en su punto de mira… -Con gesto preocupado, veo que se muerde el labio- Y eso no se arregla fácilmente.
-Bueno, sólo tenemos que… -Me paso el pulgar por el cuello. Él niega con la cabeza.
-No es tan fácil, Alec. No con ella.
Viendo que la montura está ya un poco más descansada después de toda la acción de antes, y con Draz habiéndole dado agua y una poción rara en un frasco con forma de llama que según él "va a hacer que recupere su energía", volvemos a ponernos en marcha. Draz saca de nuestras provisiones algo para hacernos un almuerzo en forma de sándwich, y los dos vamos comiendo según avanzamos por el bosque, aún a paso rápido pero no corriendo como antes. Y, de mientras, él me va hablando de la mujer peliblanca.
-He oído muchísimos rumores sobre ella, aunque no la había visto nunca en persona… ¿Te suena la casa de Zaitsev? -Niego con la cabeza. Suena ruso, y lo único que sé de los rusos es que son los malos en todas las películas- Es una casa de altos elfos que cayó en deshonra hará… Algunos veinte años, quizá. Nadie sabe exactamente de qué forma está Kaira relacionada con esa casa… Algunos dicen que la adoptaron y fue eso lo que les hizo caer, otras personas aseguran que fue la propia Kaira la que se encargó de destruir a la familia como venganza por algo que le habían hecho a la suya, quizá no tenga nada que ver y simplemente adoptó el apellido porque le gustaba… Y también hay gente que dice que es una semielfa nacida de forma ilegítima del paterfamilias de la casa y… Atención, una sucia humana.
-Oh, no -Hago la exclamación sin ningún tipo de ánimo en mi voz-. Sucios humanos. Siempre lo estropean todo.
-¿Verdad? Destruyendo familias perfectamente normales y secuestrando herederos… -Niega con la cabeza, decepcionado por los sucios humanos- El rumor cuenta que lo que el hombre quería hacer con ello… experimentar con lo que pudiera llegar a salir de la unión, aunque nadie lo sabe. A fin de cuentas, no se sabe si es cierto que es su hija. Algunas historias cuentan que cuando ella era una niña la forzó a atravesar un entrenamiento terriblemente duro… Otros dicen que modificó su cuerpo con mutágenos perversos en pos de convertirla en “la criatura perfecta”. También hay historias que dicen que de hecho creó a la chica en un laboratorio de forma artificial y todo…
-Como el Frankfurt ese -Medito. Draz me lanza una mirada un poco extrañada, pero divertida.
-¿Frankenstein? -Me encojo de hombros. Lo mismo, rusos todos- Quizá. Similar a cómo Frankenstein jugó con el tabú de la vida y creó a aquel monstruo, dicen que el lo-que-sea que le hizo a Kaira también le pasó factura a ella…
-¿Pero Frankenstein no era el monstruo?
-Frankenstein es el científ-¡Lo que sea, atiende a la historia! -Me da un manotazo. Debe de hacerse más daño él, porque me ha sacudido en plena armadura- B-bueno… Lo que dicen las historias es que, quizá por el estrés del entrenamiento, quizá por el efecto de los mutágenos, o tal vez por la forma en la que pueda creada, ella no… No es capaz de sentir nada.
-¿Cómo? -¿No… siente?
-Por eso la llaman “Corazón de Piedra” -Mira al suelo y entrelaza sus dedos al decir eso-. Ni piedad, ni empatía… Tampoco cólera o tristeza. No es capaz de amar, ni capaz de odiar. No necesita comer porque no tiene hambre, sus ojos jamás se cierran con sueño. Y tampoco es capaz de sentir dolor alguno, no importa qué tan fea la herida. Dicen, de hecho, que herirla es imposible, pues sus heridas se curan al instante. Pelea con la bravura de mil ejércitos y con una insistencia incansable: una vez elige a su objetivo es cuestión de tiempo hasta que este cae a sus pies.
Hm…
-Menuda tiparraca.
-¿¡Eso es todo lo que tienes que decir!? -Me mira muy enfadado de repente- ¡Alec, va a matarte! Quizá… Quizá a mí no, porque sé que a mí me quieren vivo, pero a ti… Si no te mata ella, te matarán mis padres cuando te lleve a ellos.
-Es sólo otra piedra más del camino -Miro al frente, hacia el bosque que se extiende frente a nosotros-. Nada más. Pueden mandar a esta pava, o pueden mandar a un ejército entero. No van a poder con nosotros.
Le escucho suspirar pesadamente. Se deja caer sobre mí, apoyando su cabeza en mi hombro, y una de sus manos acaricia mi brazo.
-Ojalá poder tener la misma fe que tienes tú. Esa chica no es normal, Alec…
-Nosotros tampoco. Tú eres extraordinario -Bufa un poco cuando digo eso-, y yo soy un salvaje. Y tenemos un perro.
Al escuchar la palabra, Doggo se agita en la parte trasera del carro y ladra con alegría. Buen chico.
-Si eso fuera suficiente…
Tendrá que serlo. No voy a dejar que esa mujer te ponga un dedo encima, Draz. Y yo tampoco tengo intención alguna de dejarme matar. Así que que venga si quiere, voy a estar preparado para todo.
Por supuesto, ese el momento en el que de repente saltando desde la copa de un árbol aparece la pelibla-Já, no, pero en realidad prácticamente la estoy invocando con la mente con ese tipo de pensamientos… Aunque no creo que pueda alcanzarnos. Es cierto que hemos estado parados… un rato, pero aún así teniendo en cuenta la ventaja que le hemos cogido, y yendo nosotros en carro y ella a pata, va a ser difícil que nos coja.
Aún así, no es imposible. En algún momento tendremos que volver a parar para descansar nosotros y la montura, y habrá que hacer noche en algún sitio. No va a costarla mucho seguirnos el rastro: Estamos siguiendo el camino directo por el bosque (y no voy a hacer que nos desviemos porque sería una pesadilla cruzar el bosque con el carro y de todas formas seguirnos va a ser fácil con el rastro que dejan las ruedas).
Es cuestión de tiempo que llegue hasta nosotros. Ahora, dentro de eso, hay dos cosas a contemplar. La primera de ellas es que tenía pensado ir desde aquí directamente a la Resistencia Humana. A buen paso, hubiéramos llegado al anochecer. Muy evidentemente ahora no puedo hacer eso, no voy a dejar que esa tipa ponga un pie en el campamento humano… Posiblemente también pueda sacar un buen pellizco de revelar su posición y no estoy por la labor de ponerle a los humanos en bandeja.
Por otro lado, no tengo muy claro a dónde lleva este bosque además de a Latteria. Lo ideal sería un lugar en el que poder prepararnos para el ataque. Pegarnos con la mujer, cortarle la cabeza y yo me ofrezco voluntario para llevarla a rastras por la melena blanca hasta la casa de los Aënwer, mancharles las alfombras de rojo a los dos orejaslargas y darles la cabeza junto a un escupitajo en el ojo a ambos, a ver si así nos dejaban en paz.
Dudo que Draz apruebe métodos tan violentos, en realidad, pero cada vez empiezo a tomarme más en serio cuando bromea sobre dar un golpe de estado en Latteria, así que nunca se sabe. Algún día de estos, tal vez.
Puedo sentir que Draz está un poco estresado por la situación. Me gustaría… Poder calmarle de alguna manera, pero no sé cómo. No tengo la misma soltura con las palabras que tiene él. No sé cómo tranquilizarle con una caricia suave. Soy demasiado bruto como para saber cómo hacer estas cosas bien.
-Todo va a estar bien -Es lo único que se me ocurre decir, y lo digo aún mirando al frente-. Saldremos de esta como de todas.
Le miro de reojo. Veo cómo la más leve de las sonrisas se extiende por sus labios y, sin decir nada, simplemente me da un beso en la mejilla.
Y ese es el momento en el que de repente saltando desde la copa de un árbol aparece la loca peliblanca. Esta vez, de verdad.
Aparece prácticamente de la nada, saltando sobre nuestra montura, que se espanta y se encabrita, haciendo que todo el carro se sacuda. Draz grita con espanto y yo apenas tengo tiempo para reaccionar, abriendo los ojos con mucha sorpresa cuando veo una ballesta colocada a medio metro de mi cara y apuntando directamente a mi cabeza, la única parte de mi cuerpo desprotegida. Mis ojos se cruzan con los de la mujer, que me miran desafiantes pero certeros de la victoria.
Digo que apenas tengo tiempo para reaccionar porque todo lo que me da tiempo a hacer es empujar a Draz fuera del carro y de la línea de tiro antes de hacerme a un lado… De forma que el proyectil de la ballesta pasa zumbando junto a mi oído y se clava en la madera del carro, habiéndome salvado del impacto por muy, muy poquito.
Lo cual, en realidad, es raro, porque a esta distancia no debería ser muy difícil acercar el tiro.
Con una voltereta me bajo del carro y me dejo caer sobre la hierba, mientras que la mujer también se baja de la montura y engancha su ballesta en su cinturón a la vez que desenfunda una espada de un metal oscuro que tiene pinta de cortar bastante bien.
-¿¡Pero de dónde sales!? -Grita Draz, en completo pánico, aún sin levantarse del suelo desde donde le he tirado- ¡D-deberíamos llevarte ventaja de sobra…!
-Podéis rendiros y venir conmigo -Ella habla casi ignorándole, con un tono frío y amenazante-, o esperar a que os derrote y venir conmigo igualmente. La elección es vuestra.
-Puedes irte a la mierda y dejarnos en paz -Respondo con la misma entonación mientras que del carro recupero mi alabarda-, o puedo dejarte muerta en mitad del camino y que nos dejes en paz igualmente. La elección es tuya.
Doggo ladra de manera agresiva para secundar mis palabras, consciente de la presencia peligrosa, aunque no la vea. Ya, la verdad es que preferiría que no se metiese en esto, porque no creo que a esta tipa le moleste cargarse al perro. Él no tiene recompensa si se le lleva vivo a los orejaslargas. Ni yo tampoco, en realidad, creo que en mi caso les sirve con que yo desaparezca del mapa.
Una vez armado, me acerco a la mujer empuñando mi alabarda. Ella me dedica una mirada fría, como si mi presencia fuera una molestia más que otra cosa, pero también se encara en mi dirección, preparando su arma.
-¡Alec, no! -Draz habla cuando al fin consigue levantarse- ¡Ni se te ocurra! ¡No vas a poder con…!
Con un juego de pies, la mujer prácticamente desaparece de mi campo de visión. No la veo, apenas la intuyo, pero tengo un escalofrío y todo mi cuerpo me grita que tenga cuidado, así que sin pensármelo, sólo obedeciendo a mi instinto, me giro hacia la izquierda para bloquear con el mango del arma el tajo que la mujer iba a usar para acabar conmigo. Aprieto los dientes ante el impacto de los metales, porque la verdad es que tiene más fuerza de la que pensaba, pero consigo hacer el gesto de rechazarla, aunque no consigo cumplir mi intención de hacerla perder postura.
Al contrario, se recupera de forma casi inmediata, mucho antes de lo que puedo hacerlo yo, y la veo preparando una estocada de la que simplemente no me da tiempo de defenderme. La punta de su espada da en el punto justo donde dos placas de mi armadura se juntan en un costado de mi cuerpo y, aunque no consigue atravesarla del todo, siento en mi piel el pequeño empuje del arma a través de la malla de la armadura.
Cabreado, porque no me gusta que me toquen la armadura, busco mi manera de devolver el ataque a base de un amplio barrido por el aire de mi alabarda que tiene la intención de rebanarle la cabeza, pero no llego ni de cerca cuando ella se echa hacia atrás como el tipo ese de la película de las pastillas de colores, y luego con una especie de pinopuente se pone de pie de nuevo unos pasos más atrás, sin que yo haya llegado a tocar siquiera uno de los pelos de su estúpida cabellera blanca.
La odio.
-¡Alec!
Escucho el grito de Draz detrás de mí y de forma automática hago la cabeza a un lado para dejarle la línea de tiro que él busca, no inmutándome ante el sonido de la flecha que vuela a mi lado en dirección a la mujer…
Que simplemente hace un tajo de su espada, con poco más de esfuerzo que un gruñido, y corta la flecha en dos como si fuera lo más fácil del mundo, cuando yo llevo AÑOS intento hacer eso, y no me ha salido NUNCA y la odio, la odio, juro que la odio. Hace que me hierva la sangre en las venas y me entren ganas de tirarme sobre ella para hacerle un corte de pelo con cuello incluído.
-Realmente no quería llegar a esto, pero… -Aunque Draz habla aún con nervios, también parece que sus palabras portan un aire de decisión- Si lo único que podemos hacer es pelearnos… Entonces, adelante. Entiendo que es imposible que renegociemos el asunto, ¿cierto?
-No creo que tú puedas darme lo que yo necesito -Esa es su respuesta, fría y cortante. Una patada en la boca, eso es lo que necesitas...
Vuelve a lanzarse hacia mí y Draz lanza su segunda flecha, que ella hace esta vez rebotar con el canto de su espada, pero eso es suficiente como para que esta vez sí que esté preparado cuando llega a mí, y antes de que pueda atacarme hago un giro con mi alabarda que la obliga a parar y defenderse. Avanzo un paso, repitiendo mi ataque de forma que en esta ocasión ella tiene que retroceder, y cuando voy a intentar hacerlo por tercera vez es ella la que se adelanta ahora, y yo el que tengo que defender. Comenzamos a intercambiar golpes, haciendo que los choques de metal retumben en el silencio del bosque.
Su energía es irritante, sin esfuerzo para mis golpes y encuentra los huecos en mi defensa más oportunos para contraatacar, con una facilidad absurda. Realmente parece que no se esté esforzando en la pelea, porque su cara sigue con la misma inexpresividad aburrida que vi en la tienda de armas. Esto no está llevando a ninguna parte y sé que, con el frenesí de la batalla, Draz no va a tener una línea de tiro limpia con ella sin arriesgarse a darme, lo que significa que no va a intentarlo porque es estúpido.
En un momento, ella hace una floritura con su espada que rechaza mi armadura de forma que esta se clava en el suelo, y cuando yo voy a deshincarla para seguir con el rifirrafe, ella retrocede con un par de pasos ágiles, lo cual me deja a la paz desconcertado e irritado. Una tercera emoción aparece en mí, la sospecha, cuando veo que de su cinturón descuelga un frasco con alguna sustancia de apariencia... tormentosa, diría, curiosamente, y sin dudar un instante la descorcha para llevarse la pócima a los labios.
-¡DRAZ! -Le grito, porque no sé qué está esperando a reventarla de un flechazo, y como precaución yo también me lanzo a ella. Recuerdo algo así como que “los espías rusos” se tomaban algo que era “ciamburro” o algo y empezaban a soltar espuma por la boca, ante lo que Rambo McPatriot besa a la rubia tetona con una bandera ondeante estratégicamente colocada en el fondo entre las explosiones. No creo que este vaya a ser el caso y Draz es rubio pero no tiene tetas (gracias a dios) así que prefiero cargármela antes de que haga cosas raras.
Al menos me hace caso y una flecha cruza el aire por mi derecha, pero la mujer simplemente la intercepta con un espadazo antes de terminar de beberse su ciamburro y estampa contra el suelo el recipiente, destruyendo para siempre un perfectamente útil frasco de cristal. Como Doggo se clave una esquirla en el pie, vamos a tener problemas.
Embisto a la mujer, alabarda por delante, y ella consigue pararme en el último segundo, cuando la punta de mi arma estaba a punto de hundirse en el cuero de su armadura… Pero esta vez, hay algo extraño.
Mi instinto me avisa de que algo va mal.
Inmediatamente me echo hacia atrás con un paso apresurado, y mi defensa demasiado abierta hace que aunque consiga esquivar un golpe que podía haber sido mortal, note un escozor aparecer en mi mejilla cuando, incluso habiéndome apartado con antelación, su arma consigue rozarme y abrir en mi cara una herida de la que mana la sangre.
El sonido de la vibración metálica de su espada aún resuena en mi oreja cuando me alejo, y miro a la peliblanca intentando descifrar qué es lo que acaba de pasar.
Hay algo que ha cambiado en ella, y es muy evidente. Su postura ha cambiado, para empezar, ahora está algo más encorvada y en guardia, más que perfectamente recta como estaba antes. Su mirada tiene una intensidad que no tenía antes, y el iris de sus ojos se estira a lo largo del todo el ojo de forma repulsiva, haciendo al segundo que su pupila se dilate también, como la del animal que se prepara para la caza. Más que eso, las venas que suben por su cuello en dirección a su rostro empiezan a tomar una tonalidad verduzca debajo de su piel. Entre eso, la cicatriz horrible y el pelo blanco, empiezo a pensar que está intentando hacerse cada más fea a propósito a ver si nos mata del disgusto.
No sé qué es esto o qué se ha hecho. Pero sé que es peligroso. Quizá yo también debería de…
Vuelvo a escuchar una flecha cruzando el aire directamente hacia la peliblanca. Esta vez, ella ni siquiera se molesta en levantar su espada. Aún mirándome fijamente, atrapa la flecha al vuelo con una mano sin ningún tipo de esfuerzo y, cerrando su mano en un puño, la parte por la mitad, haciéndola astillas.
…
En esta ocasión, es ella la que se lanza a por mí. Intercepto el golpe con el mango de mi alabarda y frunzo el ceño al notar su fuerza, extrañamente mayor que antes, cuando mis músculos se ven obligados a flexionarse dolorosamente para poder aguantar el golpe. Sin esperar un sólo instante, hace un segundo ataque, un golpe a un costado, que consigo parar por los pelos, y noto el sudor empezando a bajar por mi frente con su tercer golpe que choca contra el metal de mi alabarda con una acústica metálica bastante intensa.
La miro a los ojos y frunzo el ceño. Su cara es completamente indiferente. No le importo.
Qué es lo que quieres. Por qué haces esto. Por qué no puedes dejarnos en paz.
El cuarto ataque, hecho a la velocidad de un rayo, consigue rechazar mi alabarda, haciéndome levantar los brazos y rompiendo mi defensa.
El quinto ataque es una estocada que perfora en el espacio de mi armadura que ha abierto antes y que me provoca un sonido ahogado cuando su espada se clava en la piel de mi abdomen.---
(Narra Draezel)
Cuando escucho a Alec gemir, siento que el corazón se me para por un instante.
-¿¡Alec!? -Grito su nombre y sin pensármelo me adelanto un paso para salir corriendo hacia él…
-¡NO! -Pero él me grita que me detenga, girándose hacia mí y todo, y de nuevo se me encoge el alma al ver el corte en su mejilla.
Chillo de nuevo, aprovechando la distracción, Zaitsev se abalanza de nuevo sobre Alec con un tajo que él es capaz de parar en el último segundo, pero la fuerza del impacto le tira al suelo. A-Alec, no… tengo que hacer algo, n-no puedo dejar que le hieran…
En lo que Alec sigue en el suelo, gruñendo adolorido por la herida de antes, oigo a Kaira murmurar algo, una especie de susurro reverberante, mientras extiende una mano hacia Alec… A él le escucho hacer un sonido estrangulado, y de hecho veo que se lleva las manos al cuello, como si realmente alguien le estuviera asfixiando… Y, de hecho, al verle palidecer sí que parece que… No… ¿¡Qué le está haciendo!?
Resistiendo el urge de pegarme una bofetada a sí mismo por ser incapaz de reaccionar antes, ajusto la siguiente flecha en mi arco y tenso la cuerda para apuntar a Kaira y ver si de una vez, de una maldita vez, puedo…
Al verme hacer eso, ella se gira hacia mí, con su mano extendida, y noto una fuerza extraña que impacta en mi estómago y me empuja por el aire, haciendo que caiga de espaldas al suelo de forma bastante brusca. ¿¡Pero qué…!?
-¡NO LE TOQUES!
Eso es lo que grita Alec, apenas repuesto de la asfixia, de forma ahogada y cansada. Como si eso no importase, se levanta para ir a embestir a la chica de nuevo, ignorando el grito con el que le pido que se detenga, y ella…
Bueno, ella ni se molesta en hacer más que golpearle con el mango de su espada en la mandíbula, lo que le vuelve a tirar al suelo casi al instante. Casi sin dejar que se termine de caer del todo, le agarra por el pelo para incorporarle de nuevo, y todo mi mundo se detiene cuando veo cómo le mira, con esos ojos monstruosos listos para… para… Para matar a…
-¡DOGGO, NO!
En el instante en el que el mundo se ha parado sólo he podido verles a ellos dos, no dándome cuenta de cuando Doggo aparece ladrando y se lanza sobre Kaira antes de que nadie pueda evitarlo, muy probablemente sin entender nada de lo que está pasando. El ladrido se interrumpe con un gemido tristísimo que yo mismo copio al ver la sangre salpicar el suelo.
-¡Mal… maldita… MUJER!
Alec grita desde el suelo. Hace el gesto de ir a incorporarse, pero Kaira simplemente pone una mano sobre su cabeza y… Y Alec no puede moverse. A medio camino de incorporarse, de rodillas en el suelo… Con lo que parece ser intentando hacer el gran esfuerzo de intentar ponerse en pie, simplemente no puede. A puro pulso ella le mantiene en el suelo, y aunque ella ya me había asustado antes…
Ahora mismo estoy verdaderamente aterrado.
La espectral cabellera blanca, sus aterradores ojos que no expresan nada, ninguna emoción; las venas verdosas, hinchadas y palpitantes que recorren su rostro… Esta… Esa mujer es un monstruo.
-Voy a matarte -Eso es lo que Alec dice, hablando con una firmeza que hasta da un poco de miedo teniendo en cuenta las circunstancias en las que está-. Voy a… Voy a acabar contigo. No vas a salir de esta, ¿te enteras? ¿Te enteras? ¿¡Te enteras de algo!? ¡Eh! ¡Corazón de Piedra, ¿funcionan tus orejas?!
Ella apenas reacciona. No veo ningún cambio en ella salvo quizá una pequeña tensión de sus músculos, que a juzgar por el gesto de Alec ha debido de afectar a la forma en la que le tiene sujeto.
-Me importa una mierda quién cojones se supone que seas o lo que hagas, me da igual, pienso… -Los dedos de Kaira se aferran a su cabeza. Alec gruñe- Pienso hacerte pagar… Todo. Vas a morir. Voy a despedazarte viva, voy a-
-No vas a hacer nada.
Esa es toda la respuesta, completamente vacía de emoción… Fría como la piedra.
La razón vuelve a mí cuando entiendo qué es lo que está a punto de pasar. De forma extraña, de repente soy muy consciente de todo lo que me rodea. El sonido de mi corazón latiendo en mi pecho, de una forma tan acelerada que podría provocarme la muerte, es atronador; pero a pesar de eso soy capaz de escuchar el canto de los pájaros de kilómetros de distancia. Siento la brisa de las montañas Latterianas que están a lo lejos; y puedo ver todo lo que me rodea. Puedo ver a Doggo tirado en el suelo, con un charco de sangre formándose bajo él, puedo ver nuestra montura aterrada y confusa mirando en todas direcciones tratando de buscar un lugar por el que huir, puedo ver la alabarda de Alec en el suelo y en su reflejo la cara de él, contorsionada en una mueca de rabia y odio que dirige toda su atención a Kaira, cuya mueca apenas cambia cuando comienza a alzar su espada.
-No…
Escucho el sonido del metal, una vibración aterradora.
-No puedes…
El reflejo del sol del atardecer cae en el arma, que por un segundo parece teñirse de naranja… Como una premonición.
-Para… detente…
Y ella empuña la espada y le lanza una última mirada a Alec, que todo lo que hace es gruñir con rabia cuando ella-
-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
Grito desde lo profundo de mi alma, completamente aterrado, rompiendo a llorar, sintiendo que todo mi cuerpo se reduce a polvo sólo ante la idea de lo que está a punto de pasar. ¡No! ¡No, no, NO! ¡ALEC!
¡¡ALEC!!
Extrañamente, mi grito parece tener efecto, pues ella se detiene en mitad del movimiento, y casi parece que el sonido le haya impactado físicamente, por cómo se estremece y, quizá me lo imagino, pero creo que la veo perder el aliento por un instante. Se gira hacia mí y me mira… Interrogante, quizá, por primera vez mostrando algún tipo de expresión.
Me da igual. Me da igual lo que haga, mientras que no- Mientras que Alec… No puede… Alec. Alec. Alec, Alec, Alec…
-Déjale ir -Es una orden, es un ruego, es una amenaza, es un llanto y lo es TODO. Dejo caer mi arco al suelo, no importándome ni eso ni nada que no sea Alec. Alec-. No le quieres, no le necesitas. Eres a mí al que quieres. Déjale, déjale, sólo déjale…
-Draz… -La voz de Alec también suena entrecortada- Tú no… No tienes que…
-¡Cállate! -Según le grito, las lágrimas escapan de mis ojos en cascada- Cállate. Tú -Y vuelvo a dirigirme a Kaire-, suéltale. Suéltale, déjale libre, déjale en paz y me iré contigo. Sin oponer resistencia, sin quejarme, colaborando. Iré contigo hasta Latteria, me entregaré a los Aënwer, lo que sea. Si quieres dinero, te daré todo el que tengo, si aún me queda. Si quieres poder, te lo proporcionaré. Todo lo que tú quieras en este mundo será tuyo. Pero déjale ir.
Alec. Alec. Alec tiene que vivir. El resto da igual todo.
Da igual esta mujer, dan igual los Aënwer, da igual Latteria, da igual el estúpido elfo elfo que no ha sido capaz de proteger la única cosa buena que hay en todo este mundo. Da igual todo. Salvo Alec.
-¿Vendrás por tu propia voluntad? -Increíblemente, ella parece… Convencida. Quizá su propia ambición sea más importante para ella que dejar un trabajo bien hecho. Yo asiento con vehemencia- Te he dicho antes que no podrías darme lo que yo quería. ¿Qué te hace pensar que esa condición ha cambiado en los últimos dos minutos?
-Antes no estabas hablando con el heredero de la casa de Aënwer. Ahora sí.
Los Aënwer… Son manipuladores y traicioneros. Engañan a la gente por su propio beneficio. Todas sus relaciones son falsas; no tienen ni un sólo amigo, ni lo quieren. Ellos sí que tienen un corazón de piedra que se mueve sólo por su estúpido egoísmo… Ni siquiera son capaces de sentir algo por su propio hijo. Sé que yo les doy igual. El renombre de nuestra familia, posiblemente también. La herencia de la casa de Aënwer también, incluso si no pueden tener otro hijo, ya encontrarían la forma de hacer pasar el apellido. Quién sabe, quizá mi padre tenga simplemente que dejar que mi madre muera y casarse con otra mujer sedienta de dinero que sí pueda darle un hijo digno, en vez de el defecto que la otra tuvo la desgracia de parir. Sé que todo esto… Simplemente es porque no les gusta que una de sus posesiones más valiosas se haya escapado de casa.
Y, sinceramente, me da igual lo que esos dos sociópatas quieran hacer conmigo. Si quieren vestirme de oro y ponerme delante de una elfa rica para que me case con ella, bien. Si quieren desnudarme y entregarme a las manos de todos sus clientes, me parece correcto. Si quieren matarme, me harán un favor.
Pero Alec no. No pueden tocar a Alec. Y no van a hacerlo.
Si tengo que ser un Aënwer para salvar a Alec, entonces pienso serlo.
Hay un instante de silencio. Una brisa suave recorre el bosque, haciendo que se agiten las copas de los árboles. El pelo blanco de Kaira, Corazón de Piedra, se agita con él.
-De acuerdo -Es lo que dice.
Y por un instante, soy feliz. La última vez que voy a serlo en lo que me quede de vida.
-¡Draz, NO! -Alec me grita, ahora mirándome a mí en vez de a Kaira, lanzando manotazos en el aire e intentando quitarse la mano de ella de encima sin lo que debe de ser mucho éxito- ¡No puedes-¡No! ¡No pienso dejar que esta loca te…!
-Alec, cállate, de nuevo -Intento hablar con tono… Seco, pero me es difícil. No, Aënwer. Tienes que ser firme-. Es una orden. Eres mi asistente personal (o algo así), ¿no? Entonces tienes que obedecerme. Quiero que te alejes de Latteria, de la Resistencia, de tierras élficas y de todo. Vuelve a Eel. Únete a la Guardia. Rehaz tu vida. Enamórate de nuevo, si eres capaz de ello. Si no, no te molestes en guardarme en tu recuerdo. Olvídate completamente de mí y no vuelvas a pensar siquiera en mi nombre.
-¡Sabes que eso es imposible! -Su voz, agresiva y rota, me hace trizas, pero aún así procuro mantener mi semblante firme…- Vérikas-seh, Draz…
Vérikas-seh tob’he, Alec. Pero a veces eso no es suficiente.
Intento dedicarle una sonrisa. Posiblemente, el gesto más doloroso que he tenido que hacer nunca.
Empieza como un gruñido, y luego se transforma en un grito. El sonido gutural que sale desde lo más profundo de Alec, resonando probablemente a lo largo de todo el bosque y haciendo que se me ponga la piel de gallina y un escalofrío me recorra de pies a cabeza. Haciendo lo imposible, con un esfuerzo que ha de resultarle claramente sobrehumano, empieza a levantarse, ganándole a Kaira el curso que hasta ahora no había podido, y por un segundo me parece ver los ojos de ella abrise con una sorpresa incrédula…
… Antes de que ella levante su espada y le golpee con ella en la frente, noqueando a Alec en el acto de forma que cae al suelo con una herida sangrante.
-¡¡ALEC!! -Desesperado, corro para lanzarme a por él, pero la Zatisev interviene, levantando su arma de forma que me apunta con ella.
-Súbete al carro -Ordena.
-Déjame al menos…
-Súbete al carro.
-¡Se está desangrando! -Chillo- N-no… No podemos dejarle en mitad de…
-Las condiciones eran que yo le dejaba ir y tú te venías conmigo -Se adelante un paso, con lo que su espada queda un poco más cerca de mi pecho-. Eso es lo que vamos a hacer. Si tienes alguna queja al respecto, entonces quizá decida no cumplir mi parte del acuerdo. Recuerda: Podría mataros a ambos aquí y ahora y aún así obtendría lo que yo quiero, si no es por ti, por los Aënwer.
Menudo pedazo de zorra.
Intento que mi cara no refleje mi comentario interno, simplemente cruzándome de brazos a pesar de la amenaza de su espada.
-Muy bien -Accedo. Quizá… Quizá alguien pueda encontrarle, o ayudarle, o… Es Alec, ha salido de peores-. ¿Qué hay del perro? ¿Podría…?
-Al carro.
…
Resignado, pero con el corazón roto, simplemente obedezco. Me subo a la parte trasera del carro, donde están todas nuestras pertenencias (que parece que no tiene pinta de ir a dejar con Alec, por supuesto), mientras ella se acerca al desmayado Alec. La veo dejar algo en el suelo, pero no alcanzo a ver lo que es. Lo que sí que veo es cómo coge la alabarda y, haciendo fuerza con una pierna, consigue romper la punta, dejando el arma completamente inútil. Algo similar hace con mi arco, cortando su cuerda antes de tirarle sin ninguna delicadeza junto a mí en el carro.
Y a mí se me acerca en último lugar, trayendo consigo una cuerda que ha recuperado de una mochila que aparentemente tenía oculta entre los árboles de los que ha salido (lo que me hace cuestionarme exactamente cuánto tiempo nos ha estado siguiendo y planeando la emboscada, además de exactamente cómo nos ha alcanzado) y atándomela alrededor sin decirme absolutamente nada. Yo tampoco hablo.
Musita algunas palabras y, al igual que cuando antes ha hecho su magia de asfixia o lo que sea, estas suenan con un eco extraño. Cuando termina el conjuro, o lo que sea, siento la cuerda ceñirse con un poco más de fuerza que antes y, aunque ella ni siquiera se molesta en amenazarme con que no me mueva, porque los dos sabemos que no voy a hacerlo, sé que si lo intentara esta cuerda no iba a irse con ninguna facilidad.
Finalmente, y aún en silencio, se sube a la parte delantera del carro. Ha conseguido tranquilizar a la montura a pesar de todo el jaleo y, cuando chasquea las riendas sobre ella, el animal empieza a caminar sin ningún problema, tirando también del carro, que se mueve.
Las ruedas avanzan, levantando polvo del camino cuando lo hacen. Dejan un surco en la misma que indica el movimiento.
Y poco a poco.
Se aleja.
Y se aleja.
Y se aleja.
Sigo con los ojos fijos en él, en su figura inconsciente en el suelo. Sigo mirándole. Hasta que su figura es algo borroso. Hasta que se convierte en un solo punto. Hasta que de él no queda nada.
Alec.
Mi corazón se rompe.
El frío me invade, el dolor atiza cada parte de mi cuerpo, una amargura venenosa corroe mis entrañas.
Sé que no voy a llegar vivo a Latteria.
Esta mujer no va a conseguir lo que quiere: Yo no puedo proporcionárselo, y mis padres tampoco lo harán cuando me entregue muerto.
Me pregunto cómo van a reaccionar. Cuando vean que he ganado, y cuando descubran que su hijo tenía un Vínculo con el sucio humano del que llevan intentando deshacerse tantos años. ¿Sentirán asco, repulsión, por haber criado a una criatura así? ¿Lo encontrarán hilarante, me humillarán una vez muerto por haberme enamorado tan profundamente de un humano? Quizá, quizá, ¿se apiadarán de mí? Lo dudo. Me pregunto si me darán un funeral digno siquiera, o si intentarán borrar todo rastro de mi existencia de aquí en adelante.
Intento imaginar sus caras cuando vean mi cadáver y descubran la razón de mi muerte.
Pero rápidamente lo descarto, porque a decir verdad, tampoco me apetece pensar en eso.
Quiero que mi último pensamiento sea Alec.
Su sonrisa lobuna y salvaje. Cuando se le pone la cara roja cada vez que insinúo algo subido de tono. Su cuerpo cubierto de sudor después de la actividad física, tan perfecto y siempre tan irresistible. La desesperación en su voz cuando me declaró Vérikas. El orgullo con el que anunció que me había secuestrado. La alegría sincera, la única que he visto en él, durante el poco tiempo que hemos podido pasar juntos.
Alec, dormido en el naranjo, y su rostro sereno.
Esa es.
Esa es la imagen con la que quiero quedarme.
Cierro los ojos y la recuerdo. Casi, casi, puedo oler el perfume del azahar.
Versión alternativa de la pelea, por Merigold
¡No, esto no lo he escrito yo! ¡Lo ha hecho Merigold, el creador de Kaira! ¡Más información al final del Capítulo S!
(Narra Alec)
-Todo va a estar bien -Es lo único que se me ocurre decir, y lo digo aún mirando al frente-. Saldremos de esta como de todas.
Le miro de reojo. Veo cómo la más leve de las sonrisas se extiende por sus labios y, sin decir nada, simplemente me da un beso en la mejilla.
En ese momento, a mis espaldas, escucho el sonido del acero al desenvainarse. Draz también lo ha escuchado y ambos miramos asustados hacia atrás.
De entre los arbustos, una figura sombría se dirige hacia nosotros con paso tranquilo, casi como si nuestra presencia allí no le importase en absoluto, y con una espada larga en la mano. Reconozco la silueta al instante: es esa loca peliblanca, esta vez de verdad. Draz se pone en pie de un salto con la agilidad propia de los elfos, y se dirige hacia donde había dejado su arco y sus flechas. A mí me cuesta un poco más. «Maldita armadura, cómo pesa» pienso.
El pelo blanco ondea movido por el viento, y veo que con la mano izquierda alcanza un pequeño frasco que guardaba en el cinturón, le quita el tapón y lo bebe de un trago. La odio. La odié desde el momento en que la vi, pero en ese momento me invade un odio ciego, profundo, hondo. Odio cómo se mueve, como si tuviese la certeza de lo que voy a hacer en las próximas semanas; odio su estúpido pelo blanco, su estúpida cicatriz y su estúpido ceño fruncido; odio que haya sido capaz de alcanzarnos tan rápidamente. El odio me impulsa y alcanzo mi alabarda cuando la peliblanca se encuentra a escasos pasos de mí.
Sé, por lo poco que me ha contado Draz, que es una tipa peligrosa. Pero ella va armada con una espada de dos manos y yo con una alabarda: juego con ventaja, tengo casi el doble de rango que ella. Además, va vestida de arriba abajo con ropas de cuero tachonado, y yo con una armadura de metal. No me costará mucho herirla, al menos lo suficiente para robarle el caballo y escaparme con Draz. Me preparo para el combate mientras la miro fijamente a los ojos. Esos ojos amarillos, como de gato, que no dejan entrever ni lo que piensa, ni cómo se siente. Su semblante es totalmente neutral. Me fijo en que las venas de la cara se han tornado de color verde oscuro y que su iris ahora ocupa todo el globo ocular, lo que le da una apariencia monstruosa.
Es rápida, muy rápida. Antes de poder ponerme en una postura defensiva, la tiparraca esta ha caído sobre mí con un salto y un barrido con su mandoble. Soy capaz de esquivarlo por los pelos, pero me hiere levemente en el hombro, justo entre la hombrera de la armadura y el protegebrazos. Es un rasguño, es incómodo, pero la rabia y la cólera me invaden, ni lo siento. No tardo en recomponerme y en ganar unos pasos de distancia apuntando con mi alabarda en su dirección. Normalmente, al hacer esto, mi oponente vacila y retrocede, lo que me da unos valiosos instantes para atacar de verdad. La peliblanca no. Se acerca hacia a mí, con la espada en alto, siempre entre nosotros, y ataca de nuevo. Ya lo he dicho, es endemoniadamente rápida, y no me da tiempo a esquivar el tajo, así que debo defenderme con el mango de la alabarda. Retira su espada y vuelve a embestir sin miramientos. Esquivo un tajo horizontal que apuntaba hacia mi vientre por los pelos. Haciendo una cabriola es capaz de lanzarme una estocada que me roza la oreja, mientras oigo el viento silbar. Me estremezco, pero no dejo que eso me afecte. Me cabrea cómo combate. Me cabrea que parezca que todos sus movimientos están calculados, que no derrocha ni un ápice de energía, que emplea lo justo y necesario para mantenerme a raya, y que, aunque yo lo esté dando todo, y que ella no parece ni esforzarse, va ganándome terreno.
Empiezo a sudar. El peso de la armadura me lastra. Es cierto, tengo la ventaja del rango, pero ella es increíblemente más ágil que yo. Me ataca desde todos los lados. Si mantengo mi flanco izquierdo protegido, ella se las ingenia para dirigir todos mis ataques a mi flanco derecho; si, por el contrario, utilizo la alabarda como protección vertical, ella ataca en horizontal. No me da descanso entre barrido y barrido, no tengo tiempo de recuperarme tras sus golpes. Siento que cada vez la alabarda me cansa más, noto el peso de las hombreras, de la pechera, de las grebas y de los protectores de brazo. Ojalá poder quitármelos. Pero me sigue moviendo el odio, todavía me queda mucho por luchar. Hago un barrido horizontal con mi alabarda con el que la condenada peliblanda ni se inmuta, pero eso me sirve para ganar distancia e idear un plan… Pienso: ¿y si consigo, aunque sea, hacer que pierda el equilibrio? Se mueve haciendo muchas florituras, es muy rápida, y hasta ahora no he estado cerca ni de rozarla, pero eso es porque siempre mantengo las distancias. ¿Y si consigo que se me acerque para poder pegarle una patada o un cabezazo? Es arriesgado, pero ya me ha herido una vez y empiezo a notar cómo mis movimientos se hacen más torpes.---
(Narra Draezel)
Alec está peleando con Kaira. Me apetece gritarle, me apetece darle ánimos, me apetece dispararle una flecha a la mercenaria que le dé en toda la cabeza y empape de rojo su pelo blanco. Pero no puedo. Se mueve demasiado deprisa, demasiado bien. En condiciones normales, apuntar a alguien que se encuentra en medio de una pelea es complicado, pero Kaira es un blanco constantemente en movimiento. Si le apuntara con una flecha adónde se encuentra ahora, cuando la flecha hubiera llegado a ella, se encontraría en otro sitio distinto. Lo peor es que no hay manera de predecir dónde se va a encontrar la muy condenada. Sus movimientos, aunque parecen erráticos e increíblemente rimbombantes, están increíblemente bien calculados. Nunca cae dos veces en el mismo sitio, nunca hace dos veces la misma cosa. Alec está perdiendo terreno. Esa es otra, si le disparo a Kaira, hay posibilidad de que le dé a Alec sin querer. Es demasiado peligroso. Debo esperar mi momento. Debo esperar a que Alec no esté entre Kaira y yo.---
(Narra Alec)
Mi plan de acercarme y desequilibrar a la peliblanca fracasa. Dos veces lo he intentado. La primera, esquivé un tajo vertical, que por poco no me parte por la mitad desde la entrepierna hasta el hombro, y cargué contra ella con el hombro. En teoría, podría haberla golpeado, pues estaba recuperando la posición de su barrido vertical, pero en el último instante, la muy maldita se las ingenió para darse la vuelta y pasé de largo. Aquel movimiento me vale un tajo en mi armadura. Odio que me arañen mi armadura. La odio a ella con tanta intensidad que la rabia me ciega. La segunda vez, conseguí parar uno de sus golpes con mi alabarda, lo que nos dejó bastante cerca, lo suficiente como para pisarle el pie. Pero parece leerme los pensamientos y en vez de eso, me propina un fuerte golpetazo con el canto de la mano que me hace perder los sentidos durante unos instantes.
Seguimos peleando, aunque, con cada golpe mío fallido, con cada estocada suya que por los pelos no me ensarta con su espada, por cada vez que intento algún movimiento inteligente y fracaso, entiendo la realidad: había subestimado a aquella tipa. Es la mejor espadachina con la que he tenido la desgracia de pelear. Y lo peor de todo es que yo estoy jadeando y ella permanece impasible, impertérrita, indiferente. Yo me juego la vida y a ella le parece un juego de niños. Debo aguantar, por Draz debo aguantar. ¡Draz! ¡Claro! ¡Cómo no me había dado cuenta, él tiene un arco! Seguimos siendo dos contra una. La clave de mi victoria no está en vencerla yo, sino en darle un ángulo de tiro a Draz.---
(Narra Draezel, empiezo a marearme, tete no sé por qué has cambiado tanto de PoV (?)
Kaira golpeó a Alec fuertemente en la tripa de una patada. Vi cómo Alec se doblaba sobre sí mismo y caía al suelo, rendido. Era mi oportunidad. Sin dudarlo un segundo, solté la cuerda de mi arco y una flecha salió disparada. No miré si le había dado o no, sino que saqué otra de mi carcaj, la coloqué, y casi sin apuntar, volví a disparar. Oigo un sonido metálico, como si dos espadas entrechocasen. Luego oigo otro, más débil que el primero, pero tengo que disparar de nuevo…---
(Narra Alec)
No es posible. Ha desviado dos flechas con la espada. ¡CUÁNTO LA ODIO, JODER! Yo llevo toda mi vida intentando hacer eso mismo y no lo he conseguido ni una sola vez. ¡Joder! Draz se prepara a disparar su tercera flecha, y desviar tres es demasiada suerte. Pero cuando suelta la cuerda del arco, de la mano izquierda de la peliblanca surge una energía cinética en dirección a Draz que frena la flecha, golpea a Draz en el pecho y lo tira al suelo. Kaira todavía tiene la espada en la mano derecha, pero tiene la guardia baja. Es mi momento. Me levanto y, profiriendo un grito de guerra cargo contra ella.---
(Narra Draezel)
El acero choca contra el acero mientras yo miro desde el suelo. Me he caído de culo. Alec y Kaira mantienen las armas en alto, pegadas entre sí como dos amantes y se miran fijamente. Él la mira a los ojos con rabia, furia y odio; ella le devuelve la mirada con serenidad, pero con determinación. Aquel duelo de miradas no dura ni un instante antes de que Kaira gire sobre sí misma y le propine una magnífica patada en la rodilla izquierda de Alec, que al instante grita de dolor. Acto seguido, y con el impulso de una floritura horizontal, Kaira golpea con el pomo de su espada a Alec en la sien, que cae, dolorido, derrotado, y pierde el conocimiento. Kaira prepara su espada para matar a Alec. No puede ser. No puede ser cierto, después de todo lo que hemos pasado, no puede sucedernos esto ahora… Noto un nudo en la garganta, me falta la voz pero aún así logro emitir un gutural sonido:
-¡NOOOOOOOOOOOO!
Kaira vacila un instante y me dirige la mirada. Veo sus ojos inyectados en sangre y siento un pánico como nunca antes. Sigue apuntando con la espada a Alec, pero no parece dispuesta a matarle.
Capítulo especial - Sombra aquí, y sombra allá
He dicho ya mil veces que te leas Los años universitarios de Ezarel, si a estas alturas no lo has hecho ya es culpa tuya (?
(Narra Ewe)
No me puedo creer que vaya a hacer esto… De verdad… Ufff… Venga, vamos. No es para tanto. Sólo va a estarse riendo a tus expensas durante… El resto de nuestras vidas, supongo, lo cual es bastante teniendo en cuenta que ambos somos elfos. Mira, si no es por esto, va a ser por otra cosa, así que adelante.
Subo los escalones de la residencia masculina y entro en el edificio, ganándome poco más que una mirada por parte de su encantador conserje… O no, porque en cuanto me reconoce frunce el ceño, quita los pies de encima de la tabla del recibidor y deja su revista de contenido todavía sospechoso a un lado.
-¿Se puede saber qué haces aquí? -Me pregunta, en un tono de irritación fingida- Juraría que pasas más tiempo aquí que en tu residencia. ¿Tanto la echas de menos?
-Debe de ser eso, sí -Echo muuuuucho de menos a los tipos semidesnudos corriendo y gritando por los pasillos, desde luego. A todas horas del día-. Vengo a ver a Ezarel, para variar.
-Sabes que no debería dejar entrar a una chica… -Suspira.
-¿Pero yo soy una chica especial? -Intento hacer una sonrisa, pero posiblemente el gesto me quede muy falso- ¿No? ¿No funciona?
-Pasa -Pone los ojos en blanco y vuelve a coger su postura de antes, recuperando la revista también-. Pero no te quejes cuando tengas que sufrir las consecuencias.
Lo sé, lo sé, lo sé…
Con su permiso, me aventuro hacia las escaleras para subir al tercer piso (incluso sin su permiso también lo hubiera hecho), y una vez allí me toca recorrer todo el pasillo, lo que resulta bastante llamativo para los universitarios hormonados que allí habitan.
Creo que prácticamente todo el mundo me conoce por aquí a estas alturas, porque mi historia en la USAC es ya famosa, y los que no me reconocen deben ser alumnos de primer año que no deben ver demasiadas chicas por aquí, así que tienen la osadía de hacer comentarios no del todo respetuosos hacia mi figura y mi dignidad. Tengo que contenerme para no girar sobre mí misma y empezar a gritarles a todos cuatro cositas, pero consigo armarme de paciencia y simplemente les ignoro hasta que llego a la puerta que me interesa y llamo a ella. Toc, toc, toc; Ezzy, abre la puerta o te la echo abajo, que no quiero estar en la misma estancia que estos tipejos.
La puerta se abre y detrás veo la cara irritada de un elfo que al verme cambia un poco de talante, pero que aunque aún denota molestia.
-Por supuesto -Pone los ojos en blanco-. No es como si nadie más me visitase.
No dice nada para dejarme entrar, pero que se aparte de la puerta ya es invitación suficiente, y así me cuelo en la habitación. Lo último que escucho por ahí es:
-Tú, no puede ser, ¿esa es la guarra de Ezarel?
-Odio a los onvres -Es lo único que digo, yendo directamente a sentarme en su cama, apartando algún libro de alquimia que tiene tirado por ahí.
-Yo también -Él va a sentarse a la silla de su escritorio, que a juzgar por todos los trastos que tiene encima no debe ser el mueble más usado de la sala. Por otro lado, su mesa de alquimia indica el suficiente trajín como para saber que trastea con ella a menudo-. Dicen que no entienden cómo “una chica como tú” puede estar con “un chico como yo”. Me parece muy maleducado, ¡no deberían decir esas cosas de ti! Es cierto que no me llegas a la suela de los zapatos, pero eres una chica estupenda, pese a todo.
-Sí, ambos sabemos que, de los dos, tú eres la guapa -Él sonríe.
-Y también la lista, y la que tiene dinero, y…
-Y la más modesta -Se ríe. A mí me cuesta no sonreír también, porque al final he conseguido encontrar el humor a su egocentrismo-. Precisamente porque eres la princesa más guapa del reino vengo a verte. Tengo un favor que pedirte.
-Noooo, ¿un favor? ¿Tú a mí? ¿Pero cuándo se ha visto eso? -Ya, ya… No seas así que luego soy yo la que te avisa de todas las cosas porque como tú no vas a clase no te enteras de nada.
-¿Sabes esta chica de la que te hablé la otra vez? -Pregunto, cruzando una pierna sobre la otra.
-¿La dríade? -Niego con la cabeza- No, entonces, ¿la otra, la de la cafetería? -Vuelvo a negar- Mira, me cuesta llevar la cuenta de tus amigas; deja algo para los demás, ¿quieres?
-Visto cómo está el panorama, no es que la competencia esté muy alta… Si lo único que se le ocurre a los chicos para piropear a nadie es decir que “Eso sí que son carnes y no lo que le echa mi madre al cocido”, pues mal vamos.
-Huy, créeme que los he escuchado peores… -Gracias, eso me da muchas esperanzas en el futuro de Eldarya.
-Bueno, la chica esta… -Un poco avergonzada, empiezo a jugar con los flecos de mi ropa- Se llama Alana, y es una nuage del atardecer… Y es muy mona…
-Oh, cada vez que veo uno de esos me dan ganas de abrazarles…
-Está muy blandita cuando la abrazas, es genial -Hablo muerta de ternura prácticamente-. Bueno, que la adoro. Y habíamos quedado para ir a cenar, y… Es un restaurante un poco pijo…
-¿Cuánto quieres exactamente?
-¡No quiero dinero! -Agarro uno de los cojines para ir a tirárselo, pero él grita y se cubre la cara casi como si fuera a golpearle con algo que de verdad hiciera daño, lo cual me deja un poco extrañada y al final decido no tirarle nada… Por ahora- Sabes que es lo último que te pediría. Soy una chica ahorradora y ahora que tengo dos trabajos me puedo pagar las cosas yo solita, gracias.
-El día que te dé un paraflús en mitad de clase por sobrecarga de trabajo, las últimas palabras que vas a escuchar van a ser un “te lo dije” -Ya, ya… Pero prefiero hacer un poco más de esfuerzo a seguir teniendo que depender de mis padres… Con lo del tejado están yendo bastante ajustados de presupuesto así que no pueden estar mandándome dinero todos los meses-. Pero bueno, ¿entonces qué quieres?
-Bueno, como este restaurante es tan… Así, y la chica esta es… Es bastante femenina, ¿sabes? Siembre va cuquísima a todos sitios… -Y me da un poco de envidia, la verdad, ojalá tener la mitad del estilo que tiene ella- Y pues… Con la ropa más o menos puedo apañarme, pero me preguntaba si podrías… Em… -Adiós, orgullo mío…- ¿P-podrías enseñarme a maquillarme?
Veo cómo abre mucho los ojos cuando me escucha decir eso. Sí, sí… Ya lo sé… A decir verdad, nunca he pasado de más allá del pintalabios, y a veces en las fiestas de mi pueblo o así mis amigas sí que me han ayudado a maquillarme, pero… Nunca lo he hecho por mi cuenta. Y si le voy a tener que pedir ayuda a alguien con ello, qué menos que pedírselo al heredero rico de la marca de maquillaje más famosa de los reinos élficos.
-¡Sí! -Una sonrisa rompe en su cara en cuanto entiende el sentido de mi petición. Sí, sí, ¡y mil veces sí!
-No hace falta que te entusiasmes tanto…
-Oh, pero sí hace falta -Muy contento consigo mismo, da un salto en su silla-. Sabes que adoro estas cosas -Ya… Supongo que sí.
Sé que él sí que se maquilla a diario, aunque sea un maquillaje discreto, porque he visto su cara al natural y hay una diferencia; pero a veces le da por probar cosas más llamativas y… le he visto hacer virguerías bastante intensas con su sombra de ojos. Me acuerdo que una vez se maquilló de una forma que me recordó a las alas de Taenmil, fue… Inspirador, supongo.
-¿Cuándo es tu maravillosa cita? -Cuestiona.
-El sábado que viene…
-Entonces tenemos tiempo de sobra -Su sonrisa sólo aumenta-. Oh, esto va a ser genial, no puedo esperar a… De hecho, ¿por qué esperar? Vamos a empezar ya mismo, déjame coger mis…
Ambos nos giramos cuando escuchamos un ruido en la puerta de repente, y esta se abre para dar paso a…
-Ludwig, fuera de aquí -Ezarel le gruñe a su compañero de habitación, que al verle enfadado pone cara de angustia.
-¡P-perdón! Y-yo sólo quería…
-Fuera -Ezarel sigue intentando prenderle fuego con la mirada.
-P-pero tenía que coger mi…
-¿Tu irte? Ya lo tienes, ahora largo.
-Ezarel -Yo le corto antes de que pueda seguir haciéndole bullying al pobre chico. Él me mida un poco ofendido-. Ludwig, no pasa nada, puedes entrar perfectamente… Es tu habitación también.
-No, yo… ¡no pasa nadaaaaaaaa...!
Su grito se pierde en la lejanía según sale huyendo por el pasillo, dejándonos a Ezarel y a mí un poco pasmados. Sé que no es un mal chico, pero… También es verdad que es un poco rarito.
-Y encima se deja la puerta abierta -Eso es lo único que parece molestar a Ezarel, que frunce el ceño y se levanta para ir a cerrarla.
-Podías ser un poco más amable con él -Me quejo con un suspiro.
-No. Te digo que ese chico es un psicópata, Ewe. Quería taxidermiar a Taenmil…
-Seguro que lo dijo como broma -Pongo los ojos en blanco una vez más. Él me pone cara pocha, y casi parece ofendido de verdad-. Compartes habitación con él, no puedes negarle la entrada.
-Pues que no sea un psicópata -Gruñe para sí-. Tú ahora tienes una habitación entera para ti sola y yo me he tenido que quedar con el rarito…
-Aún puedes convertir tu sueño de transformarte en Ezarela en una realidad -Él hace el gesto de pensárselo-. Caramelos de Julia, recuerda…
Aunque se lo piensa, al final parece que termina por descartar la idea, pero dice que le ha entrado mono de Julia, así que me manda a mi residencia y me dice que le espere allí mientras "organiza su material".
Alrededor de hora y pico después se presenta en la puerta de mi habitación con una sonrisa enorme en los labios, un costal lleno de todo tipo de potingues y herramientas de cosmética y su infame estuche de maquillaje de cinco pisos. Estoy un poco asustada.
Nos metemos al baño, y por primera vez soy consciente del enorme privilegio que supone el hecho de tener un baño para mí sola. Se me había olvidado ya lo que era tener que gritarle a Ezarel que recogiese todos sus trastos, que ocupase todas las malditas estanterías y que me hiciera esperar UNA HORA para ducharme porque el señorito necesita todo ese tiempo para lavarse el pelo.
-Muy bien -Cuando termina de colocar todos sus potingues en el mueble del baño, se gira hacia mí con la sonrisa más radiante que le he visto en mucho tiempo-. Empecemos por la base…
-Tampoco quiero nada exagerado, ¿vale? -Casi se lo ruego, aunque me siento mal por romper su entusiasmo- Sólo, eh… Quizá aprender un poco a… Hacerme los ojos, o…
-No señorita -Me da una especie de diadema o algo a la que miro con escepticismo-. Ponte eso, necesitas tener la cara despejada. Voy a enseñarte a maquillarte como una profesional, y luego ya verás lo que haces cuando tengas en tus manos los poderes de la cosmética, pero no pienso dejar que pase un día más sin que sepas cómo sacarle partido a tu cara.
-¿Tan fea soy? -Me quejo un poco mientras me coloco la diadema y le pongo mala cara a mi reflejo. Nunca me ha gustado la cara despejada… Tengo demasiada frente.
-De hecho, no, así que es una pena que no quieras cuidarte más a ti misma -¿Eso es un cumplido…?-. Asumo que no usas ningún producto para la piel… -Niego con la cabeza. Él pone los ojos en blanco- Por supuesto que no. Bien, veamos, para empezar…
Se pasa una cantidad absurda de tiempo simplemente pintándome la cara, cacareando todo el rato para explicarme la función de los productos que está usando y cómo se supone que debería aplicarlos (Porque para resaltar tus pómulos, porque hay que darle un toque de luz, porque ¿¡me estás escuchando!?). Presto atención sólo a medias, hasta que empieza a hacerme preguntas y cuando no soy capaz de contestarle se enfada y empieza a regañarme. Al final es casi más como un examen, pero al menos así sí que me entero. Cuando después de un rato asegura que ha terminado con mi cara y me miro en el espejo, casi tiene pinta de que me haya hecho una cara nueva.
-Parece todo como muy… Liso… -Subo una mano para palparme el rostro, a ver si es real o una mera ilusión de mi mente, pero él me sacude un golpe para que no lo haga.
-¡No te toques! -Vale, vale…- Bueno, esto es sólo para hacerte la cara. Puede parecer poco, pero con una buena base puedes cambiar bastante de tu anatomía facial -No te creas, a mí “poco” no me parece-. Normalmente dudo que vayas a maquillarte tanto para el día a día, pero está bien que sepas que existe la posibilidad… Bien, sigamos.
Está un rato ahora con el rubor, y la verdad es que se me hace un poco desagradable el tacto de la brocha sobre mis mejillas, pero procuro no quejarme. Después, se pone con los ojos. Parece personalmente ofendido cuando le digo que nunca me he hecho la raya del ojo yo sola, y luego me tortura haciéndomela él. Es curioso porque cuando lo han hecho mis amigas, siempre me lo han hecho con un lápiz, pero él parece tener otra herramienta… Bastante mejor, porque aunque sigue siendo incómoda al menos no parece que esta me vaya a sacar el ojo si estornudo. En un ojo me hace un tipo de raya bastante llamativa y puntiaguda y en el otro una más discreta, y la verdad es que alucino un poco en el espejo porque mis ojos parecen muy distintos el uno del otro con la diferencia de maquillaje.
-Asumo que te gusta más el izquierdo -Dice, refiriéndose al que es más discreto. Yo asiento-. Cómo no. Vamos con la sombra.
En un lado, me hace una sombra… Súper bonita, con un degradado bastante interesante y que la verdad es que me gusta mucho (aunque no sé si lo llevaría en mi día a día), mientras que en el otro lado decide volverse salvaje y me hace algún tipo de obra de arte que me recuerda al plumaje de algún familiar, sale de mi ojo y se esparce por mi cara de forma bastante impresionante… Y no queda mal, que es lo sorprendente.
-Pero sabes que en la vida voy a salir así a la calle, ¿no?
-Oh, cállate, sólo quería probarlo. ¿Te atreves con las pestañas postizas?
No, no me atrevo, y tengo que pasar un buen rato diciéndole que no lo haga, pero al final cede y se contenta con… Peinarme las pestañas con algún cepillo untado en tinta negra que, la verdad, consiguen darle bastante efecto. Hm. Interesante.
Lo siguiente, los labios.
-No hace falta, Ezarel… Créeme, los labios sí que sé pintármelos.
Aparentemente no sé absolutamente nada de pintalabios, a juzgar por todo lo que hace él. Usa un par de productos distintos, pero el resultado son unos labios brillantes y rosados con un efecto completamente distinto a cualquier cosa que haya visto antes, y que… Increíblemente, hasta parece… Natural, como si de verdad mis labios pudieran tener ese tono.
-A propósito, sobre el color que he usado -Deja la barra de labios sobre la tabla del mueble de forma firme. Yo lo recojo y miro la etiqueta del producto…
… #703, beso al atardecer.
-Ezarel -Gruño su nombre. Él se encoge de hombros.
-Dijiste que te gustaba el tono, ¿no? Yo creo que te queda bien.
-Hm -Estudio mi reflejo-. Bueno, tenéis al menos otros setecientos tonos de pintalabios así que algún otro debe haber. Y todo esto ha estado muy bien, pero no sé si era muy necesario… O si me va a ser útil. No sé si he aprendido mucho…
-Estas cosas se aprenden con práctica, Ewe -Él empieza a recoger sus cachivaches-. Lo mejor que puedes hacer es simplemente ir probando tú misma hasta que encuentres con lo que más cómoda te sientas… Y de paso aprendas a hacerte la raya -Madre mía, ni que hubiera cometido un crimen ni nada…- En fin. Si te parece, te voy a dejar todo esto por aquí para que vayas practicando, ¿vale?
-¿Qué? -Miro la cantidad absurda de aparejos que ha dejado en MI baño, y le pongo la peor cara posible- Ni de broma. Ya hemos pasado por esto, Ezarel, ahora que tengo un baño propio en UN EDIFICIO DISTINTO AL TUYO, no voy a dejar que me dejes tus trastos en el lavabo.
-Deja de enfadarte tanto y quítate eso de la cara… -Me tiende un paquete de toallitas desmaquillantes que acepto con recelo- Ya se está pasando el tiempo de la cena, así que venga.
-Me dan ganas de hacerte pedacitos y comerte a ti de cena… -Ante mi amenaza, él hace un gesto de miedo fingido.
-¿Seguro que eres una elfa oscura benigna? ¿No tienes sangre drow por ahí?
Muy gracioso. En fin… Supongo que tendré que aguantarme con sus excentricidades. De todas formas, es verdad que yo tampoco tengo mucho maquillaje, así que supongo que me hace un favor dejándome el suyo… Quizá con mi próxima paga pueda… Permitirme algo. ¿Tal vez? Si no es muy caro.
… ¿Me harán los Rèteire un descuento si les digo que conozco a Ezarel?~*~*~
A la mañana siguiente, me despierto con unos toques bastante insistentes en mi puerta. Cuando me levanto y me acerco a abrir, me encuentro al otro lado a Ezarel, que me mira bastante sonriente, lo cual es extraño porque no es una persona especialmente mañanera.
-¿Qué haces aquí…? -Cuestiono, aún peleándome con las legañas- ¿Por qué Julia te deja pasar siempre?
-Porque somos muy amigos -Sin esperar a que le invite a entrar, invade mi habitación sin problemas-. Y quiero ver qué te haces en la cara antes de que salgas maquillada como un payaso porque no sé si lo sabes pero ese es mi trabajo.
-¿Pero… qué me estás…? -Maldita sea, soy una elfa nocturna, hasta que no me tomo mi café yo no soy persona…
-Mis familia tiene una larga tradición ocupando el puesto de Bufón Oficial de la Corte, ¿sabes? Se espera de mí que algún día ocupe el puesto en el futuro… -Mira hacia algún punto del horizonte con ojos ilusionados, como si convertirse en payaso fuera realmente el sueño de su vida. Bien por él, no está muy lejos del objetivo.
-Ezarel, a estas horas no estoy preparada para detectar tus sarcasmos -Protesto, acercándome a la ventana para descorrer las cortinas y a ver si la luz del sol me espabila, aunque sea a base de quemarme las retinas.
-Vale, te lo pondré facilito -Pone los ojos en blanco-. Como deduzco que vas a hacer caso a mi advertencia y vas a estar practicando lo del maquillaje hasta el día de tu cita, he decidido ser amable y venir a educarte para que no cometas ningún crimen de guerra o te saques un ojo por accidente, porque sabiendo lo mal que dibujas, tengo miedo de lo que puedas hacerte a ti misma.
-O sea, que has venido a reírte de mí -Él sonríe de oreja a oreja.
-Básicamente -Da un par de palmadas-. ¡Vamos! Tengo clase a primera y aún tiene que darme tiempo a desayunar, así que venga.
Casi no me da tiempo a que me vista antes de empujarme al baño, donde aún siguen todos sus malditos trastos de ayer, y allí me anima con mucha vehemencia a que escoja mi maquillaje para el día.
-Y yo que sé… -Suspiro- Para ir a clase no me apetece pintarme como un iriante, así que tampoco esperes mucho…
De todas formas tampoco es que me apetezca algo especialmente exagerado… Lo que yo quería es que me enseñase un poco a… No sé, ponerme mona. Es algo que nunca me ha llamado especialmente, pero quizá ahora que estoy en contacto con la vida en “la gran ciudad”, a lo mejor se me está pegando un poco de eso. Por aquí he visto chicas que van… Muy bien vestidas, y muy bien maquilladas. Incluso si la moda de Lund’Mulhingar a veces es un poco demasiado extravagante para mis gustos, también hay muchas ocasiones en las que simplemente me tengo que parar porque veo una chica guapa y no sé si es por la chica o por cómo va ella.
Dicho eso. Las chicas son muy guapas.
En mi primer año de universidad todo fue un poco… frenético, así que no tuve mucha oportunidad de explorar esa parte de mi vida, pero ahora que sí que la estoy teniendo. Guau. Guau.
Guau.
Cómo narices he tardado tanto tiempo en darme cuenta de que soy lesbiana.
Y la verdad es que yo también quiero pertenecer a ese mundo de chicas guapas. No siempre es necesario el maquillaje para ello, y siempre es más un complemento que otra cosa, o un hobbie para algunas… Pero casi me hacía ilusión probarlo, después de todo lo que me ha hablado Área… Con la que con un poco de suerte voy a tener una cita maravillosa este sábado… de ello. A ella le gusta mucho. La moda y el maquillaje… Dos cosas que para mí nunca han tenido relevancia alguna, pero que a ella le entusiasman.
Así que, ¿por qué no, eh? No puede matarme un poco de rimel.
O eso digo, pero mi opinión sobre todo cambia drásticamente cuando calculo mal la raya y ya no soy sólo yo la que se horroriza, sino el propio Ezarel, que me pasa una de las maravillosas toallitas desmaquillantes de marca Rètiere que con su eficacia me hace pensar que alguien ha debido usarlas para ocultar un asesinato alguna vez.
-Vale, escucha -Él mismo coge un lápiz y se pone delante del espejo, apartándome un poco-. Lo primero de todo, NI SE TE OCURRA hacértela del tirón porque entonces se te van a quedar completamente distintas en un lado y en otro… Toques pequeños, ¿vale? Desde fuera hacia adentro. Primero asegúrate de que la forma está bien hecha de primeras y luego ya se puede ir retocando un poco el resto si fuera necesario…
Le veo a él empezar a pintarse, y yo intento más o menos seguir sus indicaciones según lo que hace él. Para él es absurdamente fácil, a mí me cuesta al menos un rato más, pero… ¿Más o menos me sale? Le lanzo una mirada de duda, y él tampoco parece especialmente convencido, así que voy a por otra toallita…
-No -Pero él me detiene-. Poco a poco. No te va a salir bien a la primera. Mañana saldrá mejor. Y tengo hambre así que, venga, con más prisa.
Vale, vale… Pesado. Me pongo un poco de pintalabios, en un tono purpúreo a recomendación de Ezarel que, aunque es bastante distinto de lo que suelo usar, con mi tono de piel queda… Mejor de lo que esperaba, la verdad.
Al salir de la habitación, cuando estamos yendo ya para la cafetería para que Ezarel pueda reunirse con su muy adorada tarta de miel, me llevo una sorpresa cuando, al darme los buenos días, Julia destaca el poco maquillaje que llevo.
-¿¡Te has maquillado, Ewe!? ¡Te queda súper bien! -Me da un poco de vergüenza que se haya dado cuenta, pero… A la vez, me sienta bien el cumplido. A quién no le sentaría bien un cumplido de Julia. Juraría que todo el mundo está un poquito enamorado de ella, y el que diga lo contrario miente.
-Gracias -Intento dedicarle mi mejor sonrisa-. Estoy probando cosas nuevas… La raya no me ha salido bien del todo, pero bueno. ¿Poco a poco?
-No, es súper difícil, yo nunca me la hago porque no me atrevo -Hace un mohín-. Además que con mi tono de piel en cuanto me pongo algo ya se nota muchísimo… Ah, ¿sabes a quién puedes pedirle consejo? Drée, lleva desde que le conozco haciéndosela todas las mañanas… -Se ríe un poco- Aunque antes se la hacía mucho más marcada, la verdad. ¡Y le quedaba súper bien!
-Es verdad… -El careto de Andrée aparece en mi memoria y, ahora que lo pienso, siempre le he visto con delineador en los ojos- Le tenía que haber pedido consejo a él en vez de a Ezarel.
-¿¡Perdona!? -Él me mira casi ofendido- ¿Es Andrée el heredero de una de las marcas de cosmética más importantes de Eldarya? -Pfft… Con que no le gustaba presumir de apellido, ¿eh?- Además, antes de darle lecciones de maquillaje a nadie, ese tipo debería aprender a arreglarse las ojeras…
-¡Son parte de su atractivo! -Julia le defiende, con una sonrisa radiante.
Por supuesto que sí, Julia. Lo que tú digas.~*~*~
Al día siguiente, Ezarel vuelve a aparecer por mi habitación. Por supuesto. Esta vez ni me molesto en protestar, simplemente paso al baño y cuando voy a coger el delineador él me lo quita de las manos y en su lugar me pone un estuche de sombra de ojos.
-¿En serio? -Cuestiono. Luego me fijo en los colores de los polvos, prácticamente todos distintas tonalidades de negro- En serio.
-No podemos dejar que te quedes en tu zona de confort, Ewe -Muy sonriente, me dispone una serie de utensilios a lo largo del mueble… Todo ellos son tonalidades negras, hasta el pintalabios-. Vamos a volverte una chica mala.
-Por el amor de-
Alrededor de dos minutos después, simplemente miro mi reflejo en el espejo y me pregunto que no será si es que los Rètiere le echan algo extraño a sus productos para hacer que automáticamente a su público le gusten. Es tan… Raro. No es para nada mi estilo, pero por alguna razón… ¿Me gusta? Y Ezarel tenía razón con lo de la sombra de ojos. Entre eso y la raya, siento que mis ojos son muchísimo más grandes… Y mi mirada más intensa… La verdad es que me gusta mucho. El pintalabios no termina de convencerme, pero los ojos son geniales.
A mi lado, miro a Ezarel, que se ha ido maquillando junto a mí con un estilo similar. Me pregunto si será para intentar darme un poco de confianza, porque la verdad es que no las tenía todas conmigo durante el proceso o si será porque me está usando como excusa para probar nuevos tipos de maquillaje.
-Si no te gusta ese tono de pintalabios -Dice, girándose a mirarme, y yo lanzo una nueva mirada a todo su maquillaje y una vez más me extraño por lo inesperadamente bien que queda con el pelo azul y su ropa de elfo rico-. Quizá puedas probar a usar este mañana.
Me tiende una barra, y cuando miro el tono… Por supuesto. 703. Pongo los ojos en blanco.
-Ya vale.
-Sigo diciendo que te quedaría genial -Él también hace un gesto irritado-. Pruébalo.
-¿Hoy no tienes prisa por irte a desayunar?
Con eso le convenzo, aunque se tiene que tiene que esperar a que me cambie de ropa a una que combine un poco más con este maquillaje porque… Por qué no.
Cuando salimos al recibidor, Julia vuelve a sorprenderse. Nos mira a ambos con ojos muy ilusionados y llenos de brillo.
-¡Estáis genialeeeeeees! ¡Jo, me dais mucha envidia! Os queda súper bien.
-Gracias -Sus palabras hoy me alegran un poco más que ayer. La verdad es que estoy BASTANTE orgullosa de esa sombra de ojos, especialmente teniendo en cuenta que es la primera vez que lo hago.
-Quizá esto sea un poco extraño de decir por mi parte… -Veo que se sonroja un poco. Es monísima. Andrée, ¿qué hiciste? ¿Cómo la conseguiste? ¿Cambiaste tu alma por ella, por eso estás así todos los días?- Me recuerda un poco al maquillaje que usé en mi boda… Siempre había querido casarme de negro, y a Drée le encantó la idea así que al final hicimos una boda temática alrededor de eso… ¡El mejor día de mi vida!
Ezarel y yo nos ponemos de acuerdo en que, después de desayunar, tenemos que ir a ver a Andy. Aunque parece intrigado, no tiene desde luego ni la mitad de reacción que ha tenido Julia, lo cual confirma una cosa: Si este tipo tuvo alma en algún momento, desde luego ni entregándola podría haber llegado a ser merecedor de Julia.~*~*~
Al día siguiente, Ezarel me dice que haga lo que quiera con mi maquillaje. Simplemente se planta en mi habitación y los dos entramos al baño para maquillarnos juntos. Esta vez, él elige algo mucho más discreto que lo que ha llevado los últimos días, indicándome que él pretende hacer lo que le dé la gana también… Así que, bueno, decido hacer lo mismo yo.
Ilusionada con intentar hacerme los ojos en una forma similar a lo que hice ayer, me atrevo a usar por mi cuenta la sombra de ojos, en un tono rosado discreto pero que aún así me gusta el efecto que da, como si me dulcificase la cara. Por otro lado, no quiero saber nada de la condenada raya, así que no me la hago. Cuando llega la hora del pintalabios, Ezarel vuelve a ofrecerme la barra del 703, sin decir nada, simplemente extendiéndolo en mi dirección con una ceja alzada.
Mi una respuesta es coger otro tono completamente distinto, uno de color naranja y, una vez termino de aplicármelo, le soplo un beso. El contraataque es que él mismo se pone el 703, y también me sopla un beso cuando tiene los labios rosas. Pues bien por él.
-Quizá puedas probar a hacer más cosas con la sombra de ojos, si de verdad te gusta -Me recomienda, una vez terminamos los dos de embadurnarnos-. Ponle algo por la parte de abajo del ojo también, puede ser interesante. Y quizá si quieres algo más llamativo, prueba a mezclar colores con un pincel. Ya te lo dije ayer, pero no tengas miedo de arriesgarte.
-Hmmm, ya veremos -No prometo nada.
Pero la verdad es que estoy bastante contenta de cómo me ha quedado hoy.~*~*~
Y el viernes, lo que Ezarel me dice es que le sorprenda. Bueno, me lo dice el jueves, me dice que ya nos veremos en el desayuno y simplemente se lleva lo que sea que va a usar él a la mañana siguiente, asegurándose él antes de que no lo vaya a usar yo.
Así que el viernes me veo sola delante del espejo, lo cual me pone un poco nerviosa por si la lío, pero también me alegra en parte no tener que estar chocando codos con Ezarel, porque el baño en realidad no es tan grande.
Y decido… Que quiero sorprenderle. E impresionarle, sí.
Intento hacer lo que me dijo él de fusionar dos colores en la sombra con el mismo tono de ayer y otro bastante más claro, casi blanco… Y juraría que me sale bien, aunque tengo algunos momentos de duda. Después pienso un buen rato si me quiero hacer la raya… Y al final decido que sí. Pero ya que estoy aventurera, intento hacérmela con un lápiz blanco que ni Ezarel ni yo hemos usado en ningún momento, pero que opino que combina bien con lo que me he hecho. Y en cuanto al pintalabios…
Vale. De acuerdo. Tú ganas. 703.
Y en parte, me revienta, porque es su pintalabios.
Pero por otro lado, no puedo evitar una sonrisa enorme, porque me encanta, me queda genial y ahora es mío.
Y cuando me encuentro a Ezarel en el desayuno, él también sonríe mucho.
-No tengo ni idea de quién es esa chica porque tienes tantas novias que no me aclaro… -Pongo los ojos en blanco- Pero lo único que sé de ella es que va a convertirse en tu futura mujer porque en cuanto te vea va a querer pedirte matrimonio.
Le pego un puñetazo en el hombro, pero eso no me quita la sonrisa.
-Te invitaré a la boda si eso ocurre -Decido ser un poco mala yo también-. Y estaré encantada de invitar también a tu novia. ¿Qué opina ella de tu maquillaje, eh?
-Si te refieres a la tarta de miel, que es mi único y verdadero amor -Como cada vez que saco a relucir a su amiguita la pelirroja, noto un poco de irritación en su voz-, entonces está esperando que le hinque el diente. Si no te refieres a ella, entonces no tengo ni idea de lo que me estás hablando y haz el favor de dejar de inventarte cosas.
-Quizá deberíamos tener una cita doble -Ofrezco yo.
-¿Sabes qué? Voy a tener una cita con ella. Ya mismo.
Y, con eso, se va en dirección al mostrador, listo para encontrarse con su queridísima tarta. Algún día destriparé los secretos de tu novia secreta, elfo. Algún día.~*~*~
Intento elegir mi mejores galas para el sábado. Ezarel me aconseja con respecto a qué maquillaje usar teniendo en cuenta mi ropa, pero soy yo la que lo hace, y él parece muy orgulloso del resultado. Yo también. Se ofrece a peinarme un poco pero yo lo rechazo, decidiendo que prefiero usar mi peinado de siempre… Incluso si he cambiado algunas, cosas sigo queriendo ser yo, y…
Cuando me miro en el espejo, con todo el conjunto ya puesto, estoy bastante contenta. Me gusta lo que veo… Y espero que también le guste a ella.
Cuando me encuentro con Área por la tarde para ir al restaurante, ella está tan guapa como siempre, o quizá incluso más, porque también puedo decir que se ha engalanado. Ella parece sorprendida por mi apariencia, pero veo que sus ojos brillan de la misma forma de la que posiblemente lo hagan los míos.
-Estás… Muy guapa hoy, Ewe -Saluda-. Creo que es la primera vez que te veo con maquillaje.
-Bueno, la ocasión lo merece, ¿no? -Digo eso y la ofrezco mi brazo. Sin dudar un instante, ella acepta, y ambas entrelazadas vamos en dirección al restaurante.
Es pijo, pero merece la pena. El ambiente es genial, y la comida… Riquísima. Quizá las raciones un poco escuetas para el precio que tienen, pero quedo bastante satisfecha por los sabores. Y lo mejor es, por supuesto, la compañía. Siempre es fascinante hablar con ella, porque le gustan un montón de cosas de las que yo no sé mucho, y habla con mucha pasión sobre ellas. Considero que mi conversación es más aburrida, y que realmente no tengo mucho que aportar, pero cuando yo hablo, ella escucha con atención, y parece genuinamente interesada. Se ríe de mis bromas, coquetea de forma que hace que yo me ruborice y, cuando reúno el valor para colocar mi mano sobre la suya por encima de la mesa y ella sonríe, la verdad es que siento un cosquilleo bastante especial.
Salimos del restaurante… en una nube (jajá, gracioso, porque ella es una nube, jajá, el vino me está haciendo efecto…), y antes de volver a la USAC, decidimos que queremos dar un paseo por las calles de Lund’Mulhingar aprovechando el tiempo fresco de la noche incipiente. Es la primera vez que alguien me enseña lo bonita que puede ser la arquitectura de la ciudad… Y consigo arrancarla la promesa de llevarme otro día a los mejores rincones de la ciudad, y enseñarme los edificios más bonitos y toda su historia.
Y cuando terminamos de dar vueltas y empieza a acercarse la hora de ir volviendo… Decido ser valiente una vez más y, usando alguna excusa cutre, me echo a un lado para besar su mejilla, ante lo que ella me dedica una radiante sonrisa. No puedo evitar imitarla cuando veo algo bastante gracioso.
-Te he dejado la marca del pintalabios… -Desventajas de maquillarse, supongo.
-¿En serio? -Ella se ríe un poco- Pues sí que dura… ¿Qué marca es?
-Marca Rètiere -Estoy a punto de lanzar un “por supuesto”, pero juraría que aún no sabe de mi relación con Ezarel así que me lo callo-. El color número 703, beso al atardecer.
-¿Oh? -Su cara cambia cuando digo esas palabras- Bueno… Ya saber que soy una nuage de atardecer, ¿no? -Eso es verdad… Asiento- En ese caso, me parece que ese nombre es uno bastante acertado.
Y, sin un instante de dilación, siento su suave mano acariciar mi mejilla y, un segundo después, sus labios están sobre los míos.
Capítulo S.3.
Un grito. Eso es lo que me despierta. Aunque ya debería estar acostumbrado, este es mucho más violento que de costumbre.
A través de mis ojos entrecerrados puedo ver las sombras que la luz del salón refleja a lo largo del pasillo, visible a través de la puerta entreabierta de mi cuarto. La silueta de un hombre y una mujer.
Gritos.
-¡ES TU PUTA CULPA QUE NUNCA TENGAMOS DINERO PARA NADA! ¡ERES TÚ LA ZORRA QUE NO DEJA DE GASTÁRSELO TODO EN ESA MIERDA! ¡ESTOY HASTA LOS COJONES DE TENER QUE TRABAJAR TODOS LOS DÍAS PARA QUE TÚ PUEDAS PONERTE HASTA ARRIBA DE TU MIERDA!
-¡AL MENOS YO INTENTO SOPORTAR A ESTA FAMILIA! ERES TÚ EL QUE SE VA TODAS LAS NOCHES POR AHÍ Y BEBES Y BEBES Y LUEGO VUELVES A CASA BORRACHO COMO UNA CUBA Y OLIENDO A ZORRA, ¡Y SOY YO LA QUE TIENE QUE CUIDAR DE TU CULO! ¡SOY YO LA QUE COCINO, SOY YO LA QUE LIMPIA, Y SOY YO LA QUE SE ENCARGA DEL JODIDO NIÑO!
-UN JODIDO NIÑO AL QUE ALIMENTAS PORQUE YO CONSIGO EL DINERO, RECUERDA.
-¡CON LA MIERDA DE TRABAJO QUE TIENES, NI SIQUIERA NOS LLEGA PARA COMER!
-¡PORQUE TE LO GASTAS TODO EN-
-¡ERES TÚ EL QUE GASTA-
-¡POR TU CULPA
-¡NO ME PUEDO CREER QUE-
Me giro, tapo mi cabeza con la almohada. Los gritos no se detienen. Siguen, siguen. El volumen aumenta.
Escucho un golpe. Luego otro. Más gritos, llanto. Golpes, sollozos. Gritos.
La puerta de la habitación, cuando se abre del todo.
-Despierta.
No.
Pasos que se acercan.
-¡Despierta!
No.
-¡TE HE DICHO QUE DESPIERTES!---
Abro los ojos.
No veo una mierda.
Simplemente me quedo tumbado en el suelo, rendido. El dolor en mi abdomen y en mi cabeza son suficientes para hacer que recuerde todo lo que ha pasado.
No sé si tengo ganas de levantarme.
Quiero que te alejes de Latteria, de la Resistencia, de tierras élficas y de todo. No te molestes en guardarme en tu recuerdo. Olvídate completamente de mí y no vuelvas a pensar siquiera en mi nombre.
… Y luego se supone que, de los dos, él es el listo…
Hago fuerza para levantarme. Mis abdominales se quejan, todo mi cuerpo lo hace, me invade un mareo repentino. Es ya de noche, así que todo está bastante oscuro… A mis pies veo mi alabarda partida y un frasco con algún tipo de líquido… Se parece a la poción que ha usado la mujer antes, pero es de otro color.
Más allá, en el suelo, veo una mancha gris.
…
Me acerco a Doggo y me arrodillo a su lado. Por qué… Él era el más inocente de todos. No debería-
-¡Wuaaaa…!
Hostia puta que está vivo, eso lo cambia todo.
Incrédulo, pero muy contento, examino mejor al perro. Su pecho sube y baja de forma pesada, pero está respirando, y sus ojos blancos se fijan en mí mientras su nariz olisquea con fuerza… Y él gimotea de forma muy triste.
-Chico -Acaricio su lomo, y él emite un ladrido algo escueto cuando lo hago-. Eh, estás bien… Estás bien.
Le miro por encima. Parte de su pelaje está manchado por la sangre… Tiene una herida que cruza por el pecho hacia una de sus patas delanteras… Quizá por eso no pueda ponerse en pie. Maldita sea, la mujer se ha llevado todas nuestras cosas… No tengo nada con lo que atenderle. La herida no parece estar sangrando ahora mismo, al menos; pero eso no significa mucho, puede haberse infectado perfectamente y… No tengo ni puñetera idea de cómo voy a atender eso.
Acaricio otra vez el lomo de Doggo, que gimotea con eso, pero veo que agita la cola un poco. Lo siento, chico… No te preocupes que te voy a sacar de esta. Te lo prometo.
Vuelvo a ponerme en pie, y de nuevo mi cuerpo se queja. Con mucho disgusto me fijo en mi armadura rota en la parte de mis costillas, allí donde la espada de la mujer ha conseguido herirme… No estoy nada contento con eso.
Miro alrededor. Estamos en mitad del camino… Me sorprende que no nos haya encontrado nadie, pero supongo que no hay mucha gente que quiera hacerse el camino a Latteria a estas horas.
Recojo a Doggo del suelo. Él lloriquea y se revuelve, y yo intento calmarle sin ningún éxito… Por favor, estate tranquilo o te vas a hacer más daño.
Le llevo un poco más allá, escondido entre la maleza, y le dejo apoyado contra el tronco de un árbol. Me gustaría encontrar alguna fuente de agua para poder lavarle la sangre aunque fuera por si hay alguna criatura hostil rondando la zona, pero no tiene pinta de que vaya a encontrar una… Quizá pueda esquilarle un poco con la punta de la alabarda y dejar el pelaje en otro sitio, aunque posiblemente vaya a ofenderse si hago eso, como la vez que Draz me forzó a depilarme las piernas…
…
Vuelvo al lugar de antes para recoger los restos de la alabarda rota, y me fijo también en la poción que la mujer ha dejado… O al menos deduzco que ha debido ser ella, porque se parece a las suyas, pero… ¿Quizá haya sido Draz? Quizá le haya pedido que me deje algo para curarme… Los elfos se curan con el sol, pero a veces he visto a alguno con alguna herida fea beberse alguna pócima que ha hecho que se le pasase todo el dolor al instante.
Destapo el frasco y lo olisqueo. Tiene un olor fuerte, a hierbas… Pero evidentemente no tengo ni idea de lo que es. Quizá sea otra cosa completamente distinta a lo que imagino, quizá sea algún veneno para que me lo beba y me muera.
Vuelco un poco de la cosa en el suelo, a ver si por casualidad al tocar la tierra sale una nube de humo con la forma de una calavera y así sé que no tengo que bebérmelo pero, sorpresa… Lo que ocurre es que el líquido se deshace en una especie de vapor brillante y allí donde ha caído de repente surge un matojo de hierba verde. Así que:
O bien es un fertilizante.
O bien bebérmela va a hacer que me crezca un bosque en el estómago.
O bien es una poción curativa de verdad.
Hm…
Me acerco a Doggo otra vez con la poción y la alabarda. Dejo mi destaralada arma por ahí (...¿quizá atándola con algo pueda volver a usarla? Por qué no tienen cinta americana por aquí…) y me acerco al perro con la pócima.
-Esto va a hacer que te pongas bien, ¿vale? -Le digo. No sé si me entiende- Va a dejar de doler. Sé que no va a ser agradable, pero por favor colabora…
Y me paso un buen rato intentando meterle la poción en el gaznate al condenado perro. Por supuesto que no quiere que le meta cosas raras en la boca y por supuesto que intenta morderme veinte veces y por supuesto que no sabe beber… Diría que al final del proceso me odia, pero al menos he conseguido que se beba la maldita poción, y si se ha hecho daño intentando morder mi armadura entonces es culpa suya por tonto.
Espero un poco, y parece que la pócima… Hace efecto. El lugar en el que tenía su herida empieza a humear un poco como ha hecho antes la hierba, y juraría que se está cerrando… Doggo gimotea, porque posiblemente escueza un montón, y yo le acaricio de la forma más suave que puedo.
-Todo va a estar bien -Le digo-. Vamos a salir de esta.
Se lo digo a él. A nadie más.
Al final, debe ser que la cosa funciona, porque Doggo se levanta como nuevo, moviendo la cola y muy contento porque todo haya dejado de dolerle. Contento yo también, le acaricio de forma un poco más brusca, que es como me gusta a mí, y él me lame la cara. Muy bien, chico…
-Ahora que estás bien -Me pongo de pie-. Tengo una misión muy importante para ti.
Él me mira interrogante, y cuando dejo caer al suelo la primera pieza de mi armadura, se acerca a olisquearla con curiosidad.
Poco a poco me quito toda la armadura. Librarme del peso de la misma hace que la tensión de mis músculos se alivie un poco, aunque cuando veo la herida de mi pecho, con la carne abierta y la sangre, no puedo evitar una mueca. Eso va a dejar marca, desde luego…
Termino de quitarme la armadura e intento dejarla más o menos colocada. Doggo no deja de olisquearla, porque debe oler a humano sudoroso.
-Necesito que cuides de eso, Doggo -Le pido. Él se vuelve hacia mí de nuevo y ladra de forma afirmativa-. Es muy importante. Es un regalo de Draz, y ya viste cómo se puso la última vez que la dejé por ahí.
Cuando menciono su nombre, Doggo gimotea con tristeza. Debe de haberse enterado de que Draz… Ha tenido que irse.
-¿Le echas de menos? -Él vuelve a lloriquear- No pasa nada. Dame unas horas, ¿vale? Te prometo que volveré con él.
Me giro en dirección al camino por el que se han tenido que ir. Dirección a Latteria, por supuesto. Llevan horas de ventaja. Intentar seguirles el paso es una estupidez imposible.
Olvídate completamente de mí y no vuelvas a pensar siquiera en mi nombre.
Olvidarle, dice.
Como si eso fuera posible.
¿Dejarle ir? No me hagas reír. ¿De verdad se piensa que voy a dejarle? Eso no tiene ningún tipo de lógica. No le puedes pedir a alguien que se arranque el corazón del pecho y lo deje en el suelo.
Me llevo una mano al bolsillo de mi pantalón, y de allí saco el anillo. Lo levanto para ponerlo a la luz de la luna, dejando que esta se refleje en sus detalles de plata. El anillo con el estandarte de los Aënwer. El anillo de Draz.
¿Quiere que le ponga un anillo? Pues entonces va a tener que estarse quieto para que pueda hacerlo.
Vuelvo a meterme el anillo en el bolsillo y saco otra cosa, el bote de… ¿cómo puñetas se llamaba? ¿Bobodelicia? No lo sé… La verdad es que no estaba demasiado malo cuando me lo tuve que comer de un tirón, pero lo que interesa no es el contenido original, no…---
-¿Que quieres una qué? -El brit me mira como si estuviera loco.
-Un chicle embrujado de esos de los tuyos -No tengo ni idea de cómo se llaman, ni me interesa-. Como el que me diste en el baile.
-Hm -Él se lo piensa un segundo-. Vale… Supongo que puedo hacer eso. ¿Para transformarte en elfo, entonces?
-O lo que tengas que sea fuerte de la leche -Un… un dragón estaría bien, por ejemplo…-. Lo más poderoso.
-Eeeh… No sé si es buena idea darle una de esas a un principiante… -Le fulmino con la mirada- Pero como tú quieras. La más fuerte que tengo, entonces.
Extiendo la mano para que me dé su artefacto mágico. Frunzo el ceño al ver el color.
-Es… ¿tiene que ser de color rosa? ¿No tienes otra?
-Es lo más potente que tengo -Él se cruza de brazos y me mira arqueando una ceja-. Si eso hiere tu masculinidad, quizá prefieras una de color azul que tengo que transforma en una anémona gigante.
-Anémona tu madre -Él me pone cara rara. No tengo muy claro qué es eso, pero por si acaso-. Bueno. Lo que sea. Tendré que quedarme con ello.
-¿No quieres saber lo que hace?
-No… prefiero que sea una sorpresa.---
Espero sorprenderme, o si no, sí que voy a ir a Eel, pero para partirle las piernas.
Me llevo el thingamajig a la boca , muerdo y trago.
…
…
…
Lo siguiente que sé es que el suelo a mis pies está en llamas.
Extrañamente, el calor no me afecta, y aunque Doggo le ladra con hostilidad a las llamas azules que han aparecido de repente con una explosión de magia, tampoco parecen estarle hiriendo a él… Bien. Sin pensármelo dos veces estampo una mano en mi herida y, con un fogonazo de fuego, noto el escozor de mi carne ardiendo y la herida cerrarse a la fuerza. Listo.
No me cuesta demasiado saber hacia dónde tengo que ir. Puedo oler a Draz, como si le tuviera a mi lado. Sé en qué dirección ha ido. Sé qué tan lejos está. Demasiado; y sin embargo, no lo suficiente como para convencerme de que no vaya tras él.
Así que echo a correr hacia allí.
Bajo la luz de la luna, me muevo con rapidez entre los árboles. Mi cuerpo es ágil y liviano, una vez subo a un árbol soy capaz de empezar a saltar entre ellos sin problema alguna, apenas agarrándome a una rama o apoyando el pie para apoyarme en un espacio de… De milésimas de segundo. Cruzo el bosque como si nada, con la sensación del viento nocturno golpeándome de lleno y agitando el pelaje de mis orejas y mis colas.
Incluso si estuviera en la otra punta de Eldarya. Incluso si estuviera en la montaña más alta, en el pozo más profundo, en mitad del océano. Incluso si nos separase un círculo de setas.
Nada ni nadie va a impedirme que vuelva a él.---
(Narra Draezel)
Hace… frío.
Procuro que no me tiriten los dientes. Procuro que nada pueda llegar a dejar ver cómo me estoy sintiendo por dentro en realidad, lo muy miserable que soy ahora mismo. Es un poco difícil, a decir verdad, porque mi cuerpo me pide que me rinda, me eche a llorar y deje que me rompa.
Pero tengo que aguantar todo lo posible. Cuanto más la aleje de Alec… Mejor. En cuanto muera es muy posible que ella quiera venganza o algo por la recompensa que no ba a poder obtener.
Kaira lleva callada todo el rato, sin cuestionarme, sólo conduciendo. No parece que le importe mucho el saco de patatas que lleva detrás en el carro… Quizá porque me vea sólo como un saco de patatas. Nada más. Mercancía por la que van a pagarla.
-¿Cuánto van a pagarte mis padres por esto? -Pregunto, quizá por curiosidad morbosa, quizá por tener algo que me distraiga de mis pensamientos envenenados- Quiero saber cuál es el precio que le ponen a la vida de su hijo.
Un silencio frío. Genial. Qué simpática.
-Deberían llamarte Lengua de Piedra, con lo poco que hablas… -Lo gruño un poco para mí, pero sé que me escucha.
Mira por encima de su hombro posiblemente con la intención de usar el poder de su mirada para callarme, lo que puede ser bastante efectivo, pero algo parece que no le gusta cuando me ve. A un tirón de las riendas hace parar a la montura, lo que a mí casi me tira al suelo, y luego se gira del todo para mirarme bien.
-¿Qué estás haciendo? -Cuestiona, y parece irritada por alguna razón.
-Una pregunta es todo lo que he hecho -Resoplo-. Pero supongo que contestarla e-
-Te he preguntado que qué estás haciendo -Ahora habla con tono más grave.
Me quedo un poco confundido con sus palabras… Hasta que caigo en qué es "lo que estoy haciendo". El Vínculo. No es que lo esté haciendo yo, pero debe de notárseme en la cara que hay algo mal.
… Supongo que hasta aquí hemos llegado entonces.
Fuerzo una última sonrisa, todo lo victoriosa posible, antes de dejar caer la expresión de mi cara.
Y luego ya no queda nada. No me queda ningún tipo de fachada y apariencia, las lágrimas simplemente fluyen sin ningún tipo de control, mis ojos reflejan lo muy roto que está mi corazón y yo me río con un sollozo.
-¿Qué estoy haciendo? -Le devuelvo la pregunta- ¿Tú qué crees?
Se baja de dónde está y rodea el carro a zancadas para venir hasta mí y agarrarme por los hombros… Pero al tocarme, me suelta y me mira con lo que parece que es confusión.
-¿Qué es lo que…?
-No vas a conseguir tu dinero -Me burlo, con completa amargura en mis palabras-. En el momento en el que me has separado de Alec, has firmado mi sentencia de muerte. No soy nada sin él. Y eso significa… Que no tengo más razón para vivir en este mundo si no es a su lado.
-¿Cómo has…? -Por cómo me mira, juraría que aún no lo entiende del todo. Parpadea de forma confusa un par de veces, y la veo estrujarse las sienes… Hasta que al fin lo entiende, y su rostro se aclara con una comprensión sorprendida- Estás vinculado al humano.
-Qué lista eres.
-Los Aënwer no me dijeron nada de esto… -Su ceño se frunce.
-Los Aënwer no saben nada de ello -Una vez más, el pensamiento casi me divierte-. Jamás imaginarían que el que es sangre de su sangre podría vincularse a un humano. Oye, cuando vuelvas a ellos con las manos vacías, ¿puedes decirles de mi parte q-
Mis palabras se entrecortan por un segundo cuando agarra la tela de mi vestimenta y tira de ella con fuerza, asfixiándome un poco. Sus ojos me taladran con una rabia incandescente, pero los míos le devuelven una mirada… Que aunque no dice nada, aunque está vacía, consigue que el agujero negro de mi pupila se trague sus propias emociones y las haga disolverse.
-No puedes arreglar esto -Susurro, sosteniendo su mirada fijamente-. Y no puedes hacer nada para mantenerme con vida. Puedes intentar apresurarte a Latteria, pero el resultado va a ser el mismo; e incluso si retrocedes, no vas a poder devolverme a la normalidad, no sin Alec. Y él ya no está. Jamás desobedecería mis órdenes. Ya debe estar bien, bien lejos… De camino a Eel. Puedes matarme, si quieres, pero sólo me harás un favor con eso. Puedes hacer lo que quieras, y nada va a solventar esta situación.
Con un empujón brusco, me tira al carro. No me molesto en levantarme, ahí me quedo. Extrañamente, tengo la sensación de que si lo intentase… Tampoco tendría fuerzas para ello.
La veo empezar a caminar de un lado a otro con sus manos a la espalda, como intentando pensar sus opciones. Realmente no tiene muchas. La parte más amarga de mí, que ahora mismo está saliendo mucho a relucir, encuentra un poco de placer en verla así de frenética, incluso si su frenesí pudiera pasar por calma en una persona normal. Corazón de Piedra… Parece que algo ha logrado afectarla. Qué pena.
Después de algunos instantes de meditar su siguiente paso, finalmente debe dar con algún tipo de solución, y cuando se gira a mí y abre la boca para hablar…
De repente, se escucha algo a lo lejos. Un… Aullido. El aullido de una bestia… Levanto los ojos para mirar al cielo y veo la luna llena brillando en todo su esplendor… Fíjate, pues sí que había un lincetopo rondando, a fin de cuentas.
-No te muevas -Zaitsev da la orden señalándome con un dedo acusatorio (como si de verdad fuera a tener fuerzas para moverme) mientras desenvaina… Otra espada distinta a la que ha usado con Alec. Esta parece más ligera, y el metal es algo más claro y brillante que la otra, con un fulgor que a mí me resulta muy familiar y que en seguida reconozco como plata. Preparada para todo, ya veo.
Se queda a la escucha de nuestros alrededores, anticipándose a todo lo que pueda ocurrir. El aullido vuelve a escucharse viniendo del bosque latteriano, algo más lejos de dónde estamos…
Y es respondido por otro salido. Otro que viene de donde venimos nosotros y es… No es un aullido exactamente. Una especie de ladrido, un gruñido, algún sonido gutural hecho por alguna bestia a la que desde luego no reconozco… Pero que hace que se me ponga la piel de gallina y mi corazón pegue un brinco en mi pecho. Qué es esa cosa… Suena… Terriblemente cerca.
El follaje de los árboles se abre de repente y una figura salta a toda velocidad de ellos, cayendo directamente sobre Kaira que, aunque estaba preparada, parece ligeramente sorprendida por la velocidad de la criatura.
Interpone su espada entre ambos, y escucho un sonido metálico cuando las garras de la criatura chocan con el arma.
Luego, un fogonazo de luz repentino según un enorme cono de llamas azuladas surge en dirección a Kaira que, aunque parece que no se lo espera, consigue reaccionar y evita el fuego con una voltereta hacia atrás, poniéndose de pie un poco más atrás y mirando a la criatura con el ceño fruncido, pero en guardia.
Con la luz de la luna y el fuego azul iluminando su rostro, es ahora cuando le reconozco.
Es… Es Alec.
El corazón se me para en el pecho, para al instante volver a la vida con un ritmo frenético y quizá ligeramente preocupante. El frío que sentía desaparece de forma súbita y siento un latigueo de dolor que estremece todo mi cuerpo… Y… Alegría.
A pesar de que no debería. A pesar de que le he pedido… no, le he ordenado que me dejara; a pesar de que le he dicho que no se molestase en volver a pensar en mí siquiera… Aquí está.
Aunque está un poco distinto, y algo en su nueva apariencia me produzca un increíble respeto… Entre otras cosas.
Se yergue con postura firme, sacando pecho. Sus ojos azules refulgen con una intensidad que no he visto nunca y prácticamente llamean con las mismas llamas azules que rodean su cuerpo… En su rostro han aparecido también una serie de marcas, en sus mejillas, su frente y debajo de los ojos, que dan un aspecto amenazante; y en la melena que es su pelo han surgido dos largas orejas peludas que no parecen para nada fuera de lugar, como si ese hubiera sido siempre su lugar.
Pero lo más impresionante son las colas de pelaje espeso y oscuro que se agitan tras su espalda. Las cuento. Una, dos, tres… … …
H-he… He tenido que contar mal.
U-una, dos, tres… … … nueve.
Nueve… Colas.
Un kitsune de nueve colas.
¿D-de dónde ha salido esto? ¿Por qué Alec…? ¿Y por qué NUEVE colas? ¿Cuándo fue la última vez que se escuchó hablar de un kitsune de nueve colas, fuera de la mitología?
-¡Alec! -Grito su nombre desesperado, como si decir la palabra fuera para mí tan importante como respirar.
Él extiende una mano en dirección a Zaitsev, que refuerza su agarre en el mango de su espada.
-Déjale ir -Habla con un tono… Extrañamente calmado, pero no menos intimidante. Su voz tiene una vibración peculiar, como el gruñido de una bestia, y suena más ronca y profunda que en otras ocasiones-. Inmediatamente.
-No puedo permitirme eso -Ella responde con un tono igual de calmado y amenazante, impasible ante la nueva presencia de Alec-. Y ahora sé que tampoco puedo dejarte ir a ti.
-Todo dicho entonces -Alec cambia su postura a una de pelea cuando dice eso, y las llamas que le cubren parecen cobrar más vida con sus palabras-. Prepárate a morir, mujer.
-¡Alec, no! -Me levanto de inmediato en el carro y me inclino en su dirección- ¡Es inútil! ¡Sabes que no…!
Haciendo caso omiso a mis palabras, ambos se lanzan el uno contra el otro, y el impacto de ambas fuerzas genera un tintineo metálico y una corriente de aire que consigue desordenar mi cabello. Una vez más Kaira ha conseguido parar el ataque de las garras de Alec, y él gruñe enseñando una pareja de afilados colmillos, mientras que ella frunce el ceño con un poco más de fuerza.
Se separan, con Alec echándose hacia atrás, y vuelve a hacer un amplio gesto con sus brazos para intentar cortar a Kaira con sus garras, pero ella es capaz de evitar el golpe con un ágil juego de pies e interponiendo su espada. Aunque parece que le es fácil, puedo ver que este combate no está siendo tan unilateral como la última vez.. Los golpes de Alec parecen estar teniendo un poco más de ímpetu… Todavía no llegan a golpearla, pero ella tiene que estar más en guardia, y el metal de su espada vibra con cada golpe que le llega.
Por otro lado, Alec cuenta ahora con sus recién adquiridas habilidades pirotécnicas que consigue utilizar… Con una naturalidad casi extraña, como si simplemente estuviera habituado a ello. Usa el fuego en sus ataques, a veces cubriendo sus brazos con llamas que obligan a Kaira a retroceder, en ocasiones es un aliento llameante que a ella consigue chamuscarle las cejas, aunque siempre se aparte justo a tiempo, y otras veces el fuego surge entre ellos: A un lado o detrás de Kaira para que ella se vea obligada a reposicionarse, creando una pared súbita entre ambos que hace que la chica vacile en sus movimientos y no pueda atacar a Alec, o encajonándola para que no tengo escapatoria.
Más de una vez le toca cruzar las llamas, y sin embargo no parece importarle, en ocasiones su ropa se prende pero ella no le cede mayor atención que un golpe para apagar la chispa. Alec, por otro lado, parece completamente inmune al fuego, a pesar de que su ropa, sí, está en llamas, lamiendo partes de la tela y carbonizando otras, aunque su piel no parece estar sufriendo ninguna consecuencia. El pelaje de sus colas, que se mueven siempre sin serle ningún estorbo, a pesar de lo que abultan, tampoco parece sufrir, al contrario, se funden con las llamas y en ocasión es difícil saber distinguir qué es Alec y qué es fuego.
Poco a poco la pelea va cogiendo más intensidad. Los golpes se vuelven más arriesgados y violentos, cada uno de ellos aprende a leer mejor a su adversario. Aec consigue ganar algún golpe: La mayoría se van a la armadura de ella, dejando marcas en la tela que la cubre y una especialmente llamativa en la pechera, donde se quedan impresos los arañazos de sus garras; pero también hay un momento en el que logra arañar su cara, abriendo tres surcos sanguinolentos en su mejilla. Ella no parece especialmente impresionada por la herida, apenas le hace caso alguno y sigue atacando a pesar de ello, y en poco tiempo su piel vuelve a cerrarse como si los arañazos nunca hubieran existido… No sé si será a causa de su sangre élfica o si tendrá algo que ver con los rumores sobre sus… Inusuales habilidades.
La cosa es que, aunque Alec está peleando infinitamente mejor que la anterior vez… Cuando Zaitsev logra entrar en el calor del combate (nunca mejor dicho), su defensa comienza a cerrarse cada vez más y sus ataques son mucho más certeros y… Brutales. En una ocasión llega a perforar el hombro de Alec, y él gruñe (y yo lloro su nombre); otra vez corta la piel de su muslo, y en otra ocasión un corte pasa preocupantemente cerca de la zona de su clavícula… Se muestra mucho menos piadosa que la vez anterior. Tal vez porque hemos conseguido enfadarla, tal vez porque ahora Alec le supone una amenaza mayor o quizá sólo sea que ha decidido que prefiere matarnos a ambos porque el acuerdo con mis padres ya no le interesa.
El caso es que, según la batalla se estira poco a poco, desafortunadamente parece estarse inclinando a su favor… Lo que a mí me hace sentir una terrible angustia. Grito el nombre de Alec y me remuevo donde estoy, intentando deshacerme de las ataduras que me oprimen… Pero como sospechaba, tienen que estar atadas con magia. O eso o soy más débil de lo que me esperaba, lo que en realidad no me sorprendería demasiado teniendo en cuenta mi escasez de musculatura.
Aunque sea, hago el esfuerzo de intentar bajarme del carro, aunque sea de forma torpe y quizá no del todo ágil. Acabo dándome contra el suelo, pero consigo volver a ponerme en pie porque las piernas no las tengo atadas y… Puedo ver la pelea más de cerca.
Alec contra Kaira, siguen en ello. Como me temía, Zaitsev le está ganando terreno, y los ataques de Alec se vuelven cada vez más desesperados. A pesar de su brutalidad, y a pesar de que de cuando en cuando sí que consigue llegar a quemarla un poco o rozarla con sus garras, la técnica de ella con su espada consigue vencerle. Danza a través del fuego como si nada, cortando las cortinas de llamas con su espada, y llegando a atacar a Alec por dónde él menos se lo espera. Cada vez entro más en pánico. No… No sé qué hacer, no me veo capaz de intervenir ahora mismo, pero Alec… No va a echarse atrás a estas alturas. Y no puedo predecir a Zaitsev, no sé si por algún milagro decidirá dejarnos con vida, o, o si ya la hemos enfadado lo suficiente, o… No lo sé, ¡no lo sé!
La espada de Kaira vuelve a clavarse en la piel de Alec, en su brazo, atravesándolo limpiamente. Él aúlla con dolor, un sonido animal y que, sin embargo, tiene mucho de la voz de Alec. Con ojos que llamean lanza un ataque con su mano libre en dirección a Kaira, agarrándola por un hombro y haciendo que su mano estalle en una explosión de llamas que sí que tiene que dolerla, a juzgar por el gruñido que hace ella…
Y entonces, ella desclava la espada de su brazo y, con el mismo movimiento hace un tajo de la espada hacia abajo…
Abriendo una herida cruzada a través del pecho de Alec.
De nuevo, todos mis sentidos se agudizan de una forma extraña, y soy aterradoramente consciente del sonido de su piel rasgándose, del rojo de la sangre que mana y chorrea cuando se abre la herida. Veo la furia en los ojos de él, la decisión en los de ella y, peculiarmente, veo el enorme dolor que hay en los míos, como si fuera a mí al que está hiriendo en vez de a él.
Después, me veo correr. A través de las llamas, hacia ellos, hacia él. Alec cae al suelo con su pecho abierto en un horrible carmesí, Kaira se yergue frente a él con su serio rostro ensombrecido por la intensidad de las llamas que la rodean, y yo simplemente intervengo, cruzando a través del fuego, que consigue al fin librarme de mis ataduras cuando estas se ennegrecen y se resquebrajan, y llego a ellos, tirándome al suelo para colocarme entre ambos, de rodillas, brazos extendidos para proteger a Alec, y lágrimas en los ojos cuando la miro a ella.
-¡No! -Le ruego- No… No lo hagas. Por favor, no… Sólo… Déjanos morir en paz, al menos. Deja… Déjame tener un último momento con él. Por favor.
La plegaria sale de mi voz rota y casi inconexa entre hipos y sollozos. Mis manos, mis brazos, todo mi cuerpo; tiembla, no soy capaz de mantener mi propio peso y renuncio a mi postura para echarme sobre Alec, cogerle en mis brazos y sostenerle entre ellos, mirando su rostro… Aún extraño, por su transformación, pero a la vez tan familiar y cercano, tan adorado, tan amado.
A pesar de su herida, que intento ignorar pero a la que no puedo dejar de dirigir miradas aterradas, él me mira con una sonrisa en sus labios. Extiende una mano hacia mi rostro y lo acaricia, dejando en él un borrón de sangre.
-No pasa nada -Eso es lo que dice-. Todo va a estar bien, Draz.
No. No va a estarlo. Sin fuerzas para hablar, no digo nada, simplemente niego, y apoyo mi frente contra la suya.
Si él muere aquí, yo moriré con él.
Si Kaira nos captura a ambos, entonces mis padres se encargarán de ejecutarle.
Y si nos separa… Bien, ya está explicado.
A estas alturas… Ni siquiera estoy enfadado. Quizá algo así fuera inevitable desde el inicio, desde el momento que le conocí… Quizá cuando me vinculé de él fue el momento de mi perdición. Era todo demasiado difícil, demasiado complicado…
Este tiempo con él no ha sido más que una ilusión. Pero una muy bonita. Todo lo que hemos sufrido se compensa sólo con eso… Y supongo que eso es lo que debería llevarme. Que… Que Alec de verdad me ha amado durante todo este tiempo. Lo feliz que me ha hecho. Lo mucho que ha traído a mi vida.
Alec… Realmente te quiero, y me es imposible imaginar un mundo sin ti. Me aterra solo la idea. Ojalá pudiera darte las gracias. Ojalá pudiera pedirte perdón. Ojalá pudiera explicarte lo mucho que te amo. No me quedan fuerzas para ello, no tengo el valor.
Mi compañero, mi otra mitad… No hay remedio para esto.
Sollozo de nuevo, amargado por la tristeza de mis propios pensamientos, y él de nuevo levanta su mano para acariciar mi rostro y secarme una lágrima.
-No llores -Pide-. Te lo he dicho… Todo va a ir bien.
Sus ojos, cuyo fuego ya se ha apagado, aunque siguen reluciendo, ahora con un brillo húmedo que no estoy acostumbrado a ver en ellos; cambian de mi rostro para fijarse en algo más allá… Su mirada es severa, pero tiene un aire de… certeza.
Consigo girar mi rostro para ver aquello a lo que está mirando. Kaira, que nos observa a poco más de medio metro de nosotros. Por alguna razón o por otra, su cara parece menos severa que en otras ocasiones. Sus ojos felinos nos miran con… Quizá curiosidad, quizá entretenimiento, quizá otra cosa. Aún tiene bien agarrada su espada, que blande contra nosotros, pero con un gesto que parece casi instintivo veo que se lleva una mano al pecho.
-¿Realmente merece la pena? -Pregunta.
Su pregunta, aunque vaga, es una cuya respuesta tengo muy clara.
-Por él, todo -A pesar de mi debilidad, no me tiembla la voz.
-Es lo único que la merece -Es la respuesta de Alec.
Ella parece tener un instante de vacilación. Nos mira a uno y a otro, como si buscase algo en ambos, pero no fuera capaz de dar con ello. Sus ojos se fijan en mí.
-Puedo sentirlo -Asegura, y aunque me cuesta un poco, comprendo que se refiere… al Vínculo. Sé que es capaz de proyectar mis emociones cuando estoy influido por él… No es la primera persona que ha debido de “sentirlo”-. Es parte de ti.
-Y nunca podría dejarla ir -Hablo con firmeza-. Ni quiero.
Ladea la cabeza ligeramente.
Su rostro aún es serio, severo. No deja ver más allá de su fachada, es imposible saber qué es lo que está pensando, qué es lo que siente, qué tipo de emoción le inspiramos. Como si realmente su corazón fuera de piedra.
Con un sonido metálico, deja caer su espada para envainarla.
Simplemente se cruza de brazos.
-Si es realmente algo tan poderoso -Habla sin mirarnos, sus ojos enfocándose en algo que hay más allá, a la izquierda-. En ese caso nada de lo que yo haga va a poder interponerse.
Qué… significa… H-ha envainado… Eso quiere decir… ¿V-va a dejarnos ir, tal vez? ¿O…?
-Kaira…
-No es caridad -Su voz, fría y dura, me corta-. No es piedad tampoco. No podría sentirme satisfecha conmigo misma haciendo algo así.
Lo… Lo está haciendo. Le está perdonando la vida… Y a mí con él.
Me cuesta un poco creerlo en un primer momento. Me quedo absolutamente quieto, mirándola con incomprensión, aún con lágrimas en los ojos. Alec se incorpora, a pesar de sus heridas, y le noto pasar una mano por mis hombros, casi como sujetándome él a mí, antes de hablar.
-Y, sin embargo, es por ello por lo que te pagan… -Me dan ganas de abofetearle por prepotente, ¡cállate y déjala que se vaya y nos deje en paz!
-Yo no accedí a esto -Es su respuesta bufada-. Los términos de mi contrato eran otros bastante distintos. Les haré saber a los Aënwer que las condiciones han cambiado.
-En ese caso, ¿tengo tu palabra de que ya no estás tras nuestra cabeza?
Kaira gira la cabeza y entre ellos se miran a los ojos. El intercambio de miradas es tenso, y… Diría que hostil. Por un momento temo que vayan a lanzarse de nuevo el uno contra el otro como han hecho antes, y reúno fuerzas en mí para abrir la boca y decir algo…
Pero, sin que pueda hacerlo, Kaira desvía su mirada de nuevo, y a cambio todas las llamas azules que nos rodeaban desaparecen en el acto, como si nada. Un poco incrédulo, miro a Alec.
-¿H-has…? -Mi voz suena débil, apenas un hilo- ¿Has hecho tú eso?
No me responde. En su lugar, me abraza con fuerza. Siento sus labios besar mi frente, y el gesto me es tan tierno que… Toda la tensión me abandona al instante, y en un mar de lágrimas me echo a llorar sobre su pecho…
-¡Tu herida! -Hasta que me acuerdo de eso, y me alejo con fuerza para ver… La fea herida de su pecho, desde uno de sus pectorales hasta el inicio de las costillas del lado contrario… Es un corte muy grande e impresionante, pero por la zona y la profundidad, realmente no ha llegado a alcanzar nada vital… Aunque, bueno, SE ESTÁ DESANGRANDO- ¡T-tenemos que curarte! -Que Kaira nos haya perdonado no va a hacer que se cure mágicamente, y mi corazón vuelve a empezar a dar volteretas en mi pecho con la preocupación que me invade de repente.
-No pasa nada… Puedo quemarlo como hice con las otras…
-¡Cauterizar las heridas no es un método seguro para curarlas! -Lloro- ¡Eso no va a curar si tenes algo mal por dentro! ¡Y-y la hemorragia interna! ¡¡Y TE ESTÁS DESANGRANDO!!
-No chilles… -Pide, haciendo una mueca, y sus orejas peludas se agachan cuando escucha el sonido. Un poco fascinado por el movimiento, no puedo evitar extender una mano a ellas, y cuando acaricio el pelaje espeso, las orejas y el propio Alec se retraen, casi como huyendo de mí.
-¿De dónde ha salido esto…?
-No importa… -Una de sus orejas se agita cuando lo dice. ¿L-lo hace de forma instintiva, o lo está haciendo él, o…?
-Tú, en pie -Kaira da la orden, apenas sin mirarnos. Se ha acercado al carro y ha empezado a rebuscar su bolsa, que antes tiró con nuestras cosas sin ningún reparo.
Voy a decir algo, pero Alec me hace un gesto para que espere. Así hago, por una vez dejándole lo de la diplomacia a él, y cuando él me invita a levantarme con un pequeño tirón, así hago… Y, de paso, le sirvo de apoyo, porque aunque intenta hacerse el duro, el tono ligeramente pálido de su piel y el sudor de su frente me hacen saber que no está tan fino como pretende hacer aparentar (además de toda LA SANGRE).
Kaira se gira a la vez que arroja algo en nuestra dirección, y Alec lo atrapa al vuelo. Un… Un frasco con algún tipo de poción dentro…
-¿Qué es lo que…? -Antes de que pueda llegar a preguntar nada, Alec ya está maniobrando con el frasco, descorchándolo con los dientes antes de directamente llevarse el recipiente a los labios y beber de él como si nada- ¡NO TE BEBAS ES-¿¡Qué era eso!? -Le lanzo a Kaira una mirada acusatoria.
En vez de responderme, sólo toma aire con fuerza. Por cómo arruga la cara, juraría que debe de tener algún tipo de jaqueca ahora mismo.
-Es una poción que cura -Alec responde a mi pregunta cuando termina de beber-. Dejó otra conmigo antes.
-¿Sí…? -Vagamente recuerdo haberla visto dejar algo, pero estaba demasiado preocupado por otras cosas como para haberme enterado de qué era. Miro a Kaira con ojos nuevos- No pensé que… No me dejaste curarle, así que, ¿por qué?
Se encoge de hombros. Ya… Supongo que no me iba a dejar a mí tener contacto con él. De todas formas… Eso es… Amable por su parte, supongo.
-Se la di a Doggo. Estaba peor que yo.
Escuchar el nombre del perro hace que toda la tristeza y preocupación de las últimas horas desaparezca mágicamente, y miro a Alec ahora con ojos terriblemente ilusionados.
-¿Doggo está bien? -La voz se me rompe un poco al hablar, pero por el entusiasmo más que otra cosa. Alec asiente- Oh, gracias al Oráculo, pensé que… Pensé que estaba muerto…
-... no como mi montura… -Kaira refunfuña algo entre dientes, pero es obvio que la frase no es simplemente un pensamiento en voz alta.
-Le he dejado cuidando mi armadura -Es cierto… No la lleva puesta-. Está esperando a que volvamos.
Adoro a ese perro. Le amo. Le amo. Y amo a Alec.
Sin poder contenerme mucho más, le agarro de la cara para besarle. Mi gesto debe sorprenderle, por cómo se tensa, pero después de un instante responde al gesto… Hasta que de repente ahoga un gemido adolorido en mi boca, y yo me separo.
-¡Agh, joder…! -Mira hacia abajo, hacia su pecho. La herida se está cerrando con algún tipo de vapor verdoso- Escuece que te cagas.
-Aguántate -Kaira ladra eso-. Cuando hayáis terminado, si no os importa, juraría que ahora mismo deberíamos preocuparnos por algo más.
-¿Algo más? -Algo confundido, la miro dudoso- Quizá… ¿quieres negociar las condiciones del pago de nuestra libertad? Realmente ahora no tendría suficiente dinero, pero…
Otra vez me pone cara de jaqueca, así que yo simplemente me callo porque tengo la sensación de que cada vez que abro la boca sólo hago que a ella le entre un mayor dolor de cabeza.
-Tú lo presientes, ¿verdad? -Dirige su mirada a Alec, que ha terminado de curarse la herida del pecho y ahora se mira la zona parece que no muy contento con la cicatriz que el corte ha dejado. A mí… A-a mí me gusta… Es una buena combinación con lo de la tela ropa y quemada, la verdad, estoy… Viendo bastantes cosas interesantes ahora mismo- Está viniendo.
-Puedo olerle -Alec asiente.
-¿D-de qué estáis hablando? -Empiezo a asustarme- ¿Qué pasa?
-El hombre lobo -Alec fija su mirada en algún lugar del bosque más allá de nosotros. Sus orejas se echan hacia atrás, sus colas se agitan de forma tensa y me parece hasta escucharle gruñir un poco-. Se está acercando. He invadido su territorio y no está de buen humor.
Oh. Ah. Se nos avecina un licántropo. Vale, bien… Genial.
-¿Puedes volver a hacer eso del fuego? -Ante la pregunta de Kaira, Alec asiente. Ella también asiente en respuesta (¿Por qué narices tengo la sensación de que estos dos se entienden mejor por gestos que con palabras?) y la veo desenvainar la espada grande de hierro que ha usado antes- Usa esto. No es lo más efectivo pero puedes hacer algo de daño y al menos evitarás que te mate. Aënwer -Vuelve a revolver en el carro, de donde saca su ballesta y la tiende hacia mí junto con un puñado de proyectiles plateados-. Usa eso. Hay más flechas en mi bolsa si las necesitases.
-¿Vamos a pelearnos con un licántropo? -Intento que una risa nerviosa no se cuele en mis palabras.
Nadie me responde.
Kaira desenvaina su espada. Alec sujeta la que ella le ha dado y, con un chispazo, esta se prende en llamas azules de forma repentina.
… Resignado, simplemente ajusto el primer proyectil en la ballesta y me encaramo al carro para tener un punto de tiro en alza.
Noche cerrada. Luna llena que brilla con fuerza, miles de estrellas que titilan desde años y años luz de distancia de nosotros. La hierba aún sigue algo chamuscada por el combate, la espada de Kaira está teñida de la misma sangre que cubre el pecho de Alec y mi propia túnica.
Cuando corre la brisa, casi me parece escuchar con ella el sutil gruñido del licántropo que espera emboscarnos.
Simplemente apunto y disparo, y en cuanto lo hago el hombre lobo surge de entre la maleza con un aullido feroz, justo en la trayectoria de mi proyectil. Alec y Kaira se lanzan a por él en el acto; él desde la derecha y ella por la izquierda, con la mano útil de cada uno, y mientras que Alec responde al aullido con uno propio y sus ojos llamean de forma intensa, Corazón de Piedra mantiene el semblante frío y preciso mientras se lanza contra su siguiente presa.---
(Narra Alec)
Draz aún no parece contento con su trabajo de limpieza, pero yo estoy aburrido ya de que intente quitarme sangre reseca de encima, así que le pego un manotazo cuando intenta volver a acercarme el ya muy ensangrentado trapo con el que me ha estado acicalando.
-Ya vale -Protesto.
-Pero, ¿¡y si te ha salpicado algo de la sangre del hombre lobo encima!? -Él me pone mala cara- Por lo que he escuchado, el proceso de transformación licántropa no es exactamente agradable y, y, ¡es ya lo último que te falta!
-¿A qué te refieres con eso? -Me rasco la cabeza con la pregunta, y Draz mira el gesto con… No sé qué me quiere decir esa cara del todo, pero parece a la par resignado y fastidiado.
-Olvídalo… -Toma aire- De todas formas, visto lo visto con tu transformación repentina… -Frunce el ceño- Me sorprende un poco que le pidieras algo así a Hiiro -Me encojo de hombros. Se me ocurrió que podía ser un… as en la manga, o algo.
Al final la peliblanca ha acabado por patearme igual, pero al menos quiero pensar que me he peleado un poco mejor que la última vez. Mi orgullo se resiente un poco con todo el proceso, porque ni con esas he conseguido herirla, y eso que esta vez ella no tenía su poción rara… Es muy fastidiosa, esa mujer.
Cuando nos hemos batido contra el hombre lobo, también lo ha sido. Estoy bastante seguro de que ha querido sacudirme a mí el espadazo en vez de al otro un par de veces, por cómo me fulminaba con la mirada en ocasiones y, bueno, me ha hecho sentir más un estorbo que otra cosa, pero, ¿sabes qué? Que me da igual. Al final todo ha salido bien.
Draz está a salvo, que es lo que importa. Y conmigo.
Lanzo una mirada al otro lado de la hoguera, donde allí está la peliblanca haciendo mantenimiento a sus armas. No estoy muy seguro de que esté contenta del todo con eso de hacer noche con nosotros pero es lo que le ha tocado. Después de todo lo ocurrido va a tener que tomarse un descanso para retrazar sus planes y su ruta, y mejor que meterse ella sola en el bosque por la noche se ha quedado con nosotros. Aunque asegura que “no necesita dormir” y que va a ser ella la que haga guardia toda la noche, lo cual si a mí me lo preguntas es un síntoma claro de que nos va a clavar la espada en la cara mientras durmamos.
Pero Draz ha querido creer su buena fe y aquí estamos. Acampando con ella. Qué divertido.
-También me sorprende… -Devuelvo mi atención a Draz cuando él sigue hablando. Aunque le he dicho que dejase ya el trapito de las narices, él sigue con ello, ahora habiéndome cogido una mano e intentando frotar la sangre que tengo en ella. Está un poco escocida a causa del fuego, porque aunque no he llegado a quemarme gravemente, algún efecto sí h a tenido, así que la verdad es que no me está gustando mucho que me toquetee- Supongo que no debes saber mucho sobre kitsunes, pero… Es bastante inusual que tengan nueve colas, ¿sabes?
-Eso sólo significa que soy muy guay -Me encojo de hombros.
-Lo eres -Él sonríe, pero la sonrisa tiene algo de preocupación detrás-. Pero… El número de colas va asociado con la cantidad de poder mágico del individuo… A mayor maana y mayor control del mismo que tenga un kitsune, más colas… Así que nueve colas es… -En sus ojos veo una pregunta- Un poder inmenso. Y… los humanos no…
>>Los humanos no son compatibles con el maana, Alec.
-¿Y? -No entiendo qué milonga me está contando ahora.
-Alec… -Deja el trapo a un lado y me coge por las manos. Así mejor. Me mira a los ojos, y empiezo a preocuparme hasta yo ahora mismo- Estás… ¿estás seguro de que eres humano?
Frunzo el ceño. ¿Humano? Me cago en dios, más me vale, con toda la mierda que me han echado los orejaslargas pestilentes sobre ello.
-Soy humano -Aseguro-. Lo sabes.
-Pero… -Ahora parece ponerse nervioso- Otros humanos llegados a Eldarya… Erika, bueno, sabemos que no es humana del todo, y está la cosa del Oráculo… Y Hiiro sí que es humano, pero tenía otro tipo de relación con Eldarya a través de… su hermano -Siempre se me olvida que ese tío tenía un hermano. Dos por uno… No, no quiero ni imaginármelo-. Pero tú… -Se muerde el labio- Simplemente apareciste en Eldarya porque sí. Sin… Sin ningún motivo, ninguna misión importante, y… Sin ningún vínculo a este mundo, realmente. Así que, quizá…
No me gusta del todo lo que está insinuando.
Debe de vérseme en la cara, a juzgar por su vacilación. Yo tomo aire, primero para calmarme y luego para prepararme mentalmente para lo que voy a decir.
-Mi “misión” era conocerte. Encontrarme contigo. Desde que te conozco, tú eres el único propósito que ha tenido mi vida. Antes de eso, no hay nada. Estática. Después de conocerte, sólo estás tú. “La Tierra”, “Eldarya”; para mí eso no importa, porque mi mundo eres tú. Si ese dichoso círculo de setas tenía alguna razón para aparecer debajo de mis pies, entonces era simplemente porque tenía que hacer que tú y yo nos conociéramos.
Me mira fijamente unos segundos.
Veo cómo el color empieza a subir hasta sus mejillas, y más allá: Hasta su frente siempre expuesta, sus largas orejas, y hacia su cuello y su pecho, su cara entera se colorea de rojo de una forma que creo que no he visto antes, y eso hace que yo sienta calor en mis mejillas también.
-Alec, eso es… -Me… me parece que le brillan los ojos- E-eso es precioso.
-No te acostumbres…
-Siempre dices eso, pero cuando te pones tierno eres monísimo -Se acerca y me deja un beso en la mejilla. No, no siento calor, cállate. Es por las quemaduras de mi piel. Es eso-. Y me encanta que lo hagas. Pero sé que te da vergüenza así que… Por una vez, no me meteré contigo -Lo dice muy orgulloso, y casi da un saltito en su sitio-. Por ser un caballero de brillante armadura que ha venido a salvarme… Aunque esta vez no te trajeses la armadura.
-Sobre eso -Y ahora decido yo que, por una vez en mi vida, me toca a mí sermonearle-. No sé qué puñetas era todo ese discursito de “no vuelvas a pensar en mí de nuevo” o lo que sea, pero Draz, sinceramente, si de verdad pensabas que iba a quedarme ahí tirado y que iba a hacerte caso e irme a Eel en vez de ir a salvarte… -Frunzo el ceño- Entonces tú eres el tonto esférico.
Que use su propio insulto en su contra parece ofenderle.
-¡Tú sí que eres tonto! ¡Venir a buscarme…! ¿¡Desde cuando mi ayudante personal (o algo así) tiene la capacidad de desobedecer las órdenes de su señor, eh!? ¿¡Quién te lo ha permitido, sucio humano!?
-Elfo ricachón pestilente, me da igual si eres el Aënwer de Todos los Millones o San Pepín de Puntaplana, me la sopla soberanamente si piensas que no voy a mover un músculo mientras se te llevan.
-¡Pensé que mis órdenes eran absolutas para ti! -Casi parece irritado de verdad por ello- Esto tiene que ser la única cosa en la que no me haces caso. ¿Te has vuelto ya tan tonto que no puedes seguir instrucciones?
-Quizá es que yo sea tonto o quizá es que tus instrucciones son estúpidas -Hace un sonido indignado-. ¿No fuiste tú el que me dijo que no tenía que seguir tus órdenes y que éramos iguales y que no sé qué?
-¡¡Si vas a hacer caso de todas mis peticiones como si fueran órdenes absolutas, entonces cuando al fin te doy una orden, pues espero que la CUMPLAS!! -Por el amor de- ¡Dejaste tu armadura por ahí como si nada sólo porque te dije que me apetecía verte sin ella!
-Ya estamos con la dichosa armadura de los-¿¡Pues sabes qué!? ¿¡Sabes qué, elfo estúpido!? ¡Que te voy a callar tu estúpida boca!
-¿¡Ah, sí?! ¿¡Y cómo planeas hacer eso, humano estúp-
Me levanto de mi sitio simplemente para ponerme frente a él, hincar una rodilla en el suelo y sacar de mi bolsillo el condenado anillo para ponérselo delante de la cara.
Y él se calla su estúpida boca.
Simplemente se queda mirando el anillo. Parpadea un par de veces, atónito, y le veo abrir y cerrar la boca como si buscase las palabras pero no fuera capaz de encontrarlas. Así que decido hablar yo.
-Por ESTO empeñé la armadura -Digo-. Por algo que pensé que a ti te haría feliz. Porque es lo que tú quieres. Porque cuando me pides algo, cuando me das una orden, no lo cumplo porque tú me lo hayas dicho… Sino porque sé que es lo que a ti va a hacerte feliz. Porque quiero que seas feliz, porque eso es lo que me hace feliz a mí también. Porque ya te lo he dicho, Draezel Aënwer de los condenados altos elfos de la condenada Latteria, pero estoy enamorado de ti. Y si quieres este anillo, o cualquier otro, sólo tienes que pedirlo. Y es mi obligación, como Alec, como el humano estúpido que te ama, y como nadie más, el dártelo.
Mira el anillo aún sorprendido. Luego me mira a mí, y veo que hay lágrimas en sus ojos. Le he visto llorar demasiadas veces más de las que a mí me gustaría, pero por alguna razón… Verle llorar ahora me gusta, y sé que la imagen que tengo delante de mis ojos se va a quedar impresa en mi mente durante lo que me quede de vida.
Se lleva una mano a la boca y le veo conteniendo sus emociones. Después, rompe a reír, una risa que calienta mi alma.
-Te quiero -Dice.
Después, se tira sobre mí, ni anillo ni nada, simplemente para abrazarme. Correspondo al gesto, uno que tiene una calidez y un amor que me envuelven y que hace que, por un instante, todo esté… Bien.
Cuando se aburre de estrujarme, y pasa un buen rato hasta que termina de hacerlo, se separa sólo para volver establecer contacto al besarme. También reciproco este gesto, hundiendo mi mano libre en la cascada de su pelo para abrazarle mientras que él se pega a mí todo lo que puede.
Al separarse, me mira aún con ojos brillantes, una nariz rojiza y una sonrisa de oreja a oreja. Se ríe un poco.
-Si hace una hora me hubieras dicho que este iba a ser el mejor día de mi vida, no te hubiera creído.
-Quizá podamos hacer que haya uno aún mejor -Ahora mismo le tengo prácticamente sentado en mi regazo, mucho más cerca que antes, así que vuelvo a ofrecerle el anillo, que todavía no ha cogido-. Como sea que a ti te guste.
Él mira la joya. La coge y juega con ella entre sus dedos. Es su anillo, uno que ha llevado consigo toda su vida. Incluso con el desapego que le pueda tener a su familia, sé que lo ha echado mucho de menos. Es… parte de su identidad, quiera o no. Quizá ahora pueda darle otro nuevo significado.
-¿Sabes qué…? -Después de mirar el anillo con aire pensativo, devuelve su mirada a la mía- Acepto el anillo -Eso… a pesar de todo, me hace sonreír-. Pero creo que voy a rechazar tu propuesta.
-¿Qué? -Me deja a cuadros, y la pregunta sale algo más brusca de lo que pretendía- Por… ¿por qué? ¿He hecho algo mal? ¿Es por el anillo, debería haber cogido otro que no fuera…?
-No, es perfecto -Diciendo eso, pasa el anillo por su dedo anular, su lugar legítimo, y su mano parece un poco más completa con el abalorio en ella-. Simplemente… Es como tú has dicho, creo.
Me mira con una sonrisa… Tierna, orgullosa. De esas que serían capaces de hacer que me derritiera si a mí me fueran ese tipo de cursilerías.
-”Como a mí me guste”... quizá no todo tenga por qué ser así siempre -Habla con… Bastante entusiasmo, para alguien que acaba de rechazar una propuesta de matrimonio-. Quizá podamos hacer las cosas a tu manera, por una vez. Y, antes de que me digas nada… Eso también me hace feliz a mí, si a ti te hace feliz, porque no sé si te has dado cuenta, pero yo también estoy muy enamorado de ti -Que me devuelva la frase hace que a mí se me caliente el rostro-. Y no necesito ni un anillo ni un papel estúpido ni nada para cerciorarlo. Quiero estar a tu lado… hasta que la muerte nos separe, o más allá si es posible. Hasta que la historia olvide nuestros nombres y nuestro recuerdo se borre; hasta que la luz de este mundo se apague y no quede rastro de lo que una vez fuimos. Quiero estar contigo. Nada más importa, Alec. Tú y yo.
-Y Doggo.
-Y Doggo -Se ríe-. Pero tú y yo.
No tengo ninguna excusa para lo que siento cuando mi mirada se funde con la suya. Soy yo el que le besa ahora, con toda la dulzura que puedo aunque eso no sea mi punto fuerte. Se ríe en mis labios, sus dedos finos acarician mi pelo hacia mi mandíbula, y al separarnos con sonido algo húmedo, veo en sus ojos un tinte que ya he tenido la oportunidad de ver muchas veces (quizá demasiadas) estas últimas semanas y que sé de sobra lo que significa.
-Ahora -Dice, irguiéndose un poco para parecer más digno, mientras coge una de mis manos para llevarla a su cadera-. Vas a tener que ayudarme, porque desde el momento que irrumpiste de repente echando llamas resulta que no encuentro mi ropa interior, porque creo que se me ha caído… Quizá puedas ayudarme a encontrarla.
No puedo responder a eso porque se pone en pie, echándose un poco hacia adelante cuando lo hace de forma que su pelo me hace cosquillas en la nuca con el movimiento, y prácticamente me fuerza a levantarme con él a pura fuerza de persuasión. Agarrándome de la mano que antes ha cogido empieza a tirar de mí en dirección a la tienda que hemos montado en nuestra parte del campamento, y cuando vacilo un poco en la entrada él me anima a entrar dando un golpe en mis glúteos-
-¡Buenas noches, Kaira! ¡Alec y yo nos vamos a dormir! ¡Avísanos si pasa algo, y si en algún momento te apetece cambiar de guardia, danos un toque!
Me había olvidado de la estúpida mujer peliblanca malditaseaDraezel…
Él me sonríe de forma que sólo se puede definir como perversa mientras entra en la tienda, y yo me quedo unos instantes tragándome mi orgullo y mi vergüenza mientras asimilo todas las tonterías que acabo de hacer, decir y sufrir sin acordarme de que había una tercera persona con nosotros. Miro a la mujer, que apenas ha girado media cara para mirarnos con las palabras de Draz, y veo que simplemente me arquea una ceja en tono casi acusatorio antes de volver a voltearse y seguir con el mantenimiento de su espada, completamente desinteresada de cualquier tejemaneje que Draz y yo nos traigamos entre manos.
Cuando me giro para mirar hacia el interior de la tienda y decirle a Draz que quizá esto no sea una buena idea, mi atención es en seguida capturada por el movimiento de su túnica cayendo al suelo y enroscándose en sus tobillos.
Entro en la tienda y echo la puerta detrás de mí.
Galería de arte - Alec es una zorra
Sé que muchos ya lo consideraban después de ver que se estaba acostando con Cam, pero al menos esto lo oficializa.Versión sin efectos especiales
... he dicho que quería practicar anatomía, pero las manos son... eh... D-da igual. Eso para la próxima lección...
Capítulo S.4.-
-¿Qué… dónde… dónde estoy? ¿A… Alec?
-...
-¿Dónde estamos? ¿U-un río? ¿¿Barco?? ¿Qué…? Lo último que recuerdo fue… Estábamos en mi cama y…
-Lo he… hecho.
-¿Hecho? ¿E-el qué, qué has hecho?
-Te he secuestrado.
-...
-...
>>Por… por qué…
-Porque tú eres mío. Y de nadie más. Igual que yo soy tuyo. Y no voy a dejar que nadie más te tenga, y no voy a dejar que tus padres sigan arruinando tu vida. Y si tengo que forzarte para alejarte de esa casa en la que nadie se preocupa por ti y tengo que secuestrarte y obligarte a que te quedes conmigo en vez de volver con ellos para que puedan seguir haciéndote daño… Entonces no me importa hacer eso.
-Secuestrado… Así que ya no…¿Ya no tengo que obedecer a mis padres?
-No.
-¿Y no tengo que casarme con alguien a quién no quiero?
-No.
-¿Y puedo estar contigo?
-Sí.
-...
-¿Por qué sonríes tanto? Acaban de secuestrarte en contra de tu voluntad.
-Cállate y bésame.
-Draz, no, el barc- Vas a despertar a Dog-
-¡¡WARF, WARF!!
-¡No te muevas perr-¡¡AHH!!
-¿¡¡WARF!!?
-¡¡AAAAH!!SPLASH
-...
-...
-Bueno, ya estamos mojados, quizá deberíamos ir a la orilla y quitarnos la ropa y entrar en cal-
-¿¡SABES LO QUE ME COSTÓ CONSEGUIR ESE CONDENADO BARCO, ELFO ESTÚPIDO!?---
Me despierto con la cálida sensación de Alec rodeándome con sus brazos. Durante unos instantes no hago nada, sólo disfruto de su calidez, su olor, el sonido de su corazón palpitante, los músculos de su cuerpo que se pegan al mío…
Cuando abro los ojos, miro a los suyos. Él los tenía ya abiertos y me estaba mirando. Sonrío.
-Buenos días -Digo, aún algo adormilado.
-Buenos días.
-Seguimos vivos, ¿eh?
-Eso parece…
-Me alegro mucho de estar vivo ahora mismo -Sé que no entiende el significado oculto tras mis palabras, pero yo lo digo igualmente-. Para celebrarlo, quizá podamos hacer algo especial antes de empezar la mañana…
-¿Ya estás con esas? -Frunce el ceño, pero también veo que se sonroja un poco- Ni siquiera estás despierto del todo.
-Eso no es motivo. Hay partes de mi cuerpo que ya están más que listas para la acción. Y… -Mi mano serpentea por debajo de las sábanas palpando el cuerpo de Alec, hasta que llego a una zona muy interesante de su anatomía que acaricio de forma suave, haciendo que él pegue un respingo- Quizá no sea el único…
Soy el primero en salir de la tienda después de un rato, aún algo acalorado pero muy orgulloso de mi trabajo, como siempre, porque con las reacciones de Alec es imposible no estarlo. Junto al fuego, aún vivo, está Kaira exactamente en el mismo lugar que ayer, mirando a la nada. Por un instante me pregunto si no será que es que duerme con los ojos abiertos y dice que no duerme por hacerse la chula, pero en cuanto me acerco un poco se gira hacia mí con la misma cara inexpresiva de siempre y no veo ni ojeras ni legañas en su rostro.
-Buenos días -Saludo con cortesía-. Espero que hayas pasado una buena noche, Kaira.
-He arreglado tu arco -No se molesta en reciprocar el saludo, pero sus palabras me sorprenden-. Le puse cuerda nueva. Con eso deberías ser capaz de defenderte, y tu amiguito puede hacer lo mismo si es capaz de hacer lo de ayer.
-No… No creo que pueda hacerlo, pero nos las apañaremos -Sonrío de forma educada-. Gracias. No tenías por qué hacerlo, así que es un detalle por tu parte -No parece que mi agradecimiento la esté llegando… Juraría que aún parece un poco irritada con todos los acontecimientos de ayer-. Aunque sé que no quieres recompensa, ¿quizá haya algo que podamos darte simplemente como muestra de gratitud? Para hacer tu camino más fácil, aunque sea.
-No hay nada que necesite, sólo sería malgastar recursos por vuestra parte -QUE ACEPTES MIS RANAS ORNAMENTALES MALDITA MUJER-Huy, Alec me ha pegado eso…-. Así que no.
-Como tú prefieras… No insistiré más, pero si se te ocurre algo que pudieras necesitar, no dudes en decirlo -Veo que asiente de forma casi imperceptible-. ¿Qué harás ahora, entonces? ¿A dónde lleva tu camino?
-Juraría que tengo una conversación pendiente con los Aënwer -Mira… Ya somos dos.
-¿Pudieras hacerles llegar un mensaje de mi parte, si no fuera mucha molestia? -No acepta, simplemente se cruza de hombros, pero juraría que su postura tiene algo de expectante- Simplemente… De mi parte, decirles que… Ojalá la ponzoña que pudre sus almas llegue a consumirles algún día, y que vean entonces que su montaña de dinero no les será salvación alguna.
-Veré qué puedo hacer.
Alec sale entonces de la tienda, rascándose la cabeza como un perro cuando lo hace (¿o como un zorro? Ya se le pasó hace mucho el efecto de la transformación, pero a veces casi me parece que algunos de los mechones más rebeldes de su cabello pueden esconder ahí un par de orejas…), y me fijo en que ha decidido dejar su muy rota camiseta por ahí y va a pecho descubierto, exhibiendo su nueva cicatriz. Qué guapo es. Qué abdominales. Qué pectorales. Los bíceps. La V de su abdomen que sigue hacia abajo del pantalón y hace que me pierda en mis fantasías. Los chupetones del cuello de los que todavía no se ha dado cuenta y por los que va a asesinarme en cuanto los vea.
-¿Sigues aquí? -Pregunta, mirando a Kaira, sin molestarse en dar los buenos días. ¡Pero bueno!
-Si estáis despiertos, es hora de irme.
-¿No vas a quedarte a desayunar? -Intento conciliar. ¿No podemos ser amigos? ¿No?
-Ya lo he hecho -Con eso, coge una bolsa que había dejado a los pies del pedrusco sobre el que estaba sentada y se la echa al hombro-. Me iré, entonces.
-¿Así, tal cual? -Pero… No sé, no vamos a… ¿tener una despedida emotiva ni nada?
-Adiós -A Alec le da igual todo.
A Kaira debe ser que también, porque simplemente cabecea como único gesto de despedida y con eso se gira y se va, sin decir nada más. Pero… ¡¡Pero bueno!!
-¿¡Pero por qué sois así!? -Me quejo, un poco molesto por ser el único aquí que tiene algún tipo de afinidad por la relación social- Bueno pues nada… ¡Adiós, Zaitsev! ¡Ten cuidado en tus viajes! Y, eh… ¡Si en algún momento necesitas algo, ven a buscarnos y te ayudaremos… si podemos…! ¡Y por favor no nos des caza de nuevo! ¡Por favor!
Hablo un poco a gritos porque ella ya está prácticamente ida. Como toda respuestas simplemente la veo levantar una mano, y después sigue caminando, perdiéndose entre los árboles… Hasta que ya no está.
… ¡Pues vale! ¡Pues me quedo sin mi despedida emotiva! ¡Jo! Casi que tenía ganas de empezar a cogerla cariño, como si después de todo lo ocurrido fuéramos a… No sé, gravitar más o menos los unos con los otros y hacernos amigos y, y, bueno, no sé si Alec y Kaira son capaces de hacer amigos pero al menos que se soportasen entre sí, y podríamos, yo que sé, pues formar un grupo de aventuras o algo e ir por ahí recorriendo el mundo y aprendiendo a lidiar los unos con los otros para entender mejor de los demás, del mundo y de nosotros mismos…
Pos na.
Enfadado, pateo una piedra y voy a sentarme junto a Alec que ya está trasteando con el fuego para ver qué hace con el desayuno. He de decir, una de las cosas que sí echo de menos de ser un niño mimado es la comida… Lo de despertarse y ya tener listo un desayuno de té con miel, madalenas con arándanos y zumo de naranja recién exprimido es un lujo que temo que no vaya a volver a tener en la vida. Ahora tengo leche (ligeramente quemada) de Alec y pan seco. Alguna fruta si ese día nos sentimos valientes.
Hablando de quemar las cosas, que Alec siempre las chamusca más de la cuenta pese a mis súplicas, se me ocurre algo cuando le veo maniobrar con el desayuno.
-Oye, Alec… ¿crees que podrías hacer fuego como el que hiciste ayer?
-Claro -Pongo los ojos en blanco ante el tono sarcástico de su voz y cuando voy a pedirme que me escuche y que me tome en serio veo que ¿¿SU MANO ESTÁ ENVUELTA EN LLAMAS AZULES??-. ¿Para qué lo quieres?
-¿¡Puedes hacer eso a voluntad!? -En cuanto lo digo, las llamas se disipan.
-... ¿No? Ten, tu leche.
-¡OLVÍDATE DE LA LECHE! -Hago un aspaviento que está a punto de mandar la leche a hacer puñetas, y Alec me mira algo enfadado por ello- ¿¡Por qué no estás reaccionando!? ¡¡Puedes hacer fuego!!
-Creo que con tu histeria ya reaccionas tú por los dos -NO ESTOY HISTÉRICO-. Debe ser que aún me dura el efecto de la perla. Ya se pasará.
-Ohhh, no señorito -Frunzo el ceño-. A ti te voy a hacer un test faérico en cuanto me haga con los ingredientes necesarios… -Que no deberían serme difíciles de encontrar en una tienda de alquimia cualquiera, pero vete a saber dónde hay una de esas por aquí que no sea la de Latteria.
-No hace falta -Con gesto incómodo, él se rasca el cuello-. No soy un faérico. Soy humano.
-Alec los humanos no-
-Yo juraría que sí.
-¡No hacen fuego de la nada! -Protesto- Quizá… Quizá eres un pirómano, o algo así… No, pero, ¿llamas azules? -Me lo pienso. Si son azules, están hechas con maana, así que tiene que ser una raza que…
-Deja de comerte el coco y bébete la leche -Él bufa-. Doggo nos está esperando, deberíamos ir a por él.
-Es verdad, Doggo -Anoche decidimos que iríamos a recogerle en cuanto saliera el sol… Y yo aquí haciendo tonterías, ¡lo siento, chico!-. Que sepas que esta conversación no ha terminado, Don Llamitas Azules.
-Juraría que sí, Don Cállate la Boca.
Voy a protestar por eso, pero esas palabras hacen que me acuerde de un detalle muy importante de repente y en vez de pelearme con Alec le lanzo una mirada a mi mano derecha.
Allí, en mi anular, hay un anillo muy resplandeciente.
Es… Extraño, ya se me había olvidado que estaba ahí, quizá porque para mí es simplemente natural tenerlo puesto. El anillo de Aënwer…
… y mi anillo de pedida.
Escondo mi sonrisa detrás del cilindro metálico deforme que finge ser un vaso de leche. Al final sí que lo hizo, incluso con todo lo que gruñó. Me… me gustó mucho que lo hiciera.
Y la verdad es que una parte de mí se arrepiente un poco de mi decisión y quiere pedirle que por favor lo olvide y que organicemos un bodorrio por todo lo alto con una tarta de siete pisos, le pongamos a Doggo una corbatita y que invitemos a mis padres sólo por el drama familiar; pero… Pero quizá no sea necesario del todo.
Y… y, como dije, quiero hacerle feliz. Y sé que esto le hace feliz, y eso es más que suficiente para mí.
Terminamos el triste y deficiente desayuno (no voy a mentir: me preocupa un poco la dieta que estamos llevando y me preocupa que Alec vaya a perder sus abdominales a raíz de ella) y nos preparamos para movernos. Kaira ha sido tan amable como para no pedirnos que le demos nuestra montura a cambio de la suya muerta (¿... lo siento?), así que aún la mantenemos junto a nuestro maravilloso carro.
La montura parece muy hasta las narices de nosotros cuando la mandamos que se dé la vuelta y, sinceramente, no la culpo… La hemos hecho pasar por bastante a la pobre. El licántropo estuvo a punto de comérsela.
-Quizá debamos ponerle un nombre… -Las Rètiere nos la dieron sin más y sé que no esperan que la devolvamos así que… Es nuestra, supongo- Un nombre élfico.
-Eeleanor.
-...
-...
-No, Alec, no vamos a ponerle el nombre de mi madre -Frunzo el ceño. La verdad es que me sorprende un poco que sepa cómo se llama-. Eres libre de ponerle el nombre de la tuya, si quieres.
-Cindy, entonces.
Huh, Cindy es un nombre bastante boni-
-¿¡Ese es el nombre de tu madre!? -Casi se me sale el corazón del pecho- N-nunca hablas de… tu familia -Ni su vida del mundo humano… Nunca le ha importado responder a mis preguntas sobre la Tierra, pero nunca ha querido hablar de sus asuntos personales.
-... -Él parece quedarse en blanco un segundo, mirando al frente con la mirada perdida.
-¿Alec?
-¿Hm? -Aún mira al infinito un instante, pero termina por parpadear y volver en sí- Ah. Sí. Supongo que sí.
-¿Supones que tu madre se llama así? -La forma en la que lo formula es extraña.
-Sí. No sé… -Él frunce el ceño- Desde que me encontré con Doggo, a ratos es… Me acuerdo de cosas.
-¿Acordarte…?
-Sí. Antes no… -Parece que le cuesta articular, por algún motivo- No recordaba. Cosas. De casa. Mis padres. Cosas. No sé.
-¿No te acordabas de tu vida del mundo humano? -Abro mucho los ojos con sorpresa- ¿P-por qué nunca me lo habías dicho antes? -Y dice que fue “cuando se encontró a Doggo”... ¿Cuando se tiró por un barranco y se abrió la cabeza, entonces?
-Porque no… no lo sabía. Que faltaba algo. No sé ni siquiera de dónde sale. Sólo… De vez en cuando aparecen cosas en mi cabeza.
Me tomo un segundo para pensármelo. Es… Es posible que sepa a qué se está refiriendo, aunque el propio Alec no parece tenerlo claro del todo. He oído sobre gente que, a veces, cuando tienen algún trauma muy fuerte… Se olvidan de ello. Su cerebro bloquea el recuerdo. Quizá… Quizá sea esto lo que le está pasando a Alec. No tenía ni idea… Siempre pensé que no hablaba por reservado, pero ahora veo que es otra historia distinta. Se me hace muy triste… ¿qué tipo de vida tenía antes de venir?
-¿Te… acuerdas de algo más? -Tanteo, procurando hablar con voz suave.
-No -Ahora habla un poco seco-. No importa. Veo el charco de mi sangre, Doggo no debe estar lejos.
La conversación me deja un poco preocupado así que tomo nota mental de reabrirla en algún otro momento… Cuando haya menos cosas de las que estar pendiente, supongo.
Dejamos a la montura… Cindy, supongo; a la espera, mientras que Alec se interna entre los árboles para buscar a Doggo. Ahora que lo pienso, ¿cómo narices logró dar con Kaira y conmigo, sabiendo lo bien que se orienta este hombre?
-¡Doggo!
La presencia del familiar nos ilumina tras unos minutos, si forma grisácea echada a los pies de un árbol, custodiando la brillante armadura de Alec. Al vernos, en seguida se pone en pie, ladrando con alegría, y viene a tirarse hacia nosotros. Mueve el rabo con energía y Alec se ríe cuando Doggo se levanta en sus patas traseras para poder llegar mejor a él y recibir mejores rascadas entre sus orejas. Cuando se da por satisfecho se baja y da un par de vueltas sobre sí mismo, entusiasmado, antes de volver a ladrar animadamente y ahora viniendo a por mí… Salvo que yo no tengo la fortaleza de Alec y a mí me tira al suelo, lo que me deja muy vulnerable ante sus babosos lametones… Y aunque huelan bien, eso no es una experiencia del todo positiva.
-S-sí, chico, sí… Yo también me alegro de verte-ehh, sí, sí… Muchos besitos, sí… -Miro a Alec con pánico, rogándole que me le quite de encima. Él no hace nada, se queda mirándome con una sonrisa arrogante, así que le hago una peineta antes de hacer otro intento de quitarme al perro de encima. Vamos, Doggo… Déjame ponerme en pie… Por favor…
Tardo un rato en quitarme al cánido de encima, y es sólo porque Alec se apiada de mi alma y le seduce con un filete mentolado para que me deje en paz. Rápidamente me pongo en pie y me alejo del entusiasmado perro, por si acaso decide volver a por el segundo asalto, mientras intento secarme las babas… En mi túnica, supongo. La pobre está hecha un krispo ahora mismo…
Alec comprueba el estado de su armadura, que parece estar perfecta… Salvo por el agujero que le abrió Kaira.
-Lo arreglaremos -Le prometo, viendo que parece que eso le incordia un poco.
-Sí… -Con una última mueca, simplemente empieza a cargar con las piezas de metal, aparentemente con la intención de llevárselo al carro.
-¿No te la vas a poner?
-Es un poco incómodo cuando roza directamente con la piel, y de todas formas está rota, así que… -Hmmmm…
-¿A-así que… vas a quedarte sin camiseta?
-Supongo…
Gracias, Oráculo. Sé que tú no tienes nada que ver con esto. Pero gracias.
Una vez Doggo está contento con su filete y Alec ha terminado de cargar toda su armadura de vuelta en su sitio, volvemos a subirnos a nuestro maravilloso carro. Doggo se sube a la parte de atrás, muy contento; Alec coge las riendas y yo me siento a su lado.
Me giro hacia él.
-¿A la Resistencia Humana? -Pregunto.
-A la Resistencia Humana.
Con un chasquido de las riendas, Cindy empieza a caminar.---
Al atardecer, cuando estamos perdidos por mitad del bosque (y pienso que nos hemos perdido de verdad porque aquí no hay NADA y llevamos dando vueltas sin sentido un buen rato), Alec detiene a Cindy junto a un terraplén con pinta de peligroso.
-¿Admites ya que no tienes ni idea de dónde estamos? -Hablo con aburrimiento, ya conociendo lo bien que se le da a Alec orientarse… Lo peor no es que no reconozca lo mucho que se pierde, sino que juraría que es que de verdad no se da cuenta de que está perdido.
-No, ya hemos llegado.
¿Ves? Suspiro para mis adentros.
-Alec, aquí no…
-Calla y bájate.
A ver… Le hago caso. Veo cómo él amarra a Cindy a un árbol, y ella le pone mala cara, lo que me hace pensar que, sí, tiene que estar muy harta de nosotros ya. Lo siento, chica… Doggo se baja también, y le veo olisquear el aire. Parece intrigado… Estos deben ser sus bosques natales, así que los olores deben de sonarle.
Cuando termina con Cindy, Alec viene a mí. Me coge de la mano (huy, ¿y esto?) y me lleva consigo cerca del borde del terraplén, lo que me pone un poco nervioso porque no me apetece caerme.
-¿Es ahora cuando me traicionas y me tiras cuesta abajo diciendo el lema de los Leandöor?
-¿Qué? -Él hace un gesto confundido.
-Es, hum, la familia de mis tíos, mi madre se les cargó cuando quiso heredar el… -Niego con la cabeza- No importa.
-Lo que sea… -Le veo tomar aire- Sólo… Antes de que entremos en el campamento, hay… Algunas cosas que quería hablar contigo -Asiento. Esto parece importante para él-. Sé… que tú eres el de la diplomacia, y el que habla bien y eso, pero con ellos… Déjame hablar a mí, ¿de acuerdo? Incluso si piensas que soy brusco o maleducado. Hay cosas que quiero decirles… Cosas que necesitan oír, les guste o no.
-Está bien… -Posiblemente vaya a tener que morderme la lengua un poco, pero puedo intentar eso. Él es el que los conoce, a fin de cuentas.
-También… Si… Si llego a tomar alguna decisión drástica… ¿me apoyarás? -Apoyar… No sé muy bien qué es lo que quiere decir con eso, la verdad, y me preocupa un poco, pero…
-Puedo intentarlo. Intentaré… Ser comprensivo, dentro de lo que quepa.
-Gracias -Parece un poco más tranquilo con eso-. Tendría… Quizá tendría que haberlo hablado contigo antes… Lo siento -De verdad que me estás preocupando ahora mismo, Alec-. Lo último es… Si en algún momento te sientes incómodo, o te ves amenazado, o lo que sea… Me lo dices y nos vamos. Con las mismas. No dejes que nadie te amenace. Sea lo que sea que les ha pasado a ellos, tú no tienes la culpa de nada, ¿de acuerdo? -Asiento.
>>Bien. Entonces… A estas alturas, entiendo que ya no debe importarte mancharte la ropa un poco más, ¿no?
-¿Eh?
Veo una sonrisa enorme aparecer en su rostro. Después, da un tirón de mi brazo para pegarme a él, lo que, mientras que no me molesta en lo absoluto, sí que me extraña…
Y luego, dejo de sentir el suelo a mis pies.
Oh, no. ¡No, no, no, no; me niego, NO!
-¡¡ALEC, NOOOOOOO!!
Él se ríe, pero por supuesto ya es tarde. Me abrazo a él con todas mis fuerzas, gritando desde lo profundo de mis pulmones, mientras que él nos tira a ambos por el terraplén, haciendo que nos deslicemos sobre la tierra, las hojas, los palos y las, au, piedras. ¡Aghhhh, noooooo!
Doggo se tira detrás de nosotros, y a juzgar por su gimoteo, debe pensar lo mismo que yo de todo el asunto, pero Alec parece estárselo pasando pipa, a juzgar por cómo se ríe mientras nos despeñamos…
Hasta que llegamos al fondo del terraplén sin fin, con un golpe que siento en todos mis huesos, a pesar de que Alec se encarga de hacernos rodar por el suelo para disminuir el impacto, y de hecho soy yo el que se queda arriba en nuestro abrazo. Le asesino con la mirada, y él me dedica una sonrisa tan irritante que no puedo evitar perdonarle al instante.
-¿Listo? -Me pregunta, en un susurro.
-¿Para qué?
Sin responder, simplemente nos hace ponernos en pie a los dos, y es entonces cuando por el rabillo del ojo veo lo que hay a nuestra izquierda.
Una extensión de tierra al fondo del terraplén, oculta ante miradas indiscretas, que esconde… Un campamento.
Al vernos llegar, sus habitantes nos miran fijamente. Yo abro los ojos con mucha sorpresa…
Son todos humanos.---
(Narra Alec)
Y aquí empieza la parte difícil.
Dejando a Draz detrás, me adelanto un paso para ir hacia el campamento. Algunos de los humanos más cercanos, al reconocerme, cambian su actitud muy rápidamente.
-¡Alec! ¡E-es Alec! ¡Y ha traído un elfo!
-¡Alec está aquí!
-¿¡Pero qué hace!?
-¡Traidor!
-¡Como te pille…!
Mira, el único sitio de todo Eldarya en el que de hecho me daban la bienvenida y ahora aquí también me odian. Pues vale, como si me importase.
-¿Quién está al mando? -Pregunto secamente. Veo que intercambian miradas entre sí- He oído lo de Cam. Quiero saber quién está al mando ahora.
-¡Alec! -En seguida encuentro mi respuesta cuando Rebo aparece desde dentro del campamento haciendo el camino hacia mí a zancadas- Condenado hijo de…
-Oh, Rebo, ¿qué pasa, hermano? -Decido devolverle esa palabra que tantas veces ha usado conmigo y tanto me ha irritado siempre.
Ya por puro recochineo, abro los brazos en tono completamente inocente como si fuera a darle un abrazo. Él viene directo a por un choque de puños, sin embargo, salvo que su intención es hacer chocar su puño con mi cara, lo cual no me gusta del todo. En su lugar, con mis brazos abiertos agarro el suyo, aprovecho la diferencia de altura para embestir contra su estómago y con la posición en la que quedo me cuesta sólo un poco de esfuerzo hacerle una llave para levantarle sobre sí mismo y tirarle al suelo con las mismas.
-Ahora que hemos dejado claro quién es el macho alfa -Eso es lo que digo después de clavarle en el suelo, alejándome ahora un par de pasos viendo los gestos hostiles del resto de humanos-. ¿Qué tal si hablamos un rato? No vengo a buscar problemas, al contrario. Nos gustaría ayudar. A ambos, a él y a mí. Si no queréis nuestra ayuda, podemos iros, pero juraría que ahora mismo estáis tan mal como siempre, si no peor.
Rebo se levanta con cara de dolor. El resto le miran a él con cara de duda, poniendo la decisión en sus manos. Él me mira a mí… Y luego a Draz.
-Tú puedes entrar -Decreta-. Él no.
-He usado el plural.
-Él no.
Le miro a los ojos. Él me devuelve la mirada.
Al final, suspira. No dice nada, sólo vuelve hacia el campamento y con el brazo hace un gesto para que le sigamos. Yo miro a Draz y con la cabeza le indico que se adelante.
Así hace, con pasos un poco dudosos, y yo le espero para pasar un brazo a su alrededor antes de empezar a andar detrás de Rebo. Los otros humanos de la entrada nos lanzan una mirada desconfiada, pero también curiosa, sobre todo al ver a Draz.
-Es la primera vez que veo un humano de color negro -Aunque habla en un susurro, sus palabras casi me producen un infarto-. ¿Son todos así de grandes? Te sacaba más de dos cabezas…
-Draz -Digo su nombre de forma severa-. No puedes decir ese tipo de cosas -Sé que lo hace porque es un friki de los humanos y que no es con la misma intención que lo haría otra persona… Pero eso no significa que esté bien.
-... mejor no abro la boca…
Me sienta un poco mal por él, pero… Sí, posiblemente sea lo mejor, por el momento.
Rebo nos lleva al centro del campamento. A nuestro paso, más humanos curiosos nos miran. Algunos desde sus tiendas, otros que estaban sentados por ahí y se levantan… Todos parecen curiosos. Al ver a un grupo de niños, no puedo evitar pensar en la niña aquella… Anrie, la hermana de Cam. La rabia hierve en mi estómago al recordar el estado en la que la vi la última vez.
-Hablemos -Al llegar al centro, en torno a la fogata que ahora mismo está apagada, Rebo toma asiento en una de las cajas que hacen las veces de asiento. Cam y su obsesión con las cajas…
Yo no me siento. Me quedo de pie, y Draz imita mi ejemplo. Doggo nos ha estado siguiendo diligentemente, quizá impresionado por todos los olores nuevos.
-Lo primero de todo, me repito que venimos en son de paz -Son mis primeras palabras-. En el momento en el que no seamos bienvenidos, nos iremos. De forma pacífica si nos lo permitís, de forma violenta si nos forzáis a ello. Lo segundo: El elfo no se toca. Uno de vosotros intenta ponerle una mano encima siquiera y puede considerarse hombre muerto. Tal cual.
-Muchas amenazas para alguien que viene “en son de paz”...
-Sólo dejo las cosas claras. Vengo con intención de paz, pero no voy a dejar pasar ni una.
-Lo mismo digo -Vuelve a ponerse de pie y se acerca. Quizá se piense que la diferencia de altura me impresiona. No, sólo me produce dolor de cuello-. No vamos a dejar pasar ni una contigo. Tú nos vendiste a los elfos. Ya no eres uno de nosotros.
-Nunca lo he sido -Le recuerdo-. Lo que he dicho siempre es que yo le soy fiel sólo a él -Señalo detrás de mí a Draz-. Pero que quede claro, yo no os vendí a nadie. Fue Cam el que decidió hacer tratos con quién no debía.
-Metiste a un miembro de la Guardia en el campamento -Eso sí es cierto… No voy a poder explicarles que fue en contra de mi voluntad, porque si lo hice fue porque Draz me lo dijo y por nada más.
-Su misión no tenía nada que ver con vosotros, sino con la otra mujer. El ataque a Latteria lo organizasteis vosotros, aún sabiendo que no estabais preparados. Era una misión suicida, y lo sabes. Ahora -Y antes de que pueda hablar él, levanto una mano-, no quiero que empecemos a echarnos las culpas los unos a los otros. Quiero saber cómo está la Resistencia.
Él se toma un segundo para pensar en cómo responder.
-Mal -Ese es el resumen-. La batalla fue muy mala. Tuvimos… Bajas -Como es comprensible. La Guardia pareció creerse que lo de “no matar a nadie a menos que sea necesario” es una frase mágica para evitar que la gente no sufra sus heridas-. Necesitábamos medicina y recursos para curar a nuestra gente… Ha habido algunas infecciones gracias a ello también. Menos manos para poder ayudar, y por ello no hemos podido conseguir tanta comida como de normal, que ya es poca para empezar. Así que tenemos hambre. Para variar.
>>Y sin… Cam… No ha sido fácil. La moral cayó en picado. Lo he intentado, pero no… -Hace un gesto frustrado- No soy él. Y no hay nadie que quiera ocupar el puesto. Antes fueron sus padres, y luego fue él, y nadie pensó en qué era lo que iba a pasar si algún día él no estaba. También… Perdimos a Anrie. No… No sabemos qué fue de ella. Creemos que el que mató a su hermano… También le hizo algo a ella.
Sabor amargo en mi boca.
-Yo… -Me cuesta un poco decir las siguientes palabras- Me encontré a la niña. Quería… Vengarse por su hermano. Fue por ella que me enteré de lo de Cam y quise venir a la Resistencia -Para… intentar compensar lo que he hecho. Pero eso no lo digo en voz alta.
-¿La has visto? -Eso le sorprende, como es de esperar, y a muchos de los que nos escuchan también. Escucho cuchicheos- ¿Qué… qué le ha pasado? ¿Por qué no ha vuelto a…?
-No sé cómo… -Tomo aire- No sé cómo explicarlo. Preferiría no hacerlo, si fuera posible, pero… Algo horrible le ha pasado. Ya… ya no es la niña que conocéis. Ahora se hace llamar “Marie Anne”, y… quiere venganza por su hermano. Ha cambiado, muchísimo. De una forma horripilante.
-¿Qué quieres decir con eso? -Una mujer de la multitud interviene. Su cara me suena, creo que es la curandera. Tiene más canas de las que recuerdo.
-Es… -Le lanzo una mirada nerviosa a Draz. Él me mira con cara de apuro, casi pidiéndome permiso para intervenir… Asiento.
-La niña se encontró con un hombre -Habla con voz suave-. Se hace llamar E-
-Nadie te ha preguntado, elfo -Una voz en la multitud le manda callar, yo lanzo una mala mirada en esa dirección.
-El Titiritero -Pero Draz sigue como si nada-. Es aliado de la mujer oscura que quiso hacer negocios con vuestro líder. Es… un hombre malvado. Ha debido de alimentar el hambre de venganza de la niña de alguna manera y corromperla. No la conozco, pero por lo que me ha contado Alec… De esa niña no queda nada. Quizá sea mejor para vosotros simplemente darla por muerta.
-¿Qué sabrás tú lo que es mejor para nosotros, elfo? -De nuevo, otra voz crítica. Empieza a tocarme las narices- No hables como si nos conocieras.
Draz guarda silencio después de eso, cediéndome la palabra. Yo vuelvo a tomar aire para calmarme. Me da… bastante rabia.
-Él es posiblemente muchísimo más empático que muchos de los que estamos aquí, entre los que me incluyo -No puedo evitar el comentario en su defensa-. Pero es un buen resumen de la situación. Podré hablar de ello en mayor detalle más adelante si así lo queréis, pero advierto que yo tampoco tengo todas las piezas del puzzle.
-Este hombre -Rebo me mira con el ceño fruncido-. ¿Es el mismo que asesinó a Cam?
¿Cómo?
Eso me pilla por sorpresa, y a Draz juraría que también, porque aunque está con su cara entrenada de Aënwer manteniendo la cortesía en situaciones sociales peliagudas, veo cómo su mueca cambia un poco.
-¿A qué te refieres?
-Alguien asesinó a Cam -Asegura-. A traición.
Más amargura.
-Ese… posiblemente fuera yo -Admito, soltando todo el aire de mis pulmones-. Fue durante el combate… No me dejó opción, tuve que…
-No me refiero a eso -Hace un gesto de descarte con la mano. Ahora sí que me has perdido… Aunque eso no suele ser muy difícil-. Después de… toda la pelea, cuando Cam ordenó la retirada. Se quedó un rato hablando contigo antes de volver al campamento con el resto. Llegamos todos y esperamos, y él… No llegaba, y no llegaba… Así que volvimos a buscarle. Nos le encontramos muerto en mitad del camino con el cuello partido.
Las noticias caen sobre mí como un jarro de agua fría. Incluso escucho a Draz lanzar una exclamación en voz alta.
-¿Cómo…? Eso no… -Mi mente no consigue entenderlo del todo- Eso no tiene sentido. Yo no hice eso.
-Lo sabemos. Tenías el brazo roto y las marcas de su cuello decían que había sido con las manos. Y no creo que tu amo haya podido hacerlo con esos brazos de fideo que tiene.
-No es mi amo -Gruño la frase-. Pero no. No fuimos nosotros, ni la Guardia. Se retiraron cuando vosotros lo hicisteis… También tenían problemas por su cuenta. Sé que se ofrecieron a atender a Cam, también, pero él se negó porque no quería…
-... ponerse en manos de un faérico -Él termina la frase. Yo asiento-. Es lo que habría hecho él. Realmente los odiaba.
La postura de Draz empeora un poco con esas palabras.
-Quizá no me creáis… -Intento dar toda la sinceridad posible a mi voz. No se me da muy bien, para variar- Pero de verdad siento todo lo que ha pasado. Ojalá nada hubiera acabado así. Es cierto que nunca me consideré uno de vosotros… Pero eso no significa que no simpatice con vuestra causa hasta cierto punto. Nunca he querido ser vuestro contrario. Tampoco el de Cam, y ojalá… Ojalá las cosas hubieran podido ser distintas para él.
-Bueno, el daño ya está hecho -Supongo… -. Ahora, dinos qué has venido a hacer aquí además de tenernos pena.
Vale… Aquí viene lo difícil.
Le lanzo una mirada de disculpa a Draz, y él parece un poco confusa por ella. Lo sé, tenía que haberte dicho algo antes. Pero… Pero tengo que hacer esto, Draz.
-He venido -Alzo la voz, pero no grito. Simplemente, me hago oír-. A convertirme en el próximo líder de la Resistencia Humana.
Sorpresa.
Algunos sonidos indignados se levantan con mi declaración, otros lanzan exclamaciones. Hay gente que me insulta. Por alguna razón escucho un “¡Eso sí que es un hombre!” que me preocupa. Cuando miro a Draz por el rabillo del ojo, él simplemente levanta las cejas, pero… Inesperadamente, no parece tan sorprendido como yo esperaba.
-Tiene cojones la cosa -Rebo me mira con cara de mal humor- ¿Qué te hace pensar que vamos a-
-Estáis muertos de hambre -Le corto-. Y lo siento mucho pero sin Cam no sois nada, sólo una panda de vagabundos a la espera de morirse. Y yo soy un idiota como todos vosotros, pero él -Y señalo a Draz- no lo es, y puede salvaros la vida a todos. Él y yo vamos a dirigir este sitio a partir de ahora.
-¿Quieres poner un elfo a dirigirnos? ¿A un Aënwer? -Él resopla- Estás loco. ¿Has venido a que te cortemos la cabeza?
-Vigila tus amenazas -Ya debería saber que si me tocan las narices, no me lo pienso antes de morder-. Te voy a poner las cosas claras, Rebo, porque creo que aquí nadie ha tenido las narices de hacer eso desde hace muchos años.
>>No sois ninguna “Resistencia” de ningún tipo, sois una panda de marginados que viven en los bosques muriéndose de hambre. Intentáis pegaros con los elfos en escaramuzas absurdas que nunca salen bien, y así os aseguro que no vais a cambiar las cosas. La supuesta diferencia racial con los faéricos de la que tanto habláis es algo que os habéis inventado vosotros, y para justificar vuestro odio contra gente inocente que nunca os ha causado ningún problema y que simplemente rechazáis por ser distintos a vosotros habéis ido a pegaros a los elfos más racistas de todo Eldarya, porque así sentís que vuestra lucha está justificada.
>>Dejad que os diga algo: No lo está. Vuestra ideología es estúpida, ridícula. La única razón por la que no tenéis las mismas condiciones de vida que el resto de faéricos es porque vosotros os negáis a aceptarlas. Sí, es verdad que los elfos son unos mierdas y que les repugna ver humanos, pero eso son ellos, y ni siquiera todos. Los faéricos… La gente normal no es así. Pero vosotros seguís odiando. Bueno, pues a ver si maduráis de una puta vez.
>>Tenéis a vuestros niños muertos de hambre, vuestras mujeres muriendo en los partos, vuestros ancianos incapaces de sobrevivir a los inviernos. Robáis de gente que apenas tiene recursos y matáis a gente que no tiene culpa de vuestro sufrimiento, porque os lo habéis buscado vosotros solitos a base de odiar, y odiar, y odiar. Se acabó el odio. Si queréis sobrevivir, tenéis que dejarlo. Tenéis que aceptar la realidad del mundo en el que vivís: no es un mundo tan injusto o tan cruel como vosotros lo hacéis ver. Parad. Parad de una vez de vivir en esta farsa, abrid los ojos y mirad a vuestro alrededor, y daos cuenta de lo que hay. ¿De verdad esto es la “Resistencia Humana”?
Dejo un momento para que se traguen mis palabras. Sí que veo gente mirando en derredor, y sé lo que ven. Un campamento cochambroso en el que la gente está muerta de hambre. No sé a qué se están resistiendo exactamente, pero desde luego no a los humanos: El día que un elfo que se pasee por el bosque dé con el campamento, estén todos muertos y no van a tener ni una sola oportunidad.
-La Guardia de Eel os pegó una paliza, y eran siete contra todos vosotros…
-¡Tenían un dragón! -Se queja alguien. Cierto…
-Incluso sin el dragón, os hubieran apaleado igual -De hecho, él solito hubiera podido con todos ellos incluso sin dragonizarse, porque el menda está to’ mazao-. De verdad que os creéis mucho, pero sois una mierda. Si queréis sobrevivir, las cosas van a tener que cambiar por aquí. Y yo… nosotros, porque él también, somos el cambio.
-Fuera -Es la única palabra que dice Rebo, aún mirándome fijamente, extendiendo una mano para señalar en dirección a la salida del campamento.
Me quedo donde estoy, mirando fijamente sus ojos oscuros.
-¿Hay una sola persona que me quiera aquí? -Pregunto, de nuevo alzando la voz un poco.
Y espero.
Y a los pocos segundos, la mujer de antes, la curandera o lo que sea, se adelanta un paso.
-Déjale hablar, Rebo -Dice. Habla con aire cansado, pero intuyo que me toma en serio-. ¿Qué es lo que tú y el principito podéis ofrecernos?
-Unas mejores condiciones de vida, para empezar -Ahora la miro a ella, porque la mujer parece ser la única dispuesta a colaborar-. Él ya no pertenece a la casa de Aënwer, nos hemos ido de allí… No sois los únicos disconformes con ellos. Se llevó un pellizco de cosas consigo, así que tenemos dinero para gastar en medicina y alimento. Además de eso, tenemos relaciones con la Guardia de Eel, a la que ya sé que le tenéis tirria, pero que sinceramente son los que más pueden llegar a ayudaros ahora mismo, porque él y yo solos no podemos obrar un milagro. Pero podemos empezar a cambiar las cosas poco a poco. Lo que sea que hiciera Cam, lo haremos nosotros… Pero mejor, y sin involucrar a inocentes. Y, desde luego, no lo haremos bajo el pretexto del odio, sino por necesidad.
-Así que venís a traernos la paz eterna y una vida maravillosa -Ella habla con tono sarcástico-. Y todo lo que tenemos que hacer es cambiar nuestro punto de vista sobre los faeries de la noche a la mañana.
-Estoy seguro de que podréis apañaros, si de verdad queréis sobrevivir -Coloco las manos en mis caderas-. ¿O quizá odiar a los faéricos sacia vuestro hambre?
-Pides lo imposible -Rebo interviene de nuevo-. Me atrevo a decir que hasta te burlas de nosotros.
-Hay muchas otras cosas de las que podría burlarme si quisiera, créeme, empezando por tu peinado -Por la cara que pone, el comentario no le ha gustado, pero eso a mí me la sopla-. Quizá cuando entendáis de verdad cómo funciona este mundo os deis cuenta de lo estúpidas que son algunas de las cosas que decir. Pero, eh. Yo sigo diciendo: preguntadles a los niños -Miro alrededor. Veo un grupillo de chavales no muy lejos… De distintas edades, llevan mirándonos con cara de sorpresa un rato. Señalo con la barbilla al que parece mayor de todos ellos-. Tú, ven aquí, Timmy -Él frunce el ceño.
-No me llamo…
-Que vengas -Él obedece, lanzándole algunas miradas a sus amigos, pero antes de que pueda llegar a mí Rebo le detiene poniéndole una mano encima mientras me mira mal-. Es un niño. No voy a hacerle nada.
El crío se quita la mano de Rebo de encima, que esta vez no le para, y termina de acercarse a mí.
-¿Tienes padres? -Pregunto. Él niega con la cabeza. Le agarro por los hombros y le giro hacia Draz- Ese de ahí es Draezel Aënwer -Draz saluda con una sonrisa cordial y agitando una mano-. ¿Le odias?
-Eh… ¿No? -Hace un gesto confundido- Bueno, es un elfo… Y es un Aënwer.
-¿Y?
-No sé. Los elfos… Nos cazan a veces y… ¿no sé?
-¿Por qué odias a los elfos?
-¿Porque son malos?
-¿Qué elfos son malos?
-¿... los que no nos dejan comer?
-¿Cuáles son los elfos que no os dejan comer?
-No sé… elfos -Se encoge de hombros.
-¿Él? -Repite su gesto.
-Tenemos comida en nuestro carro… -Draz habla con voz dulce- Aunque quizá no para todo el mundo… No estábamos preparados para esto. Pero Alec dice la verdad, tenemos… Un poco de dinero. Podríamos quizá ofreceros a todos una comida caliente.
-Sean quienes sean los elfos que no te dejan comer -Intento aguantar la carcajada amarga que quiere salirme-, puedo asegurarte que este no es.
-Bueno… -El chico hace un gesto nervioso. Muy evidentemente no le gusta su situación ahora mismo, quizá porque nadie le haya encarado con estas preguntas.
-¿Cómo te llamas? -Pregunta Draz.
-Mathieu… -Con nervios, el chico se pasa una mano por el pelo, desordenándoselo un poco.
-Mathieu -El elfo vuelve a sonreír-, no sé si puedo hablar en nombre de todos los elfos, o de todos los faéricos… Sé que hay mucha gente que tiene un fuerte estigma con los humanos, porque aún quedan rencores por el Gran Exilio… Si sabes lo que es eso -Por la cara que está poniendo el chico, no debe de tener mucha idea de qué es eso. No te preocupes, yo tampoco, Timmy-. Pero… También hay muchos faéricos que son imparciales hacia los humanos, y os darían la bienvenida sin problemas. Si te acuerdas del chico que vino al campamento, Hiiro, él es el ejemplo perfecto de ello. La Guardia no discrimina con quién ayudar… Si les pedís ayuda, os la darán sin problema. Ya la ofreció en su día, de hecho… Pero Cam la rechazó. Y… Sé que mi gente os ha podido hacer muchísimo daño… Quiero disculparme por ello, aunque sé que posiblemente mis palabras lleguen demasiado tarde y sean demasiado poco. Me siento verdaderamente avergonzado de mí mismo por compartir sangre con gente que quiera heriros sólo porque sois… Distintos. También me siento indirectamente responsable de vuestra situación… Quizá si hubiera hecho algo, si hubiera alzado mi voz, si hubiera tratado de ayudar en vez de vivir en la ignorancia… Quizá hubiera podido hacer algo por vosotros. Quiero ayudar, créeme que sí… No tengo muy claro cómo, pero si Alec tiene un plan, entonces quiero ayudarle con ello.
¿Que si Alec tiene un plan?
no no no no no no no no no no no no no
no no no no no no no no no no no no no no no
no no no no no no no no no no
no no no no no no no no
no no no no no no no no no no no no
no no no no no no no no no no no no
no no no no no no no
no no no no no no no no
no no no no no no no no no no no no no no no
no no no no no no no no no no no no no
Por supuesto que sí. Por supuesto que tengo muy claro todo lo que estoy haciendo y todas las decisiones que estoy tomando, y sé a dónde se dirige todo esto. Sí. Todo bajo control…
-Sigues siendo un faérico -Rebo vuelve a intervenir al haber escuchado a Draz. Yo suelto al chico para que este pueda irse, y el niño pone pies en polvo rosa en cuanto se ve libre-. No hay espacio para un faérico en la Resistencia Humana.
-Pues habrá que cambiarle el nombre entonces a este sitio -Objeto-. Faérico o no, es él el que os puede salvar el culo. Así que vais a tener que aceptarle.
-Dejar que un faérico nos lidere… -Alguien se queja en la multitud.
Escucho los murmullos y las quejas. Aunque parece que les he convencido a medias de la idea de dejarme tomar el mando, debe ser porque realmente no tienen otra opción y Rebo no debe de saber hacer muy bien el trabajo de Cam, pero lo de Draz no les convence. Bueno, pues a mí tampoco me convencen ellos si no aceptan al elfo.
-El elfo o nada -Doy mi ultimátum-. Si queréis ayuda, va a tener que venir de ambos.
-Sabes dónde está la puerta -Y esa es la respuesta de Rebo.
Muy bien. Pues que se mueran de hambre, si es que no les encuentran los elfos primero.
Me doy la vuelta para ya irme del campamento directamente, pero antes de que pueda hacerlo Draz se adelanta hacia mí y me coloca una mano en el hombro, como diciéndome que espere. Veo que me pide permiso con la mirada… Y yo se lo doy asintiendo.
-Quizá no todo tenga que ser así de radical… -Habla con tono conciliador- Lo que he dicho es cierto: de verdad que quiero ayudar. Sé que no soy como Alec y no tengo ningún tipo de relación con vosotros… No me conocéis, para vosotros soy un elfo más, un Aënwer, pero si supierais algo de mí, sabríais que mis palabras son sinceras… Por ello… Para que esto no termine así, para que no quede todo de forma tan brusca, quisiera proponer algo que, aunque no consiga hacer que me gane vuestra confianza, espero que sí que haga al menos que muestre mi voluntad de ayudaros a cambiar las cosas por aquí.
-¿Y qué propones exactamente? -Rebo habla no muy convencido. Yo tampoco… ¿qué planea?
Draz sonríe de forma suave. Con un gesto se coloca el pelo para pasarlo por uno de los hombros, dejando expuesta…
No.
Lo comprendo un segundo antes de que lo diga, y al hacerlo siendo una increíble rabia surgir en mi interior.
-Cortadme las orejas -Anuncia, con voz tranquila, aún sonriente.
Murmullos. Más exclamaciones. Comentarios burlones, risas, carcajadas.
Rebo silba con admiración.
-Quién iba a decir que el señorito fuera capaz de algo así… -Sonríe- Quizá pueda ser divertido cortarle las orejas a un Aënwer… Cam llevaba muchos años diciendo que quería hacerte eso, quizá podamos ofrecérselas a su tumba.
-Nadie va a ofrecerle nada a nadie -Rápidamente intervengo de forma brusca, acercándome a Draz para agarrarle por una muñeca-. Nos vamos.
-¡Alec…! -Él intenta resistirse- Si con este sacrificio nos dejan ayudarles, entonces…
-¡No! -Me paro para girarme a él y le grito en la cara, hecho una furia. Él parece impresionado- ¿Ves? Este es el problema que tienen. Son demasiado orgullosos para aceptar ayuda sólo porque tú tienes las orejas largas. ¿Piensas que cortártelas va a hacer que se solucione? ¡Y una mierda! ¡Si no son capaces de tragarse su puto orgullo y aceptarte tal como eres, no pienso dejar que te humilles delante de ellos! No les debes nada: Ellos son exactamente igual de asquerosos que los Aënwer, igual de crueles y sedientos de sangre, que no te den pena. Si pudieran, aniquilarían a todo Latteria tal y como Latteria quiere acabar con ellos -Me giro hacia Rebo-. Sois exactamente la misma basura. He ofrecido mi ayuda a cambio de que cambiéis las cosas: No queréis ni lo uno ni lo otro. Pues a tomar por culo. No os voy a dejar hacerle daño.
-Alec… -Draz me mira con pena.
Yo niego con la cabeza. Esto no es negociable, Draz. Tú no eres negociable.
En un gesto un poco más suave, cambio mi agarre de su muñeca a su mano, entrelazando nuestros dedos, y doy un pequeño estrujón. Comprensivo, él asiente. Yo tenía mis condiciones y ellos no han querido aceptarlas. No voy a dejar que él se deje mutilar por la cabezonería de unos humanos estúpidos.
Echo a andar hacia la otra entrada del campamento, la aburrida. Silbo para llamar a Doggo y que se venga con nosotros, haciendo que él deje su misión de olisqueo (algunos humanos le estaban mirando con cara rara, pero ninguno se ha atrevido a tocarle, lo cual es bueno para ellos porque hubiera equivalido a una patada en la cara). Cuando me topo con la barrera de humanos que nos rodeaba impidiendo el paso, una mala mirada sirve para hacer que se aparten y nos abran camino para que podamos…
-Espera.
Irnos, sigo caminando sin mirar atrás.
-Alec, para…
Un pie tras otro.
-Deteneos. Los dos.
Ahora sí que me paro, y Draz conmigo. Me giro para mirar por encima del hombro a Rebo.
-No es tan difícil usar el plural, ¿verdad? -Él me hace una mueca de fastidio.
-Necesitamos ayuda -Acepta-. La llevamos necesitando mucho tiempo. Muchos años… -Hace un gesto frustrado, simplemente rindiéndose- Lo necesitamos. Si hay que aguantar al elfo, que así sea.
-No vais a “aguantarle” -Aclaro-. Vais a convivir con él, vais a respetarle y vais a tratarle como a uno más.
-No puedo prometerte nada…
-Vas a tener que hacerlo.
Jadea, agobiado, y mira en derredor. La gente parece bastante dividida con el asunto… Algunos parecen estarle gritando con la mirada que simplemente acepte; otros todavía miran a Draz con mucho recelo.
-Déjales que se queden -La mujer de antes habla-. Si nos dan lo que necesitamos, adelante. Quizá puedan hacer un cambio positivo por aquí. Y si no, siempre hay tiempo para echarles a patadas -Me gustaría verla intentar a esa mujer huesuda intentando patear a nadie, pero me abstengo de decirlo. Al menos ella parece dispuesta a colaborar.
-¡Pero es un faérico!
-¡Sí, y es un Aënwer!
-Es posible que esté yo más asustado de vosotros que vosotros de mí -Admite Draz-. Sé que mi palabra no os sirve de nada, pero no pienso haceros nada. Y además, ya lo ha dicho Alec, ninguno de los dos pertenece ya a la casa de Aënwer… Alec me secuestró hace tiempo.
-¿Le secuestraste? -Rebo me lanza una mirada extrañada. Yo me encojo de hombros- Bueno… Es verdad que la última vez que trajiste a alguien… Todo se fue al garete.
-Y eso fue culpa de Cam. Pero Cam ya no está aquí, estoy yo, y como soy ahora el que va a llevar las riendas, voy a asegurarme de que nada se vaya al garete a partir de ahora -Levanto la voz un poco-. ¡Y el que tenga problemas con ello, que me ponga una queja o que se vaya lejos, si quiere!
-No recuerdo que nadie te haya nombrado…
-Tú, Timmy -Llamo al chaval de antes. Antes de que pueda abrir la boca para decirme que no se llama Timmy, le corto-. En lo alto de la colina está nuestro carro. Ve a recuperarlo y tráenoslo.
-¿Por qué tengo que hacerlo yo…?
-¿Por favor? -Draz lo intenta a su manera también.
Parece que eso da un poco más de resultado, porque termina por hacer una mueca de fastidio y con eso se aleja hacia la salida del campamento, con la intención de ir a por nuestros trastos. Bien… Las cosas empiezan a ponerse en marcha.
-¿Alguien está ocupando la tienda de Cam? -Pregunto. Rebo niega- Bien. Ahora es nuestra.
-No puedes ir en serio, tío…
-Voy muy en serio -Es la única que tiene una cremallera en la puerta… Y si le quito todas las cajas posiblemente sea bastante más espaciosa de lo que ya es, que de hecho es bastante-. Nos instalaremos allí. Tú -Señalo a la mujer que ha intervenido-, quiero una lista de qué tipo de cosas vamos a necesitar. Medicina, alimentos indispensables, ropas, materiales, lo que sea necesario. Cuando el chaval nos traiga nuestras cosas Draz hará el presupuesto de lo que podemos comprar y ya… Pensaremos cómo conseguirlo. Rebo -Ahora le miro a él-, quiero un mapa del campamento. Quiero saber cuántos somos y dónde duerme cada uno. Y quiero que dejéis de mover las estúpidas tiendas.
-Pero nadie mueve las tiendas… -Joder que no, cada vez que me muevo aquí está todo patas arriba, es imposible orientarse.
-Que se estén quietas -Me quejo-. Y que alguien me traiga una condenada camiseta que me estoy muriendo de frío.
Porque estamos en ENERO y hace un frío de pelotas.
Después de que ladre mis órdenes hay un poco de revuelo. Alguna gente indignada sigue quejándose sobre el hecho de que yo esté dando órdenes, otros confundidos que no terminan de enterarse de lo que está pasando, y mucha gente que simplemente parece incómoda por la agitación en general.
Decido ignorarles a todos, agarro a mi elfo pasándole un elfo por encima y con suavidad le empujo para que eche a hablar conmigo hacia la tienda de Cam, que es lo suficientemente vistosa como para verla desde aquí y poder dirigirme a ella directamente.
Es un poco siniestro entrar. Las cosas de Cam… Todavía están aquí. No todas ellas, alguien ha debido de recoger un poco, pero sí hay algunos trastos. Su multitud de cajas, su cutrísimo saco de dormir su “mesa de operaciones” (una caja con un mapa de la zona por encima)... Lo poco de siempre.
Doggo empieza a olisquear la estancia, curioso, y en cuanto da con la cama decide que ese va a ser su lugar y se echa ahí después de dar un par de vueltas por encima y enroscarse sobre sí mismo. Yo me giro a Draz.
-He estado a punto de sufrir tres infartos ahí -Eso es lo primero que me dice y, a juzgar por su cara, diría que le debe de estar dando otro infarto ahora mismo-. ¿¡Líder de la Resistencia Humana!? ¿¡Por qué no me habías dicho nada de esto!?
-No sabía si iba a hacerlo o no… -Me encojo de hombros- Tampoco llevo pensándolo tanto tiempo, en realidad. Sólo… Creo que esta gente va a necesitar a alguien a partir de ahora. Tú y yo.
-No me quieren aquí, Alec…
-Pues van a tener que joderse. Y tú también -Le frunzo el ceño-. Nada de estupideces de mártir bondadoso. Nadie te va a cortar las orejas. Si quieren ayuda, van a tener que aceptarte porque eres tú el que va a dársela. No tienes que ponerte por debajo de nadie. ¿Entendido?
Él sonríe.
-Entendido… Me gusta un poquito cuando te pones dominante. Creo que nunca te había visto hablando así… -Sus palabras me hacen sentirme algo avergonzado de repente- ¿Dónde ha estado este Alec siempre? No sabía lo muy autoritario que puedes ser cuando te pones.
-Ya… -Evito su mirada- Simplemente quería dejar las cosas claras. Hay… Cosas que quiero hacer en este sitio. Cosas que quiero arreglar. Y...
Frunzo los labios.
-Va a hacer falta mano dura. Sé que tenía que haberte hablado de mis planes antes, pero… -Vuelvo a mirarle- ¿Podemos… hacer esto?
-Por supuesto que sí -Sin dudarlo un instante viene a mí y me coge de las manos antes de juntar sus labios con los míos por un instante-. Puedo ver lo que estás intentando hacer aquí… Y me siento muy orgulloso de ti por querer hacerlo. Me ha sorprendido, es cierto, pero quizá este tipo de sorpresas no estén mal. Tienes todo mi apoyo, Alec. Siempre.
Que diga eso hace que sienta calidez por dentro… Pero no por fuera porque me sigo helando de frío, me cago en dios, ¿es que nadie tiene una camiseta para mí?
-Dame un momento -Me acerco a la puerta y la… abro, desabrocho, algo. Al otro lado veo algunas caras curiosas de gente que nos ha seguido con interés, quizá para ver qué hacíamos, pero que no se ha atrevido a molestarnos-. ¿¡Puede alguien darme esa condenada camiseta!? ¡Y un vestido para el elfo también! -Sigue teniendo su túnica hecha un asco… No sé si se podrá sacar la sangre seca, pero quizá convendría cambiarle de ropa aunque sea.
Un rato después, al fin estamos los dos un poco más decentes. Yo por fin tengo mi camiseta y Draz un vestido que por supuesto no le queda igual de bien que sus túnicas de siempre, pero le tendrán que servir. Él parece decepcionado… Posiblemente por la ropa.
Timmy termina por llegar a nosotros también, con cara de haber pasado un mal rato.
-Vuestro bicho me ha mordido -Se queja, gesticulando a su mano herida.
-Pobrecito… Déjame que te cure eso -Diciendo eso, Draz va a rebuscar entre nuestras cosas algo para hacerle una cura. El chico no parece muy convencido del todo.
-Quizá prefieras si te la amputo… -Yo agarro mi alabarda, a la que cutremente reparé con un montón de cuerda pero que tendré que arreglar bien en algún momento. Él pone cara de pánico.
-N-no, prefiero la cura…
-Me parecía -Cuando sonrío, él parece coger más miedo todavía-. Después de que hagáis eso, ayuda a Draezel a hacer inventario a ver qué tenemos que se pueda usar y qué podemos vender por ahí, ¿de acuerdo?
-¿P-por qué tengo que hacer yo…?
-Porque yo lo digo.
-No le hagas caso, simplemente es que le has hecho gracia -Draz invalida toda la intimidación de mis palabras con esa frase-. A ver, enséñame tu mano, que te la limpio…
-Y otra cosa -Antes de que puedan ponerse a eso…-. Rebo ha dicho antes que Cam tenía una tumba. ¿Dónde está?
Draz me lanza una mirada preocupada. Timmy me señala en alguna dirección.
No digo nada más y voy hacia allá.
Me cuesta un rato porque juro que no han hecho caso a lo que les he dicho de mover las tiendas, pero al final llego a un sitio a las afueras del campamento donde parece que han hecho… Algún tipo de cementerio. Es cuestionable lo sanitario que sea eso teniendo en cuenta que tampoco está tan lejos del lugar en el que duerme esta gente, pero entiendo que ha tenido que ser algún tipo de medida un poco desesperada. La tierra aún parece agitada allí donde están los enterramientos… Son recientes. Deben ser los que cayeron contra la Guardia.
Hay una tumba un poco distinta al resto. Aunque todas tienen algún detalle encima, una flor o un recordatorio del difunto, esta tiene más aún que el resto. Podría ser cualquier persona, en realidad, pero mi instinto me dice… Que es él.
Me siento en el suelo delante de la tumba. Tiene clavada una cruz en el extremo contrario… Sé que esta gente no creen en el “dios” humano, pero lo hacen por tradición, como oposición a los faéricos que prefieren quemar sus cuerpos.
Pienso en qué decir. No se me ocurre nada, así que simplemente empiezo a hablar sin pensar.
-Hola… -La palabra sale un poco dudosa de mis labios- Me siento estúpido haciendo esto. Pero quiero hacerlo igualmente…
Mis manos juegan con la hierba del suelo, arrancando algunos trozos de la misma. Mis uñas se ensucian con la tierra que araño.
-Lo siento.
>>Esto no tenía que haber pasado. Tú no… Te merecías esto, a pesar de todo. Sé que en el fondo todo lo que querías era proteger a los tuyos, y puedo respetar eso. Así que a pesar que estas son sólo las consecuencias de tus propias acciones… Realmente no creo que sea justo para ti.
>>Y podemos pelearnos al respecto, sobre si tus métodos eran los correctos, sobre si ha sido mi cabezonería la que ha causado esto, sobre si es culpa de la Guardia de Eel… Pero nada de eso importa porque nada va a traerte de vuelta.
>>Es muy irritante. La última vez que nos vimos, aún tenía esperanza de que pudiera volverte a ver, y te pudiera gritar lo mal que haces las cosas, y pudiéramos discutir y pelearnos. Pensé que por algún milagro ibas a conseguir salir de esa… Pero resulta que no ha sido así. Y lo que me jode es que ni siquiera fue por mi culpa, o por los cristales, ni nada, sino que fue… Un tío ido de la olla que ni siquiera tiene nada que ver con nosotros. Si lo hubiera sabido, al menos hubiera intentado rematarte, para… Para evitar que cayeras así.
Me río un poco. No es muy gracioso, lo sé. Pero él se hubiera reído también.
-Eras un verdadero gilipollas. Del mismo tipo que yo, de hecho. Nunca íbamos a ponernos de acuerdo con nada. Y a pesar de todo… A pesar de lo gilipollas que eras, y todas las puñetas que me hacías, te consideraba un buen amigo. Sí, ahí… ahí lo tienes, lo he admitido. Espero que estés contento.
>>No sé si esta gente puede sobrevivir sin ti. Por lo que he visto, no tiene pinta. Me siento un poco responsable por ello. Así que… Como compensación por lo que nunca hice, o quizá por mi propio arrepentimiento, o sólo como honra a nuestra amistad o porque es lo correcto…
>>Voy a intentar cuidar de este sitio, ¿vale? Pienso… Hacerlo lo mejor que pueda. Mejor que tú seguro, pero eso tampoco es garantía de mucho. Pero voy a intentar hacerlo bien.
>>Y sobre tu hermana… La… La Guardia de Eel está en ello. Sé que posiblemente eso no te guste, pero… Es desde luego algo con lo que yo no sé cómo lidiar. Ellos sí. Ellos serán los que la salvarán de lo que sea que le haya pasado, y también los que te vengarán cuando ejecuten a tu asesino. Espero que entonces puedas descansar en paz.
>>Una última cosa… Draezel Aënwer está conmigo. Él me ayudará a levantar este sitio, por mucho que a ti te joda. Ya te lo dije, pero él es muchísimo mejor persona que ninguno de nosotros dos… Y estos humanos que no ha conocido en su vida y que a él le detestan, él quiere salvarlos. Así que vamos a intentarlo. Espero… Tener tu bendición. Aunque no puedas dármela porque estás muerto.
Un instante de silencio. Hace verdadero frío aquí fuera… Tengo la piel de gallina.
Cierro los ojos para tomar aire.
-Lo siento. Pienso hacerlo mejor a partir de ahora. Descansa en paz, amigo.
Con esas últimas palabras me levanto. Al darme la vuelta, no muy lejos de mí veo a Rebo, que simplemente está esperando a una distancia apropiada, con los brazos cruzados y cara seria. Parece un poco menos enfadado que antes.
-Tengo tu mapa -Dice-. Aunque sigo sin entender para qué lo quieres.
-De nada me va a servir si me seguís moviendo las tiendas…
-¡Nadie mueve las malditas tiendas, Alec, eres tú el que te pierdes solo!
Pero por qué no puede admitirlo y ya… ¿Quién sería tan estúpido para perderse en un campamento tan pequeño? Niego con la cabeza, un poco mosqueado.
-Lo que sea. Ve a la tienda de Cam… -La mía ahora, en realidad- Draezel está haciendo recuento de lo que tenemos.
-¿Y tú?
-Ahora voy.
Veo que me lanza una mirada de recelo. Mira también las tiendas, y luego vuelve a mirarme a mí. Va a decir algo… Pero en el último segundo se arrepiente y simplemente se da la vuelta y se va.
Yo voy a hacer lo mismo, pero antes de eso…
Me giro hacia la tumba de Cam una última vez. Chasqueo los dedos.
Cuando me voy, sobre la tierra oscura se alza orgullosa una única flor de pétalos azules.
En la tienda ya está Rebo y también la mujer esa de antes, además de Draz y el chaval, que parece relativamente menos nervioso que antes.
-¿Nos sirve algo de lo que tenemos? -Es lo primero que pregunto.
-Con las provisiones que tenemos podemos hacer algo de comida… -Draz dice eso, examinando una lista en la que tiene apuntadas y tachadas algunas cosas- Pero las curas que tenemos no son ni mucho menos suficientes. Necesitamos medicina urgentemente… -Suspira- El invierno Latteriano no es muy amable cuando vives en los bosques. Con el resto de nuestras ranas ornamentales y otros cachivaches deberíamos poder permitírnoslo… En Latteria, al menos, la medicina no es cara, quizá porque nunca nadie la necesita… -Hace una mueca- Pero no sé exactamente cómo vamos a vender y comprar cosas, porque no van a atender a nadie que no tenga las orejas puntiagudas, y si yo pongo un pie en Latteria, ya sabemos lo que va a pasar. Además de eso, una vez que vendamos eso… Simplemente no tenemos nada más, y mantenernos a largo plazo va a ser una tarea imposible… A menos que nos pongamos a saquear a los Aënwer -Sonríe un poco al decir eso-. Quizá si tomamos las minas a la fuerza y si nos organizamos bien podamos asaltar Latteria y-
-¿Está bien de la cabeza? -Rebo me mira con extrañeza.
-Simplemente es muy… entusiasta -Le justifico. Tu sueño húmedo de derrocar a tus padres va a tener que esperar todavía un poco, Draz, dudo mucho que esta gente pueda pelearse con nadie-. ¿Quizá podríamos pedir ayuda a la Guardia? Les has llenado las arcas más de una vez, imagino que podrán prestarnos algo si saben que vamos a usarlo para llenar bocas.
-¿Quieres pedirle ayuda a los que nos dejaron así de mal? -Y ahora Rebo me mira como si fuera yo el loco.
-Primero de todo, fuistes vosotros los idiotas que os lanzasteis a pelear como si nada -Gruño. La Guardia no me cae especialmente bien, pero en aquel entonces se estaban defendiendo, no fueron ellos los atacantes-. Y segundo; sí, porque sé que ellos van a darnos lo que necesitamos y si tenemos ese recurso, ¿por qué no usarlo?
-¡Pero son faéricos!
-Timothy -Decido llamar al chico, que pega un respingo al ser mencionado. Luego pone mala cara.
-¡Jobar, vale ya! ¡Que ese no es mi nombre!
-Yo te declaro Timothy -Lo digo con aire formal, dando un par de toques en sus hombros y luego su cabeza a forma de espaldarazo-. Ahora, Timothy -Él resopla-, ¿tú qué dirías que prefieres? ¿Pedirle ayuda a los faéricos o morirte de hambre?
-Pues… -Se retuerce un poco, nervioso- L-los faéricos, ¿supongo? A nadie le gusta pasar hambre, y, eh… -Veo que le lanza una mirada a Draz, que le sonríe- B-bueno, él no me ha… Mordido, ni embrujado, ni nada…
-Oh, no, el que muerde es Alec -Draz me lanza una miradita. Yo se la devuelvo-. Pero creeme, la Guardia no es tan terriblemente mala como os podéis pensar. Ni ninguno de los faéricos “normales”... -Coge aire- De verdad que os habéis ido a colocar en el peor sitio de todo Eldarya, ¿eh?
-Esa es otra, me gustaría mover el campamento -Cuando digo eso, tanto Rebo como la otra mujer a la que todavía tengo que poner apodo lanzan un sonido indignado.
-¿¡Estás loco!?
-No podemos hacer una mierda estando aquí -Me quejo-. No podemos ir a comprar ni vender, no podemos contactar con nadie porque de intentarlo nos meterían un flechazo en la cabeza, y aquí no hay NADA además de árboles altos, elfos enfadados y unas minas que volar de cuando en cuando por los aires-
-Dicho lo cual los empleados de las minas no tienen culpa de nada tampoco -Draz carraspea por debajo de mis palabras.
-Deberíamos ir a un sitio en el que podamos tener unas mejores condiciones. Sé que no queréis relacionaros con los faéricos, pero eso no puede seguir así. Eso se va a acabar ya.
-Me parece a mí que quieres hacer tú muchos cambios -La mujer protesta.
-Me parece a mí que si seguís así vais a acabar todos muertos no dentro de mucho -Es mi respuesta. Ella resopla-. Si queremos que las cosas mejoren, hay que empezar a hacer cambios. Es así de sencillo. No vamos a movernos mañana, pero hay que afrontar que esto no funciona y que hay que moverse. Así que tomad conciencia de ello.
Los dos vuelven a gritarme, pero yo simplemente les ignoro. Como todas nuestras reuniones estratégicas vayan a ser así, menudo rollazo…---
A la noche, la mujer, que creo que se llama Sarah porque así la estaban llamando, coloca un puchero en mitad del campamento, sobre el fuego, y allí empieza a tirar cosas de nuestras provisiones para hacer una sopa. De sabor cuestionable, al menos será nutritiva, y caldo hará que la siente se caliente. Doggo pasa todo el rato junto al caldero, muy interesado en el olor que sale de él y al final la tipa termina por darle los huesos que sobran una vez la carne se deshilacha, con lo que él se ve muy contento y se queda mordisqueándolos un rato.
Juraría que es el que mejor se ha adaptado de nosotros, porque a la gente parece hacerle bastante gracia al perro. Olisquea mucho todo lo que encuentra, aprendiendo todos los olores nuevos, y cuando alguien se acerca para acariciarle (a pesar de que ya me he encargado de decir que no le toquen por sorpresa porque se asusta), después del susto inicial siempre se ve abierto a caricias y mimos. Con los niños parece que es con quién tiene más éxito, y se escuchan algunas risas infantiles de cuando en cuando gracias a ello.
Hablando de niños, es Timothy el que viene a darnos nuestra ración de caldo una vez que está lista. Juraría que, ahora que ha visto que no “muerde”, Draz le genera algo de curiosidad.
-P-para usted, señorito Draz… Y, eh, para Alec -Y en cuanto nos deja los cuencos en las manos, sale corriendo mirando al suelo y con mucha prisa.
-¿Señorito? -Miro a Draz con una ceja alzada.
-Prometo que no he sido yo el que le ha dicho que me llame así. Le dije que me llamase “Draz” nada más… Quizá se haya hecho un lío el pobre -Se ríe-. Se me hace curioso… ¿por qué le has incluido en todo el barullo? Parece que has atinado con él, pero…
-Los niños piensan distinto -Esa es mi respuesta-. Ellos no se complican la vida con las mismas cosas que los adultos… No están manchados con las mismas ideas absurdas. Un niño sólo quiere tener el estómago lleno, poder dormir, jugar y, los chavales de su edad, cascársela a todas horas.
-Y así es como se arruina una frase… -Hace una mueca. Tú no hables… Eres tú al que le pareció buena idea liarnos en mitad de la persecución con la peliblanca, y mira a dónde nos llevó. Está peor que cualquier adolescente hormonado.
-Pero a los críos les da igual si alguien tiene las orejas más puntiagudas que otra persona, a menos que les enseñes la diferencia -Doy un sorbo del cuenco… Y a punto estoy de escupir, joder cómo quema-. No bebas aún, está caliente -Le detengo antes de que cometa el mismo error que yo, y él asiente y sopla un poco-. Dicen que los niños y los borrachos no mienten. Si un niño te dice que se está muriendo de hambre, ¿qué tipo de persona tienes que ser para ignorar eso por encima de tus prejuicios personales?
-Entiendo… -Mis palabras le hacen sonreír un poco- Quizá demasiado. Muchas veces me he preguntado qué tipo de ideas tendría yo en la cabeza si tú y yo nunca nos hubiéramos conocido… Quizá hubiera acabado igual de estúpido que mis padres.
-Lo dudo -Soy incapaz de imaginarle así…-. Pero sí que te digo cómo hubiera acabado yo: Muerto en un mundo completamente desconocido, incapaz de entender dónde puñetas estaba o qué me había pasado.
-Mejor para ambos entonces que eso no haya ocurrido.
Con una sonrisa cómplice, le veo colocar estratégicamente su mano en el tronco que compartimos a modo de asiento. Mi respuesta es colocar mi mano sobre la suya, y los dos nos quedamos en silencio unos instantes, viendo lo que hay frente a nosotros.
Los humanos del campamento parecen… De buen humor, extrañamente, como si nuestra invasión repentina hubiera sido olvidada. La comida parece sentarles bien, y reunirse alrededor del fuego para consumirla parece subir su moral. Hablan entre ellos, algunos se ríen (aunque de cuando en cuando se interrumpan con una tos fea), y simplemente parecen disfrutar de la velada.
-¿Alec? -Aunque Draz me llama, ninguno de los dos levanta la mirada de donde la tiene- ¿Te acuerdas de cómo fue? Cómo llegaste a Eldarya…
¿Me acuerdo? Pienso en ello.
-Era de noche… Estaba durmiendo -Que lo estuviera haciendo en la calle me parece irrelevante para la historia, así que decido omitir ese detalle-. Me desperté de repente por una luz fuerte… Era de color azul. En la hierba había… Un círculo de setas. Era… raro.
>>No sé por qué entré en él. Posiblemente sólo curiosidad. Fui a ver qué era aquello, y, para cuando quise darme cuenta… Ya no estaba en el mundo humano. Ya no había cemento, ni metal, ni la misma suciedad y sus luces artificiales. Sólo había árboles por todos sitios. Me subí al primero que vi y volví a dormirme porque decidí que no era un problema con el que quisiera lidiar a esas horas. Al día siguiente entré en pánico.
-Pfft -Se ríe, y ahora sí que me mira-. Eso suena como algo que tú harías.
-No esperes que me ponga a analizar todo eso cuando tengo sueño… -Yo le miro también a él- ¿Está esta cosa fría ya?
Le doy un trago al cuenco. Vale, al menos ya no me abraso la lengua… Aunque sabe a rayos. Me hace gracia la mueca que pone Draz cuando le pega un trago a su sopa… Quizá los dos estemos muy mal acostumbrados a la cocina de los Aënwer como para poder apreciar esto.
Al terminar de bebernos la sopa, cuando la gente del campamento ya ha hecho que el barullo baje según empieza a entrar la noche y el sueño, recojo el cuenco de Draz y con ambos me acerco al fuego. Al verme, la gente detiene un poco sus conversaciones, y veo todo tipo de miradas siguiéndome. Parecen menos hostiles que las de nuestra llegada, pero puedo decir que aún no confían en nosotros del todo.
Dejo los cuencos donde la gente ha puesto el resto ante la muy atenta mirada de… S… Ssss…¿Sonia…? Como se llame. Los dejo allí, y antes de volverme con mi elfo, decido hacer un último anuncio y carraspeo de forma exagerada.
-¡Un poco de atención! -Pido. Ahora sí, las conversaciones cesan y todos los ojos se posan en mí- Espero que hayáis disfrutado de esa sopa. Sólo para que lo sepáis -Con el pulgar señalo por encima de mi hombro hacia Draz-, ha sido gracias a él y su dinero por lo que habéis comido. No os voy a decir que le deis las gracias, pero… Tenedlo en cuenta -Silencio. Ni un solo comentario- Vamos a retirarnos a nuestra tienda ahora… Aunque vayamos a tener un fiero perro guardián vigilandonos -Ahora gesticulo hacia Doggo, que en estos momentos está rodando en el suelo con la lengua fuera. Muy bien, Doggo. Vive tu mejor vida-, quiero dejar el recordatorio de que no va a salir bien para nadie hacer ningún tipo de maniobras extrañas durante la noche -Que la peliblanca no nos apuñalase por la noche no significa que estos no vayan a intentar hacerlo…-. Y como último apunte, antes de que nos vayamos…
>>Tal y como dije, es mi intención hacer que este sitio deje de ser la Resistencia Humana. Va a ser un trabajo en curso durante mucho tiempo, soy consciente de ello, y ya podréis protestar por eso mañana por la mañana porque ahora mismo no me apetece lidiar con vosotros, pero… Como primera medida en este proyecto, he decidido que lo primero que vamos a hacer es cambiarnos el nombre a uno menos… hostil.
-¿Y exactamente qué tienes en mente? -Silvia (¿Silvia? ¿Sandra? ¿Sussy?) me mira con ojos críticos y una mano en las caderas.
El nombre… realmente sólo puede haber uno.
Una sonrisa de oreja a oreja se me pone en los labios.
-El CAMpamento Humano.
Silencio sepulcral. Hasta Doggo deja de hacer ruido. Puedo escuchar los grillos del bosque en la distancia y el sonido de la palma de Draz dando contra su frente.
Después de unos cinco segundos así, el campamento entero irrumpe en abucheos e improperios hacia mi persona. Alguien me tira su cuenco y consigo esquivarlo sólo por poco. ¡Pero bueno!
-¡Es lo que él hubiera querido y lo sabéis! -Acuso.
-¡Y por eso es tan malo!
-¡Es un nombre estúpido!
-¡Vete a tomar por culo, Alec!
-¡... a mí el nombre me gusta!
-Menos ese de ahí, iros a la mierda todos vosotros también -Esa es muy respuesta, junto a una doble peineta que reparto para todo el mundo abriendo los brazos. Hay que responde al gesto-. Que os follen.
-¡Vete y no vuelvas!
-¡Eso, buenas noches!
-¡Que duermas bien!
Giro sobre mí mismo hacia Draz, que ahora simplemente tiene una mueca confundida en la cara, y cuando sigo andando en dirección a la tienda, él me sigue diligentemente.
-No entiendo la cultura humana… -Cuestiona.
-Ni te molestes -Llegamos a la tienda y abro la puerta para él-. Detrás de ti.
Los dos entramos. Una vez dentro, Draz se gira a mí… y se ríe.
-Eres el peor líder de la historia -Se burla. ¡Vaya!
-¡A ver si tú lo haces mejor!
-No, no… -Se acerca para ponerme una mano en el hombro- Juraría que nadie podría hacerlo mejor que tú.
Un beso corto. Eso no termina de hacer que se me vaya la ofensa, pero cuando le miro a los ojos y veo su mirada, todo lo que no sea Draz deja de tener importancia.
Es esa mirada que me hace sentirme… Querido. Que ablanda algo en mi corazón. La mirada que hace que todo merezca la pena.
Paso mis brazos alrededor de su cadera y tiro de él para abrazarle. Él responde al gesto, acariciando mi pelo a la vez.
-Estoy muy orgulloso de ti, Alec -Susurra. El cumplido me hace sentirme cálido.
-Te quiero -Hablo contra su pecho.
-Yo también te quiero -Nos separamos un poco. Él coge mi cara entre sus manos-. Más que a nada en este mundo. Alec… -Sonríe, pero en su sonrisa hay algo… extraño. Melancólico, casi triste- No podría vivir sin ti.
-Yo tamp-
-No -Me interrumpe-. Alec, hay… Hay algo que llevo un tiempo… Que quizá tenía que haberte dicho.
-¿Qué? -El tono de sus palabras me preocupa un poco, y coloco mis manos sobre las suyas- ¿Qué es lo que…?
-No es nada malo… la mayoría del tiempo -¿Qué…?-. Pero con todo lo que ha pasado con Kaira… Quizá… Quizá deberías saberlo.
-¿A qué te refieres? -¿Qué está pasando, q-qué ocurre?
Separa las manos de mi rostro y yo le dejo ir. Le veo hacer una mueca de duda y después… Ponerse rojo.
Completamente rojo, como cuando me propuse. Eso me deja un poco descolocado, pero no puedo decir que no disfrute de la vista.
-D-desde… desde hace muchos años, desde que éramos pequeños… Estoy… tú… Me…
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿??????????????????????
-¿D-Draz? Creo que ya hemos pasado por esto, viene implícito en el vérikas q-
-¡No, cállate! ¡Déjame hacer esto, humano insensible! -Vale, vale…- ¡Aaaagh, ya que más da! ¡Lo has arruinado todo!
-¿Y-yo? -¿¡Pero qué he hecho ahora!?
-S-sí, se suponía que este iba a ser un momento muy especial y… -Empieza a hacer gestos y a liarse con sus propias palabras, hablando súper rápido y hasta mezclando un poco de élfico… Al final todo culmina cuando se lleva las manos a la cara y grita contra ellas.
…
-¿E-estás bien?
-¡Tengo un Vínculo contigo!
Vínculo… ¿qué…?
Los engranajes de mi cabeza dan vueltas un rato. Les cuesta porque están desengrasados y cubiertos de telarañas, con lo poco que los uso.
Vínculo… he oído esa palabra antes… vínculo, vínculo… Para los elfos significa algo…
Vínculo… Hmmm…
Ding.
-Hostia puta -Ahora mismo no sé si se me va el color de la cara o si me pasa lo contrario y me pongo rojo como él-. ¿¡DRAZ!?
-¡Ya lo he dicho! -Vuelve a chillar- ¡Hale, ya está! ¡¡Ya lo sabes!!
-¿Tienes un… con-conmigo te…? -Mi cabeza no da para mucho ahora mismo- ¿¡Pensé que esas cosas no pasaban!?
-¡Bueno pues a mí sí! ¡Eso es lo que me pasa por tener la sangre de los elfos más puros porque mi familia es una mafia elitista! ¡Ja, já!
-¿Desde que éramos pequeños?
-¡Yup, desde el primer momento, badabám, toma Vínculo! Tuve una adolescencia muy incómoda.
Sigo analizándolo.
-Espera… pero entonces… -Caigo en algo- ¿¡Qué cojones!? ¿Entonces a qué viene lo de dejarme ir cuando la peliblanca? ¿Y cuando me dijiste en Eel que habías pensado dejarme en la Guardia?
-Eso… -Avergonzado, mira a un lado. Enfadado, me adelanto para agarrarle por los brazos, y él pega un respingo- Me haces un poco de daño…
-¿Y todas las veces que no he estado ahí para ti? ¿Cuando me iba y no aparecía en días? Cuando… ¡Joder, Draz! ¿¡Por qué no me lo has dicho antes!?
-No quería… -Se muerde el labio- No quería condicionarte. Si en algún momento querías irte de Latteria, no quería que te sintieras mal por mí…
Exasperado, me froto la cara con ambas manos. Él parece un poco aliviado de que le suelte. Aún le miro con enfado, pero… ¿Sabes qué? No merece la pena.
-Está bien… -Ahora vuelvo a rodearle para abrazarle, y casi puedo oír su sonrisa- Eres un elfo estúpido.
-Lo sé. Lo sé…
-¿Ningún otro secreto importante? -Me separo para mirarle a la cara. Él niega con la cabeza.
-¿Alguno por tu parte?
…
-No -Suspiro-. Tenías que habérmelo dicho, pero… -La implicación de lo que significa un Vínculo me golpea ahora por segunda vez- Me siento un poco… No sé cómo tomármelo.
-Bueno… Ahora sabes que es verdad que no puedo vivir sin ti -Sonríe con un poco de autoburla.
-En ese caso… -Le cojo la mano en la que tiene el anillo, y beso sus nudillos- No pienso volver a separarme de ti. Nunca en la vida.
-¿Nunca?
-Jamás.
-¿Ni en la pobreza, ni en la riqueza?
-Ni en la salud ni en la enfermedad.
-¿Hasta que la muerte nos separe?
-Hasta que la muerte nos separe.
Sonríe. Y yo también.
Los dos nos inclinamos para el beso, en un acuerdo mutuo.
Cuando nos distanciamos, nos miramos a los ojos un segundo. Draz se echa a reír con una risa suave y melodiosa, sus mejillas rojas; y yo sonrío con el sonido.
-Vérikas-seh, Alec.
-Vérikas-seh tob’he.-Fin del Capítulo S-
Interludio S
(Narra Merigold porque alguien no sabe narrar en primera persona del presente, sheesh…)
Kaira tardó unas pocas jornadas en llegar a Latteria.
Desde que abandonó a los chicos, tuvo que replantearse su plan varias veces. No había cumplido el contrato, pero… ¿por qué? No era la primera vez que le mandaban dar caza a algún ser faérico, y desde luego no hubiera sido la primera vez que mataba a alguien. No le gustaba matar, aunque muchos la tacharan de asesina despiadada, si había otra opción, intentaba evitarlo. Alec… el humano se llamaba Alec. Matarlo hubiera sido tan fácil. ¿Pero por qué no lo hizo? Algo en él… había algo en él que despertaba en Kaira una intensa sensación de ternura. El chico en sí no le producía casi ninguna emoción más allá de la indiferencia. Era un chico normal, hosco y de pocas palabras. No había nada en él que explicara la reacción de Kaira, nada que le diera sentido a por qué, dentro de ella, había una voz que le pedía, casi le suplicaba, que no le matara. Al principio se dijo a sí misma que era el Vínculo. No era la primera vez que lo sentía, aunque sí era la primera vez que le transmitieron emociones tristes. Cuando Sorhab y Sabrina estaban juntos, ella lo sentía constantemente. Una felicidad que la inundaba por encima de todo, como si estuviera plena. Sin embargo, ella no sintió el Vínculo hasta mucho después, cuando estuvo a punto de matar a Alec por segunda vez. La primera... Cada golpe, cada barrido de espada, hubiera sido tan fácil haberle rebanado un brazo o haberle ensartado en su espada de hierro. El chico era torpe, estaba desentrenado y sujetaba la alabarda como un subnormal, o eso le parecía a Kaira. Sin embargo, a pesar de que hubiera sido mucho más fácil haberle matado rápido, algo le impidió hacerlo. ¿Por qué se sentía así?
Esos pensamientos intrusivos molestaban sobremanera a Kaira Zaitsev. No es de extrañar, pues si le llaman Corazón de Piedra es por algo. No solía sentir pena por sus víctimas, nunca. Mucho menos dejar que se interpusieran entre ella y lo que tanto necesitaba. Aquello que los Aënwer le habían prometido si le entregaban a su hijo. ¿Se lo habrían dado si les hubiera traído al joven elfo muerto? ¿Le habrían dicho entonces dónde se escondía Altair? De nada le servía en ese momento comerse la cabeza. Había perdonado a los chicos, y había dado su palabra de que ella, Kaira Zaitsev, no les volvería a dar caza. Pero necesitaba saber dónde se encontraba Altair…
Ah… Altair… ¿Cuánto hacía que no se veían? Cinco años, quizá. Sí, desde que partieron en caminos separados después de que Kaira diera caza y acabara con el wendigo de las tierras del norte. Una parte de Kaira echaba de menos a Altair con una intensidad de la que ni ella misma creía que fuera posible. Añoraba sus bromas y sus piques, añoraba cómo encontraba siempre algo de qué quejarse, de sus palabras suaves y de su mirada inteligente. Añoraba cómo le acariciaba la cicatriz, aquella cicatriz que, hasta que le conoció, ella odiaba. Altair amaba el rostro de Kaira, a pesar de su ceño fruncido y de sus ojos amarillos, como de gato. Sobre todo, amaba su cicatriz. Decía que las imperfecciones siempre le habían gustado, y cualquiera que se tomara un minuto en conocer a Kaira, sabía que ella era toda imperfecta. Aquellos pensamientos le infundieron más voluntad para encontrarle. Debía renegociar con los Aënwer y conseguir esa información como fuera, a casi cualquier precio. Casi.
El punto de encuentro fue en la arboleda que había detrás de la gran mansión que había en casa de los Aënwer, lejos de las miradas indiscretas de los ciudadanos de Latteria. Kaira se imaginaba por qué una familia tan prominente como los Aënwer no querían dejarse ver en público en la compañía de una persona de tan baja calidad como ella. Muchos de sus clientes sólo accedían a reunirse con ellas a escondidas, y en privado, y parte de sus contratos solía involucrar que Kaira no podía mencionarle a nadie quién la había contratado. Los Aënwer fueron especialmente exigentes con esta petición. Ya se habían humillado lo suficiente teniendo que admitir el secuestro de su hijo, poniendo aquella recompensa en los carteles de búsqueda, pero tener que poner el asunto en manos de Kaira Zaitsev era todavía más deshonroso para su familia.
Kaira conocía a la deshonra, era una vieja amiga.
Escuchó ramitas y hojas resquebrajarse detrás de ella, pero no se dio la vuelta. Estaba sentada en un tocón con la espada de hierro desenfundada y afilándola con movimientos tranquilos y lentos con su piedra de afilar. A pesar de que la hoja cortaba de sólo mirarla, Kaira seguía impertérrita con su tarea, como si nada fuera más importante que eso. Todo era pura performance. Kaira era muy tranquila, muy serena, y sabía que ese aura de indiferencia solía irritar a los demás, y en aquella ocasión, necesitaba tanta ventaja dialéctica como le fuera posible. Dos figuras se alzaban ahora delante de ella. Dos altos elfos, vestidos con sedas delicadas y preciosas a juego, ambas de color verde. Los Aënwer. Kaira vio en sus ojos lo que la última vez que se reunió con ellos: desdén, asco e incomodidad. «Mejor», pensó ella «cuanto más irritados, más propensos a cometer un error».
-¿Y bien? -Dijo él.
Kaira no respondió, sino que siguió mirándole fijamente. Observó la irritación claramente en el rostro de Margum Aënwer, como si se estuviera decidiendo a llamar a los guardias para que la cargaran de cadenas y la llevaran a la sala de tortura. Kaira no pestañeó y respondió a la irritación con indiferencia.
-¿Dónde está? -Kaira arqueó la cabeza, como si no entendiera- ¡Nuestro hijo! ¿Dónde está?- El tono de voz del elfo empezaba a volverse más agudo a medida que la impaciencia se iba apoderando de él.
«Está demasiado acostumbrado a dar órdenes» pensó «demasiado acostumbrado a que su mierda valga oro. A mí me da igual tu mierda, elfo pretencioso, no me vas a intimidar poniendo cara de enfado».
-Claramente -Kaira dijo, haciendo una pausa dramática- no está aquí.
-¡Ya lo veo! -Replicó él- De ahí la pregunta: ¿dónde está?
-Espero que a varias leguas de Latteria. Cuando le dejé ir no me fijé adónde se dirigía. No tuve el aplomo de preguntar -Kaira dejó caer sus palabras casi como si se refiriera a algo irrelevante, como el tiempo que había hecho aquella mañana-. Sabe, no tengo por costumbre inmiscuirme en los asuntos de los demás.
-¡Pero qué…! -Empezó a farfullar él.
-¿Quieres decir que le viste y le dejaste ir? -Se adelantó ella, Eeleanor, antes de que su marido entrase en cólera.
-Así es.
-¿Y se puede saber por qué?
-Porque sí.
-¿Perdona?
-Porque las condiciones del contrato cambiaron cuando ustedes me mintieron -Replicó, a la vez que se levantaba.
Kaira era alta. No sólo eso, sino que su presencia imponía. Imponía mucho, y desde luego imponía más que la de dos señores elfos, por mucho que aquello pudiera herir su orgullo. Les había desarmado con su porte y con su semblante, que ya no mostraba indiferencia, sino ira. La ira de Kaira no era como la de Margum. El elfo se enfadaba y parecía más bien un niño idiota al que le habían robado su juguete favorito. No, la ira de Kaira era una fría y calculadora. Era de aquellas que hielan la sangre, que ponen los pelos de punta. Kaira era capaz de irradiar su ira como nadie, a pesar de que la llamaran Corazón de Piedra. Y aquella vez, Kaira estaba iracunda.
-Ustedes me dijeron que un criminal había raptado a su hijo y se lo había llevado.
-Y no mentimos -Replicó Margum en un tono de enfado infantiloide. Se le veía visiblemente molesto, a diferencia de su mujer, que tenía en su rostro dibujado el miedo.
-Olvidaron mencionar que su hijo está con él voluntariamente. Que le ama -Respondió Kaira, de nuevo, dando una pausa excesivamente dramática-. Olvidaron mencionar que su hijo está vinculado con su “captor”.
-¿QUÉ?
Kaira se permitió disfrutar del momento. Se permitió saborear sus caras de sorpresa y asco, de las náuseas que le dieron a Eeleanor, de la cara roja de ira y de vergüenza de Margum, antes de continuar hablando:
-Cuando lo sentí, cuando sentí la pena y la desgracia de su hijo al pensar que nunca volvería a ver al humano, no pude resistirme. Decidí liberarlos. Pero ustedes ya sabían que algo así podría pasar, cómo no podían saberlo. Y deliberadamente decidieron ocultarme esa información -Dijo, volviendo a adoptar su tono de ira-. He perdido unas valiosas semanas con este contrato, buscando a un hijo raptado por un delincuente, pensando que ustedes eran unos padres preocupados por su hijo, para encontrarme a dos jóvenes enamorados y vinculados. Semanas que podría haber dedicado a la búsqueda de dos seres queridos que sé que se encuentran en peligro -Kaira paró de hablar en seco y bufó exasperada, como si explicarles aquello fuera una tremenda molestia-. Ahora díganme lo que quiero saber.
-Vinculado… con ese… -Eeleanor seguía en shock por la noticia. Con una mano en el pecho, pálida, tuvo que ir a sentarse a alguna piedra, incrédula ante la información que parecía ser novedad. Aquellos idiotas ni siquiera tenían idea de qué era lo que sentía su hijo.
-El contrato… -Farfulló Margum, no tan trastocado como su mujer pero también algo afectado por la noticia. No lo suficiente como para no volver a sus negocios- Acordamos que te diríamos lo que quieres saber si nos traías a nuestro hijo sano y salvo.
-Vuestro hijo está sano y salvo -Respondió Kaira con tranquilidad.
-Pero no está aquí.
-Eso ya lo sé, yo lo he procurado.
-Ergo, no has cumplido con tu contrato.
-Las condiciones del contrato han cambiado -Kaira hizo un sutilísimo movimiento. Hasta entonces había agarrado la espada con la mano izquierda como si fuera un palo, pero ahora acariciaba el pomo con ternura, con cuidado. Fue un movimiento que a ninguno de los Aënwer les pasó desapercibidos-. Draezel está a salvo. Y lo que es mejor, está completamente fuera de su alcance. Déjenme que les diga algo: no van a contratar a ningún mercenario más para que vayan en su búsqueda, por dos motivos. Primero, porque todos los mercenarios de que ustedes disponen me conocen, y me temen más a mí que a ustedes, eso se lo aseguro. Ninguno querrá hacer negocios con los Aënwer de Latteria a partir de ahora. Segundo, porque cuando termine lo que he venido a hacer, cuando encuentre a las personas cuyo paradero ustedes han intentado venderme a cambio de la vida de su hijo (y, créanme, las encontraré) quizá me deje caer por alguno de los lugares en los que no se les tiene demasiado aprecio a los señores Aënwer y aceptaré un contrato para cazar a dos elfos. Un varón y una mujer.
-¿Nos está amenazando? -Inquirió Margum.
-Evidentemente. Alec y Draezel quedan ahora bajo mi protección.
-¡Pero qué…! -Las palabras se le atragantaban en la garganta- ¡Pero qué osadía!
-Díganme -Dijo, acariciando de nuevo su espada mientras la elevaba y la ponía a la altura del cuello del elfo- ¿dónde se esconde Altair? ¿qué saben de la hechicera Sabrina y de Sorhab?
La voz de Kaira no daba opción a negarse. Sus pupilas se habían reducido a apenas una rendija, y sus ojos amarillos irradiaban odio, impaciencia y desesperación. Kaira Zaitsev siempre obtenía lo que quería.
Si quieres saber más sobre Kaira, su creador Merigold o sobre los orígenes de Alec y Draezel, ¡lee el comentario post-capítulo en este post!
DISCLAIMER - Un mensaje importante
Cualquier cosa que diga Alessa a lo largo de este capítulo no debe ser tomado como consejo profesional de un psicólogo. Los métodos de Alessa, sus tratamientos y todas las palabras están condicionados por tres factores: Mis propios conocimientos, lo que pueda buscar en Google en cinco minutos y la conveniencia de la trama. Por lo tanto, todo lo que diga está encuadrado en un marco de fantasía y ha de tratarse como tal.
Por favor, si tienes algún problema que requiera de consulta psicológica o si te identificas con alguno de los problemas de los protagonistas de esta historia, consulta a un profesional: sabrá ayudarte y aconsejarte mucho mejor que un tonto de internet. Autodiagnosticarse y/o buscar soluciones "fáciles" a los problemas en ocasiones puede causar más daño que lo que puede arreglar. Pedir ayuda es el primer paso, que es siempre el más difícil. Y, si no la consigues de primeras, no te rindas. En algún lugar de este mundo hay alguien dispuesto a ayudarte.
Parte 1
(Narra Nevra)
-Gracias por atenderme -Digo eso mientras tomo asiento de la forma menos incómoda posible en una de las estrechas butacas de la biblioteca.
-Gracias a ti por venir -Responde él, con una sonrisa sincera-. No todo el mundo ha estado tan abierto a hablar conmigo, así que se aprecia el entusiasmo.
Intento responder a la sonrisa, aunque me cuesta un poco. El gesto últimamente se me atraganta demasiado.
-Así que -Tras abrir el ligeramente impresionante cuaderno que tiene en las manos, centra su atención en mí-. Cuéntame cómo va todo.
-Bueno, hace poco he roto con mi novio y está siendo una de las peores semanas de mi vida.
-Ese no era el tema del que esperaba que fuéramos a hablar, pero de acuerdo.
Ya. Se supone que todo esto de la atención psicológica está hecho para… Problemas mayores y traumas ocasionadas por la actividad de la Guardia, creo. Quizá hablar de mi mal de amores sea un poco estúpido ahora mismo.
-Perdón, sé que en comparación es una tontería… -Me muevo un poco en mi sitio- Podemos hablar de cualquier otra cosa. Supongo que tengo que hablar de Naytili contigo.
-Para nada -Su sonrisa se endulza, comprensiva-. Para empezar, no “tienes” que hablar de nada si no quieres, nadie te obliga. Llegaremos a Naytili en su momento, pero eso puede esperar. Si lo que quieres es hablar de tu ruptura, hagamos eso. Nunca es fácil terminar una relación, especialmente si es una tan cercana, y si te está haciendo daño entonces no es ninguna tontería. De hecho, es bueno que hables de ello. Así que adelante.
Este tío es súper guay.
He hablado creo que dos o tres veces con él, pero creo que Alessa es una de las personas más guays que he conocido. No sé cómo explicarlo del todo, pero es… No sé, el aura que desprende es esa. La de una persona guay. La principal causa es por supuesto su carácter simpático y agradable, pero quizá también ayuda el cómo se viste. Las gafas de sol ayudan bastante, diría yo… Aunque ya me he enterado por terceras fuentes (Simonn y Karenn) de la causa que hay tras ellas. Eso me hace empatizar un poco con él… Aunque por lo que tengo entendido, de hecho él es capaz de ver mucho mejor que yo y que nadie en esta Guardia. Suerte para él.
Pero es una persona, como ya he dicho, bastante guay. E interesante, tengo la sensación de que hablar con él tiene que ser fascinante. Me recuerda un poco a Leiftan… Con él siempre se puede hablar y siempre es capaz de animar a la gente y dar buenos consejos. Pero Leift es…. Cómo decirlo. Muy, muy suave. Leift es como una taza de chocolate caliente, dulce y reconfortante; pero Alessa es más como un refresco gaseoso, refrescante y potente… Hmmm no sé si esa analogía es muy rara. Bueno, a los dos me los bebería de un trago.
-Bueno… No sé si habrás escuchado la historia ya -Empiezo a hablar tímidamente.
-Mientras que mi decoro me pide decir que no, mi profesionalismo me obliga a decirte que es la historia más popular de la Guardia en estos momentos y es prácticamente imposible evitarla -Ya, ya. Le han roto el corazón a Nevra, el mojabragas de la Guardia, todo el mundo quiere cuchichear sobre eso. No puedo dar tres pasos en el pasillo sin que alguna chica se me acerque para decirme lo mucho que lo siente y que está ahí para ofrecerme consuelo si lo necesito-. Dicho eso, he escuchado bastantes versiones distintas de la historia, pero me gustaría oír tu perspectiva.
-Pues -Tomo aire-. Hice… Hice algo bastante malo en Memoria, aunque fuera por accidente, y… Herí a Hiiro. Y él dijo que… Necesitaba un tiempo para sí mismo… Lo cual entiendo -Después de mucho triturarlo para mí y después de sacar mi ego de la ecuación, que me ha costado, he acabado por entender que, sí, es comprensible que Hiiro quiera su tiempo después de… todo lo sucedido. Aunque eso no hace que sea más fácil aceptarlo-. Y, bueno, yo… Tengo que estar lejos de él para que pueda mejorar, supongo.
-Ahá -Sin apartar la mirada de mí, supongo que porque para él no tiene relevancia, anota algo en el cuaderno. Eso la verdad es que me pone un poco nervioso, como si hubiera hecho algo mal. Traumas del colegio y las infinitas notas en la agenda que llevé a casa, supongo, y las infinitas broncas que venían con ellas-. No siempre es fácil ver el otro lado en estas situaciones.
-Bueno, fácil desde luego no ha sido -Tuerzo la boca-. Al principio me comporté como un idiota, la verdad. No podía entenderlo del todo. No comprendía por qué… Por qué necesitaba mantenerme alejado. Aún me cuesta un poco asimilarlo, porque… Pienso… P-pienso que puedo ayudarle a mejorar las cosas. Y que me deje fuera de su vida… Ya no sólo en el tema de ser su novio, sino que me aparte por completo… Me… Me hace sentir como que lo que hemos tenido nunca ha sido real. Como que de repente ya no me necesita y he dejado de existir para él. Y al principio eso me enfadó bastante porque, qué demonios, llevo a su lado desde el primer minuto que pisó Eldarya, pero… -Tomo aire. No sé si estoy hablando de más o qué, él no me interrumpe, simplemente asiente de cuando en cuando- Ahora no… No estoy enfadado. Simplemente estoy… Triste. Mucho.
-Eso es comprensible -Vuelve a asentir al decir eso-. Por lo que entiendo, teníais una relación muy estrecha -Sí… la teníamos…-. Si me permites… -Hace una pausa, como esperando que le dé… permiso, pero no sé para qué, así que simplemente me encojo de hombros- Todo el mundo tiene distintas maneras de curarse. En el caso de Hiiro, y por lo que tengo entendido, su manera es… Estar a solas, y buscar en sí mismo la forma de cerrar las heridas. Eso no significa que no te tenga aprecio.
-Lo sé, lo sé… -Me paso una mano por la cara- Pero… Pero aunque él quiera estar solo, ¿es eso lo mejor para él? Me… Me preocupa que no pueda “curarse” por su cuenta. Cuando hace eso de quedarse solo, se… Se aísla, y no sé qué tipo de progreso es ese. Especialmente cuando lo que hace es encerrarse en su habitación y no comer durante tres días seguidos.
-Eso es… Preocupante -Coincidimos-. Pero puedes estar seguro de que eso no va a pasar. Eweleïn está cuidando de él.
-Sí… Sé que no está solo, y que también hay… Más gente cuidando de él -Suspiro-. Simonn, Valkyon, el muñeco de nieve…
-¿Muñeco de nieve? -Tuerce la cabeza con eso.
-El criónido este que trabaja en la enfermería… -Cómo se llama… Maldita sea, me había aprendido su nombre pero se me ha vuelto a olvidar- Eeeeh… Giuliano o algo así, creo.
-¿Gè… Gèrard?
-Hmmm, no; eso no era... -¿Guillermo? ¿Giusseppe?- Bueno, lo que sea. Se van turnando para que no pueda acercarme a la enfermería. Lo cual no hace que me sienta mejor, por cierto, porque me hacen sentirme como si estuviera llevando la peste -Te cuelas en la enfermería UNA VEZ y ya te tratan como un criminal, vaya.
-Ese no es un tratamiento muy positivo… Hablaré de ello con Eweleïn, si te tranquiliza -Vaya, gracias. Al fin alguien que se pone de mi lado-. Y también hablaré con Hiiro, cuando llegue su momento. Es cierto que no parecía demasiado… receptivo cuando le conocí -Ya, cuando yo le conocí “receptivo” era el último adjetivo con el que le hubiera descrito-, pero me temo que va a tener que pasar por mi consulta… biblioteca… en algún momento -Ya, le podían haber dado aunque sea una de las habitaciones sin colchón de las que no usamos. Pobre tipo-. Aunque sea más fácil decirlo que hacerlo, no debes preocuparte por él… Tiene gente para apoyarle y te puedo asegurar que todos haremos lo imposible para ayudarle. Y cuando él se encuentre mejor… Estoy seguro de que acudirá a ti de nuevo. Aunque vuestra relación ahora esté así de dañada, no dudo de que entre los dos podáis volver a construir algo bonito una vez las heridas cierren… Sea una relación romántica o una puramente amistosa.
-Hm -Simplemente digo eso-. La verdad es que no… No tengo muy claro cómo va a ir eso. Ahora mismo sólo quiero que todo vuelva a como estaba antes…
-Pero eso no puede ser así, Nevra -Lo sé… Lo sé. No se puede retroceder en el tiempo-. Y… al igual que Hiiro tiene que trabajar y curarse, tú también tienes que hacerlo.
-¿Yo? -No puedo evitar la sorpresa- Ah, ¿ya vamos a hablar de Naytili?
-No, hoy no vamos a hablar sobre ella -Niega con la cabeza-. Dime, Nevra… ¿Es la primera vez que rompen contigo?
-¿Eh? -Esa es una pregunta rara, hmmmm- No, he tenido más parejas antes -Me lo pienso durante un segundo-. Aunque, en realidad, ahora que lo pienso sí es la primera vez que rompen conmigo, y no al revés -Y las otras veces supongo que ha sido más… Crudo. Mi primera novia y yo terminamos por aburrirnos el uno del otro, con un tipo tuve una discusión tremenda porque “nO DEjas De hACerlE oJiTOs a ToDas las CHicAs”, con otra rompí porque nos enteramos de que en un giro raro de mi muy extenso árbol genealógico resulta que éramos primos, y así y así…-. Me han dado calabazas varias veces, eso sí, pero no sé si cuenta… Y… siempre lo he llevado mejor, supongo. Con Hiiro es… Distinto.
-Pedí que me hicieran un informe de vuestra historia para poder trabajar con vosotros… -Le veo consultar una hoja que tiene al final de su cuaderno- En el tuyo decía que siempre has sido… Bastante popular entre las féminas de la Guardia.
-Y los varones -No excluyamos, hay Nevra para todo el mundo-. Aunque sí, supongo que siempre he tenido más popularidad entre las chicas. Sin intención de fardar.
-Ya… -Parece que le da más bien igual- El caso es… Entiendo que has pasado por otras épocas de soltería, pero… Siempre has tenido compañía, ¿cierto?
-Supongo que sí -De una forma u otra-. No me gusta… No me gusta estar solo.
-¿Puedes hablar un poco más sobre eso?
-¿Sobre estar solo? -Más preguntas raras…- No sé, es… A nadie le gusta estar solo, ¿no? -Él asiente, sin decir nada, por lo que entiendo que quiere que siga hablando- Simplemente me… No sé, me incomoda. Me gusta estar rodeado de gente, tener alguien con el que hablar o con el que reírme. En casa… Transvilsalia, me refiero, de dónde vengo; allí siempre he tenido mi grupo de amigos, pero al venir de la Guardia pasó un tiempo hasta que conseguí adaptarme… Lo único que tuve durante meses fue a Ezarel y a un niño de doce años, y no sé si has hablado mucho con Ezarel, pero si lo has hecho sabrás que con los desconocidos tiene una personalidad encantadora…
-No puedo emitir juicios valorativos personales estando en consulta -Dice la frase con una sonrisa completamente fingida. Sí, creo que ya ha hablado con Ezarel.
-El caso es… No tenía mucha gente, pero las chicas sí eran bastante… Receptivas, y con el tiempo acabé por tener la reputación que tengo ahora… Lo cual no es necesariamente malo, porque siempre la he disfrutado y es un buen método para beber sangre, pero… -Tuerzo un poco la cara- Supongo que… Sí que dolía un poco que ninguno de esos encuentros significase nada. Llegaba una chica, ligaba con ella, nos acostábamos, y al día siguiente cuando ella ya tenía su medalla puesta se iba y no volvía a saber de ella -La verdad es que nunca le he dedicado mucho tiempo a examinar el sentimiento de objetificación que venía en paquete con eso, huh-. Y por eso en la Guardia no he tenido nunca una relación a largo plazo… Hasta Hiiro.
-¿Y cómo te sientes ahora al respecto?
-Ahora…
…
Ahora… Ahora… Ahora, sin Hiiro, me siento… Me siento…
-Solo.
No hay… No hay otra palabra para describirlo.
-Desde que… Desde que rompió conmigo, me he sentido solo -Estudio cómo decir mis palabras, intentando ser lo más sincero posible… Aunque me avergüence un poco tener que hablar de esto en voz alta-. Sin importar qué. Y he intentado rodearme de gente para intentar evitarlo… Y sé que, bueno, Ezarel y Valkyon se esfuerzan para no dejarme solo, y Karenn pasa ahora mucho más tiempo conmigo que de costumbre… A veces también se nos une Chrome. Y el resto de la gente también: Miiko viene a preguntarme que cómo estoy de cuando en cuando, Leiftan me invita a dar paseos muy largos por el CG, Simonn me da conversación cada vez que tiene un segundo de tiempo libre, Erika viene a reclutarme como pinche de cocina y hasta juraría que Karuto está más amable que de costumbre, porque no se enfadó cuando le llené media cocina de harina sin querer -¿Por qué es que siempre que tengo harina en las manos me entran ganas de estornudar?-. Y, bueno, la retahíla de personas que han venido a decirme que me anime, que lo superaré y que están ahí si necesito… Compañía. De nuevo, sin fardar.
-Ya, ya -Tampoco parece impresionado esta vez.
-Estoy… Rodeado de gente. Gente que me quiere y me aprecia -Aunque algunas personas lo hagan sólo porque mi increíble atractivo y mis habilidades en la cama-. Y, sin embargo, no puedo evitar sentirme… Solo.
-Hmmhá -Vuelve a anotar algo en su cuaderno-. Quizá… Quizá este sea un buen momento para trabajar en este sentimiento.
-¿Cómo?
-Es posible que Hiiro no sea el único que necesita trabajar en sí mismo. Esta puede ser una oportunidad para ti -Eeeeh… ¿eeeeeh?-. ¿Por qué te sientes solo?
-Porque estoy… -Me lo pienso- Porque… ¿porque soy incapaz de sentir una conexión emocional con mis ligues de una noche y estoy irremediablemente subyugado a la dependencia emocional de la valoración de la gente, manifestando eso en una infinita lista de amantes que me proporcionan un placer únicamente ocasional pero adictivo, todo ello apoyado por mi preocupantemente alta libido?
-Eh- -Es difícil de decir por las gafas, pero parece un poco confundido- Eso es-eh, n- Hm. Eso son muchas palabras -¿No se supone que tú eres el psicólogo?-. ¿Piensas eso de verdad o lo has dicho de forma sarcástica?
-No estoy seguro… -Tomo aire- Lo que sea que tiene Ezarel es contagioso.
-Sea como sea… -Consigue recomponerse- Pienso que… Aunque indudablemente Hiiro vaya a seguir siendo muy importante para ti, también deberías trabajar un poco en ti mismo y en este sentimiento de soledad. Pensar en cómo sanarlo. Seguir adelante no es tarea fácil y, por supuesto, tienes que guardar los recuerdos bonitos… Pero no tengas miedo de estar por tu cuenta. No descuides tu propia vida. Es importante cuidar de uno mismo también.
-Huh -Eso me deja un poco descolocado, lo admito-. Creo que Hiiro dijo algo así también. Que tenía que “conectar conmigo mismo”.
-Ahí lo tienes -Él sonríe un poco-. Él también se preocupa por ti… Posiblemente haya visto lo mismo que estoy viendo yo. Es el momento para combatir esta soledad, Nevra. Llegar hasta la raíz del asunto, entenderla y, poco a poco y con tiempo, lograr cortarla y sanar las heridas. Por supuesto, yo voy a estar aquí para ayudar a todo lo que me sea posible, y el resto de tus amigos en la Guardia también lo están, estoy seguro.
-Hmmm… -No sé si… llego a entenderlo del todo- Así que tengo que… Solucionar la soledad.
-No es tan sencillo como eso. Simplemente intenta… Tomar un tiempo de introspección, para empezar. Piensa en lo que de verdad necesitas.
A Hiiro.
… Pero imagino que esa no es la respuesta que se supone que tengo que dar.
-Bueno… -Le veo hacer un gesto un poco nervioso- Me encantaría poder seguir hablando contigo, pero Ykhar me ha dicho que tengo que dejarle la biblioteca libre para la reunión semanal de los… Amantes de la lectura, o algo así.
-No sabía que esa cosa existía -Frunzo el ceño.
-Puedes quedarte si despierta tu interés. Quizá sea un nuevo hobbie por descubrir -No… Nunca me ha gustado demasiado leer, la verdad, y además se me cansa la vista rápido-. Creo que ha sido una primera buena sesión, de todas maneras. Intenta reflexionar sobre lo que hemos dicho para la próxima vez, ¿de acuerdo?
-¿Tengo deberes? -Casi me dan ganas de reírme. Casi.
-No es tanto como deberes -A él también se le escapa una sonrisa-. Es una recomendación, y no deberías forzarte a hacer nada si no te sientes preparado para ello. Y si en cualquier momento necesitas lo que sea, puedes venir a buscarme siempre que no esté atendiendo a otra persona… O que no haya reunión de los amantes de la lectura.
-De acuerdo -Me pongo en pie y él hace lo mismo-. Gracias por todo, Alessa… ¿Aceptas diminutivos? ¿Less?
-Alessa es un diminutivo, de hecho -Él se pone en pie también-. Siéntete libre de acortarlo si quieres, pero me gusta bastante mi nombre.
-Alessa entonces -Aunque sea nombre de chica, pero mejor me callo porque Nevra también es algo bastante andrógino-. Nos vemos… cuando sea la próxima.
-Por supuesto. Intentaré buscarte cuando sea que pueda darte una fecha… No sé si estás al día, pero de hecho eres el primero con el que hablo, así que aún tengo bastantes reuniones pendientes.
-Por lo que tengo entendido, el resto de mis compañeros son más… escurridizos -O tienen sus emociones un poco más recluidas. Juraría que he sido el único que de hecho ha pedido consulta, porque si alguien puede ayudarme a deshacerme de la bola de emociones negativas que tengo dentro ahora mismo, bienvenido sea-. Buena suerte con ello. Si en algún momento tú necesitas lo que sea también, puedes buscarme.
-Lo tendré en cuenta.
Con eso nos despedimos y salimos de la biblioteca. Fuera está esperando Ykhar con su cara de nerviosismo permanente, y en seguida se escurre dentro para empezar a organizar su club de lectura o lo que sea.
Alessa se va por su cuenta… A hacer vete a saber qué, y yo me quedo…
Solo.
…
Hm.
Soledad… Es cierto que nunca he sabido muy bien cómo lidiar con ella. No me gusta la sensación. Y no quiero sentirla, si es posible. ¿Se supone que tengo que trabajar con ella? No sé yo…
Le lanzo una mirada de reojo a la puerta de la enfermería.
…
No tengo por qué empezar ahora mismo, ¿no?
No. No tiene por qué ser ahora. Puedo ir a buscar a Ezarel y decirle que el chico nuevo no muerde y hablar con él no va a matarle, o puedo ir a la cantina a por el segundo desayuno y ver si hay alguien por ahí, o simplemente dar un paseo con Sahïtan o-
-¡Nevra!
-¡Agh! -No puedo evitar un grito cuando de repente Simonn se materializa delante de mi cara- No me des esos sustos.
-Ah, eh, disculpa -Huy qué raro está-. Tengo que pedirte un favor bastante importante.
¿Un favor? Eso es… Raro, viniendo de él; normalmente es él al que la gente le pide todos los favores. Yo le debo bastantes, y especialmente ahora que es el que me está contando todos los detalles sobre el tratamiento de Hiiro y su recuperación.
-Por supuesto, dime…
-Veráaaaaas…---
(Narra Simonn)
Hiiro me ha enseñado hace poco lo que son los "haikus". Ahora que se pasa la vida tumbado en una cama ha tenido que buscar nuevas formas para entretenerse, y aparentemente la poesía ha sido una de ellas, aunque no se le dé bien del todo. A mí tampoco, para qué mentirnos, pero también lo intento. Allá va uno:
No hay nada mejor
que los gritos de Miiko.
…
…
…
Nieva sobre el Monte Fuji.
Clavado.
Aparezco en la sala del Cristal después de ser invocado por la majestuosa voz de mi kitsune favorita, tan melodiosa y dulce cuando canta mi nombre...
-¡̷̯̉̌¡̶̰͉̑͌S̷̘͒̚I̵̺̖̾́M̷̗̒Ȍ̴̧̺O̸͎̹̓̅O̶̼͉͆͐Ó̸̥̟̌Ö̴̡̑Ọ̷͙͊̑O̵̞̦̎͝O̸̡̭͘͝O̴̻̫͒Ở̵̲̠Ȍ̴̠̙Ȍ̸̪O̵̲̒͜͝O̸͇͔͐Ö̸̬́͠N̸̹̮̎̓!̷̣̽̒!̴̨̫͝
Exactamente de esa manera.
-Que sí, que sí, que ya estoy aquí -Tomo forma material para ver si así deja de gritar-. ¿Qué pasa ahora? ¿Más problemas de presupuesto? Ahora que has contratado a un psicólogo podrías buscar también a un contable.
-Muy gracioso -No, a mí no me hace gracia, Miiko, que yo no he ido nunca al cole y la ciencia infusa de comesueños tiene sus límites-. No, no es nada de eso. Verás, estaba revisando con Ykhar algunos papeles de la Guardia y me he dado cuenta de algo bastante curioso.
-Tú me dirás -Miiko, sé que te aburres pero yo también tengo una vida más allá de ser tu esclavo...
-Hay una cierta cláusula de la Guardia que dice que si un miembro de la misma no completa una misión en el espacio de un año, se le tiene que revocar el contrato y despedirle -¿Y me estás contando esto porque…?-. ¿Cuántas misiones has hecho, Simonn?
-¿En serio? -Le lanzo mi peor mirada. Ella se encoge de hombros- Déjame hacer cuentas… -Finjo pensármelo- Está la misión en la torre de El Titiritero que casi me mata, la de Latteria, Lund'Mulhingar; y las miles y miles de horas que he dedicado a hacerte de secretario -Sin recibir el sueldo apropiado por ello, por cierto, ¿dónde está el sindicato de Eel?
-Desgraciadamente, esas horas no cuentan -Voy a fundar yo el sindicato. Seguro que Eweleïn me ayuda si me pongo a ello, y Ezarel también sólo por fastidiar-. Y esas "misiones"... Verás, resulta que no cuentan como misiones ordinarias, son operaciones conjuntas, que es otra categoría distinta, y además el titular de la misión es "La Guardia de Eel", en conjunto… Técnicamente, no hay ninguna misión que tenga tu nombre puesto, salvo en la que eras el objetivo a eliminar -Ah, buenos tiempos; buenos tiempos-. Así que me temo que si esto sigue aquí voy a tener que despedirte en dos meses.
-Vas en serio -Ella asiente, aunque lo hace con una sonrisa. Parece que la situación le divierte, bien por ella. Yo simplemente hago un sonido exasperado-. Me dejo la piel por esta Guardia y esta es toda mi recompensa. En fin… Dame una misión de… Lo que sea. ¿De recolección? -Ezarel siempre necesita plantitas para sus pociones y el bosque está ahí al lado. No debería tardar mucho.
-Oh, no es tan fácil. Verás, tengo una misión seleccionada especialmente para ti -Oooh, no… No me gusta cómo suena eso. Aún muy sonriente, sacude delante de mi cara un papel que tenía en la mano-. Hace unos días nos llegó una petición de un alcalde muy preocupado diciendo que su pueblo había sido invadido por un… ¡Oh! -Pongo los ojos en blanco con la exclamación dramática- Por un súcubo. Como el que tú dejaste escapar de la Guardia.
-Llevas meses y meses esperando para echarme eso en cara, ¿verdad? -Simplemente acepto mi destino. No me arrepiento de haber liberado a Akire… Ella también se merecía una vida.
-Noooo, no; por supuesto que no… -Ella finge inocencia- Pero sólo para que tengas toda la información, según el alcalde, la súcubo se hace llamar a sí misma… A ver si lo digo bien, espera -Carraspea por puro dramatismo-. "La Gran Akire".
Simplemente estampo una mano contra mi cara, sin añadir nada más. ¿Pero qué está haciendo esa idiota…? Pensé que había conseguido llegar hasta ella y explicarle por qué está mal robar a otras personas de su voluntad para armarse el harem definitivo, pero supongo que no llegó a entenderlo.
La verdad es que hasta me siento un poco traicionado por ello, y que Miiko me lo restriegue en la cara con una sonrisa tampoco ayuda. Si la dejé libre fue para que empezase una vida honrada, no para que volviera a cometer los mismos errores.
-Creo que ya sabes a dónde quiero ir con todo esto -Sí, sí… Soy tonto, pero no tanto-. Haz la maleta o lo que sea que los comesueños hagáis con el equipaje, te quiero fuera de Eel antes de la hora de comer.
-¿Puedo al menos llevarme un compañero de misión? -Protesto. Ir solo a las misiones es aburrido, y creo que voy a necesitar a alguien si por algún motivo hay que… Ponerse bruto con ella- Hasta donde yo sé, es costumbre que los novatos se lleven uno a su primera misión.
-Oh, pero tú no eres un novato, tú eres un niño grande ya.
-De hecho, ni siquiera llego al año de edad -Aunque ya me queda poco para cumplirlo… Guau… Un año… ¿Me pregunto si me harán una fiesta de cumpleaños? ¿Con tarta? Jo, ahora me hace ilusión.
-Y sin embargo, para los estándares de comesueños, eres todo un abuelete -Pongo los ojos en blanco con su razonamiento-. Seré piadosa. Adelante, te doy permiso para llevarte a alguien ¿Quién quieres?
Me lo pienso bien. Mi primera elección es obvia: un tipo que me cae muy bien y que sé que es inmune a los encantos de Akire… Desgraciadamente, esa persona en concreto está cesada de todas las actividades de la Guardia, así que va a estar difícil. Así que si él no está disponible, tal vez debería coger a… Hmmm… ¿Quién…? Hmmm…
…
-Nevra -Una vez me decido, digo el nombre en voz alta. Miiko parece un poco sorprendida, y me arquea una ceja.
-¿Nevra? ¿En serio me estás pidiendo uno de los Líderes de Guardia, con la que está cayendo? -Oh, no seas egoísta, tienes otros dos más- Además… No sé si es el momento indicado, Simonn. Sabes que está pasando por un… momento duro.
Ya. Es dolorosamente obvio que la ruptura con Hiiro le ha dejado destrozado. Se le ve en la cara, aunque intente ocultarlo, y el hecho de que me pregunte por el chico cada vez que nos crucemos también da alguna pista. Le he visto comerse una cantidad de puertas increíble por andar atontado estos días.
-Precisamente -Yo intento justificar mi respuesta-. Pienso que un cambio de aires le vendría bien. Salir de Eel, alejarse de Hiiro, distraerse con otra cosa… A lo mejor le ayuda.
-Hmmm… -Se lo piensa- Bueno, quizá… Pregúntale a él primero para ver si está de acuerdo. Creo que tenía cita con Alessa hoy, no sé si habrán terminado ya.
Me deshago en polvo y salgo de la sala para buscar al vampiro nada más ella termina la frase. Alessa… Eso significa que deben de estar en la biblioteca, así que es cuestión de esperar fuera.
La verdad es que el tipo nuevo no… No termina de caerme bien. No consigo entenderle del todo. Hay algo que me da mala espina, pero no sé exactamente qué es lo que es. Me siento un poco estúpido, porque todo el mundo parece que le adora, y es verdad que está siendo bastante simpático en general, pero… No sé. A lo mejor es porque apareció de la forma más oportuna posible después de que pusiéramos el anuncio de que la Guardia buscaba un psicólogo, o a lo mejor es porque las gafas de sol me hacen desconfiar, o a lo mejor es el hecho de que se haya colocado un atrapasueños en la puerta de su habitación y no me deje comerme sus sueños. Dice que es para proteger la intimidad de sus pacientes, lo cual tiene su lógica, pero… Sus “pacientes” me dejan comerme sus sueños perfectamente y no voy por ahí contando los secretos de nadie… Por lo general.
Como sea, hay algo en él que no termina de gustarme. Hnm.
Al salir a la sala de las puertas veo a Nevra bajando las escaleras de la primera planta, así que deduzco que ya habrán terminado su sesión. Sin pensármelo demasiado me acerco a él.
-¡Nevra! -Él pega un brinco en el sitio cuando le llamo. Huy.
-¡Agh! No me des esos sustos -Voy a tener que buscarme un sistema para avisarle a la gente de cuando voy a aparecer, porque un día de estos tengo la sensación de que voy a infartar a alguien...
-Ah, eh, disculpa -Intento cambiar rápidamente al tema que me interesa-. Tengo que pedirte un favor bastante importante.
-Por supuesto, dime… -Se toma un segundo antes de responder, parece que un poco sorprendido.
-Veráaaaaas… -A ver cómo lo pongo en palabras…- ¿Te acuerdas de mi prima Akire?
-Por supuesto, cómo olvidarla -Se atusa el pelo al decir eso. Ya… Buenos tiempos aquellos, yo también tengo unas memorias extraordinarias.
-Resulta que ahora le ha dado por atacar un pueblo y Miiko me ha pedido que vaya a pararle los pies -Pone cara de interés-. Es… más o menos responsabilidad mía, así que me siento culpable. El caso es que tengo que ir, pero me ha dicho que me puedo llevar a un compañero de misión y, bueno, me preguntaba si querrías venir.
-¿Yo? -De nuevo parece sorprendido- Eeeh… No sé si es un buen momento para… -Frunce el ceño- Alejarme.
-No está muy lejos, serán un par de días a lo sumo -Aseguro-. Y… ¿Quizá te venga bien hacer algo además de dar vueltas por el CG? Un… cambio de aires, aunque sea. Sé que no está siendo un buen momento, pero…
-Precisamente, eh… -Se lo piensa- No sé si… Hm -Le veo torcer la boca-. Alessa acaba de decirme que tengo que, eh… ¿Tengo que conectar conmigo mismo? Sea lo que sea que signifique eso… -Ah, yo lo hago continuamente. Cada vez que me vuelvo físico tengo que conectarlo todo de nuevo- A lo mejor no me viene mal la actividad.
-Sólo si tú te sientes a gusto con ello -Di que sí porque si no no tengo ni idea de a quién pedírselo, porque mi tercera opción está de misión ahora mismo. A lo mejor se lo pido a la propia Miiko, pero posiblemente me mande a hacer puñetas.
-Sí… -Parece que dar la afirmativa le anima un poco- Sí, por qué no. Me lo tomaré como una excursión. Un viaje de redescubrimiento o algo… No parece una misión muy complicada, pero puedo echar una mano si se complica.
-Perfecto -Uf, menos mal-. Pues… Haz la maleta y nos vemos en la Gran Puerta en un rato, ¿te parece?
Él asiente. Con eso, me convierto en polvo de nuevo y voy a informarle a Miiko del resultado de la conversación. Aún parece un poco insegura con dejar que Nevra se vaya, pero me da el visto bueno igual. Lo siguiente que hago es ir a buscar a Ykhar para decirle que voy a estar algunos días fuera y tiene que cubrirme en algunas de mis funciones (se enfada un poco porque tengo que sacarla de su reunión de lectores), y luego vuelvo a mi habitación para ponerle comida de sobra a Onha y acariciarla entre las orejas un rato. Je, je; buena chica…
Mi siguiente y última parada es la enfermería. No tienen a nadie, así que Eweleïn está a lo suyo leyendo y Gèrard lo mismo, pero él está cerca de la puerta que lleva a Hiiro, listo para… Cualquier cosa que pueda pasar. Sé que antes de entrar tengo que avisarle, porque si escucha a Hiiro hablar se mosquea (aparentemente en el pasado ha tenido algunos episodios de ponerse a hablar solo sobre la destrucción de Eldarya), así que hago eso, y me da el visto bueno antes de que entre en la habitación del chico.
-¿Toc, toc? -A pesar de que no llamo a la puerta, que me cuelo por debajo, digo eso nada más entrar. Él también se estaba entreteniendo con un libro, y en seguida lo baja para mirarme.
-Pasa -Deduzco que intenta dedicarme una sonrisa, pero no termina de salirle. La verdad es que no tiene buena cara… Desde que volvió de Memoria no la ha tenido. Ojeras constantes, mejillas hundidas, ojos sin vida… El nuevo corte de pelo tampoco ayuda. Es como si con él hubiera perdido toda su… jovialidad-. ¿Qué milagro se ha producido para que tengas el suficiente tiempo libre como para aparecer por aquí a estas horas?
-Ninguno, la verdad -Intento no poner cara de asco-. Miiko ha decidido que no me ha torturado lo suficiente aún, así que me ha mandado de misión. Me voy en un rato y vuelvo en unos días, así que quería despedirme.
-Oh -Eso le pilla por sorpresa, parece. Me mira un poco inseguro de qué decir-. Pues… B-buena suerte, supongo. ¿Es muy difícil?
-Akire la ha liado y tengo que ir a ocuparme de ello.
-Vaya -Frunce un poco el ceño. Aunque él nunca llegase a estar afectado, sé que tampoco se lo pasó muy bien en aquel entonces-. Tiene que ser… difícil para ti -Un… poco, la verdad. No puedo decir que no la entienda del todo. Todo el mundo tiene que comer…
-Si hace las cosas mal, alguien tiene que evitar que vuelva a hacerlas de nuevo -Intento justificarlo así-. Em… No sé si esto te… Eh, interesa, pero… Nevra viene conmigo a la misión.
Otra vez vuelvo a ver sorpresa en él. No solemos hablar de Nevra… Es un poco un tabú, tanto él como la ruptura. Le he preguntado un par de veces para ver si estaba bien, y… Bueno, desde luego lo está llevando bastante mejor que Nevra, pero eso a lo mejor es porque tiene otros problemas bastante más graves ahora mismo. Parece bastante firme en su decisión, sea como sea; pero aún así puedo decir que no le gusta hablar de ello, así que no lo hacemos.
-Entonces… -Se lo piensa un poco- Suerte a ambos.
-¿Quieres que… le diga eso, o…?
-No, es sólo una generalización -Vuelve a fruncir el ceño-. No, em… No hace falta -Me mira con aire un poco preocupado- Ten… Tened cuidado, ¿vale?
-Lo tendremos, tranquilo -Sería un poco humillante si Miiko tuviera que mandarnos refuerzos… Así que mejor que hagamos las cosas bien.
Con esa escueta conversación se dan por finalizados todos mis asuntos pendientes, así que salgo por la ventana para ir directamente a la Gran Puerta. La verdad es que esto de la puñetera misión no me hace demasiada gracia… Con la de cosas que he hecho ya por la Guardia, Miiko podría tirarse un poco el rollo y dejarme pasar, pero supongo que lo de Akire es culpa mía… Uuuuugh, ojalá ser un comesueños amoral y que me diera igual el prójimo. Se supone que tenemos que ser más egoístas y antipáticos, ¿por qué tengo que ser yo así de blando? ¿Es que vengo defectuoso, o qué? ¿Mis padres eran hermanos? La verdad es que ni siquiera sé quiénes son los felices recién casados de los que sea que saliese, así que-
-Ah, Simonn, disculpa; ¿tienes un momento?
Me paro en seco en mitad de los jardines, pero no tomo forma material durante unos instantes. Mi atención se centra en el tipo que acaba de llamarme incluso siendo invisible.
Otra razón por la cual no me gusta Alessa. No me hace gracia la gente que puede localizarme cuando estoy en polvo.
-Me pillas en mal momento, la verdad -Tomo forma material para hablar con él, por pura cortesía-. Tengo algo urgente que hacer.
-Será sólo un segundo -Asegura, con una sonrisa educada-. Verás, estoy intentando organizar citas para las personas con las que Miiko me dijo que tenía que hablar… Estás en la lista, así que quería preguntarte que cuándo te viene bien.
-Pues no es un buen momento. Me voy de misión ahora mismo y no sé cuándo volveré -Vaaaaaya, hombre, qué faenaaaaa.
-Oh… -Parece algo disgustado- De acuerdo, a la vuelta tendrá que ser. Lo siento por entretenerte… Suerte con esa misión. Ven a verme cuando vuelvas, ¿de acuerdo?
-Vale… -Es tan educado que hasta me siento mal por ser así de borde. Ay, de verdad que no sé qué me pasa con este tipo. Me pone nervioso.
Como sea, con eso se acaba la conversación, así que puedo irme a la Gran Puerta al fin. Nevra está ya allí esperando con su bolsa de viaje y mirando por encima la obra de la caseta de vigía que están haciendo junto a la puerta. Miiko se ha puesto las pilas con lo de la seguridad, y empezar a llevar un control de quién entra y sale de Eel es posible que ayude bastante, incluso si eso crea un poco de tráfico en la entrada.
-¿Listo? -Me materializo junto al vampiro, que esta vez no se asusta al menos.
-Todo listo. Cuando quieras.
Pues adelante. Que dé comienzo mi primera misión.---
Algo que siempre me ha dado mucho palo de la Guardia es lo muy difícil que es moverse a cualquier sitio. Eel está lo suficientemente remota como para que lleve días llegar a cualquier sitio medio civilizado, y las monturas y carruajes están reservados para misiones de alto nivel, así que el que vaya a hacer una misión normal tiene que ir a pie. Eso a mí no me afecta especialmente porque yo a cualquier sitio me muevo volando, pero aún así es una lata, primero por lo que se tarda y segundo porque, si voy con alguien, no puedo simplemente salir despedido y dejarle atrás.
Me toca ir a paso Nevra, haciéndole compañía de mientras. No camina lento del todo, no es Hiiro que da dos pasos y ya está cansado; pero tampoco tiene ninguna prisa. Lo bueno es que él descansos no necesita, y además es un buen conversador, así que al menos nos entretenemos mutuamente.
-Y él le dijo algo así como: “Me alegro por ti, Erika”; y es como, ¡no me jodas! Lleva deseando oírla decir eso desde ni se sabe, debería dejar de ser un imbécil y besarla.
-¿Pero entonces no están liados aún? -Me mira completamente atónito. Yo niego con la cabeza- Lleva unos días demasiado contento, así que esperaba que hubiera habido algo en la cueva esa al menos. De verdad que no sé qué está haciendo Ezarel. Si se despista en cualquier momento vuelve Leiftan y vuelve a quitarle a la chica.
-Huy Leiftan -Me contengo para no gritar-. Buuuuuffff si te hablara de Leiftan…
-¿Oooooh? No; cuenta, cuenta… -Oooooh, no; no… la verdad es que me chiflaría poder hablar de esto con alguien… Por el momento sólo he podido chismorrear con Ewe, pero eso es sólo porque ella misma dedujo que a Leift le mola el elfo.
-No, es que eso ya es pasarse, pero… -A ver cómo puedo decirlo de forma sutil…- Digamos que Erika no es la única que está en una encrucijada…
-¿¡QUÉ!? -Le aparece una sonrisa de oreja a oreja- ¿Leift está pillado por otra además de Erika? -Me encojo de hombros- Ostras, tío, no; no me puedes dejar así, ufff… ¿Pero quién? -En seguida le veo estrujarse la cabeza- Si es que lleva colgado de ella desde que pisó Eldarya, como quién dice… Buah, buah… Hmmmm… ¿Huang Hua? No, eso no tiene sentido -Al contrario, de hecho, la verdad es que le cae bastante mal, pero eso ya no voy a decirlo en voz alta-. Es que no sé quién si no… Leift no habla con nadie, y menos aún con chicas a parte de… Espera, ¿Miiko? ¿Le mola Miiko?
-Frío, frío -Para nada. A quién podría gustarle esa zorra, buf.
-Ostras, no… -Se lleva una mano a la boca- Ahora me voy a tirar todo el día pensado en eso, para qué me dices nada -Eh, eres tú el que me ha preguntado los detalles sobre la famosa encerrona de la cueva. Vamos, por el Oráculo, Ezarel y Erika encerrados a solas en una cueva remota durante todo un día; quién no quiere saber lo que pasó ahí dentro-. Pffft… Oye, y una cosa -Me mira ahora con un poco de picardía-. ¿Y tú y Miiko?
-¿Perdona? -Eso hace que algo dentro de mí se revuelva.
-Yo no digo nada… Pero, PERO… -Sonríe un poco- Creo que a ti te gusta Miiko.
-Qué dices -Intento no ponerme amarillo-. No le diría que no si una vez se me pone delante con el famoso tanga negro; pero nah. O sea, para otra cosa, nah. Es insoportable.
-¿Segurooooo? Porque a mí me parece que eres del tipo de tío que para llamar la atención de quién le gusta se dedica a picarla e incordiar -¿Qué? No. Yo soy todo un caballero, llevo flores y la invito a cenar y a tomar estrellas de azúcar y, eh-. Y juraría, después de años de verla flirtear con Lance, de que eso es lo que le mola y que ella lo hace lo mismo. Y viendo que os pasáis la vida tirándoos pullas el uno al otro…
-No, a ver, no -Qué dices, estás loco. Gustarme Miiko, a mí, dice. Qué, no. Ja, ja. No, para nada… Bfffffttt…-. Picarla es divertido y tal, pero eso lo hago con todo el mundo. Además, que es una estirada. Seguro que salir con ella es súper aburrido. No puede pensar en nada que no sea la Guardia.
-Yaaaaaaa… -Me mira sin creeme- Lo que tú digas. Yo sigo pensando que te gusta… Y que tú le gustas a ella, lo que pasa que ninguno de los dos quiere ceder -Bffffft, no. No, para nada-. Pero lo dejo aquí. Si en algún momento quieres hablar de ello… Ya sabes.
-Te aseguro de que no hay nada de lo que hablar…
Buf, ¿pero cómo demonios hace Ezarel para pasar por esto todos los días y mantenerse tan aséptico?
Es verdad que Miiko me… Eh… Atrae, de alguna manera u otra. Físicamente ya digo que sí, pero algo más está ya… Más difícil. De todas formas, ya me dio calabazas en su día, así que sé que entre nosotros no va a pasar nada. Yo soy un comesueños simpletón y molesto y ella es una princesa muy ocupada con sus cosas de la Guardia de Eel. Y no la culpo por ello. Está bien, no pasa nada.
… Pero si en algún momento quiere lío, pues yo estoy aquí y tal.
-Sólo asegúrate… -Él duda un poco de sus palabras- De que no te pase como a Lance, ¿vale?
...
-Eh… pero eso no importa, bueno, ¿qué otros cotilleos tienes que contarme? -Viendo que el tema no termina de gustarme, él cambia- Oh, ya sé, yo quería preguntar, ¿qué pasa entre el muñeco de nieve y su amiguito el phy? ¿Es verdad que son sólo amigos o…?
Pfffffffffffffft, madre mía, otros que tal. Gèrard puede llegar a asesinarme si cuento la historia completa, pero puedo dar algunas pinceladas… Incluso si la historia es bastante deprimente desde el punto de vista del pobrecillo criónido. De verdad, Niels, no puedes beber tanto, hacer esas cosas y luego dejarlo en sólo amigos.
Así seguimos, cotilleando y marujeando durante unas buenas horas. Como he dicho, lo bueno de Nevra es que él no tiene que hacer paradas, así que eso nos ahorra algo de tiempo. Aún así, por supuesto que lleva tiempo, porque hay que atravesar toooodo el bosque e ir aún más allá. Nos da tiempo a seguir hablando de muchas cosas.
-Así que es, técnicamente, tu primera misión -Termino por quejarme de Miiko, y así se entera del asunto.
-Sí, y menuda lata -Hago un puchero-. Ya podía haberlo dejado estar.
-A todo el mundo le toca, ánimo… Mi primera misión me la asignó Lance a mala leche y Valkyon me dislocó el hombro en ella, así que podría ser peor -Pero Nevra, yo no tengo articulaciones que dislocarme-. Hm. Ahora que me acuerdo, la misión en la que te conocimos a ti era la primera misión de Hiiro… Me estaba evitando, pero yo quería hacer migas con él así que me incluí en la misión en contra de su voluntad… Al final todo terminó por resultar bien, y… Oh. Hmm.
La cambia le cara poco a poco hasta una bastante miserable. Vaya. Pobre tipo.
Intento distraerle con cualquier otra cosa, pero cuesta un rato bastante largo hasta que es capaz de seguirme la conversación de nuevo.
Al final terminamos por llegar al pueblo que es ya entrada la tarde. La gente que nos ve llegar murmulla a nuestro paso de forma bastante indiscreta, y veo incluso a algunas personas que me señalan y susurran la palabra "comesueños". Ya, la educación como que no. Aunque no les culpo tampoco… Tienen problemas con un súcubo y vienen a solucionarlo un vampiro y un comesueños.
-Vaya bienvenida -Hablo un poco entre dientes.
-Ya, es lo que hay… Ya se alegrarán más cuando les hayamos librado del súcubo -Espero-. ¿Qué te parece si empezamos buscando al alcalde para decirle que estamos aquí y que él esparza las buenas nuevas?
Me parece perfecto.
Nevra se acerca a una pareja de nuestra murmurante audiencia, preguntando por el alcalde, y en seguida somos remitidos a un edificio ligeramente más grande e imponente que las otras casas de los alrededores. Es Nevra también el que llama a la puerta antes de que yo pueda hacerlo (tío, es mi misión, déjame hacer algo, ¿no?) y al cabo de un rato nos recibe una señora mayor de cara amable y mejillas sonrosadas.
-Buenas tardes -Nevra habla con una sonrisa, ya sacando su broche de la Guardia- Venimos en nombre de la Guardia de Eel. Nos llegó noticia de que había un súcubo en los alrededores y habíamos venido a lidiar con ello.
-¡Oh, la Guardia; sí, sí! -La mujer parece alegrarse de nuestra presencia- Pasad, pasad… Dadme unos minutos, que aviso a mi marido… ¡¡HARALD!!
… Carajo. Si yo fuera Harald, ya estaría aquí. Menudo grito.
La mujer nos mete en la casa y nos deja en una especie de despacho que debe ser todo el ayuntamiento que hay aquí. No parece un pueblo especialmente grande… Este tipo de sitios son los que suelen ser atacados por súcubos y demás predadores, porque son discretos y fáciles de someter. Lo sé por experiencia.
El señor alcalde tarda un poco en aparecer, lo suficiente para que a Nevra y a mí nos dé tiempo a comernos algunos de los bombones que hay colocados en un bol en la mesa (no están mal). Cuando al fin lo hace, tenemos ante nosotros a un duende rechoncho y de pelo cano que tiene que pegar un salto para poder subirse en su silla de alcalde.
-Aaaaah, la Guardia de Eel; bienvenidos, bienvenidos… Buenas noticias que al fin hayáis aparecido -Así nos recibe, después de un formal apretón a cada uno.
-Lamentamos el retraso, hemos venido en cuanto nos ha sido posible -Ahora hablo yo para intentar tomar las riendas de la conversación, cansado de que Nevra lo haga todo-. Si lo he entendido bien, fue usted el que alertó a la Guardia del súcubo, ¿cierto?
-Así es, así es… Oooh, esa maldita, ¡condenados súcubos y sus demás parientes!
Tío. Que somos un vampiro y un comesueños.
Ninguno de los dos decimos nada.
-¿Puede hablarnos un poco sobre los ataques? -Inquiere Nevra, disimulando muy bien en su tono de voz la incomodidad de la situación.
-Por supuesto… La bicha apareció hace cosa de… Dos semanas, o algo más -Y no nos hemos enterado hasta ahora porque bendita sea la eficacia del correo en tierras de Eel-. Empezó atacando primero a los jóvenes… No nos dimos cuenta al principio. Estaban más atontados, ausentes, y hacían cosas extrañas… Luego otros hombres empezaron a presentar los mismos síntomas, los solteros sobre todo, y empezamos a pensar que había algo raro… Entonces uno de ellos mencionó a "la Gran Akire", y los afectados empezaron a perder la cabeza y a obsesionarse con esta mujer. Entonces supimos que se trataba de un súcubo.
-¿Cuántas víctimas hay exactamente? -Nevra sigue preguntando, mientras yo asiento la información.
-Oh, bueno, van y vienen, según le apetece al súcubo… Es difícil de decir -Hmmm…-. A menos que menciones a la bicha, parecen normales, pero en cuanto escuchan su nombre… La mitad de los hombres del pueblo se vuelven majareta.
-Bueno, eso es… Preocupante -Un poco, sí-. Nos pondremos a investigarlo cuando caiga la noche. Aquí mi compañero -Estira un brazo para darme una palmada en el hombro- está ya familiarizado con el súcubo -Y además de verdad, somos primos.
-Un comesueños… -Me examina con ojos entrecerrados. ¿Qué pasa, nano? O lo que sea que digan los chavales hoy día- ¿Es seguro tenerle aquí? No queremos tener otro tipo de accidentes además del súcubo.
Vale "nano", eso ya es directamente racista. Lo está haciendo adrede, ¿verdad?
-Tranquilo, es perfectamente inofensivo -Antes de que yo pueda responder, Nevra habla por mí, apretándome un poco el hombro como para decirme que me muerda la lengua. Eso es lo que hago-. Es, de hecho, el miembro de la Guardia más capacitado para este tipo de situaciones. No podíais estar en mejores manos.
Awww. Gracias, jefe. Ugh, qué raro se me hace llamar así a alguien que no sea Miiko.
El alcalde nos redirige a la posada de la ciudad, y una vez terminamos de hablar con él y asegurarle que para mañana por la mañana el asunto del súcubo va a estar solucionado, es allí a donde vamos.
Allí nos recibe un sátiro de aspecto bastante más jovial que Karuto, que parece bastante alegre de vernos.
-Por fin mandan a alguien -Dice, suspirando con alivio-. No es que me queje de la clientela, pero la verdad es que empezamos a quedarnos sin sitio, y los que llevan aquí un tiempo empiezan a estar bastante descontentos con tener que pagar la estancia…
-¿A qué se refiere? -Nevra le lanza una mirada extrañada, similar a la mía.
-¿Por la barrera? -Barrera, ¿qué barrera?- Oh, ¿no lo saben? Pensé que les habrían informado de ello… El súcubo formó una barrera alrededor del pueblo hace un tiempo. Se puede entrar, pero no salir. Eso es lo más preocupante, ahora mismo, porque es cuestión de tiempo que nos quedemos sin comida…
-Así que había una barrera… -Nevra me mira como esperando una explicación. No, yo tampoco sabía nada, créeme.
-A Miiko se le olvidó darnos ese pequeño detalle -Procuro no chasquear la lengua. Miiko, maja, al menos podrías hacer eso antes de enviarnos de misión.
-Bueno, no pasa nada, con vosotros aquí esa cosa va a estar caída en dos días -Se ríe de manera alegre-. ¿Habitación para dos, entonces?
-Bueno, yo no duermo, así que… -Me encojo de hombros.
-Para una persona, entonces. ¡Chloé!
Al poco de que grite el nombre una chica entra en la habitación, casi parece que a punto de tropezarse con sus propios pies. Viste con un kimono rosa bastante bonito, y más o menos puedo decir que es guapa, aunque el flequillo de pelo negro que le tapa media cara complica un poco la tarea.
Uh, espera… Kimono, pelo negro, flequillo… Tropezarse con sus propios pies…
Lanzo una mirada de reojo a Nevra. Tiene la mirada puesta en la chica, pero la expresión de su cara es ausente, como si su mente estuviera en otro sitio…
-¿S-sí, jefe? -La chica habla con una voz tímida y algo baja.
-Llévales a la trece y acomódales allí, ¿vale?
-La trece, pero… -La chica nos mira a nosotros ahora. Juraría que su mirada se para en Nevra un instante más de lo normal, quizá porque él sigue congelado en el sitio. Le pego un codazo para que vuelva en sí- Son dos…
-No te preocupes por eso -Le dedico una sonrisa.
-O-oh, mis disculpas… Es la primera vez que veo un-
-Chloé -Su jefe la corta antes de que pueda meter la pata-. Llévateles, anda -Pone los ojos en blanco, pero se nota que no está enfadado-. Perdonadla, es nueva… Aún se está acostumbrando a la gente.
-No pasa nada -Cuando la chica empieza a caminar hacia el pasillo, yo vuelvo a pegarle un golpe a Nevra-. Vamos.
-Ah- Sí.
La chica nos lleva hasta la habitación trece, que resulta ser una bastante pequeñita y que, efectivamente, simplemente tiene una cama individual. Nevra le pone mala cara, pero tampoco dice nada al respecto.
-T-traeré sábanas limpias, denme un momento…
Con eso la chica se excusa. Nevra se la queda mirando según sale de la sala. La verdad es que eso no ha sido muy… afortunado.
-¿Todo bien? -Pregunto, sentándome sobre el colchón desnudo sólo porque sí. Oooh, la verdad es que es bastante cómodo.
-Sssssssí… -Aunque dice eso, no parece muy seguro de ello. Al fin consigue dejar de mirar la puerta para girarse hacia mí- Es, uh… -Se toma un segundo para pensar- Está bien. No pasa nada. Ni siquiera se parecen tanto.
-¿Seguro?
-Sí -Lo dice como si no fuera nada-. Sí, no… Nah, no se parecen. La cara es distinta. Los ojos, sobre todo. Y ella tiene el pelo largo, y… Y es una chica. Sí, son distintos -Ay, amigo…-. Me recuerda un poco a esta chica con la que soñé una vez… -Hace una mueca- Era un sueño muy realista… No me acuerdo muy bien, creo que decía que se llamaba Liv o algo y recuerdo algo de caramelos de menta…
Oh, no… Oh, Nevra, no…
-Sueñas con muchas chicas, alguna tenía que coincidir -Se encoge de hombros, dándome la razón.
La chica vuelve a entrar en la habitación justo entonces, con un montón de sábanas plegadas en las manos.
-Eh, uh, em, aquí están las, eh… -No, no se le da muy bien la gente, ya veo- S-si pudieran darme unos minutos para que las…
-No te preocupes, ya lo hacemos nosotros -Nevra la interrumpe. Ostras, ¿sí? ¡Nunca he hecho una cama! Qué ilu.
-P-pero se supone que es mi…
-Tranquila, seguro que tienes muchas otras cosas que atender… -Nevra se acerca para recoger las sábanas, y en el momento en el que sus manos se rozan accidentalmente ella pega un respingo y está a punto de tirar las telas al suelo mientras se pone completamente roja- Uups, cuidado.
-Yo, ah, em, eh… -Sigue enrojeciendo… Me da un poco de pena, pero es muy mona- ¡Perdón!
La disculpa casi chirría de lo agudo que la dice, y prácticamente sale huyendo fuera de la sala después de eso, dejándonos a solas. Intento no reírme, pero no puedo evitar la sonrisa.
-No me hagas mucho caso, pero creo que le gustas -Nevra se gira y me mira con la ceja arqueada-. No me pongas esa cara, le gustas a todas las chicas, esta no va a ser la excepción.
-Ya, ya… -Suspira- Sé que hemos venido a cazar súcubos, pero ayúdame con esto, ¿quieres? Es un infierno intentar poner todas las esquinas con sólo dos manos.
-Ooooh, por favor, sí -No me molesto en ocultar mi entusiasmo ante la perspectiva de hacer una cama. Él me mira algo extrañado, pero me tiende la sábana igual. Oh, qué bien huele… Entonces, ¿cómo es que se pone esto?---
(Narra Erika)
Aliso mi falda una vez más. La verdad es que estoy un poco nerviosa, uff…
-Bien… -El chico, Alessa, termina de pasar páginas de su cuaderno y dirige su atención a mí- Ya estoy contigo, Erika. Ese es el nombre, ¿no? En tu expediente aparece “Gardienne”, pero no he oído a nadie llamarte así…
-Erika mismamente -Ya que más me da. Pues Erika. Si total-. Esteee… ¿de qué vamos a hablar?
-¿Qué te apetece contarme? -Eeeeh… no sé- No te lo pienses mucho, simplemente háblame de lo que te apetezca. Es la primera sesión, así que es mejor que empecemos cogiendo confianza.
-Pueees… -A ver que se me ocurre algo- ¿Quizá deberíamos hablar de Memoria? Pasaron muchas cosas en esa isla.
-Si te sientes cómoda con ello, adelante -Sí, por qué no-. Aunque me han dado pinceladas, no sé del todo qué fue exactamente lo que pasó en esa isla. ¿Te importaría hablarme un poco de ello?
Eso es lo que hago, narrándole por encima todas las desventuras ocurridas en Memoria… Las cuales son muchas, ahora que las digo todas en voz alta.
A todos nos sorprendió un poco que Miiko nos anunciase que había contratado a un psicólogo poco después de nuestro regreso de la isla. Pienso que no había podido llegar en mejor momento, porque el viaje nos ha dejado a todos un poco tocados del ala, así que yo me alegro. A todos nos va a venir muy, muy bien. Además, el tipo es la mar de majo. He podido hablar con él un par de veces que me le he cruzado y es súper guay.
-Pues es verdad que han pasado muchas cosas -Hace un gesto de impresión cuando termino de contarle la historia. Examina un poco sus notas antes de hablar-. Me gustaría, si te parece, que hablásemos sobre lo que has dicho de quedarte en Eldarya… ¿Entiendo que es una decisión definitiva?
-De primeras, lo es -Asiento-. Cuando se pasó todo el drama pensé por un segundo que a lo mejor había dicho eso simplemente en el delirio de la cueva, pero… Ahora que ya he tenido algo más de tiempo para pensármelo, la verdad es que estoy bastante contenta con mi decisión. Quiero decir, hay todavía miles de cosas que quiero hacer aquí, y el mundo humano… Bueno, por supuesto que es importante, y me duele un poco dejarlo atrás, pero creo que mi vida puede seguir adelante en Eldarya. Y… Quiero hacerlo.
-Es bueno verte tan decidida, entonces -Sonrío un poco con sus palabras.
-No ha sido fácil, la verdad… Me ha costado mucho decidirlo -Frunzo un poco el ceño-. Supongo que Memoria me ha dado el último empujón que necesitaba. Todo el tema de la balanza me hizo reflexionar un poco…
-Sobre eso… No deberías sentirte forzada a tomar una decisión para la que aún estás lista, te lo diga quién te lo diga, aunque sea un… -Se para un poco- Dragón.
-Entre tú y yo, ese dragón no me cae muy bien… -Le veo sonreír un poco con mis palabras, como si le hicieran gracia- No fue demasiado amable, y además fue muy inútil. Estoy segura de que el pobre Valkyon se quedó con miles de preguntas que hacerle.
-Valkyon… Es mi siguiente paciente en la lista, veremos si quiere hablar sobre eso -Hmmm, Valkyon tiene que ser un paciente difícil… Diría que no es una persona muy… Eh, emocionalmente abierta-. Aún así, no todo el mundo tiene la oportunidad de conocer a un dragón… Estoy seguro de que fue una experiencia emocionante, aunque sea.
-No te voy a decir que no -Recuerdo al enorme dragón de aire, su imponente presencia, su voz omnipresente y fiera como una tormenta…-. Pero no sé si tengo muchas ganas de verle de nuevo, la verdad.
-¿Sí? -De nuevo se ríe un poco- Si te digo la verdad, siempre me han gustado bastante los dragones… Cuando era pequeño coleccionaba figuras sobre ellos, y he leído quizá demasiados libros de dracología. No me importaría conocer a Fáfnir, el Susurro del Viento…
-¿Eso es como su título o algo así? -Suena como un monstruo de las cartas coleccionables esas…
-Algo así -Ahora hace un gesto avergonzado-. Como puedes imaginarte, no tenía muchos amigos… -Aww, pobrecito. Venga, todo el mundo tiene sus aficiones- Pero suficiente de eso -Carraspea-. ¿Quizá hay otra cosa de lo que quieras hablar?
-Uuuuuh… -Me lo pienso- Bueno, a lo mejor… -Esto me da un poco de vergüenza- ¿Sabes esta cosa que has dicho sobre que no debería forzarme a hacer elecciones y eso? Bueno, pues… La cosa es que, aunque no me fuerce nadie, hay algunas cosas en las que me gustaría estar un poco más… decidida.
-¿Sobre si tienes que elegir entre la Guardia de Eel o la oscuridad?
-Es que el negro me queda tan bien -Bromeo, y otra vez él sonríe. Bueno, seguro que a él le queda mejor… Lo viste que da gusto-. No, no es eso. Es más bien, eh… Hay como… Uuuh… H-hay dos chicos que…
-Oh-oh.
-Oh, dios, lo siento mucho -Mortificada, me llevo las manos a la cara para evitar que me vea enrojecer-. Lo siento, lo siento, es una tontería, no sé para qué digo nada…
-Tranquila, no pasa nada… Culpa mía, no quería avergonzarte -Aaaagh, ahora se va a pensar que soy medio tonta, o quizá tonta del todo-. Podemos hablar sobre eso, si quieres… Simplemente empiezo a pensar que tal vez debería abrir un negocio adjunto de consultoría amorosa.
-¿Te viene mucha gente con problemas de chicos? -Intento buscar simpatía dentro de mi miseria.
-De dos personas con las que he hablado, dos habéis mencionado problemas de chicos, sí -Bueno, al menos no estoy sola… ¿Con quién más debe haber-Oh, claro, Nevra. Tiene sentido-. Pero por favor, háblame sobre esto, si así lo quieres.
-Bfff, ahora me da vergüenza… -Tomo aire- Es como… Me gustaba un chico. Mucho, mucho. Pero me dio calabazas, y yo empecé a salir con otro… Y este otro chico me empezó a gustar también… Y entonces el chico rompió conmigo y ahora no sé qué hacer con mi vida -Me doy pena a mí misma contándolo, la verdad.
-Auch… -Le veo anotar algo en su cuaderno… Espera, ¿está escribiendo esto?- Entonces estás entre estos dos chicos… ¿Pero ellos no tienen interés por ti?
-Oh, no, ya me habría abierto las venas si eso fuera así -Es difícil de decir, pero juraría que me mira algo preocupado. Yaaa, a lo mejor ese tipo de bromas no es buena idea hacerlas delante de él-. No, este… Es… ¿raro? Porque es como, el segundo chico rompió conmigo porque pensaba que yo seguía enamorada del primero y decía que no quería entrometerse o algo, pero dijo que él seguía enamorado y que tampoco iba a rendirse en conquistarme o yoquesequé, la verdad es que no presté atención porque estaba llorando para mis adentros; y es como, ¿hay algo? En plan, yo siento que hay algo al menos, porque es un poco incómodo pero es como, sus gestos, y como habla y tal, y yo digo, a ver, yo pienso que le estoy transmitiendo lo mismo, porque a mí me gusta, o eso creo, y si me dice que quiere que volvamos a salir pues yo le diría que vale y tan contentos… PERO el problema es el otro chico, porque es… Bfff… A ver, todo el mundo dice que yo a él también le gusto, pero me resulta muy difícil de creer porque prácticamente esquiva cualquier tipo de intento de flirteo, y es incómodo, y de vez en cuando se le pone llevarme a la playa para tener un paseo romántico y es el tipo más dulce del mundo, pero cuando se le pasa el momento es como que se olvida de todo y es TAN frustrante, porque es imposible saber en qué narices está pensando; así que estoy increíblemente confundida por un lado y por otro y no sé qué hacer con ningunos y a veces me gustaría mandarlos a los dos a hacer puñetas pero eso es imposible y socorro por favor qué hago.
Termino prácticamente sin aire, así que me paso los siguientes segundos respirando profundamente para calmarme. Él se toma unos instantes de silencio contemplativo, posiblemente pensando en qué va a recetarme para curarme la histeria.
-Suena bastante… Complicado.
-Yo tampoco me he enterado de la mitad de lo que he dicho, no te preocupes.
-Bueno -Se reacomoda un poco en su butaca-. Quizá no soy el más indicado para hablar de esto… Las cuestiones del corazón muchas veces contradicen a la propia mente -Eso es… Una frase bastante bonita-. Pero si puedo ofrecerte algún consejo… Yo intentaría asegurarme, lo primero de todo, de que cualquiera de los dos reciproca tus sentimientos. Ese debería ser el primer paso -Supongo…-. Trata de… hablar con ellos. Dejar tu situación clara. No es justo para ti que tú seas la única confundida y que ellos vivan en la ignorancia de lo que te están haciendo sentir -Aaaah… Pues es verdad. Leift es como que se piensa que romper conmigo debería haberme hecho más feliz, creo, pero juraría que sólo me ha hecho más miserable, y Ezarel… Ezarel es idiota y todo el mundo lo tiene asumido, pero no debería ser así. Quiero decir, esa no es excusa para dejar que me haga daño, ¿no?-. Ambos hombres deberían tener una cierta responsabilidad sobre sus acciones. Si no tienen la capacidad de afrontar una relación romántica contigo, sea por la razón que sea… Sé que esto suena difícil, pero quizá deberías olvidarte de ellos.
-¿Cómo? -La miro bastante atónita.
-Tu felicidad no debería estar subyugada a conseguir el éxito romántico con ninguna de estas dos personas. Si ninguno de ellos es capaz de ver lo mucho que te están hiriendo y actuar al respecto, incluso encarándoles sobre ello, entonces quizá no merezcan tu afecto. Es importante luchar por lo que queremos, pero… Una relación es cosa de dos. No puede llegar a ninguna parte si tú eres la única que pone su peso.
Uh.
Huh.
Haah.
…
Pues… Pues en verdad como que tiene un poco de razón.
Si… Si estos dos me traen más desgracias que felicidad, supongo que lo “lógico” sería mandarles a los dos a hacer puñetas y buscar mi felicidad en otra parte. Eso es cierto… Pero, aún así…
-Lo que dices es… Bueno, tienes toda la razón del mundo, pero… -Tomo aire- No es… no es tan sencillo. Yo… De verdad que me gustan mucho estos chicos. Ambos. Y me parte el corazón la situación, y no puedo evitar, pues, querer hacer algo, y… No sé -Ahora suspiro con derrota-. No es fácil rendirse.
-Nunca lo es, y especialmente cuando se trata de amor -Me dedica otra sonrisa, aunque esta parece más consoladora que otra cosa-. Es difícil. Incluso si no es mi especialidad, quiero que sepas que mi consulta está abierta para cualquier asunto que pueda causarte malestar… Intentaré hacer lo mejor posible para procurar que, aunque sea, te sea un poco más llevadero. Y fuera de la consulta también estoy disponible de manera más personal para hablar en cualquier momento.
-Bueno, gracias -Intento sonreír yo también-. La verdad es que me siento un poco más aliviada… -Y todo esto me ha dado bastante que pensar, tal vez- Lo siento si a lo mejor no ha sido una consulta muy… Convencional. La próxima vez podemos hablar de cosas más serias, promesa.
-Tranquila, yo me quedo satisfecho sabiendo que tú sales contenta. No es necesario explorar la psique profunda de cada uno a cada cita, a veces simplemente sirve con hablar y escuchar -Pues… eso está bien, porque casi sentía que le estaba haciendo perder el tiempo, la verdad.
-¡Gracias por todo! ¿Se supone que tienes que darme una segunda cita?
-Hmmm… -Se lo piensa un poco- Aún tengo que ver qué tipo de horarios puedo organizar, y primero de todo tengo que atender la lista de Miiko… Pero, como ya he dicho, eres libre de venir a buscarme en cualquier momento. Si no estoy en la biblioteca, estoy… Bueno, no lo sé, aún tengo que buscar rincones en este sitio.
-Vale -No, si darme vueltas por el CG buscando gente es mi especialidad…-. Si no, le preguntaré a Simonn, que él siempre sabe dónde está todo el… Ay, es verdad que está de misión -Me llevo una mano a la frente-. Porras ya estoy acostumbrada a contar con él. Pobre tipo, le tenemos esclavizado.
-Ya será menos… Por lo que tengo entendido, tiene bastante orgullo en su trabajo.
-Supongo que sí… -Se queja mucho, pero siempre cumple con todo. En el fondo, estoy segura de que le gusta un poco que Miiko le grite- Es un tipo bastante guay.
-Estoy seguro de que lo es.
Galería de arte - Alekssaindre
Está medio pocho el pobre porque como siempre no se dibujar, pero en fin, imaginad que es atractivo en vez de ser una patata, porque este personaje está diseñado explícitamente para ser un sex symbol o algo así. Conoceremos más de él en el futuro, quién sabe qué traerá a la Guardia, o a qué tipo de terapia tendrá que someterse el pobre después de intentar arreglar a este grupo de completos idiotas
Capítulo 21.2.-
(Narra Valkyon)
-Aviso de que no tengo ni idea de qué se supone que hay que tengo que hacer… -Al otro lado, en la butaca de en frente, Alessa se ríe con mi incomodidad.
-No te preocupes, no tienes nada que hacer. Sólo… Háblame de lo que sea que te sale.
-Um -Intento pensármelo. Hablar es… Posiblemente uno de mis puntos débiles-. Quizá debería hablar sobre… ¿La muerte de mi hermano?
-Hmmháaaa… ¿Abres todas las conversaciones así?
-¿No? -He… ¿he hecho algo mal?
-Eso imaginaba… -Se echa un poco hacia atrás en su butaca. Yo enderezo mi postura- Si quieres hablar de eso, adelante, por supuesto; pero no te veas en la necesidad de tocar un tema sensible sólo porque estás hablando conmigo. Es una sesión de toma de contacto, así que podemos hablar de lo que sea con lo que te sientas cómodo.
-De acuerdo… -Esto va a ser más difícil de lo que pensaba. Accedí a la reunión sin problemas, porque tenía tiempo libre, pero la verdad es que no sé muy bien qué hacer. Aunque entiendo por qué Miiko ha contratado a este hombre, creo que no soy el primero que lo necesita, desde luego- Siempre se me ha dado mal la conversación ligera, perdona. No sé de qué hablar exactamente, así que…
-No pasa nada... -Le veo echarle un ¿vistazo? a sus notas- ¿Puedo hablar yo un poco, entonces? -Asiento. Si él lleva el peso de la conversación, quizá tenga menos problemas- Bien… Verás, antes de empezar las sesiones he recibido algunos documentos que me hablan brevemente sobre vosotros… Un informe, básicamente. He de decir, el tuyo es posiblemente el que más me ha llamado la atención.
-¿Y eso? -Mi vida es bastante… Uh, aburrida.
-Para empezar… Siempre he sido bastante fan de los dragones, así que está eso -Ah. Ya. A veces se me olvida que pertenezco a un linaje de criaturas mitológicas reverenciadas a lo largo del mundo-. Para seguir, resulta que tenemos la misma edad -Anda. Es verdad que parece joven, pero nunca lo hubiera dicho-. Aunque tú cumples dentro de poco, si no me equivoco, ¿cierto?
-Es verdad -Casi me había olvidado… Se supone que mi cumpleaños es a finales de mes. Me pregunto si Ezarel estará haciendo alguna fiesta sorpresa, le gusta demasiado hacer esas cosas. Quizá me hagan una tarta...
-La tercera cosa que me ha llamado la atención en tu informe es… Lo escueto que era.
-No hay mucho que decir sobre mí -Lo que decía, mi vida es aburrida.
-Eso no es necesariamente algo malo -Me sonríe con cortesía-. Según lo que he leído, te criaste con tu hermano en una isla que se llama Kemekemo, ¿no? -Vuelvo a asentir- Y a los siete años vinisteis a la Guardia y… Desde entonces, has sido un miembro activo de la misma. No vamos a mentirnos, esa es una infancia un poco… inusual.
-Ah… -Ya, viéndolo en retrospectiva, es, eh… peligroso- Bueno, la Guardia no tiene edad mínima para entrar, así que… Nos aprovechamos un poco de eso -Sería imposible ponérsela, teniendo en cuenta la variedad en crecimiento y esperanza de vida de las distintas especies faéricas… A ver cómo regulas eso-. Pero la verdad es que fue idea mía más que otra cosa. Lance se unió a la Guardia y empezó a hacer misiones, y yo… Bueno, yo quería seguirle a todas partes, así que me iba con él.
-Y él no… veía inconveniente en eso...
-No… Empezó a darme misiones propias al cabo de un tiempo y, bueno, nunca tuve problemas, así que nadie cuestionó la capacidad de un niño de ocho años para ser un miembro activo de la Guardia -¿Por qué no tenemos normas que protejan la infancia? Tengo… tengo que hablar con Miiko sobre esto.
-Es cierto que tu carrera en la Guardia parece haber sido bastante… Acelerada. Te convertiste en Líder con diecisiete, ¿no es así?
-Sí… Aunque eso fue más bien por las circunstancias del momento -Lance hubiera podido quedarse con su puesto y yo no hubiera tenido ningún problema.
-Déjame preguntarte… No te sientas obligado a responder, y si necesitas un momento para pensártelo, adelante -Eh… Vale-. ¿Piensas que, si no fuera por estas circunstancias, hubieras seguido también este camino?
-¿En la Guardia? -Él asiente- Pues… La verdad es que es algo a lo que le he estado dando vueltas últimamente. Recientemente he tenido un cambio de perspectiva, gracias a algunos acontecimientos, y estoy empezando a hacerme preguntas que nunca me había hecho antes. Esa es una de ellas… -Frunzo el ceño- ¿Puedo hablar de otro tema durante un momento?
-Por supuesto que sí -Le veo destapar su bolígrafo, listo para escribir.
-Bueno… -Tomo aire. A ver cómo ponerlo en palabras, que es lo difícil- Pienso que… Mi vida entera ha estado condicionada por la Guardia, ¿no? Cuando estaba en Kemekemo, estaba aislado el resto del mundo, y al llegar aquí… Simplemente me aprendí la doctrina de la Guardia como si eso fuera todo lo que hay, y creo que nunca la he cuestionado. He servido a la Guardia con lo que se diría que es fe ciega… Y eso me ha llevado a cometer algunos errores que hubieran podido tener consecuencias muy graves -Lo siento, Hiiro… Nunca podré disculparme lo suficiente por haber intentado ejecutarte sólo porque sospechaba de ti-. Últimamente me estoy dando cuenta de que… Bueno, no todo son coraje y cuchillos. Volviendo a tu pregunta; me gusta mi profesión, y estoy orgulloso de lo que hago, pero… Tampoco he tenido muchas opciones para elegir, porque es todo lo que he conocido. Mi educación, por ejemplo, siempre ha sido lo más básico de lo básico, así que… Nunca he tenido la oportunidad de una vida académica. Habías dicho que tenías mi edad, ¿no?
-Así es.
-Y sin embargo, ya estás titulado… -No puedo evitar un deje de admiración- Eso es… Algo que yo no voy a poder tener nunca.
-Nunca es tarde para empezar si se tiene pasión -Ya… Pero no es para mí. De todas formas, ¿en qué iba a titularme exactamente? ¿Ciencias del Coraje y Estudios del Cuchillo?
-Tampoco es que sea algo por lo que me desviva, de todas formas -Contengo un suspiro. Caigo en algo de repente-. Un segundo, ¿no debería quedarte un año de carrera aún? -Si tiene mi edad y la carrera son al menos cuatro años…
-Bueno, el mío es un caso especial… -Su sonrisa se tiñe de un cariz orgulloso ahora-. Tuve algunas… ventajas, digamos, en mi formación básica, así que se me permitió saltarme algunos años de la misma. Tuve la fortuna de poder acceder a la universidad un par de años antes de lo usual, así que me he graduado antes de tiempo. Aunque aún me queda el doctorado, supongo, si en algún momento me apetece continuar con mis estudios.
Eso me deja un poco impresionado. ¿Eso puede hacerse? ¿Qué tan inteligente se supone que es este tipo entonces? Imagino que para saltarse cursos, tiene que serlo.
-¿Qué hace alguien así en Eel? -No puedo evitar la pregunta- Quiero decir, ¿por qué no continuar tus estudios?
-Creo que me he aburrido ya un poco de ese ambiente… Quería tomarme un tiempo alejado de la universidad y, bueno, poner en práctica todos mis estudios. Escuché la noticia de que en Eel buscaban a alguien de mi profesión y, bueno… Aquí estamos. Dispuesto a aportar mi granito de arena. Como ya he dicho, siempre hay tiempo para continuar mis estudios en el futuro si me apetece.
-Parece que tengas toda tu vida planeada… -Se encoge de hombros, como restándole importancia- Me da un poco de envidia.
-¿Y eso? ¿No tienes nada planeado para tu futuro?
-Es difícil hacer planes en la Guardia -Frunzo el ceño-. Nunca se sabe si de repente a alguien se le va a ocurrir intentar destruir Eldarya de repente y tienes que enfocar toda tu vida en pararle los pies, o si vas a vivir para contarlo.
-Un error tonto puede cambiar mucho aquí… -Pensando por un instante, da unos toquecitos con el bolígrafo en su cuaderno- Pero, ¿qué te gustaría hacer, contando con que a nadie le diese con intentar romper el Gran Cristal en los próximos veinte años?
Me lo pienso. Planes de futuro… De verdad que no tengo de esos. No tengo… No sé, nada que verdaderamente quiera hacer. No soy como… Como Miiko, que tiene el Reino del Norte, aunque lo deteste; o Ezarel, que tiene su alquimia y el negocio de sus madres… Realmente no tengo nada fuera de la Guardia. Supongo que sí es verdad que soy una persona muy aburrida.
Hm… Sí hay algo que quiero hacer… No diría que es un “plan”, exactamente, pero me gustaría… Intentarlo. Lo que pasa que esas son maquinaciones que no puedo decir en voz alta, o tendría que arrestarme a mí mismo.
-No lo sé -Finalmente esa es mi respuesta-. Nunca he pensado en ello, así que realmente no puedo decirte nada… -Suspiro- Pero me cuesta mucho verme en cualquier sitio que no sea en la Guardia. Quizá, de nuevo, porque es lo único que conozco… Pero también, en parte, porque me gusta lo que hago aquí. Sí, es un trabajo duro, y no siempre todo sale bien; pero creo que es gratificante poder ayudar a los demás de esta manera, incluso si el sueldo no es el mejor del mundo.
-De acuerdo -Le veo hacer un par de anotaciones, y luego me dedica una sonrisa-. ¿Qué hay de hobbies? ¿Tienes alguno?
-La forja, supongo… -No solía tener tiempo para ello, pero ahora me aseguro de hacer un poco porque… construir una prótesis de cuerpo completo no es fácil ni rápido- A veces hago armas, pero otras veces me entretengo haciendo otras cosas. No es… lo más interesante del mundo.
-Mientras te interese a ti, ya es suficiente -Sí, supongo. Yo me lo paso bien, la mayoría del tiempo-. Mírame a mí, todavía tengo que conocer a alguien que piense que mi interés por la dracología sea algo más que una frikada.
-Encantado de conocerte -Arqueo una ceja.
-Ah, sí, supongo que a ti también debe interesarte… por razones obvias.
-A decir verdad, aunque siempre me han gustado los dragones, tampoco los he estudiado en profundidad -Y ahora me arrepiento un poco, pero… ¿Y yo qué sabía?-. ¿Quizá pudiera preguntarte sobre dragones en algún momento, si no te importa?
-Por supuesto -Parece que hablar del tema le entusiasma, por el tono de su voz-. La verdad es que… Desde que estoy en la Guardia todavía no he conseguido intimar con nadie. Ykhar es bastante simpática, pero no hablamos demasiado, y quitando un par de personas que me saludan por los pasillos y Alajea a la que debe de gustarle bastante hablar conmigo a juzgar por la cantidad de veces al día que lo hace; siento que aún no he conseguido adaptarme del todo… No me importaría ir en algún momento a tomar algo y hablar más en un ambiente menos… Profesional. A lo mejor es por la cercanía de edad, pero siento que podemos llega a tener bastante cosas en común.
-Suena bien -Intento formar una sonrisa-. Suelo tener algo de tiempo libre después de mis entrenamientos de la tarde, así que si en algún momento estás disponible… -Leiftan va a estar aliviado… Alguna vez creo que me ha dicho que le preocupaba que no tuviera amigos de mi edad. Pues mira ahora. Quién iba a pensar que si le hablas a la gente puedes llegar a hacer amigos.
-Entonces hoy no va a ser, pero quizá otro día -Él también sonríe y con eso cierra su cuaderno-. Me parece un buen momento para terminar la sesión, antes de que nos vayamos por las ramas.
-¿Ya? -Eso me deja un poco sorprendido- Pero aún no hemos hablado de… Nada.
-Como te dije, la idea era hacer una toma de contacto… Pero si hay algún tema que quieras tratar, no tengas problema en hacerlo, podemos quedarnos todo el tiempo que necesites.
-No realmente… -Como al principio, sigo sin saber exactamente qué hay que hacer aquí- Puedo intentar pensar algo para la siguiente sesión.
-Lo que te apetezca. No estás obligado a sacar un tema si no piensas que es necesario… Estoy aquí para ayudar si alguien tiene problemas, pero no hace falta inventárselos si no los hay.
La cosa es que quizá sí que hay un par de cosas de las que deba hablar… Pero sí, quizá eso se pueda dejar para otra ocasión. Diría que esta sesión ha ido… Bien. Supongo.
La verdad es que no tengo ni idea.---
(Narra Simonn)
-¡Akireeeee…! No, pues nada aquí no está.
Nevra se ríe de mi tontería, así que yo saco la cabeza del cubo de basura y vuelvo a taparlo. Estaba vacío así que la tontería no me ha costado mucho y a él le ha sacado una risa, lo cual es bueno, porque llevaba un buen rato con cara larga… Pensando en quién sabe qué, no puedo llegar a imaginármelo, oh.
(Hiiro. Está pensando en Hiiro. El 75% de los pensamientos de Nevra son para Hiiro, y eso está pisando la línea entre lo tierno y lo obsesivo)
-Vamos a ponernos serios -Me regaña un poco-. Tenemos que comprobar la efectividad de esa famosa barrera. ¿Te importaría subir un poco para ver hasta donde llega?
-¡A la orden!
Me hago polvo para empezar a flotar hacia arriba (mejor, así se va el olor, ew), y me paso un rato subiendo, subiendo… Sigo subiendo y… Sub-¡Auch!
Me acabo chocando contra un… algo invisible que hay en el cielo. Materializo sólo las manos para poder palparlo un poco mejor… Hmm, parece que está curvado… Será algún tipo de cúpula entonces. Podría ponerme a registrarla palmo a palmo para ver si de casualidad hay un agujero en algún sitio, pero no me voy a molestar.
Bajo a tierra de nuevo, donde Nevra me espera de brazos cruzados y con expresión interrogante.
-Hay una barrera mágica envolviendo el pueblo -Informo-. Dudo mucho que tú o yo podamos romperla, así que tiene pinta de que vamos a quedarnos aquí un tiempo.
-Hasta que encontremos a Akire y le digamos que haga el favor de romperla, al menos -Resopla-. ¿De verdad eso era necesario?
-No, y eso es lo que me extraña -Vuelve a mirarme con una pregunta muda-. Quiero decir, ¿no es todo un poco… raro? Todo esto no se parece en nada a lo que organizó Akire en Eel.
-Es verdad que en Eel fue mucho más discreta… -Se lo piensa- Quizá quería asegurarse de que iba a tener comida para rato, así que simplemente atacó de frente.
-Sí, pero todo esto es… No sé, me parece excesivo. Akire nunca ha sido especialmente inteligente -Aunque consiguiera poner a la Guardia en jaque una vez… Ha llegado a estar más cerca que El Titiritero de destruir la Guardia, lo cual me hace un poco de gracia, aunque no debería-. Lo que ella quiere es tener un harem de chicos guapos que la tengan contenta y la den de comer, ¿para qué iba a montar todo esto?
-¿Piensas entonces que no es ella? -Hmmm… Tampoco lo sé…- Precisamente, es una estupidez bastante importante el hacer algo de estas dimensiones y esperar que la Guardia no vaya a darse cuenta, especialmente cuando lo haces todavía en las tierras de Eel. Además, eso de que se llame a sí misma “la Gran Akire” ya lo hemos escuchado antes…
-Karuto también lo hace -Le recuerdo. Tiene que darme la razón asintiendo-. No sé… Simplemente siento que hay algo que no estamos viendo del todo. Pero bueno, sea como sea, es verdad que tenemos víctimas de súcubo. Tampoco es que podamos comernos mucho la cabeza, simplemente tenemos que encontrarla y preguntarla que a ver por qué ha hecho esto.
-¿Alguna idea sobre cómo hacerlo? Podemos darnos una vuelta por el pueblo, pero dudo que vayamos a encontrárnosla paseando por ahí tan tranquila.
-Al menos deberíamos dar una vuelta de reconocimiento… ¿Vamos? -Él asiente.
No voy a decirlo en voz alta, pero la verdad es que tardaría muchísimo menos dando la vuelta por mi cuenta, pero… Me le he traído aquí para que se distraiga, así que qué menos.
Paseamos por las calles ojeando alrededor para ver más o menos cómo es la zona. Como era de esperar, el pueblo es uno más bien pequeñito, pero la verdad es que está bastante bien poblado, con un montón de casas bastante juntas, lo que hace que haya muchos callejones estrechos en los que desde luego alguien podría llegar a esconderse si quisiera. Las casas son todas bajas, de menos de un piso (salvo algunas excepciones, como la casa del alcalde) y tienen más o menos la misma apariencia antigua y modesta. Hay una especie de parquecillo en el que no se ve a nadie (quizá porque va siendo la hora de cenar y los niños deben estar ya en casa) y no muy lejos está la plaza del pueblo, donde hay una fuente a la que no me acerco mucho por si acaso y dos señoras marujeando que al vernos empiezan a hablar de nosotros de forma bastante indiscreta. Que sí, señora, que sí, que soy un comesueños. Es por esto que no me gusta salir de la Guardia…
Llegamos a una parte más alejada, donde vemos unas escaleras de piedra que suben una colina hacia lo que, deducimos, debe ser el templo del que nos ha hablado antes del hombre de la posada. Nos ha pedido que por favor no nos acerquemos, que es un lugar sagrado y que se considera ofensa el merodear alrededor…
-Qué sitio más sospechoso.
-Está escondida ahí arriba, de fijo.
-Es obvio.
-Deberíamos acercarnos a merodear.
-No nos pueden decir nada si vamos en nombre de la Guardia.
Muy decididos, los dos damos un paso al frente para irnos a subir las escaleras. En cuanto lo hacemos, un señor que estaba no muy lejos mirándonos de reojo nos grita.
-¡Eh, eh, perdón! -Nos giramos hacia el hombre, que viene a nosotros casi a la carrera- Vosotros sois los que vienen de la Guardia, ¿no? Lo siento, pero no podéis subir al templo.
-Sólo queríamos… verlo -Nevra intenta excusarnos-. Por si acaso el súcubo estaba ahí arriba. Prometemos no tocar nada.
-Me temo que aún así no podéis subir -Niega con la cabeza-. Por favor, tengo que pediros que os marchéis.
-No pasa nada -Ahora intervengo yo-. Hay muchos otros sitios por ver… Perdón por las molestias.
Sin decir nada más los dos nos alejamos, sabiendo bien que lo peor que podemos hacer es pelearnos con nadie y llamar la atención. El hombre aún nos mira con cara de mosqueo y se queda rondando las escaleras, seguramente por si nos da por volver.
Nos reagrupamos en la plaza de antes, donde las señoras ya se han dispersado, y yo me siento en un banco mientras Nevra se pasea frente a mí.
-A lo mejor me equivoco, pero juraría que ese tipo estaba bajo el encanto de un súcubo -No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
-¿Nosotros también actuábamos así? -Nevra arruga la cara. No, de hecho nosotros estábamos peor, pero mejor no recordar aquello- Teníamos que haberle pedido a Ezarel una botella de agua desusubificadora.
-Pues la verdad es que sí -Vaya, ¿por qué no se nos ha ocurrido antes?-. Tengo la sensación de que no vamos a poder acercarnos a ese templo ahora mismo… Va a ser mucho más inteligente si me acerco yo como niebla un poco más tarde, cuando ya se haya ido el tipo ese.
-No queda mucho para que caiga la noche -Él le lanza una mirada al cielo-. Si Akire tiene pensado aparecer en algún momento, será entonces. ¿Algún plan?
-Eeh… -De repente todo esto me da mucha pereza- Llevas sin comer desde que salimos de Eel, ¿no tienes hambre?
-Estoy… Bien -Esteee… ¿seguro?-. ¿Qué hay de ti, vas a tener que hacer ronda?
-Estoy relativamente lleno, por el momento, así que intentaré aguantar si puedo, no vaya a ser que alguien me pille y se enfade -Pueden llegar a pedir mi cabeza en una pica si encima del súcubo también se piensan que les ataca un comesueños-. Sólo por curiosidad, ¿cuándo fue la última vez que comiste?
-He tomado un café esta mañana…
-Una comida completa -Él no responde. Oh, no… Si Eweleïn estuviera aquí ahora mismo le estaría gritando-. Sé que llevas algunos días sin dormir por las noches. Nevra, ¿qué estás haciendo?
-Es… -Se atusa el pelo con gesto nervioso- Aún… Aún me dura lo que tomé de Hiiro. Y quiero que se pase. Consumo recursos más rápido de esta manera.
-Nevra, no puedes hacer eso… Vampiro o no, te va a traer problemas si no atiendes a tu cuerpo.
-Lo sé, lo sé, pero… -Cuando suelta aire, me parece escuchar que también se le escapa un ligero gemido- Siento repulsión por mi propio cuerpo. Si pudiera sacar toda la sangre de mi cuerpo y tirarla, lo haría… O la devolvería, mejor.
En parte… Entiendo cómo se siente. Yo también necesito de los demás para vivir, y a veces también me siento culpable por ello… Pero lo que le ocurrió a él es peor todavía, porque él no estaba en control… E hirió a alguien, a alguien muy importante para él.
Me da genuina pena. Por un segundo no sé qué decir y torpemente intento buscar algo que no me haga meter la pata, pero no es fácil.
-Creo… c-creo que deberías comer igualmente -Al final digo eso, y me siento estúpido al hacerlo-. No está bien que te castigues a ti mismo de esa manera. Mejor que simplemente martirizarte, busca la manera de subsanar lo que has hecho.
-Pero él ni siquiera quiere verme -Auch. Es verdad que… No lo ha dicho de manera explícita, pero es bastante obvio que Nevra tiene prohibida la entrada a la enfermería.
-Aún está todo muy reciente, pero con el tiempo las heridas se irán cerrando… -Las físicas y las emocionales- Puedo asegurártelo, Hiiro… No te odia, desde luego. Él también está triste por lo sucedido.
Muy triste, por esa y por muchas otras razones. Prácticamente desprende tristeza, sólo con estar en la misma habitación que él puedes sentirlo. Y eso me hace sentirme fatal por él, pero también me siento mal por Nevra. No es que haya dos bandos y haya que elegir uno para echarle la culpa al otro… Simplemente todo ha hecho aguas de forma colectiva.
Y ahora yo también estoy triste. Genial.
-Creo que lo mejor que puedes hacer es… Seguir adelante -Sé que no es el consejo que quiere escuchar, pero es el único que se me ocurre ofrecerle-. Hiiro se recuperará, y tú también tienes que hacerlo. Evidentemente es más fácil decirlo que hacerlo, y no va a ser de la noche a la mañana, pero… Por algo se empieza, ¿no? Y dejarte morir de hambre y sueño no va a ayudarte, todo lo contrario. En la Guardia queremos a nuestros vampiros sanos… Piensa en la bronca que te puede llegar a echar Eweleïn si se entera, y dime que eso no es motivación suficiente para ponerse a comer.
-Tché -Él se ríe un poco, a su pesar-. Sé que tienes razón, pero… Es… Muy difícil hacer las cosas normales, por alguna razón.
-No te preocupes, tío -Me disipo y aparezco de nuevo detrás de él, pasándole un brazo por los hombros-. No estás solo. Si lo que necesitas es tener una nube pesada que te siga a todas partes para recordarte que tienes que comer, entonces estás de suerte porque yo soy lo más parecido que hay.
-Pft -Al final concede con una sonrisa-. Muy bien. Tú ganas. Vamos a cenar. Sé que lo haces sólo porque quieres ver a la chica guapa de antes, pero adelante.
-Oh, no; me has pillado -Pongo los ojos en blanco.---
(Narra Nevra)
Resulta que el comedor de la posada está bastante abarrotado, pero el dueño tiene la amabilidad de darnos a Simonn y a mí una habitación apartada para que el resto de los clientes no nos atosiguen a preguntas como, "¿Cuándo vais a atrapar al súcubo?", "¿Cuándo voy a poder irme de aquí?" o "¿Por qué la Guardia de Eel es tan inútil?". Otro bonus también es que así podemos maquinar alejados de oídos indiscretos.
-Deducimos que Akire saldrá a jugar por la noche -Simonn dice eso cuando termina de lamer la cucharilla de su postre. Nunca me había fijado pero, ¿tienen todos los comesueños la lengua tan larga?-. Así que puede ser el momento apropiado para buscarla. También puede ser buena idea intentar subir al templo, si no hay nadie.
-Creo que esa parte te la voy a dejar a ti -Yo también apuro las últimas cucharadas de mi postre. Mus de tres chocolates… Ñam, ñam. Al final lo de cenar ha sido muy buena idea. Gracias, Simonn-. No es que no sepa cómo moverme por la noche, peeeeero pienso que es mejor idea si te lo dejamos a ti.
-Como tú veas -Se encoge de hombros-. De todas formas… Si encontramos a Akire, la verdad es que, antes de nada me gustaría hablar con ella para… Ver si puedo… convencerla de que deje de hacer estas cosas.
Me da un poco de pena. Se nota que Akire le importa y que está bastante decepcionado con cómo ha resultado la situación con ella… Le dio un voto de confianza y ella le ha traicionado.
-Sabes que no siempre estoy a favor de la política de jaula y cerrojo de Miiko -Intento ser lo más sensible que puedo-. Pero Akire… Ha hecho las cosas mal, Simonn. No creo que todo esto pueda solucionarse simplemente con que nos prometa que va a dejar de hacerlo.
-Hm -Pone cara mustia.
-Aunque no tengo problema en que lo intentes al menos. Aunque sea, quizá nos salves de tener que pelearnos con ella y su ejército de macizorros.
-Bueno, yo lo intento…
Se escuchan un par de toques en la puerta, y ambos nos giramos antes de que se abra. La recepcionista guapa que debe ser que está pluriempleada como camarera asoma su cabecita por ahí.
-Hum… H-hola, ¿estaba todo bien?
-Delicioso -Lo digo con mi mejor sonrisa. Simonn apoya mis palabras con un pulgar para arriba.
-Oh, me alegro. Estee… -Empuja un poco la puerta para entrar, y entonces veo que trae una bandeja con una botella y dos vasos- C-como regalo de la casa, en agradecimiento por el tema del súcubo… Es nuestro mejor licor… O eso ha dicho el jefe al menos -Murmura las últimas palabras.
-Bueno, yo no bebo… -Simonn me mira a mí haciendo un gesto con las cejas.
-¿N-no? Ay -Ella pone cara de apuro-. Q-quizá pueda traer otra cosa… Algo sin alcohol. Tenemos licor de amoramoras, e-está muy rico.
-No, no pasa nada, estoy bien… -Dice eso pero, ¿a quién no le gusta el licor de amoramoras?
Yo acepto uno de los vasos de la bandeja, levantándolo sólo un instante a la salud de nuestra simpática camarera antes de llevármelo a los labios. Oh, phft, está fuertecillo, si Simonn huele esto se desintegra. Pero está bastante rico… Tiene un punto cítrico, ahá.
-Increíble -Esa es la valoración que le acabo dando, de nuevo forzando mi mejor sonrisa para la chica-. Muchas gracias.
-Ah, hahahaha… -Se ríe de forma nerviosa, recordándome ligeramente a Leiftan cuando se le va la pinza, lo que últimamente ocurre demasiado a menudo por alguna razón- M-muchas gracias… Eeh, d-dejo esto aquí y luego paso a recogerlo…
Sale de la sala caminando hacia atrás, lo que causa que se dé un talonazo contra la puerta y luego casi se pille los dedos con la misma. Simonn y yo observamos el espectáculo en silencio, sin decir ni pío.
-¿Estará bien? -Simonn habla después de que se vaya- Me preocupa un poco…
-Hay… algunas personas más patosas que otras -Como Hiiro, él es siempre espectacularmente torpe… Oh. … Otro vaso.
-Ya… -Ahora me mira a mí- Se supone que estamos de servicio, ¿es buena idea que estés bebiendo?
-Eeh… -Hmmm, no, quizá no- No se lo digas a Miiko.
-Ya… Bueno, esa cosa está empezando a darme urticaria -Le lanza una mirada despectiva a la botella-, así que quizá sea buena idea si desaparezco directamente y me voy a examinar ese muy sospechoso templo.
-¿Y de mientras yo me dedico a beber a solas? Es broma, es broma… -Dejo el vaso en la bandeja. Dos ya han estado bien, tampoco nos vengamos arriba- Puedo ponerme a registrar el pueblo, a ver si la veo.
-Tenía pensado hacer eso también… -Pero bueno, ¿para qué me has traído a la misión si vas a hacer tú todo el trabajo?- Perdona, es… De verdad quiero intentar hablar con ella antes de nada.
-Vaaaale… -Mírale, qué tierno. Se preocupa por ella- ¿Qué tal si hacemos esto? Yo me quedo por aquí perdiendo el tiempo y bajando la bebida en lo que tú vas a inspeccionar el templo y te das una vuelta por el pueblo… Si no ves nada de primeras, vuelve y ya entre los dos discutimos lo siguiente. Con un poco de suerte, si se entera de que ha llegado sangre nueva al pueblo quizá quiera pasarse a examinar la mercancía… Y si eso pasa, me aseguraré de cazarla y dejártela atada con un lacito para que puedas echarle el sermón cuando vuelvas.
-Suena bien -Tenemos plan entonces-. Valeee… Pues me voy a explorar, entonces. No te aburras mucho sin mí.
-Tranquilo, esta vez me he traído algo de lectura para entretenerme.
Él finge un gesto de sorpresa antes de deshacerse. En seguida veo los polvos dorados salir por la única ventana de la sala y desaparecen en la noche, mientras que yo me quedo a solas con mis pensamientos, una botella y dos vasos.
Hmmm… Quizá le pueda pegar otro trago. No siempre tengo este tipo de oportunidades, a fin de cuentas.---
(Narra Simonn)
Hago el viaje hasta las escaleras prohibidas aún un poco a escondidas, pero no tengo mucho problema en llegar. Me sorprendo sólo a medias cuando veo a dos tipos al pie de las mismas, bebiendo y jugando a las cartas. En cualquier otro contexto simplemente serían un par de colegas disfrutando de la noche, pero QUIÉN hace eso justo delante de las escaleras que llevan al templo súpersagrado súperimportante.
Como si nada, floto escaleras arriba, evitando a los tipos lo suficiente como para que no puedan darse cuenta de mi presencia. A ver qué secretos esconde esta cosa…
El templo es… Modesto, bueno. No es pequeño, pero tampoco especialmente grande. Está hecho de una madera que parece haber aguantado muchos años pero que no tiene muy buen aspecto… Un poco siniestro.
Afortunadamente, eso significa que está lleno de recovecos por los que puede llegar a colarse el viento y, si no tienes suerte… También algún que otro comesueños. Así que, lo siento por la deidad a la que sea que está dedicada esta cosa (no lo pone por ningún sitio) pero.... ¡allí que voy!
En cuanto intento colarme en el templo, una descarga de maana de dimensiones importantes me rechaza.
Por un segundo temo que vaya a disolverme y todo, así que tomo forma material y me caigo al suelo de culo, mirando con preocupación mi cuerpo para ver si estoy soltando humo por algún lado… No tiene pinta. Vaya, phew, estoy a salvo. Por el momento.
Vuelvo a ponerme de pie con toda la dignidad que puedo, y ahora examino la puerta del templo torciendo la cabeza. Me parecía extraño que no hubiera vigilando aquí arriba, quizá porque hasta los propios habitantes les impone respeto el sitio… Pero no, nada de esto. Esta cosa tiene un sello mágico… Bfff… Pues estamos aviaos. Nevra tiene bastante maana por su naturaleza de vampiro, pero hasta donde tengo entendido, la magia se le da fatal, y yo estoy hecho de magia pero lo único para lo que me sirve es para hacer aparecer tenedores de la nada… Hm, ¿a lo mejor si trincho la puerta con uno de ellos?
-Akireeeee… -Intento llamarla, procurando no levantar demasiado la voz- ¿Estás en casaaaa? -Yyyy… No hay respuesta. Había que intentarlo, supongo.
Acerco la mano a la puerta con cuidado. Noto el chisporroteo del maana, pero… No duele, de primeras. Aún con cautela todo la madera y… ¡Auch! Vale, sí, duele un poco… Pero quizá sea soportable, si me pongo. Antes me ha sacudido bien, a lo mejor porque estaba en polvo y así soy más sensible… Mi cuerpo material puede darme algo de resistencia. A lo mejor es momento de marcarse un Obsidiana e intentar abrir esto a la fuerza. Hmm, a Nevra se le daría mejor pero…
Me remango de la mejor manera que puedo, listo para la acción. ¡Una, dos, y…!
Agarro la puerta a dos manos e intento correrla hacia un lado con todas mis fuerzas. La descarga de energía del sello mágico me sacude un calambrazo, pero después del susto inicial se hace ligeramente más soportable… Por el momento. Rápidamente me doy cuenta de que no estoy consiguiendo demasiado así, así que ahora apoyo una mano en el marco para hacer palanca mientras que con la otra tiro… Aaaaaghhhhh, vale, vale; quema, quema, quema, ¡auchh! Dolor, dolor, uf, uf, ufffff…
-¡Akireeeee…! -Gruño su nombre en sustitución de un grito agónico que me haga susceptible de ser descubierto- ¡Cuando te pille… vamos a tener… una conversación… muy seria!
Cada vez lo fuerzo más… Y cada vez me duele más, noto mi cuerpo hincharse con el exceso de maana y siento que si no tengo cuidado voy a acabar explotando. Pero…
Consigo abrir una rendija.
La puerta se abre una rendija y con eso yo concentro toda mi energía en un último esfuerzo y…
Con un estallido repentino, el sello se disipa. La energía me abandona de forma brusca, mis rodillas ceden y yo caigo al suelo de nuevo, jadeando. Vale… Vale. He sobrevivido a eso. De alguna manera. Cinco segundos de descanso y volvemos a ello… Uuuuuf, venga.
Me pongo en pie por segunda vez. Agarro la puerta, a la que aún le cuesta deslizarse, aunque esta vez es solamente a causa del propio estado de la madera.
Haciendo fuerza, consigo abrir la puerta, y la luz de la luna ilumina la habitación que hay dentro, sólo oscurecida por mi propia sombra y la de...
…
… … …
Hay un cuerpo colgando del techo.
Sostenido en el aire a través de dos brazos perforados, cabeza gacha y sin vida, pies que apuntan hacia abajo y se agitan en leve movimiento. Piel putrefacta en una incipiente descomposición, marcas de heridas sangrientas a lo largo de todo su cuerpo desnudo y un charco de sangre ya coagulada debajo de… él.
Es un hombre, que está… Muerto. En el templo. Colgando del techo.
El hedor de la muerte me llega de repente, provocándome náuseas, y rápidamente me alejo de la puerta, llevándome una mano a la boca no sé si para contener mi voz o para qué.
Qué… Qué… ¿Qué es…?
…
Algo muy raro está pasando en este pueblo.
Nevra.
Tengo que avisar a Nevra…
Me transformo en niebla y, ya sin cuidado de lo que pueda llegar a pasarme, me lanzo directo a volar hacia la posada.
No he terminado de bajar los escalones del templo cuando, de repente, se pone a llover.---
(Narra Nevra)
Escucho unos toques en la puerta y prácticamente salto de la cama. ¡Por fin…! Maldita sea, ese libro era súper aburrido. Nunca me ha gustado demasiado lo de leer, salvando algunas excepciones, así que no suele ser mi manera favorita de pasar el tiempo… Pero con algo habrá que distraerse, supongo, en lo que espero a que llegue Simonn.
Me acerco a la puerta ya entusiasmado, pero en el último momento me lo pienso. ¿Desde cuándo llama Simonn a las puertas? Desde nunca. Así que si no es Simonn, ¿quién viene a verme a… estas horas?
Cuando abro la puerta, me encuentro con la mirada tímida de la chica de la posada. Hmmm…
-¿Puedo ayudarte en algo? -Pregunto, algo confundido.
-O-oh, no, al contrario, eeeh… -Sus mejillas se colorean poco a poco con un rojo brillante- Q-quería ver si necesitaba algo. H-he visto que la luz estaba dada y me preguntaba si tenía problemas para dormir o algo…
-Ah, no… Para nada -Le dedico mi mejor sonrisa, y el rubor se expande por el resto de su cara también-. Estaba… Eh, haciendo algo de tiempo. Mi compañero y yo seguimos investigando lo del súcubo, así que estoy esperando a que él termine de darse una vuelta antes de ir yo también.
-Eso tiene sentido… -Ella se lo piensa- B-bueno, si necesita algo, siempre puede pedírmelo y estaré encantada con proporcionarle… Lo que sea.
-¿Lo que sea, eh? -Hmmmm… ¿Se ha… dejado un poco más de escote? HMMMMMMM.
-S-si quiere una bebida… O quizá alguna vela aromática, mi favorita es la de Aires de primavera, pero la de Tranquilidad nocturna suele ser bastante popular… Oh, hum, quizá pueda ofrecerle un vaso de leche y galletas -Me río ante esa última oferta, y ella pone cara de nervios- ¡N-no, qué tonterías digo…!
-No pasa nada, a todo el mundo le gusta la leche con galletas -Es un hecho. Si no te gusta, eres un monstruo. O intolerante a la lactosa.
-E-el caso es que si necesita algo, este… E-estaré encantada de… servirle.
Le lanzo una mirada de arriba a abajo. Me había dado cuenta antes de lo ajustado que lleva el kimono, pero hasta el momento no me había puesto a imaginar cuál es la figura que se esconde debajo. Y ahora… No me es muy difícil hacerme una idea.
La miro a los ojos. El color es extraño, un morado intenso que de alguna manera parece también un tono rosado. Son ojos que, a pesar de los nervios, sé que están llenos de…
…
No soy idiota. Sé por qué ha venido esta chica a verme. Me ha pasado mil veces a lo largo de mi vida. Y en todas las veces anteriores… He aceptado de inmediato.
Algo me para esta vez, sin embargo.
El recuerdo de un chico con unos ojos mucho más bonitos que estos. El mismo timbre de timidez ansiosa, la misma sensación de vulnerabilidad. Se… parecen. Demasiado.
Sé que no es él.
Sé que no va a haber nadie como él.
Nunca.
Nunca voy… Nunca voy a poder encontrarle de nuevo.
Hay un hueco vacío en mi pecho donde debiera haber el corazón. La parte que falta la tiene él.
Quiero llenar el vacío con algo.
Con lo que sea.
Con quién sea.
Quiero que no duela más.
Quiero tener a alguien.
No quiero estar solo.
…
Pero Hiiro…
Miro a la chica. La expectación de su mirada. El sutil rosa de su pintalabios, que prácticamente me invita.
…
-Chloé, ¿no? -Ella asiente cuando me escucha decir el nombre.
Me acerco un paso más a ella. Su respiración se entrecorta.
Acerco una mano a su rostro, apartando de su cara el espeso flequillo de pelo negro que tapa uno de sus ojos para poder mirarla fijamente, acompañando el pelo de una caricia.
-Tal vez… Hay algo en lo que puedas ayudarme.
Ella asiente y traga saliva. Mi pulgar baja por su rostro, acariciandolo hasta su barbilla, y yo me inclino sobre ella.
Cuando la beso, el sentimiento de soledad se disipa por primera vez en días.---
(Narra Hiiro)
No digo nada, simplemente me quedo mirando al suelo de la biblioteca. Él tampoco dice nada en un primer momento, simplemente observándome.
… Nunca me han gustado este tipo de cosas.
-Así que, Hiiro… -Después de un buen rato, es él el que rompe el silencio- ¿Cómo estás últimamente?
-Debería ser obvio… -Mascullo las palabras, no molestándome en vocalizar del todo. De verdad que esto me pone muy incómodo.
-Preferiría si pudieras explicarmelo, por favor. Quiero oír cómo te sientes. Y… No te molestes en intentar engañarme, sé cuándo la gente me miente.
-De todas formas no iba a servirme de nada -Resoplo-. Estoy mal. Muy mal. Llevo semanas muriéndome de asco en la enfermería con todo el mundo recordándome lo frágil que soy y que he estado a punto de morirme, tengo prohibido hacer cualquier otra cosa que no sea respirar y las cuatro personas que me visitan lo hacen con la misma cara de pena siempre.
-Entiendo -El psicólogo anota algo en su cuaderno. ¿Cómo se llamaba? ¿Alexa, como la bicha esa de Amazon?-. Imagino entonces que te habrá alegrado poder salir para nuestra entrevista.
¿Sinceramente? No. De verdad, de verdad que no me gusta tener que ir a hablarle de mis sentimientos a nadie.
-Está… bien -Al ver que no respondo, vuelve a anotar algo y luego suspira-. Generalmente intento ser más sutil, pero es dolorosamente obvio que no quieres estar aquí ahora mismo -Me encojo de hombros-. No importa. Seguro que podemos apañar algo. Eweleïn ya ha tenido que ponerte en conocimiento de tu situación, ¿no?
-Sí… -Me dan ganas de resoplar de nuevo- Para que la Guardia me deje participar de nuevo, tengo que tener una autorización suya de que estoy en las condiciones físicas adecuadas para ello… -Por primera vez me digno a mirarle. Me irrita un poco su apariencia, porque parece el protagonista emo de un anime y es súper guay. Si al menos fuera horrible a la vista podría odiarle de forma irracional sin reparos, pero así me cuesta un poco- Y otra de tu parte.
-Eso es -Asiente de forma paciente-. Así que… Si no estás dispuesto a colaborar conmigo, sabes que no vas a poder volver a la Guardia -Ya-. No es una amenaza. Yo no he puesto las reglas. Es lo que es, y coincide con mi interés profesional, que consiste en ayudarte. Así que… ayúdame a ayudarte, ¿vale, Hiiro?
Hmpfh.
-¿Qué es lo que quieres de mí? -Simplemente me resigno, hundiéndome un poco en mi silla.
-Lo ideal sería que dejases de ser tan híperprotectivo contigo mismo, para empezar… -No puedo evitar la medio risa sarcástica que esas palabras me causan.
-Estaría bueno ser el único que no tiene derecho a serlo -Tuerce la cabeza con eso, como haciendo una pregunta-. Ya lo he dicho. Están todo el día encima de mí para asegurarse de que no estornude mal y explote. No sé ni cómo me dejan leer, teniendo en cuenta que podría cortarme un dedo pasando las páginas y desangrarme.
-Hmmhá… -Sé que ahora mismo tengo suficiente sal encima para salar todas las reservas de alimentos de Eldarya, pero no puedo evitarlo. Por mucho que quiera a mis amigos, es muy cansino no poder existir sin una autorización firmada por Eweleïn- ¿Qué te parece si hacemos un trato, Hiiro?
………
-No me gustan mucho los tratos -En tiempos recientes creo que esa palabra ha cambiado su significado para mí.
-Este posiblemente sí -A ver…-. Puedo ver perfectamente que estar en la enfermería no te hace ningún bien… Lo cual no es extraño, porque a nadie le gusta estar semanas tirado en una camilla -¿En serio? Tú me dirás, mi récord son tres meses, se me pasaron volando-. Así que… Voy a hablar con Eweleïn para que te deje irte.
Eso la verdad es que consigue captar mi interés.
-Y a cambio… Sólo te pido que hagas un esfuerzo cuando tengas que hablar conmigo -Ugh… Claro-. Créeme, a nadie le gusta ir al psicólogo, pero… a veces es necesario. No siempre podemos hacer las cosas nosotros solos. No voy a empujarte a hacer nada que no quieras, y podemos ir a tu ritmo… Pero necesito que colabores, Hiiro. No puedo hacer nada contigo si tú no me dejas. El primer paso es ese.
No me está diciendo nada que no sepa yo ya, y me siento un poco estúpido en toda la situación.
Soy muy consciente de que ahora mismo estoy en uno de los puntos más bajos en los que he estado nunca. Creo que hace… Muchos años que me siento mal, por una razón o por otra. Después de la muerte de Henry, todo fue cuesta abajo y… Quién sabe lo que hubiera sido de mí si no hubiera caído en Eldarya. Es verdad que desde que llegué las cosas parecían estar… Mejorando un poco. Quizá porque era una nueva vida. Quizá porque había algo para distraerme de mi miseria. Quizá por… Nevra. Y entonces llegó Henry y se volvió a morir… Extrañamente la segunda vez dolió un poco menos que la primera. Quizá porque en esa ocasión sí tuve oportunidad de despedirme.
Pero sé que desde entonces no he estado especialmente estable… Y no hablo sólo del tema de la corrupción, que también influye.
Y ahora con esto que ha pasado… Tengo la sensación de que todo lo que había conseguido se ha venido abajo. Y estoy. Bueno. Mal.
Respiro hondo. Quizá… Quizá si necesite algún tipo de ayuda.
No quiero seguir sintiéndome así. Estoy cansado de ello. Quiero dejar de estar roto. Quiero ser útil. Quiero ser… Algo. Ahora mismo, no soy nada.
-De acuerdo… -Me contengo para no volver a suspirar- Lo… lo intentaré. Todo esto me… pone un poco incómodo.
-Intentaré que no lo sea, dentro de mis capacidades -Él me dedica una sonrisa tranquilizadora. Eso no vale…-. Normalmente la primera sesión me gusta que sea una mera toma de contacto, pero si no te importa, hay un tema que me gustaría tratar contigo antes de nada… -Hago un gesto resignado- Me gustaría hablar sobre… La corrupción. La ruptura del Gran Cristal y la dispersión de sus fragmentos es algo muy reciente, así que no hay estudios sobre ello… y menos aún sobre cómo las piezas de cristal corrupto pueden afectar a alguien. Es un terreno nuevo para mí, e intentaré afrontarlo con toda la profesionalidad posible, no tengas duda alguna de ello… Pero necesito comprender cómo te afecta antes de saber cómo trabajarlo. ¿Podrías hablarme un poco de ello?
La corrupción… Sólo de pensar en ello noto cómo mi mano izquierda empieza a escocer. Después de… Lo ocurrido con Nevra, me costó un poco contenerla, pero al final terminó por remitir. Fue… Bastante malo. Ahora creo que más o menos la tengo controlada, pero la herida sigue abierta, lista para… Para hacerme daño en cuanto me despiste.
-Es… -Trato de pensar en cómo puedo explicarla- Puedo intentarlo, pero no creo saber… Cómo hacerlo, del todo.
-Lo que tú veas. ¿Prefieres hablar por tu cuenta o es mejor si te hago preguntas?
-Creo que prefiero hablar yo -Él asiente y toma nota-. Es… Es un poco difícil hablar de ella. A veces no me doy cuenta de que me está afectando hasta que es demasiado tarde. Empiezo simplemente sintiéndome irritado, y cada vez me enfado más hasta que de repente me doy cuenta de que estoy intentando hacer daño a… A alguien, el primero que pille. Es todo tan… Natural. No siento que haya nada malo en mí hasta que ocurre y me doy cuenta. Cuando vuelvo en mí a veces hasta me siento ido… Como si no fuera yo el que ha hecho todo eso, como si hubiera sido un pasajero dentro de mi propio cuerpo. Por otro lado, las cosas que digo y hago… Suelen estar vinculadas con cómo me siento en el fondo. No es que quiera hacer daño a nadie, no, es… La corrupción distorsiona mis sentimientos y los vuelve mucho más siniestros. Si eso tiene sentido.
-Y estos sentimientos… ¿se manifiestan en la forma de querer herir a otra persona?
-Um… -Me lo pienso- No exactamente. Es más como el sentimiento de querer… Destruir. Algo. A veces, sí, es una persona en concreto, si es alguien que tiene que ver con mi situación, pero… -Esto es un poco incómodo decirlo, y me tengo que tomar unos segundos antes de hacerlo- Siento que muchas veces lo que me pide la corrupción es destruir… ¿Eldarya?
El músculo de mi mano pulsa, sobresaltándome. Le lanzo una mirada alterada, un poco asustado de lo que eso pueda significar.
-A-acaba de hacer algo raro -Informo.
-¿Te encuentras bien? -Asiento con la pregunta- Quizá deberíamos cambiar de tema, si este te está estresando.
Qué considerado por su parte. Pero…
-Antes de eso, hay… Quizá hay algo que me preocupa un poco -Él me invita a hablar con un gesto-. Bien. Um… Cuando… Cuando me enfrento a la corrupción, o lo intento… Se vuelve en mi contra.
-¿En qué sentido?
-Cuando hago eso, la corrupción… Intenta destruirme a mí. U-una vez intentó hacer que me cortase un brazo -A punto estuve, de no ser por Valkyon-. Y durante estos días, bueno… Me ha estado diciendo cosas bastante feas. Sobre cómo… Todo es culpa mía, y que debería estar… Muerto, o que no me merezco seguir viviendo.
Aunque es sutil, puedo llegar a ver cómo su postura cambia un poco cuando lo digo. La conversación se tensa y él también.
-¿Es la corrupción la que te dice esto?
-No… No lo sé. A veces es… Como una voz en mi cabeza, una voz acusatoria, y aunque es la mía, siento que no soy yo el que habla. Pero es… confuso. Llega un momento en el que no sé si soy yo el que está hablando o no, o si de verdad pienso lo que la voz dice.
-Ya… Veo. ¿Este tipo de pensamientos son recurrentes?
-Casi constantes en un inicio… Pero desde que conseguí más o menos controlar la corrupción han remitido, lo que me hace pensar que es un efecto de ello -Eso parece tranquilizarle un poco… Aunque no deja de tomar notas-. Pienso que es la necesidad de la corrupción de destruir algo. Cuando no hay nada que destruir porque yo no colaboro… Intenta destruirme a mí.
-Es posible… -Le veo darse unos toquecitos con el bolígrafo en la rodilla mientras piensa- No te voy a mentir, lo que acabas de decir me preocupa un poco. ¿Te molestaría si hablásemos más en profundidad sobre ello?
Sí.
-No creo que haya mucho más que decir… -Intento excusarme- No es… No es algo que contemple cuando estoy en frío. Hace mucho tiempo que me hice prometerme a mí mismo que… Nunca me haría eso -No… No puedo desperdiciar la vida que Henry me dio. No importa cuánto duela. Y no puedo dejar que nadie pase lo mismo por lo que pasé yo al perderle a él.
Así que… No. Nunca.
-De acuerdo -El tono en su voz se suaviza, y se echa para atrás en su butaca-. Está siendo una primera sesión bastante intensa, tendrás que disculparme.
-No esperaba menos -No teniendo en cuenta que el paciente soy yo. Él se ríe de manera un poco incómoda.
-Me temo que aún hay algunos temas que tengo que tratar contigo… Eweleïn me ha insistido en que te pregunte sobre algo en concreto… -Me lanza una sonrisa… ¿pícara? Es difícil de decir, porque no tiene la misma mezquindad de Ezarel o Simonn, pero se da un aire. Hm, me pregunto cómo le estará yendo a Simonn en su misión… y a Nevra- No le digas que me he chivado, ¿de acuerdo?
-Intentaré mantener el secreto…
-Gracias. Además del informe previo, Eweleïn ha querido darme algunas notas sobre los… acontecimientos recientes, para que me hiciera una idea de por lo que has pasado.
-¿Y te ha dado tiempo a leerlo en tan poco tiempo? -Finjo sorpresa. A estas alturas mi historial médico debe ser como la Biblia, y si a eso le quieres sumar todos mis traumas, te da para hacer otros tres volúmenes.
-He tenido que cancelar mis planes de la tarde, pero sí -El tono en el que lo dice me hace saber que se trata de una broma… O eso espero, porque si ha tenido que renunciar a algo para leerse la tragedia de mi vida, me siento mal por él-. El caso es, hay algo que ella quería que llamase a tu atención… Aparentemente, le has estado ocultando a la Guardia una serie de condiciones médicas… Bastante severas -Oh, no. Esto de nuevo no-. Eso es preocupante, cuanto menos. Para poder tratarte de manera correcta, tenemos que saber toda tu historia médica… O al menos lo más impactante de esta, como es el caso.
-Eweleïn ya me ha echado el sermón -Varias veces, de hecho. Al menos un par al día. Empiezo a cansarme de su tono de voz de madre decepcionada-. Puedo entender que está mal haber escondido… Algunas cosas, pero creo que se está sobrereaccionando.
-¿Sí?
-Al menos, Eweleïn ha decidido por su cuenta que me va a explotar el corazón en cuanto me quite el ojo de encima, y se niega a escuchar lo que yo tengo que decir al respecto -Eso es lo que me pasa por mentir, supongo…
-Bueno… yo puedo escucharte, si quieres, y puedo intentar hablar con ella también. Quizá a mí me haga más caso.
¿Tal vez? Le lanzo una mirada no del todo confiada. Sigo bastante incómodo con todo el tema de tener que hablar con un psicólogo… Aunque no está siendo tan malo como yo pensaba. Nada comparable con los psicólogos del mundo humano, al menos… Ellos simplemente me bombardearon a preguntas que no me apetecía responder hasta que yo me enfadaba y daba la sesión por terminada. Al menos este parece un poco más suave y… empático.
-Eweleïn piensa que el corazón va a fallarme en cualquier momento -Eso es lo que digo-. No es así como funciona. Una vez pasado el transplante y después de que mi cuerpo se normalizara, el peligro bajó considerablemente. La medicación que tomaba era para ayudar a que mi cuerpo se acostumbrase al cambio, y dejé de tomarla bastante antes de llegar a Eldarya siquiera, así que no hay motivo para que me la ponga de nuevo -A fin de cuentas… No podía haber tenido un donante más compatible que el que tuve-. Tampoco voy a morirme de repente de un infarto. La idea del trasplante es que pueda seguir haciendo vida normal. Sí es cierto que ahora mismo soy más sensible a otras afecciones cardíacas que puedan llegar con el tiempo, por muy compatible que sea, pero… Eso no significa que necesariamente tenga que ocurrir algo malo. Sólo que es una posibilidad, como para el resto de personas con corazones funcionales -Supongo que Nevra no tendría que preocuparse de eso, por ejemplo…-. Por otro lado… No puede forzarme un tratamiento si yo no lo quiero. Se preocupe o no, no puede obligarme a nada.
-Eso es cierto -Concede-. Pero también es cierto de que, sin la garantía de que estás en condiciones físicas decentes, la Guardia puede reservarse el derecho de admisión… -Hmphf. Otra vez con eso…- Créeme, me he leído esa parte del reglamento bastantes veces.
Inclina un poco la cabeza, de forma que sus gafas de sol se deslizan por el puente de su nariz, dejándome ver sus ojos blanquecinos y empañados. O-oh. Cierto. Simonn me había dicho que el chico nuevo era ciego, pero… No me acordaba de ello. Antes de que pueda ocurrírsme qué decir, él me guiña un ojo de manera bastante carismática y sus gafas vuelven a subirse ellas solas, lo que debe de dejarme con cara de tonto y es posible que incluso algo sonrojado.
-Hablaré con Eweleïn sobre esto -Dice eso mientras anota algunas cosas más en su cuaderno-. No puedo prometerte nada… Simplemente expondré lo que hay y mis… recomendaciones.
-Gracias… -La palabra sale algo enrevesada de mis labios- Este… No sé si es… De mala educación, y mis disculpas si es así, no es mi intención ofender, pero me gustaría hacer una pregunta…
-Hmmm, me pregunto qué podrá ser y si será sobre el mismo tema por el que tanta gente me ha hecho preguntas incómodas…
-... Perdón -Ahora me siento mal…
-Era una broma, disculpa -Me dedica una sonrisa- Puedes preguntar lo que quieras, sin reparos… Siempre que no sea ofensivo, y me guardo el derecho de responder si la pregunta no es de mi agrado.
-P-por supuesto -Empiezo a pensar que simplemente tenía que haberme quedado calladito-. Es, eh… Me han dicho que tienes alguna forma de ver… además de con tus ojos. Simplemente me preguntaba cómo era eso. Si es algún tipo de magia o… Alguna medicina de Eldarya que yo no conozco o algo. Perdón, hablo desde la ignorancia, y si es incómodo no-
-Oh, no; no es molestia, tranquilo -De nuevo me sonríe, como para asegurarme que no he hecho nada malo. No puedo evitar sentirme un poco mal aún, sin embargo-. Créeme, no eres ni mucho menos el primero en preguntar… Y no me extraña que lo hagas tampoco, siendo un humano. Estando yo en tu mundo, también tendría muchas preguntas sobre las cosas que no comprendo… Como, por ejemplo, cómo puede pasarse un corazón de una persona a otra -Ya… Gèrard ya se quedó extrañado en su día, pero Eweleïn fue la que alucinó en colores cuando aprendió que en el mundo humano se hacen trasplantes de órganos tan complejos. Aquí todavía no han llegado a eso, aparentemente tratan los infartos con piedras mágicas…- Pues bien… Tiene mucho que ver con mi raza, para empezar. Soy un mentalista, así que con el debido esfuerzo he conseguido llegar a tener lo que otra gente llamaría un “tercer ojo”.
-¿Mentalista? -La imagen de algún flipado doblando cucharas en mitad de la calle con un cestillo puesto para la voluntad pasa por mi mente.
-Como Keroshane, sí -¿Ke… Kero?
-Pero él es un… unicornio… -Al menos tiene un cuerno en la frente… Quiero decir, nunca he hablado con él para que me lo confirmara, pero…
-Es mestizo de unicornio y mentalista, por lo que tengo entendido -Aaaah… Bueno, un misterio resuelto, supongo-. Si te fijas, tenemos algunos rasgos similares, como la cola, la coloración de las uñas o, si prestas mucha atención, mis orejas ligeramente puntiagudas.
La mencionada cola se agita un poco cuando habla, casi como saludando. Puntiaguda como es en vez de la cola fluffy de Kero, me había hecho pensar en un íncubo (al menos se parece bastante a la mía, y viendo al amigo no me hubiera extrañado que lo hubiera sido); y lo de las uñas pensé que sería esmalte, pero ya veo que no. Las orejas son más difíciles de ver, eso sí.
-Yo también soy mestizo, así que no tengo todos los rasgos tampoco, pero al menos eso lo compartimos -Tengo que empezar a leer más libros sobre razas faéricas-. Los mentalistas tenemos… Como se puede deducir, una serie de habilidades mentales. La más común es la telequinesis -Y ejemplifica soltando su cuaderno y su bolígrafo, que se mantienen en el aire aún cuando los deja ir-, pero también hay otras como la telepatía, el ilusionismo, la piroquinesis… O muchas otras, bueno. Depende de lo que te interese. En mi caso -Vuelve a sujetar sus cosas-, desde pequeño me he entrenado en la técnica de percepción. Gracias a mis habilidades puedo intuir mi entorno… Y a base de pasarme años y años haciendo eso, he conseguido desarrollar esa habilidad lo suficiente como para conseguir “ver” de forma artificial lo que hay a mi alrededor. No es que vea las cosas, en un sentido físico… Las percibo, y mi cerebro se hace una idea de qué es lo que me rodea. Algunos detalles pueden escapárseme, pero por lo que tengo entendido, creo que lo que yo percibo se parece bastante a la realidad. Podría dibujar tu rostro y podrías reconocerte sin problemas.
-Suena… fascinante -Es lo único que se me ocurre decir-. Y muy oportuno.
-Sí, he de reconocer que he tenido bastante suerte con eso -De nuevo, una sonrisa incómoda-. Aunque también podría haber vivido mi vida perfectamente sin tener esa habilidad, pero siempre simplifica un poco las cosas. Hay bastante gente puñetera que intenta dificultarle la vida a los demás y esto me ha servido para protegerme un poco de ello.
-Espero que no te encuentres a nadie así en la Guardia -Qué tipo de persona tienes que ser para ir a jorobar a alguien que ya tiene la vida difícil, por la razón que sea.
-Por el momento no he tenido ningún problema, pero… ya veremos mañana -Parece contener un suspiro-. Bien, nos hemos desviado un poco, y se va haciendo tarde… Pero antes de terminar la sesión, me gustaría consultar una última cosa contigo. No es nada definitivo, es sólo una sugerencia y me gustaría que la meditases un poco antes de dar una respuesta definitiva -Este… me está asustando.
>>¿Considerarías tomar medicación para ayudar con tu depresión?
Ah…
Ha dicho la palabra.
… Supongo que es oficial. No es que sea una sorpresa, pero…
Intento ignorar eso y centrarme en su pregunta. Medicación… La verdad es que no quiero, no. Nunca me ha hecho demasiada gracia esa idea. Ya me la recetaron en el mundo humano, quizá esperando que todos mis problemas fueran a resolverse tomando una pastilla al día, pero nunca quise tomarla así que… No lo hice.
También es verdad que en el mundo humano nunca hice nada para trabajar en mí mismo. Encerrarme en mi habitación para dejar que me carcomiera la tristeza, ahogarme en mis propias lágrimas e ignorar al resto del universo como castigo por hacerme tanto daño no arregló nada.
Aquí… sigue sin gustarme la idea.
-Como he dicho, no tienes que darme una respuesta inmediata -Habla después de mi incómodo silencio-. Puedes pensártelo y hablaremos de eso más adelante… Si tienes dudas, también puedo resolvértelas. Tú eres el que tiene la última palabra… dicho eso, mi recomendación sería que aceptases mi propuesta. Evidentemente nada va a hacer que el dolor desaparezca por arte de magia, pero puede ayudarte a paliarlo. Con eso y, no voy a mentirte, mucho, mucho esfuerzo… Poco a poco las cosas irán mejorando.
¿Es eso cierto? ¿Puede algo mejorar? ¿No estoy condenado a ser miserable el resto de mi vida?
-Y, como último recordatorio… -Algo en su voz hace que enfoque mi mirada en él, y de alguna manera su sonrisa afable consigue traerme algo de consuelo- No estás solo. Pedir ayuda, o necesitarla, no te hace débil. Ni con la medicación, ni con tus amigos.
-Lo… lo sé -Me siento un poco avergonzado al decir eso-. Pero… tampoco quiero que ellos me vean como alguien… indefenso. No… No soy tan frágil. No voy a romperme y no…
…
-No quiero que nadie… tenga que salvarme.
Aunque ya había cerrado su cuaderno, veo cómo se abre solo y el bolígrafo escribe algo en una hoja mientras él me sigue mirando fijamente.
-Entiendo. Bien -El cuaderno se cierra, y él recupera ambos útiles antes de ponerse de pie-. Creo que podríamos pasar mucho rato más hablando, pero vamos a terminar por hoy. Considera mi propuesta para la próxima sesión, ¿de acuerdo? -Asiento.
-¿No tienes una piruleta que darme? -Pregunto, en un intento de volver la conversación algo más ligera- En el mundo humano siempre me daban una -Y yo la tiraba a la basura nada más salir de la consulta únicamente como gesto de desprecio y rebeldía ante el sistema. Mirándolo en retrospectiva, menudo desperdicio.
-Hmm… -Se frota la barbilla, y su cola ondea con aire pensativo- Quizá puede ser una buena idea para el futuro. Lo tendré en cuenta. Por el momento, ¿qué te parece si tú y yo vamos a ver a Eweleïn? Pienso cumplir mi parte del trato.---
Estoy confundido. Perplejo. Anonadado. Atónito. ¿Hay más sinónimos?
Miro mi habitación con ojos muy abiertos, incrédulo ante la idea de que… estoy aquí. En mi habitación. No en la enfermería. No, no. Mi habitación.
-¡GRUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Cuando Yurio deja de mirarme con la misma sorpresa con la que llevo mirándole yo a él durante dos minutos seguidos, se lanza a mis brazos. Apenas tengo tiempo de pedirle que tenga cuidado con mi frágil cuerpo antes de que doscientos kilos de gato se me tiren encima, garras y lengua por delante. Yurio me hace todas las cucamonadas del mundo mientras yo intento responder a ellas, y casi es más que él me está acariciando a mí que yo a él, pero no importa porque es muy lindo y le adoro.
Aún no puedo convencerme de que Alessa haya convencido a Eweleïn.
Nada más salir de su consulta Gèrard estaba esperando para escoltarme de vuelta a la enfermería, pero ha sido Alessa el que lo ha hecho, y allí ha tenido una conversación de adultos con Eweleïn mientras yo miraba incómodamente a uno y a otro desde una silla. Me he sentido un poco como si hubiera ido con mi padre a una tutoría del instituto y él se estuviera peleando con mi profesor para que me cambie de asiento más adelante porque si no no veo bien la pizarra.
Al final Eweleïn ha tenido que dar su brazo a torcer. Los argumentos de Alessa eran sólidos: No sólo yo ya estoy en las condiciones físicas necesarias para no tener que estar en vigilancia constante, sino que seguir encerrado en la enfermería sólo estaba haciendo que me sintiera aún más deprimido todavía.
Por fin se acabaron las paredes rosas… Ahora he vuelto al azul de mi habitación gótica, que…
… fue decorada por Nevra…
…
Acaricio a Yurio detrás de las orejas una última vez antes de ponerme de pie de nuevo. Me apetece cambiarme de ropa, así que eso es lo que voy a hacer, acudiendo al armario para cambiarme el incómodo pijama de la enfermería por algo de ropa nueva. Mi kimono (prácticamente nuevo, por cierto) quedó en un estado lamentable así que he tenido que jubilarlo, de modo que todo lo que tengo ahora mismo es el vestido que me niego a ponerme, la ropa humana de Draz, mi pijama liso, mi pijama de cuadros, mi pijama de verano (¿por qué tengo más pijamas que ropa normal?), el kimono del templo, el conjunto que me rega… ló Nevra… Eeeeh, la ropa de… Hen… ry…
…………………
Me pongo mi yukata de verano, aunque no acompañe, y me pongo como objetivo para mañana a primera hora ir a comprar algo de ropa nueva. Hoy ya es tarde… Tengo ganas de ir a la cantina y comer algo que NO ESTÉ APROBADO POR EWELEÏN POR DIOS SÍ KARUTO DAME TU COMIDA MÁS GRASIENTA Y ASQUEROSA, casi quiero que me dé el temido infarto sólo por el placer de que me lo haya provocado una hamburguesa.
Aún le hago más mimos a Yurio, que juraría que no quiere volver a despegarse de mí en la vida, pero llega el momento de tener que abandonarle así que le acabo mandando de exploración, a ver si encuentra algo chulo ahora que se me ha quemado el armario. En serio, estoy perdiendo demasiada ropa, es como si el armario se hubiera prendido en llamas y hubiera perdido todo mi progreso desde que llegué a Eldarya… Ejem, bueno, mejor me voy a cenar.
Después de tanto tiempo en la enfermería, entrar en la cantina es como un mundo nuevo. Tanta gente por todas partes… Tanta información visual… Ah, qué bien sienta.
Echo un vistazo a mi mesa habitual, donde hay una reunión de gente. Erika, Chrome, Alajea y… Karenn. Acaban de darme el alta así que por supuesto aún no se han enterado de que estoy aquí, y parecen bastante entretenidos en alguna conversación… La verdad es que no sé si quiero meterme. La última vez que hablé con Karenn la cosa no terminó muy bien que se diga, y… Quizá sea mejor si procuro evitarla un tiempo. El ambiente está un poco tenso aún. No se han fijado en mí, así que puedo pasar desapercibido…
El que sí que ha debido de fijarse es Gèrard, al que veo no muy lejos mirando en mi dirección. Cuando nuestras mirada se cruzan, me saluda con la mano… Oh. Quizá hasta me estaba esperando.
No… No es que me moleste su compañía, pero… Él y Valkyon han estado haciéndome de guardaespaldas todo el tiempo que he estado en la enfermería, y aunque les aprecio y se lo agradezco… Como que quiero respirar un poco. No… No quiero que nadie tenga que estar pendiente de mí y, aunque lo hagan con la mejor de sus voluntades, no puedo evitar sentir como que me están vigilando más que nada. Hmm… La verdad es que no me importaría cenar solo… ¿Se enfadará si se lo explico…?
-¡Pero a quién tenemos aquí! ¡Justo a quien estaba buscando!
La voz me sobresalta un poco. Le lanzo una mirada muy confundida a Ezarel, que ha aparecido de la nada detrás de mí y de repente me pasa un brazo por encima de los hombros.
-Cuánto tiempo sin verte, Haru -Es así como saluda, en un tono exageradamente animado. ¿E-está bien? ¿Qué le pasa?-. ¿Qué tal, qué te cuentas? Oh, espera; no me lo digas, mejor vamos a cogernos una mesa y hablamos los dos, ¿qué te parece?
-¿Q-qué he hecho mal? -Pregunto, ya asustado.
-Pero bueno, ¿a qué viene esa desconfianza? -Se ríe con la risa más falsa que he escuchado nunca- Sólo quiero pasar un rato con mi buen amigo Haru.
-... No estoy seguro de que nunca hayamos sido ami-
-Tú sólo vente a cenar conmigo, ¿sí?
Juraría que no me queda mucha opción pero… Vale. Al menos es una cara nueva. No ha tenido la decencia de ir a visitarme en todo el tiempo que he estado en la enfermería, así que hace bastante que no le veo. Vete a saber qué es lo que quiere de mí.
Con un poco de miedo me siento en una mesa recluida a solas con Ezarel, no sin antes haber arrasado con el menú de la cafetería. Juraría que he perdido peso estando encerrado, y precisamente eso no es lo que yo necesito.
-¿Vas a comerte eso? -En cuanto nos sentamos, Ezarel le lanza una mirada de deseo a mi postre.
-Sí -Gruño la respuesta. Él me mira muy indignado-. Llevo semanas bajo la dieta de Eweleïn, Ezarel. Lo más exótico que he comido es gelatina de limón -Y, como todo el mundo sabe, ese es el peor sabor de gelatina que hay.
-Buaj, de limón -Él hace una mueca asqueada-. Vale, puedes quedártelo. Me das pena.
Muchas gracias.
La cena empieza en silencio, salvando el ruido de fondo de la cantina, y la verdad es que eso me pone un poco nervioso porque no tengo ni idea qué puede ser lo que este lunático quiere de mí.
Después de un rato de que me esté mirando fijamente mientras come, lo cual es increíblemente incómodo, decido romper el silencio con un suspiro exasperado.
-¿Qué quieres de mí? ¿Qué te pasa? ¿A qué viene todo esto? -De verdad que está siendo muy siniestro- ¿Tiene esto algo que ver con Nevra?
-Para nada, aunque he de decirte que me parece fatal que hayas tenido las narices de romperle el corazón a uno de mis mejores amigos y pienso que eres una persona cruel y descorazonada.
-... mírate a un espejo.
-Pero eso es vuestra vida y yo no voy a meterme a menos que Nevra me lo pida, aunque yo ya había dicho en un primer momento la pésima idea que es salir con-
-Vale, ya está -Le interrumpo, y él se corta-. Se acabó. ¿Qué es lo que quieres?
Dando una palmada, se inclina hacia delante e intuyo que al fin va a ponerse serio.
-Nuestro nuevo amiguito de las gafas de sol -¿Qué le pasa?-. Has tenido cita con él, por lo que tengo entendido. La única razón por la que yo todavía no lo he hecho es porque le estoy evitando ágilmente, pero viendo las ganas que tiene Eweleïn de torturarme, diría que no me tiene que quedar mucho. Así que, ¿cómo es? ¿Qué es lo que hace?
Ya veo…
-¿Le tienes miedo, Ezarel?
-Por supuesto que no. ¿Le tienes miedo tú?
Un poco. Si hay algo en lo que coincido con Ezarel es posiblemente que los dos prefiramos que nos corten un brazo antes de tener que abrirnos emocionalmente a alguien… En su caso, lo suyo es crítico. Así que no le culpo si va a ir a verle con el mismo reparo con el que he ido yo.
-Es mejor de lo que imaginaba -Confieso-. Tampoco sé qué decirte, no sé… No tengo muy claro cuáles son los estándares de bueno y malo. Al menos es mejor que lo que había en el mundo humano…
-Hmmm, te ha lavado el cerebro a ti también… -Me contengo para no poner los ojos en blanco.
-Ya que te va a tocar hablar con él, al menos intenta aprovecharlo para algo, ¿no? -Empieza a irritarme un poco. Ahora mismo ya tengo suficientes problemas por mi cuenta como para tener que aguantar los suyos- A lo mejor te ayuda en algo.
-Sí, definitivamente te ha hipnotizado -Pues vale…-. Debe ser por los abdominales. Ahora que estás otra vez en el mercado, tendrás que buscar consolación en algún sitio.
…
-Ezarel, no es gracioso que bromees con eso. No lo hagas. No tienes ni idea de lo difícil que ha sido para mí-
-Tan difícil no ha tenido que ser, o al menos por lo que yo veo no parece que te haya dado mucha lástima romperle el corazón a alguien.
Me levanto de la mesa. No tengo por qué soportar esto.
-Puedes quedarte mi postre, si tanto lo quieres -Hablo sin mirarle siquiera-. No vuelvas a hablarme.
Me alejo, dejándole a solas con su estupidez. Juraría que se arrepiente, porque le escucho llamarme con un tono de voz bastante más serio, pero toda la reacción que saca de mí es la peineta que le dedico mientras salgo de la cantina.
Vuelvo a mi habitación. Yurio aún no ha vuelto, así que nadie me impide que me tire en la cama en plancha. Casi me hago daño en la nariz.
…
Qué sabrá él. Qué sabrá NADIE.
Debe ser muy fácil verlo desde tercera persona. Hiiro ha roto con Nevra porque está demasiado asustado después de que le mordiera y como es humano le dan miedo los vampiros, hurr durr.
Hiiro ha roto con Nevra porque aún tiene pesadillas con su cara, Hiiro ha roto con Nevra porque está harto de que no sea capaz de respetar sus límites, Hiiro ha roto con Nevra porque no quiere más sacrificios absurdos en nombre de una emoción, Hiiro ha roto con Nevra porque los dos tienen planes de futuro distinto, Hiiro ha roto con Nevra porque quiere estar solo, Hiiro ha roto con Nevra por razones que a ti no te incumben.
Ya tuve suficiente con Karenn gritándome que había matado a su hermano. No quiero que Ezarel se meta también, y ya me veo la avalancha de "Oooh, pero con lo monos que erais, ¡no podéis romper!" y me da miedo pensar en la reacción que el club de fans de Nevra puede llegar a tener.
No.
Simplemente, no.
Nuestra relación llegó hasta el límite, y… Todo era demasiado complicado, y yo ahora mismo no estoy para lidiar con cosas complicadas. Y además, iba a tener que acabarse en algún momento, antes o después, así que… Es mejor hacerlo ahora.
Pero eso no significa que… Que haya sido fácil, o que yo me haya quedado tan contento con la resolución. Por supuesto que no. Sigo queriendo a Nevra, muchísimo, tanto que duele. Es… es posible quizá que mis sentimientos hacia él se hayan visto algo dañados por todo lo ocurrido, y quizá el desgaste de nuestras discusiones continuas y nuestros desacuerdos también haya hecho mella… Es cierto que ha habido momentos en los que he llegado a plantearme si de verdad sentíamos lo mismo, incluso. Pero… Pero no. Sé que aún le quiero, de alguna manera. ¿Cómo no hacerlo? En este mundo, Nevra lo ha sido todo para mí. Y él me ha dado tanto, tantísimo. Y ha hecho mucho por mí.
Ya he decidido que… Voy a intentar quedarme con los buenos momentos. No voy a olvidar lo malo, porque está ahí y no puedo ignorarlo, pero intentaré pensar en lo muy feliz que me ha hecho estar con él. Y… Quizá, en algún futuro, cuando piense en ello deje de dolerme tanto como duele ahora.
Noto la humedad en mis ojos, y me incorporo en la cama para poder secarme las lágrimas antes de que terminen de caerse. Que no, Hiiro, sé fuerte. Eres tú el que has tomado esta decisión, tienes que mantenerte firme. Es… lo mejor para ambos. Posiblemente.
Termino de consolarme a mí mismo y luego me quedo… Un poco desorientado. La verdad es que no tengo nada de sueño. Hay dos actividades de las que me he aburrido estando en la enfermería: Dormir y leer. Sí, jamás pensé que fuera a aburrirme de leer, pero aquí estamos. No tengo ni idea de cuántos volúmenes me ha comido en las dos últimas semanas, pero Stan stanría orgulloso de mí.
Así que no me apetece mucho dormir... Voy a ser un chico malo y acostarme tarde. No tienes poder aquí, Eweleïn.
En lo que me devano los sesos en busca de algo que hacer me recuerdo de la aplicación de sudokus que tenía en el móvil y que tantas horas de espera en el hospital me ha aliviado y, agradeciendo de nuevo a la bola de energía mágica que me frió el móvil, me pongo a la tarea. Huh, creo que es lo más parecido a matemáticas que he hecho en bastante tiempo… Quién iba a decirlo, pero creo que echo un poco de menos el instituto.
Paso un rato de sudokus, y Yurio termina por aparecer con algún tipo de tela raída en la boca. No sé exactamente qué voy a hacer con eso pero… ¿gracias? Satisfecho con su trabajo, se sube a la cama conmigo y se hace una bola a mis pies mientras yo sigo en sesión de sudoku intensa, y cuando hace cosas monas yo cambio a la cámara para sacarle fotos. A lo mejor tengo que empezar a llevarme el móvil a todas partes y sacar fotos… Ahora que también se me han quemado las imágenes en el incendio, quiz-EEEEJEM.
Al cabo de un rato empiezo a notar la vista algo cansada de tanto numerito, y voy a ver la hora que es y según el móvil son las dos del mediodía… Hmmm, juraría que no me coincide la hora, ¿eh? Lo pondría en hora, pero creo que no hay ningún reloj en toda la Guardia… Creo que había un reloj solar en el mercado, pero no sé si merece la pena.
Aunque no tengo muy claro qué hora es, ya empiezo a sentirme algo cansado, y la idea de irme a dormir empieza a rondarme la cabeza. Parte de mí quiere resistirse y quedarme de pie sólo por oponerse al sistema, pero la verdad es que aunque soy estúpido no lo soy tanto, y decido dejar mi rebeldía para otra ocasión, ser sensato e irme a dormir.
Me acerco al armario para seleccionar alguno de mis múltiples pijamas, y cuando voy a hacerlo…
… escucho un ruido en la ventana.
Un… golpe, un toque. Algo.
Cuando miro en dirección a la vidriera, aunque es difícil de decir a causa de la coloración, soy capaz de distinguir una forma pequeña y oscura detrás de ella.
Vaya. Sí que se ha dado prisa.
Abro la ventana para enfrentar con la mirada al crowmero que hay detrás de ella. Me devuelve la mirada de forma fija, sus ojos clavándose directamente en los míos.
A decir verdad, llevo esperando esto un tiempo. Desde que me desperté en la enfermería después de Memoria, quizá. En alguna ocasión me ha parecido ver la figura negra de un crowmero observándome a través de la ventana, pero nunca he sido capaz de verlo del todo, así que no sé si sería verdad o si sería mi mente intentando engañarme. Que aparezca de repente justo el día que me dejan irme me hace pensar que no eran imaginaciones mías, después de todo.
El familiar grazna escuetamente, y después revolotea hasta una de las ramas del árbol cercano a mi ventana. Tuerce la cabeza de manera interrogante, como preguntándome “¿Vienes?”.
Por supuesto que voy. Llevo semanas esperándote.
Pero no voy a saltar por la ventana. No soy Henry, lo siento.
Me pongo mi abrigo, que fue lo único que se salvó de Memoria porque no lo llevaba puesto cuando Nevra me atacó, y me acerco a la puerta. Yurio levanta la cabeza para mirarme de forma confundida, pero parece que está medio dormido.
-Vuelvo en un rato -Le digo-. No hagas ruido…
Parece entenderme, porque vuelve a su dormitar, y con eso soy libre para escabullirme.
No suelo frecuentar el CG de noche, pero por las historias que he escuchado de Simonn y Nevra, no suele estar muy concurrido, lo que juega a mi favor. La mayoría de la Guardia tiene un horario bastante estricto y prefiere aprovechar la noche de sueño, así que los que deambulan por ahí son criaturas nocturnas que duermen por el día, algunos desvelados que buscan gastar energía, aquel que va a tomarse un snack nocturno o el que tiene negocios en la habitación de otra persona.
Ya empiezo a pensar en la excusa de “Llevo mucho tiempo encerrado y simplemente me apetece sentir el aire nocturno antes de acostarme” por si acaso alguien me pilla, pero tengo suerte y no se da el caso. No me cruzo con nadie en lo que salgo del edificio, y una vez ya estoy en el refugio me siento más aliviado, porque ahí ya es más difícil que alguien me vea, me reconozca y me diga algo. Lo que va a ser difícil va a ser salir de la ciudad… Sé que han reforzado la seguridad en la Gran Puerta. Henry me habló sobre algunos de sus puntos de entrada y salida (alguien debería revisar las murallas un día de estos, en serio), así que quizá pudiera usar alguno…
El crowmero aparece revoloteando y se posa en mi hombro. Pesa un poco más de lo esperado, y no me hace gracia cuando decide picotearme la mejilla, gesto que decido no interpretar.
Salta al suelo y desde ahí llama mi atención de nuevo… Juraría que está intentando guiarme en una dirección concreta.
De acuerdo.
No sin sorpresa, al cabo de poco me doy cuenta de que a donde me está llevando no es sino el cerezo centenario, que descansa solitario en mitad del CG… O casi, porque hay alguien allí.
Sentado a los pies del cerezo en una postura relajada, esperándome con una sonrisa afable, allí está Él.
Me quedo a un par de metros de distancia de él, mirándole fijamente. El silencio nos rodea y el único sonido que se escucha son las hojas del cerezo cuando una ráfaga de viento las sacude, provocando que los pétalos del árbol caigan con una llovizna rosa.
-Enhorabuena -Esa es la primera palabra que pronuncia-. Sigues vivo.
-Aparentemente -Sonríe con mi respuesta y hace el esfuerzo de ponerse en pie para acercarse.
-Eres quizá una de las personas más difíciles de matar que conozco -Lo dice como si fuera un cumplido-. Yo mismo encabezo la lista, pero juraría que tú ocupas la segunda posición con muchos honores.
-¿Puedes pasearte por el CG tan alegremente? -Antes de que empiece algunos de sus monólogos llenos de implicaciones vagas, prefiero asegurarme que no va a aparecer Miiko de repente para enterarse de mis citas a solas con el enemigo jurado de la Guardia.
-Tranquilo, ya sabes que tengo algunas maneras de vigilar lo que ocurre por aquí… -Hace un gesto hacia el crowmero, que grazna una única vez antes de levantar el vuelo y alejarse… Para ponerse a vigilar, imagino- Normalmente no me arriesgaría tanto, porque ni tú ni yo necesitamos más problemas, pero he imaginado que en tu estado sería mejor si yo hacía la mayor parte del camino… Además, quería ver el cerezo con mis propios ojos -Colocándose a mi lado, se gira hacia el árbol, y ambos lo observamos durante unos instantes-. Es realmente bonito, y aún más de noche. Cómo era que lo llamabas tú… Sakura, ¿cierto?
-¿Aprendiendo japonés? -Puede empezar a hablar klingon en cualquier momento y creo que no me sorprendería.
-Tengo que empezar a buscar nuevos idiomas para poder despedirme de ti… Es un trabajo en curso.
Vuelve a alejarse, cediéndome algo de distancia. No sé en qué momento he empezado a dejar que se me acerque tan tranquilamente… O desde cuándo acepto sus encuentros de buena gana.
-Puedo ver que estás de una pieza… -Sus ojos me examinan muy atentamente- Al menos por fuera.
-Sigo en pie… -Busco su mirada, fijando mis ojos en los suyos- Gracias a ti.
No dice nada con eso. Ladea la cabeza ligeramente, como si mis palabras le produjeran curiosidad.
-Fuiste tú el que me salvó en Memoria. Lo último que vi antes de perder el sentido fue… A ti.
-¿Es eso cierto? -Su sonrisa, hecha de azúcar, se estira en las comisuras.
-Nevra no iba a dejarme ir por su cuenta. Alguien tuvo que quitármelo de encima… Tú -Casi parece orgulloso al oírme a hablar-. E incluso con eso, me hubiera desangrado en el suelo en cuestión de minutos. Eweleïn dice que es un milagro que haya sobrevivido pero… Yo sé que no es así.
Mi mirada se enfrenta a la suya. No va a negar nada de lo que he dicho porque, bueno, es verdad. Parece hasta contento de que le haya encarado al respecto.
-Tengo… preguntas.
-Tú siempre tienes preguntas, Hiiro. Eso es lo que me gusta de ti -Porque debo ser el único que se molesta en preguntar antes de intentar pegarse con él-. Pero sabes que yo no regalo nada.
-Y, sin embargo, me has salvado la vida… De nuevo -Su sonrisa se afila un poco, perdiendo parte del azúcar a favor de un cariz malicioso-. Nadie te ha pedido que lo hicieras, ni he hecho ningún trato contigo.
-Hmm… Eso es cierto. Quizá, aunque soy un malo tan malo, me gusta hacer trabajo de beneficencia de cuando en cuando… -Fíjate que me cuesta creerlo. Si se está esforzando tanto en mantenerme vivo, por algo debe ser.
-En ese caso, no deberías tener problema en decirme exactamente qué tipo de trabajo has hecho, ¿no? -Su expresión es interrogante- No me importa el por qué. Sea cual sea el plan que tengas, no vas a contármelo, y por mucho que yo pregunte, tampoco voy a llegar a una resolución clara. Así que, lo que quiero saber es… Qué me hiciste en Memoria.
Hablo con tono firme… Pero no acusatorio. No del todo. Hay algo que me mosquea mucho, muchísimo, pero todavía quiero ver qué es lo que tiene que decir antes de enfadarme.
El Titiritero se piensa su respuesta. Quizá demasiado, con un gesto exagerado, y le veo volver a tomar asiento en el mismo banco bajo el cerezo en el que estaba antes. Yo no me muevo, sigo donde estoy mirándole fijamente.
-Creo recordad que lo que hice fue… -Su sonrisa se burla de mí- Salvarte la vida.
-Los cristales -Decido ir directo al grano-. Qué me has hecho.
Me han contado que lo que me salvó fue… La corrupción. Que de mi cuerpo surgieron cristales que cerraron mis heridas, y por eso no me desangré. Él… Él tiene que saber algo de eso.
-Aah, los cristales… -Por cómo pronuncia la palabra, diría que él también tenía bastantes ganas de hablar de eso- A mí también me pilló por sorpresa, ¿sabes? Qué cosas.
-Per… ¿perdón? -La respuesta me deja un poco perplejo.
-Perdonado -Vuelve a levantarse y se acerca de nuevo, ahora parece que más interesado en la conversación-. Puedes no creerme si no te convenzo, pero es la verdad. Los cristales aparecieron después de que yo terminase de curarte, de hecho, como una especie de… costra, o algo similar. Desvístete, quiero ver tus cicatrices.
-No -Ahora un poco espeluznado, retrocedo un paso, incluso cerrándome aún más el abrigo.
-Oh, vamos, no hace falta ser pudoroso. No tienes nada que yo no haya visto ya. Acabo de decíertelo: fui yo el que cerró tus heridas -Ugh… No. Eso sólo me hace negarme con más fuerza. Él hace un gesto exasperado-. De acuerdo… Muéstrame la herida de tu mano al menos. Te estoy dando una moneda de cambio para todas tus preguntas, Hiiro, no deberías rechazarla.
Ya… Supongo que no. Yo también tengo que ceder un poco si quiero sacar algo de él, aunque al final siempre acabo sintiendo que es él el único que saca beneficio de estas conversaciones.
Aún con reticencia le ofrezco mi mano izquierda, y él vuelve a sonreír.
-Graciaaaas… -Con habilidad retira las vendas que cubren mi mano. Aunque hace tiempo que lo más feo de la herida remitió, aún queda el rastro rojo de la herida original. Él toma mi mano, sorprendiéndome un poco la suavidad de sus manos enguantadas, y comienza a examinar la herida- Oh, si ya está casi curada. Una lástima. ¿Cómo lo haces exactamente?
-Eh… -Estoy un poco incómodo, pero supongo que tengo que responder. Si le doy coba, luego él responderá igual- Intento… Calmarme, sobre todo. Todo lo que relaja ayuda. Meditar o… alguna cosa de esas. Cuando me tranquilizo, empieza a curarse por su cuenta. Tienen que sacarme los cristales que se forman, pero ya está.
-Hmmm… -Parece verdaderamente interesado, pero no sé qué está mirando tanto, si la herida no va a hacer nada por su cuenta. A lo mejor lo está haciendo sólo para ponerme nervioso- Si no estoy equivocado, esta herida debe ser un poco distinta al resto, teniendo en cuenta que fue desde aquí que entró la corrupción… -Sin que nadie le dé permiso, da un tirón para subirme la manga del abrigo, dejando expuesto mi brazo, que tiene más heridas, algunas vendadas y otras ya sin vendar, y empieza a ojear alguna de las últimas- Sí, son claramente distintas… Es como un parásito, pero… No puede dejar que el huésped se muera, así que intenta curarlo… De una manera muy rudimentaria. No funcionó la última vez y tampoco lo hubiera hecho ahora si yo no te hubiera ayudado.
-¿La última vez? -¿De qué está hablando? Esto no me ha pasado nunca antes.
-Bueno, no eres el primer caso que se da -Parece que ya satisfecho, vuelve a bajarme la manga y empieza a rehacer el vendaje de mi mano-. El líder de la Resistencia Humana, el hermano de Marie Anne… A él le ocurrió algo similar.
-¿Cam? -Pronuncio el nombre con sorpresa. Ahora que lo pienso, creo que me contaron algo así…
-Eeeese era el nombre, sí -Termina de atar mi mano y luego se aleja un paso-. No debiste verlo porque estabas un poco… indispuesto, pero se formó un cristal en la herida de su pecho, allí donde el otro humano le atravesó. Diría que es un caso bastante similar, ¿no?
-Sí…
Aunque a escalas distintas, diría que, sí, la similitud es obvia. Pero… eso no tiene sentido. Si la corrupción quiere mantenerme vivo a esos extremos, ¿entonces por qué me pide que me quite la vida cuando estamos a solas? ¿Quizá porque cuando me opongo a ella dejo de serle útil y ya no me necesita? ¿A lo mejor es sólo para volverme loco? ¿Tiene nada de esto algún sentido acaso?
-A penny for your thoughts? -Vaya, ahora me viene con estas.
-Quizá algo más que un penique -El arquea una ceja-. Información a cambio de información, ¿no?
-Por supuesto -Me sonríe.
-Cuando me opongo a la corrupción, esta intenta hacer que me quite la vida a base de tergiversar mis propios pensamientos -Eso a él parece interesarle-. No entiendo por qué intenta salvarme la vida en otras ocasiones, entonces.
-Curioso. El tema de la corrupción es algo que requiere de un estudio bastante más profundo… Ah, si no estuviera tan ocupado intentando destruir a la Guardia, sin duda alguna me dedicaría a ello -Nadie se va a quejar si te tomas unas vacaciones, ¿eh?
-¿Naytili no sabe nada? Es ella la que corrompe los cristales, a fin de cuentas.
-Naytili es una mujer que hace lo que sabe, pero que nunca sabe lo que hace… -Hace una mueca, rompiendo su usual semblante afable- No se para a cuestionar el por qué de las cosas: si funciona a su favor, es suficiente para ella; y si no lo hace prefiere eliminarlo antes de intentar buscar la manera de darle la vuelta… -Por cómo habla de ella, juraría que puede que incluso la odie más que la Guardia- A propósito, sé que no ha sido adrede, pero tengo que daros las gracias a ti y a tu encantador novio… Perdón, ex-novio -... Está enterado de todo, parece-. Gracias a lo ocurrido en Memoria, al fin he conseguido ponerle una correa a Naytili. Ahora dejará de interferir en mis planes, lo que me facilita bastante la vida.
Vaya. Mira qué bien. Al menos todo aquel desastre le ha servido a alguien de algo.
-Volviendo a Memoria -Antes de que se vaya el tema, decido intentar retomar las riendas de la conversación… Aunque sé que eso sólo ocurre cuando él me lo permite-. Lo de los cristales no es cosa tuya… Te tomo la palabra -No suele ser muy inteligente hacer eso, pero creo que en esta ocasión sí puedo creerle-. Aún me queda la pregunta de qué exactamente fue lo que hiciste en Memoria. Eweleïn no pudo tratarme allí porque aparentemente estaba “en las últimas” y no tenía el material suficiente para atenderme… -Frunzo el ceño- Pero yo sé que estaba un poco más que “en las últimas”. Cuando tú llegaste, yo estaba muriéndome -Y… Lo sé porque… Lo sé, porque sé que estuve en la frontera-. Algo tuviste que hacer para arreglarme lo suficiente como para que yo aguantase hasta llegar a Eel. Tú mismo has reconocido que me has tratado, cuando has dicho que me cerraste las heridas, así que…
-No piensas dejar ir ese tema, ¿eh? -No. Quiero una explicación de qué demonios le hizo a mi cuerpo- No tienes de qué asustarte, si piensas que te he usado para algún tipo de experimento extraño… Aunque es posible que me quedase con las ganas. No tengo muchos sujetos de pruebas que sean humanos corruptos… -Cada palabra que pronuncia me suena un poco más siniestra que la anterior- Pero no hice nada. Sólo asegurarme de que no te ibas a morir en un charco de tu propia sangre, que es lo que casi haces. Tengo un laboratorio en Memoria, sorpresa, y allí tenía el suficiente material como para poder cerrarte las heridas y hacerte una transfusión de sangre que te hiciera aguantar al menos un rato. Funcionó, mira tú qué suerte. Y luego empezaron a salir los cristales, y el resto es historia.
¿Tiene un laboratorio en Memoria? Tiene sentido, si estuvo viviendo en la isla algo tenía que tener… Pero no llegamos a encontrárnoslo nunca, ¿así que dónde demo-
…
Un segundo.
-Acabas de decir… -Creo… Creo que me están temblando las manos- Que me hiciste una… ¿una transfusión de sangre?
-Sí. Y no te preocupes, no es ninguna sangre que llevase allí doscientos años esperando, sino sangre fresca -De nuevo sonríe con sorna-. De nada.
Sangre fresca. Suya.
-Me has… pasado de tu sangre.
Él asiente.
Eso… significa...
-Pero no… no somos… compatibles…
-Oh, lo somos -Me mira casi con burla en sus ojos-. El cero negativo no es un tipo tan poco común. Sorpresa, yo también lo soy. Muy oportuno, por cierto, siempre viene bien tener una reserva de sangre en uno mismo por si hace fal-
-Pero mi cuerpo no acepta sangre de faérico.
Se interrumpe cuando yo le corto.
Su cara cambia cuando entiende qué es lo que yo acabo de descubrir.
Eweleïn me lo ha dicho mil veces: Hacerme una transfusión de sangre no es fácil. Primero, por mi tipo sanguíneo, porque hay pocos de ellos en la Guardia; segundo… Porque mi cuerpo no acepta la sangre de faérico de forma directa, debido a su maana. Hay que hacer algún tipo de ritual para quitarle el maana a la sangre, y eso ocupa mucho tiempo y recursos.
Si me hubiera pasado sangre faérica, ahora mismo yo estaría muerto.
Así que no era sangre faérica.
-Eres humano.
Murmuro las palabras aún incrédulo porque… No tiene sentido.
Pero sí lo tiene. Sí lo tiene, mucho. Pero a la vez, no.
Él me mira con semblante inexpresivo durante unos instantes, digiriendo mi descubrimiento, posiblemente. Me parece casi oír el ruido de su cerebro al pensar, y no me hace falta ser criónido para intuir lo muy tenso que se ha puesto de repente.
Pero, después de un rato, una sonrisa rompe en su cara.
-Oh, cielos. Qué desliz más tonto.
Mi estómago se revuelve al escuchar esas palabras, pero no tengo muy claro con qué emoción. ¿Entonces es verdad? El Titiritero… ¿es humano? Prácticamente acaba de confirmármelo, pero…
-Es por estas cosas que me gustas tanto… -La sonrisa, por una vez, parece… sincera, aunque está cargada de esa malicia típica suya- ¿Soy humano? ¿Tú qué crees?
-Si no lo fueras, no hubieras podido donarme sangre… -Intento visualizar en mi cabeza todas las piezas del puzle- Pero también se supone que tienes… Más de doscientos años, y tus ojos y los hilos…
-Ahá… Parece contradictorio, ¿no? Dudo mucho que un humano pudiera tener mis habilidades…
-Pero… No -Decido mantenerme firme. Me enfrento a su mirada con la mía propia, a pesar de su sonrisa y su tono de voz burlesco-. No tienes maana en tu sangre. Tienes que ser humano.
De nuevo, un instante de silencio. Las hojas del cerezo continúan lloviendo de forma suave, y la oscuridad de la noche le da a la cara de El Titiritero sombras siniestras que pretenden hacerme cuestionar mi valentía y, a estas alturas, mi propia cordura.
Él se ríe. Una risa… suave, comedida, casi de cortesía. Con un gesto igual de suave se quita el sombrero, pasándose una mano por su ahora descubierto pelo para peinarse. Los mechones castaños se escurren entre sus dedos, rebeldes, como rehusandose a ser domados.
-Fui humano, en su día -Esas son las palabras que pronuncia. De nuevo, su voz suena suave… Mucho más de lo que es habitual en él. Es casi como si estuviera hablando otra persona. La confirmación a mí me genera un momento de euforia, pero al instante miles de preguntas empiezan a rondar mi cabeza-. Ahora mismo… No tengo muy claro lo que soy -Hace un gesto de autoburla-. Soy único en mi especie, desde luego. Quizá se me pueda seguir llamando “humano”, desde algún tipo de perspectiva… Yo no lo tengo tan claro. Muchas cosas cambiaron para mí después de llegar a Eldarya.
-Vienes del mundo humano… -Repito la nueva información en voz alta. Eso es lo único que tiene sentido, porque explica por qué sabe tantas… cosas. Como todo el rollo de la ópera.
-Eso al menos debería haber sido obvio para ti desde hace algún tiempo… -Intuía al menos que tenía que haber estado allí- Y bien, ¿qué vas a hacer con esta nueva información, exactamente?
Torturarme a mí mismo en busca de cualquier pista que pueda explicarme quién demonios eres o qué es lo que quieres.
-No lo sé -Me decido por esa respuesta-. Es un avance, pero… Sólo levanta más preguntas que las que responde.
-Oh, pobrecito -Ahora su tono y su sonrisa vuelven a la burla habitual-. Pero puedes estar orgulloso de ti mismo. Vas muchos pasos por delante de la Guardia… Me atrevo a decir que, de todos ellos, eres el único que verdaderamente sabe lo que hace.
Hay un cierto entusiasmo en sus palabras. Diría que está bastante satisfecho con cómo se está desarrollando todo… Lo cual me sorprende. Para alguien que se esfuerza tanto en esconder su identidad, parece demasiado contento con el hecho de que alguien haya descubierto un detalle crucial de la misma.
Quizá esa es la razón por la que me mantiene vivo. En parte también por eso que dice de que si soy una pieza importante o no sé qué paranoias suyas, pero seamos francos: sería mucho más fácil para él simplemente matarme. O dejarme morir, aunque fuera. Lo ocurrido en Latteria… Puedo pensar que en aquel momento me salvó porque pretendía que yo me uniera a él, pero después de mi constante negativa, cualquier otra persona se hubiera rendido. Me salvó en Memoria por alguna razón que no comprendo porque, tal y como están las cosas ahora, mi existencia no le causa ningún provecho… Así que el único motivo por el que aún no me mata, a pesar de que ha tenido oportunidades de sobra (este mismo momento es una), debe ser porque… Se aburriría sin mí. Es lo único que se me ocurre.
-Ha debido ser una noche muy productiva para ti, ahora que has hecho tantos avances en tu pequeña investigación -Su voz aún se burla de mí-. Debes de empezar a estar cansado… Quizá sea hora de acostarse.
-No me siento especialmente cansado -No realmente, la conversación me ha quitado el poco sueño que tenía.
-¿Sí? De acuerdo, entonces quizá podamos hacernos compañía mutua… -Eh…- Podríamos hablar de cualquier otra cosa que no tenga que ver con mi identidad o nuestro conflicto, para variar.
-Y, sin embargo, ahora mismo eso es lo único de lo que quiero hablar, teniendo en cuenta el descubrimiento que acabo de hacer -Su sonrisa se burla de mí-. ¿De dónde vienes? ¿Cómo llegaste a Eldarya? ¿Por qué tienes poderes?
-Pero bueno, deberías de haberte quedado ya contento por hoy, aish… -Finge molestia, pero es obvio que la situación le divierte- Esas preguntas son… demasiado importantes. No esperes que vaya a darte las respuestas de forma tan sencilla… Pero, como ya he dicho varias veces, no tendría problema en responderte si te convirtieras en mi aliado… O quizá incluso pueda encontrar otra forma con la que me compenses la información…
-¿Por ejemplo? -Por cómo me sonríe sé que su respuesta no me va a gustar.
-Así que ahora mismo estás soltero...
-Me voy a dormir.
Se ríe levemente con mi sequedad. Ya. No.
-Perdón -Aunque se disculpa, no siento ningún tipo de arrepentimiento-. A decir verdad, yo tampoco debería pasar más tiempo por aquí. A pesar de la incompetencia de la Guardia, sigo estando en territorio enemigo… Y es mejor no correr riesgos.
-Coincidimos, entonces… -En realidad, me gustaría que se quedase, poder bombardearle a preguntas y que él me las respondiera, pero si todo lo que va a hacer es burlarse de mí, entonces es mejor que se vaya.
-Será que sí -Me dedica ahora una sonrisa escueta, pero de aire cortés, mientras que se aleja en dirección a la hierba que rodea el cerezo-. Tendremos que despedirnos entonces… -Le veo hurgar en un bolsillo antes de sacar de ahí un… ¿una semilla? Ah, para un círculo de hechicería…- ¿A menos que quizá quieras seguir esta conversación en otro sitio?
Deja caer la semilla al suelo, y en cuestión de segundos las setas han surgido a su alrededor. Él extiende una mano hacia mí, aún sonriente y cortés.
Parte de mí se pregunta… qué pasaría si aceptase la propuesta. Si ahora mismo saltase al círculo con él… ¿Qué ocurriría? ¿De cuántos secretos me enteraría? ¿Qué implicaría exactamente convertirme en su aliado? Dudo mucho que pudiera meterme en primera línea de combate como con Naytili o Anrie, así que…
Guardo silencio, de todas formas, sujetándole la mirada. Aunque no es una negativa directa, sabe que no voy a aceptar.
-Una lástima, como siempre… -Suspira de forma fingida, dejando caer su brazo- Entonces tendremos que… Ah, por poco se me olvida… ¡qué despiste! -Se da un golpe en la frente con aire dramático- Tenía que comentarte algo bastante importante…
¿... Qué?
-La Guardia de Eel está pensando que hay un traidor entre sus filas. Eres uno de los tres principales sospechosos así que, ¡ten cuidado!
Con esas palabras, él deja caer la semilla al suelo, y las setas aparecen casi de inmediato. La reacción me pilla un poco tarde, y sólo puedo abrir los ojos con sorpresa, descolocado.
-¿Traidor? P-pero yo no…
-Explícaselo a ellos cuando descubran que vamos a la ópera juntos -Incluso si técnicamente no he traicionado a la Guardia… Supongo que mis acciones no son del todo inocentes-. Entonces… -Me dedica una última sonrisa- Oyasuminasai, Hiiro-kun. Matta ne.
Las setas emiten un fuerte brillo, forzándome a cerrar los ojos. Cuando vuelvo a abrirlos, delante de mí no hay ni rastro de las setas ni del hombre que ha escapado con ellas.
Contengo un suspiro pesado.
Otra cosa más para mi interminable pila de estrés. Al menos esta vez he sacado algo importante…
Humano. Es… O era, al menos, humano.
No es familia de Erika, porque se lo dijo. Habla francés, inglés, italiano, alemán, y quizá algo más… Y siempre ha querido ir a la India.
Tiene acento británico… Y la India…
Tiene que ser inglés. ¿Del periodo victoriano…? No, pero las fechas no cuadran, así que quizá de algo antes...
A pasos acelerados, vuelvo a mi habitación. Ya he encontrado lo que me va a tener en pie esta noche.
¡La historia continúa AQUÍ!
Última modificación realizada por Prirenna (El 18-09-2021 à 22h41)